sábado, 27 de junio de 2009

Lección 1: Jesús y las epístolas de Juan / Notas de Elena de White

Sábado 27

A medida que los años transcurrían y el número de creyentes crecía, Juan trabajaba con mayor fidelidad y fervor en favor de sus hermanos. Los tiempos estaban llenos de peligro para la iglesia. Por todas partes existían engaños satánicos. Por medio de la falsedad y el engaño los emisarios de Satanás procuraban suscitar oposición contra las doctrinas de Cristo; como consecuencia las disensiones y herejías ponían en peligro a la iglesia. Algunos que creían en Cristo decían que su amor los libraba de obedecer la ley de Dios. Por otra parte, muchos creían que era necesario observar las costumbres y ceremonias judías; que una simple observancia de la ley, sin necesidad de tener fe en la sangre de cristo, era suficiente para la salvación. Algunos sostenían que Cristo era un hombre bueno, pero negaban su divinidad. Otros que pretendían ser fieles a la causa de Dios eran engañadores que negaban en la práctica a Cristo y su evangelio. Viviendo en transgresión ellos mismos, introducían herejías en la iglesia. Por eso muchos eran llevados a los laberintos del escepticismo y el engaño.

Juan se llenaba de tristeza al ver penetrar en la iglesia esos errores venenosos. Veía los peligros a los cuales ella estaba expuesta y afrontaba la emergencia con presteza y decisión. Las epístolas de Juan respiran el espíritu de amor. Pero cuando se encontraba con los que estaban transgrediendo la ley de Dios, y sin embargo aseveraban que estaban viviendo sin pecado, no vacilaba en amonestarles acerca de su terrible engaño (Reflejemos a Jesús, p. 58).

"En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (S. Juan 13:35). Mientras más de cerca nos asemejemos al Señor en carácter, mayor será nuestro amor hacia aquellos por quienes él murió. Los cristianos que manifiestan un amor desinteresado los unos por los otros, están dando un testimonio que los incrédulos no pueden negar ni resistir. Es inestimable el poder de semejante ejemplo. Nada derrotará con más éxito los artificios de Satanás y sus emisarios, nada edificará mejor el reino del Redentor, como el amor de Cristo manifestado por los miembros de la iglesia. Se disfrutará de paz y prosperidad solamente si la humildad y el amor están en ejercicio activo (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 156, 157).

De quien y para quien: El Autor y sus lectores
Domingo 28 de junio

El apóstol Juan, es un ejemplo de la forma en que Dios puede usar a obreros ancianos. Leed sus conmovedoras palabras, escritas cuando ya era anciano. ¿Quién podría dar un testimonio más firme y más decidido? [Se cita 1 Juan 1:1-10; 2:1-5].

Juan revelaba en su ancianidad la vida de Cristo en su vida. Vivió hasta cerca de los cien años de edad, y vez tras vez repetía el relato del Salvador crucificado y resucitado. Los creyentes eran perseguidos y los de experiencia inmadura con frecuencia estaban en peligro de alejarse de Cristo; pero el anciano y probado siervo de Jesús mantenía firmemente su fe (Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 959).

Deberíamos ser uno en la fe depositada en las verdades fundamentales de la Palabra de Dios. Deberíamos recordar continuamente el objetivo de mantener la armonía y la cooperación sin comprometer ni un solo principio de la verdad. Y mientras cavamos continuamente buscando la verdad como un tesoro escondido, seamos cuidadosos acerca de cómo presentamos opiniones nuevas y conflictivas. Tenemos un mensaje mundial. Los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesucristo son la preocupación de nuestra obra. Tener unidad y amor unos por otros es la gran obra que debe hacerse ahora. Hay peligro de que nuestros ministros se ocupen demasiado de las doctrinas, predicando demasiados discursos acerca de temas debatidos, cuando su propio ser necesita la piedad práctica (El otro poder, p. 79).

Las características más necesarias, y que deben atesorar los que respetan los mandamientos de Dios, son la paciencia y la perseverancia, la paz y el amor. Cuando falta el amor, ocurre una pérdida irreparable; las personas se alejarán de la verdad aun cuando se hayan relacionado con la causa de Dios. Nuestros hermanos que ocupan puestos de responsabilidad y que ejercen poderosa influencia, deberían recordar las palabras del apóstol Pablo inspiradas por el Espíritu Santo: "Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban cayeron sobre mí" (Romanos 15:1-3). Dice también: "Hermanos, si algunos fuero sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo" (Gálatas 6:1, 2).

Que contienen la Epístolas
Lunes 29 de junio

Los que han tenido grandes privilegios y oportunidades pero dejaron de mejorar sus facultades físicas, mentales y morales y vivieron para agradarse a sí mismos, negándose a llevar sus responsabilidades, están en mayor peligro y condenación delante de Dios que los que yerran en puntos de doctrina pero tratan de vivir para hacer bien a otros de acuerdo con la luz que han recibido.

No censuremos a los demás; no los condenemos. Como agentes morales libres en el gobierno de Dios, nuestras obligaciones y responsabilidades no están limitadas al conocimiento que tenemos sino al que podríamos haber alcanzado si hubiésemos avanzado por fe y adquirido la rica experiencia cristiana que está a nuestra disposición. Tenemos una sagrada comisión, y si no la cumplimos correctamente, ni aprendemos a confiar en Dios y a creer y practicar su Palabra, se nos pedirá cuenta de nuestras acciones. Si permitimos que consideraciones egoístas y falsos razonamientos y excusas, nos lleven a pervertir la mente y el corazón de tal manera que no podamos discernir la voluntad de Dios y sus caminos, seremos mucho más culpables que el que peca abiertamente. Necesitamos cuidarnos de no condenar a los que, delante de Dios, son menos culpables que nosotros (Review and Herald, marzo 16, 1911).

El mundo está lleno de enseñanzas falsas y si no investigamos resueltamente las Escrituras por nosotros mismos, aceptaremos los errores del mundo en lugar de la verdad, adoptaremos sus costumbres y engañaremos nuestros propios corazones. Sus doctrinas y costumbres están en desacuerdo con la verdad de Dios...

Es un asunto de la mayor importancia e interés para nosotros el que entendamos qué es la verdad, y nuestras peticiones deberían elevarse con intenso fervor para ser guiados a toda verdad.

Cuando la verdad tal como está en Jesús modele nuestros caracteres se verá qué es de veras la verdad. Al ser contemplada por el creyente, aumentará en resplandor, brillando en su belleza original. Aumentará de valor. Despertará y vivificará la mente y subyugará el carácter egoísta y con una vulgaridad que no es cristiana. Elevará nuestras aspiraciones y nos capacitará para alcanzar la norma perfecta de santidad (En lugares celestiales, p. 140).

El Redentor del mundo advirtió a sus discípulos acerca de las falsas enseñanzas que habrían de ser el mayor obstáculo para el progreso de la verdad. "Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas -les dijo- y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes" (S. Mateo 24:24, 25). Y Pedro escribe: "Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado" (2 Pedro 2:1, 2). La levadura de las falsas doctrinas -profetizó él- sería aceptada en lugar de la verdad. Pablo también advirtió a los creyentes que no se dejaran engañar "por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo" (Colosenses 2:8) (Review and Herald, marzo 16, 1897).

Por que: el proposito de estas Cartas
Martes 30 de junio

[Se cita 3 Juan 7-11] Juan no había de proseguir su labor sin grandes inconvenientes. Satanás no estaba ocioso. Instigaba a hombres malos a acortar la vida útil de este hombre de Dios; pero los ángeles lo protegían de sus asaltos... La iglesia en su peligro necesitaba su testimonio.

Valiéndose de interpretaciones erróneas y falsedades los emisarios de Satanás habían tratado de suscitar la oposición contra Juan, y contra la doctrina de Cristo. En consecuencia, disensiones y herejías estaban haciendo peligrar la iglesia. Juan hizo frente a estos errores con firmeza. Interrumpió el camino de los adversarios de la verdad. Escribió y exhortó en el sentido de que los dirigentes de estas herejías no debían recibir el menor estímulo. Hoy en día existen peligros similares a aquellos que amenazaron la prosperidad de la iglesia primitiva, y las enseñanzas de los apóstoles sobre estos puntos deben ser claramente escuchadas. "Debes tener amor", es el clamor que debe oírse por doquiera, especialmente por parte de aquellos que profesan santificación. Pero el amor es demasiado pobre para cubrir el pecado inconfeso. Las enseñanzas de Juan son importantes para aquellos que viven en medio de los peligros de los últimos días. Él había estado íntimamente asociado con Cristo, había escuchado sus enseñanzas, y había presenciado sus poderosos milagros. Presentaba un convincente testimonio, que hacía que las falsedades de sus enemigos no tuvieran ningún efecto (Reflejemos a Jesús, p. 355).

Otro error peligroso es el de la doctrina que niega la divinidad de Cristo, y asevera que él no existió antes de su venida a este mundo. Esta teoría encuentra aceptación entre muchos que profesan creer en la Biblia; y sin embargo contradice las declaraciones más positivas de nuestro Salvador respecto a sus relaciones con el Padre, a su divino carácter y a su preexistencia. Esta teoría no puede ser sostenida sino violentando el sentido de las Sagradas Escrituras del modo más incalificable. No sólo rebaja nuestro concepto de la obra de redención, sino que también socava la fe en la Biblia como revelación de Dios. Al par que esto hace tanto más peligrosa dicha teoría la hace también más difícil de combatir. Si los hombres rechazan el testimonio que dan las Escrituras inspiradas acerca de la divinidad de Cristo, inútil es querer argumentar con ellos al respecto, pues ningún argumento, por convincente que fuese, podría hacer mella en ellos, "El hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios; porque le son insensatez; ni las puede conocer, por cuanto se disciernes espiritualmente" (1 Corintios 2:14, V.M.). Ninguna persona que haya aceptado este error, puede tener justo concepto del carácter o de la misión de Cristo, ni del gran plan de Dios para la redención del hombre (El conflicto de los siglos, pp. 578, 579).

Jesús en las Epístolas de Juan
Miércoles 1º de julio

"Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios" (1 Juan 4:15).

La confesión de la cual Juan habla aquí, no es el resultado de una fe nominal, sino que es el resultado de una fe en el Salvador viviente, que mora en el alma, a saber, es el resultado de creer que las bendiciones de la salvación son puestas a nuestro alcance por medio de la muerte y los sufrimientos de nuestros Señor Jesucristo, quien resucitó de los muertos y vive siempre para interceder por nosotros. Podemos sentirnos seguros de que Jesús es nuestro Salvador y que la vida no tendría satisfacciones, ni nos proporcionaría paz ni esperanza, si él no nos hubiera amado ni se hubiera dado por nosotros.

Nuestra pretensión a la justicia de Cristo es sin tacha, si llenamos las condiciones sobre las cuales nos es prometida. Dios nos ha concedido todo el cielo en un rico don, y todo l oque el don incluye es nuestro, si aceptamos a Cristo como nuestro Salvador personal... Hablad de Jesús; educad la lengua para hablar de su misericordia, su poder, manifestando las alabanzas del que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (Hijos e hijas de Dios, p. 191).

"Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo" (1 Juan 2:1).

Jesús es nuestro Abogado, nuestro Sumo Sacerdote, nuestro Intercesor. Nuestra posición es como la de los israelitas durante el día de la expiación. Cuando el sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo, que representaba el lugar donde nuestro Sumo Sacerdote intercede en la actualidad, y rociaba la sangre expiatoria sobre el asiento de la misericordia, afuera no se ofrecía ningún sacrificio propiciatorio. Mientras el sacerdote intercedía delante de Dios, cada corazón debía inclinarse contrito y suplicar el perdón de sus transgresiones.

En la muerte de Cristo, el Cordero inmolado por los pecados del mundo, el símbolo se encontró con la realidad. Nuestra gran Sumo Sacerdote fue constituido en el único sacrificio de valor para nuestra salvación. Al ofrecerse sobre la cruz, se realizó una expiación perfecta por los pecados de los seres humanos. Actualmente nos encontramos en el atrio exterior, aguardando la bendita esperanza de la aparición gloriosa de nuestro Salvador y Señor Jesucristo. Afuera no se ha de ofrecer sacrificio alguno, porque el gran Sumo Sacerdote está llevando a cabo su obra en el Lugar Santísimo. Durante su intercesión como abogado nuestro, Cristo no necesita ninguna virtud humana ni mediación de nadie. Él es el único portador del pecado, la única ofrenda por el pecado. La oración y la confesión deben dirigirse sólo a él, quien entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo. Salvará hasta lo sumo a todos los que acuden a él con fe. Él vive constantemente para interceder por nosotros...

El intelecto más poderoso que se haya creado es incapaz de comprender a Dios; la lengua más elocuente es incapaz de describirlo... Los seres humanos tienen un solo Abogado, un Intercesor capaz de perdonar sus transgresiones. ¿No rebosarán nuestros corazones de gratitud hacia Aquel que dio a Jesús para que fuera la propiciación por nuestros pecados? Mediten profundamente acerca del amor que el Padre ha manifestado en nuestro favor, el amor que ha expresado por nosotros. Ese amor no lo podemos medir, porque para él no hay medida. ¿Acaso se puede medir lo infinito? Lo único que podemos hacer es apuntar hacia el Calvario, al Cordero inmolado desde la fundación del mundo...

Ningún otro ser humano tiene lugar entre el pecador y Cristo... El mismo Cristo es nuestro Abogado, todo lo que el Padre es para su Hijo lo es también para aquellos a quienes su Hijo representa en su humanidad. En cada aspecto de su obra, Cristo actuó como un representante de su Padre. Vivió como sustituto y garante nuestro. Trabajó como espera que trabajen sus seguidores sin ningún egoísmo y apreciando el valor de cada ser humano por quien él sufrió y murió (Exaltad a Jesús, p. 313).

El ministerio de Jesús en las Epístolas de Juan
Jueves 2 de julio

El Redentor del mundo pasó por el mismo terreno donde Adán cayó por haber desobedecido al ley expresa de Jehová; y el unigénito Hijo de Dios vino a nuestro mundo como un hombre, para revelar al mundo que los seres humanos podían guardar la ley de Dios. Satanás, el ángel caído, había declarado que ningún hombre podía guardar la ley de Dios después de la desobediencia de Adán. Y él afirmaba que toda la raza humana estaba bajo su dominio.

El Hijo de Dios se colocó en lugar del pecador, y caminó por el mismo terreno en donde Adán pecó; y soportó la tentación en el desierto, que era cien veces más fuerte de lo que alguna vez tendría que soportar la raza humana. Jesús resistió las tentaciones de Satanás de la misma manera en que cualquier alma tentada puede resistir, remitiéndolo al registro inspirado, y diciendo: "Escrito está".

Cristo venció como hombre las tentaciones. Cada hombre puede vencer como Cristo venció. Él se humilló a sí mismo por nosotros. Fue tentado en todo punto, así como nosotros. Redimió el desgraciado fracaso de la caída de Adán, y fue vencedor, testificando así ante todos los mundos no caídos y ante la humanidad caída, que el hombre podía guardar los mandamientos de dios por medio del poder divino que el Cielo le concedía. Jesús, el Hijo de Dios, se humilló por nosotros, soportó la tentación por nosotros, y venció en nuestro favor para mostrarnos cómo podemos vencer. Así vinculó sus intereses divinos con la humanidad, con los lazos más estrechos; y ha dado la positiva seguridad de que no seremos tentados más de lo que podemos soportar...

El Redentor del mundo vino no solamente para ser un sacrificio por el pecado, sino como ejemplo para el hombre en todas las cosas, un carácter santo y humano...

Siempre debemos estar agradecidos a Jesús porque nos ha demostrado por hechos reales, que el hombre puede guardar los mandamientos de Dios, contradiciendo la falsedad de Satanás de que el hombre no puede guardarlos. El gran Maestro vino a nuestro mundo para estar a la cabeza de la humanidad, para elevar y santificar de esta manera a la humanidad por su obediencia santa a todos los requisitos de Dios, mostrando que es posible obedecer todos los mandamientos del Señor (Mensajes selectos, t. 3, pp. 153, 157).


Guía de Estudio de la Biblia: Amadas y llenas de amor: Las Epístolas de Juan / Edición Adultos.
Periodo: Trimestre Julio-Septiembre de 2009
Autor: Ekkehardt Mueller
Notas: Elena G. de White, los adventistas creemos que ella ejerció el don bíblico de profecía durante más de setenta años de ministerio público
Editor: Clifford Goldstein

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