sábado, 10 de abril de 2010

Lección 3: Celebremos la buena condición espiritual y física / Edición para Maestros.


El sábado enseñaré...

Texto Clave: "Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible". 1 Corintios 9:25.

Enseña a tu clase a:

Saber la importancia de usar y mejorar mental, física y espiritualmente lo que Dios nos ha dado.
Sentir nuestra responsabilidad hacia Dios como mayordomos de los cuerpos que nos ha dado.
Hacer que fortalezcamos nuestros músculos físicos diariamente, así como los músculos de nuestra fe.


Bosquejo de la Lección

1. Saber: Úsalo, no lo pierdas

A. Como el siervo de Mateo 25:14 al 28, que escondió su talento y lo perdió, Dios nos ha hecho responsables por cada don que nos dio. ¿Cuáles son los beneficios de usar los músculos que Dios nos dio?
B. ¿Cuál es el costo de no ejercitar nuestros músculos adecuadamente?

2. Sentir: No somos nuestros

A. Dios nos ha dado el libre albedrío, y tenemos la responsabilidad de disciplinar nuestro cuerpo físico. Si no lo hacemos, cosecharemos los malos resultados no solo física, sino mental y espiritualmente. ¿Cómo debemos cuidar adecuadamente los dones de Dios?
B. ¿Cómo podemos alabar a Dios al usar y aprovechar sus dones?

3. Hacer: Programa de adiestramiento

A. ¿Qué tipos de actividades has notado que son las que más te benefician?
B. ¿Qué elecciones en cuanto al estilo de vida puedes hacer en la semana próxima para proporcionar más movimiento a tu vida?
C. ¿Cómo puedes aumentar y desarrollar tu fe?

Resumen: Nuestros cuerpos y nuestra fe son dones de Dios. Somos responsables ante él por ejercitarlos a fin de mantenerlos útiles y sanos para su servicio.


CICLO DE APRENDIZAJE

Concepto clave para el crecimiento espiritual: La salud física es el fundamento de una mente sólida y una vida espiritual saludable.


PASO 1: ¡Motiva!

Solo para los maestros: Pide a un voluntario que lea el panorama de la lección que sigue antes de invitar a la clase a participar en la actividad inicial.

¿Cuáles son algunas de las motivaciones para mantener la salud física? Estar obsesionado con la respuesta a esta pregunta no es nada nuevo. Los antiguos griegos idolatraban la forma humana. Ellos creían que esa clase de ejercicio [en el estadio y en el gimnasio] era necesaria para tener un cuerpo saludable. En numerosas religiones orientales, el ejercicio físico tiene una considerable importancia espiritual. Muchos contemporáneos realizan ejercicios para glorificar, no a Dios, sino al yo, para verse “sexy”. Nuestro estudio explora el papel y la importancia del ejercicio físico para la vida cristiana. Si nuestros cuerpos fueron realmente “comprados por precio”, y son el “templo del Espíritu Santo”, si estamos comprometidos en que cualquier cosa que hagamos sea “para la gloria de Dios”, ¿de qué manera esto afecta nuestros hábitos de ejercicio?

Actividad inicial:

Opción A: Si el tiempo y el clima lo permiten, hagan una corta caminata al aire libre, y realicen ejercicios de estiramiento livianos. Haz la pregunta: ¿Qué tiene esto que ver con mi relación con Dios?
Opción B: Reparte papeles y lápices, y pide a los miembros de la clase que hagan una lista de los ejercicios físicos que hicieron durante la semana anterior. Hazles la misma pregunta que en la


PASO 2: ¡Explora!

Solo para los maestros: Los antiguos griegos creían en una naturaleza humana dicotómica. Estaba el lado físico, representado por el cuerpo, y el lado espiritual, representado por el alma. Para ellos, un alma podía existir independientemente de un cuerpo. Los hebreos, por otro lado, tenían un enfoque más holístico. Para ellos, el “alma” era la integración del aliento de vida y el cuerpo (Gén. 2:7). Por lo tanto, era razonable que lo que afectaba al cuerpo también afectaba al espíritu, y viceversa. El cuidado de la naturaleza física tenía un impacto sobre la persona entera. Recuerda este concepto central en tu presentación.

Comentario de la Biblia

I. El atleta espiritual (Repasa, con tu clase, 1 Cor. 9:24-27).

Estos versículos son algunas de muchas alusiones que, en las Escrituras, se hacen al atletismo –en particular, a la carrera– como una metáfora de la vida cristiana. Pablo reconocía el paralelismo entre el adiestramiento físico y la preparación espiritual. Un corredor moderno de larga distancia podría tener un régimen de ejercicios como este: preparación diaria (correr 800 metros como precalentamiento y ejercicios de estiramiento); tres días por semana de adiestramiento a intervalos para desarrollar el ritmo y la velocidad (correr distancias más cortas, generalmente entre 200 y 400 metros, a un paso acelerado durante una hora y media); dos días por semana para desarrollar resistencia y fortaleza mental (carreras de 10 a 20 kilómetros); un día por semana dedicado a subir colinas para desarrollar fuerza (correr cuesta arriba a toda velocidad con breves períodos de descanso entre medio). También habría ejercicios de pesas durante 45 minutos o una hora. Un día por semana, descanso. El atleta también debe vigilar la dieta, evitar actividades nocturnas para tener un descanso adecuado y ejercitar la disciplina propia en todas las actividades. (Ver también 2 Tim. 2:3-5; 4:7; Fil. 3:12-14; Heb. 12:1-3).

Considera: ¿Cuán importante es para el creyente cultivar la vida espiritual con la misma seriedad con que, un atleta cultiva la fortaleza de su cuerpo? ¿Qué ejercicios espirituales incorporas a tu rutina diaria que ofrecen beneficios tales como vigor y fortaleza espirituales? ¿Qué prácticas deberías evitar a fin de tener una carrera más estrecha con Dios?

II. Creer sin ver (Repasa, con tu clase, Juan 20:24-29).

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Heb. 11:6). Alguien ha dicho que cuando comprendemos y luego confiamos, es sabiduría; pero cuando no comprendemos y todavía confiamos, es fe. Tomás estaba actuando en el ámbito de la sabiduría. Si veía, comprendía o tocaba por sí mismo, creería. Sin embargo, lo que agrada a Dios es que ejercitemos la confianza en él durante las ocasiones en las que no podemos ver o tocar. Esta fe crece, se fortalece y se expande con el uso. Como nuestros músculos físicos, la fe ejercitada aumenta nuestra capacidad para “mover montañas” (ver Mar. 11:23).

Considera: ¿Qué acciones puedo realizar para ejercitar mi fe? Si nunca intenté superar desafíos mayores que los que puedo lograr con los recursos de que dispongo ahora, ¿de qué modo crecerá alguna vez mi fe? A la inversa, ¿por qué la fe se atrofia como resultado de tener planes y visión limitados?

III. Los beneficios del ejercicio físico (Repasa, con tu clase, 1 Cor. 6:19, 20).

El ejercicio y la temperancia tienen una larga historia conjunta. Nota esta cita del estoico griego Epicteto, quien vivió más de cien años después de la muerte de Cristo: “¿Serías un triunfador en los juegos olímpicos? También lo sería yo, porque es una cosa gloriosa. [...] Entonces debes vivir de acuerdo con las normas, comer lo que será desagradable, abstenerte de las golosinas; debes obligarte a ejercicios constantes a la hora señalada, haga calor o frío; debes abstenerte del vino y los licores; en una palabra, debes ser tan sumiso a todas las indicaciones de tu maestro como a las de un médico”.–James M. Freeman, Manners and Customs of the Bible, p. 457.

Considera: ¿Qué beneficios espirituales podrías recibir del ejercicio físico? Así como la verdad espiritual se recibe por medio de la mente, ¿de qué modo el ejercicio físico mejora la percepción mental? Hablando en general, ¿quién crees que será un mejor testigo de la bondad de Dios: un quejoso crónico sumamente obeso que es adicto a las píldoras o un cristiano físicamente en condiciones, mentalmente lúcido y feliz? ¿Por qué?


PASO 3: ¡Aplica!

Solo para los maestros: Se ha dicho que el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones. Seguramente, todos los miembros de tu clase dirían que quieren hacer más ejercicio. No obstante, ¿cuántos de nosotros lo hacemos? Usa los siguientes estudios de casos para generar soluciones a nuestras excusas. Al “ayudar” a estas personas, ¿cómo nos estamos ayudando a nosotros mismos para superar nuestra propia tendencia a dejar las cosas para después?

Caso 1: Sara quiere perder peso y come “como un pajarito”, pero no pierde peso. Su médico ha descartado toda condición anormal. Ella sabe que si hiciera ejercicio, eso estimularía su metabolismo y facilitaría su pérdida de peso, pero se queja de que es demasiado gorda para hacer ejercicios, y apenas puede caminar 50 metros sin quedar sin aliento. ¿Cómo podemos ayudarla?

Caso 2: Víctor siente que nunca ha sido bueno para los deportes en la escuela, y era el último en ser elegido cuando formaban equipos. Sus amigos más cercanos sienten lo mismo. Se enorgullece de ser adicto al ordenador o computadora, dice ser alérgico al sol, a la traspiración y al ejercicio. ¿Cómo podríamos animarlo a ser más activo?

Caso 3: Rosita es una viuda que está criando a cinco niños por sí sola, trabaja tiempo completo y medio tiempo más para sostenerlos. Ella dice que quiere realizar más ejercicio, pero sencillamente no tiene el tiempo. ¿Cómo podríamos vencer nuestra tendencia a excusarla, y encontrar formas creativas de introducir algún ejercicio en su apretada rutina?

Caso 4: Ariel es un joven profesional de éxito. Es brillante y tiene perspicacia para los negocios. Viene de un trasfondo pobre y está ansioso de elevar a su familia de la pobreza. Para lograr esto, trabaja en exceso, duerme muy poco y no hace ejercicio físico. Aunque sus metas son loables, ¿cómo podemos ayudar a Ariel a lograr un equilibrio?


PASO 4: ¡Crea!

Solo para los maestros: Habiendo estudiado el papel del ejercicio en forma científica, histórica y bíblica; y habiendo atacado algunas de las excusas que ponemos por no hacer ejercicio; necesitamos ahora poner a trabajar nuestro conocimiento. (Enfatiza que es importante consultar al médico o a un fisiólogo experto antes de hacer cambios dramáticos en cualquier programa de ejercicios).

Pasos en la acción:

1. Reparte hojas de papel y lápices. Pide a los alumnos que dividan la hoja en dos columnas.

2. A la izquierda, deben escribir el ejercicio que están realizando ahora. Anímalos a ser honestos. De nada vale disfrazar la verdad, ni poner excusas. Algunos pueden dejar en blanco la columna de la izquierda. Eso es aceptable.

3. Luego, pide que escriban metas realizables de ejercicio en la columna de la derecha. (Correr en la maratón del mes que viene no debería estar en muchas listas si tomamos en serio la posibilidad de realizar los ejercicios.)

4. Bajo cada meta, pueden escribir los pasos que darán para alcanzarla. Por ejemplo: Meta: dentro de seis meses correr 5 kilómetros cada mañana antes de ir al trabajo. Pasos de acción: a) primer mes: comenzar caminando alrededor de la manzana varias veces. b) Avanzar trotando unos 800 metros al final del mes. c) Segundo mes: extender la longitud del trote hasta 1 kilómetro y medio. d) Acostarse temprano para levantarse temprano de modo que haya más tiempo para correr por la mañana, etc.



Guía de Estudio de la Biblia: "SALUD y SANIDAD" / Edición para Maestros.
Periodo: Trimestre 2 / abril-junio de 2010.

Autor: Alian Handysides, Kathleen Kuntaraf, Peter Landless, Stoy Proctor y Thomas Zirkle (Departamento de Salud y Temperancia de la Asociación General).
Colaboradores: Cheryl Des Jarlais, Dan Solís, John C. Cress, Elizabeth Lechleitner.
Dirección general: Clifford Goldstein
Dirección editorial: Carlos A. Steger
Traducción: Rolando A. Itin

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