Texto Clave: "Y ANA oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová,Mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos,Por cuanto me alegré en tu salvación" 1 Samuel 2:1.
Enseña a tu clase a :
Saber los aspectos de la vida de Ana que ilustran lo que Dios piensa con respecto a lo que hace significativa nuestra vida.
Sentir que aun los deberes más sencillos tienen un valor infinito a la vista de Dios.
Hacer a Dios, con oración y alabanza, una entrega completa de todos los detalles de nuestras circunstancias y cumplir fielmente las responsabilidades que él nos ha dado.
Bosquejo de la lección
Saber: La importancia de la sencillez
A. Por algún tiempo, a Ana le fue negada la maternidad. ¿En qué forma Dios cambió la vida de ella? ¿Cómo reaccionó ella a la respuesta que Dios dio a su oración?
B. ¿Qué evidencias tenemos de que Ana fue fiel al criar al hijo que Dios le dio?
II. Sentir: Maternidad fiel
Aun cuando Ana tuvo a su hijo muy poco tiempo consigo, es evidente que lo crió para honrar y servir a Dios. ¿De qué modo la fidelidad de Ana en su maternidad hizo una marca en la historia de Israel?
III. Hacer: Oración y alabanza
A. ¿Qué desafíos enfrentamos que necesitamos entregar a Dios?
B. ¿Qué lecciones podemos aplicar, en nuestra relación con Dios, del enfoque que tuvo Ana al pedir a Dios en oración, así como su enfoque de la alabanza?
C. ¿Qué deberes nos ha confiado Dios que requieren una atención fiel y llena de oración?
Resumen: En respuesta a la oración, Dios llenó de bendiciones a una mujer que vivía una vida miserable. A su vez, ella respondió con alabanza y, con fe, entregó a su hijo de vuelta a Dios.
Ciclo de aprendizaje
Paso 1 ¡Motiva!
Concepto clave para el crecimiento espiritual: Sin tomar en cuenta cómo la sociedad u otras personas nos consideran, cada uno de nosotros tiene un valor singular para Dios.
Solo para los maestros: Enfatiza que Dios no nos abandona, y que nos bendecirá mientras lo pongamos a él primero.
En 2009, el mundo estuvo agitado por una mujer llamada Susan Boyle. Esta mujer, de la mediana edad y más bien sencilla de un pueblo de Escocia, de alguna manera venció contrariedades enormes para estar ante un jurado de celebridades en un programa titulado “Gran Bretaña tiene talentos”. ¿Su ambición? Llegar a ser cantante profesional. Una risita surgió en la audiencia. Los jueces sonrieron con afectación. Boyle cantó sin ninguna falla la canción “I Dreamed a Dream” [Soñé un sueño] de la obra musical Los Miserables, arrojando las risitas y las sonrisas bien lejos. El mundo se maravilló al descubrir, después de una seguidilla de ídolos de la música pop aparentemente fabricados y pintados genéticamente, “la sorprendente presencia de talento en una persona fea”, tal como lo afirmó el satírico Andy Borowitz en términos un tanto irreales. Pero no fue una sorpresa para las personas que la conocían o crecieron junto a ella. Dios te conoce, y él no sonríe afectadamente. Él sabe que eres capaz de hacer cosas grandes, aunque a otros les parezca que no tienes posibilidades. Confía en él. Dale todo lo que tengas, y él te dará capacidades superiores a las que tú –y cualquier otra persona– esperas.
Analiza con tu clase: ¿De qué modo el relato bíblico de Ana proporciona esperanza a aquellos de nosotros que podamos sentirnos como un “don nadie”? ¿Cuáles son los paralelos entre sentirse como un “don nadie” y el relato y linaje del mismo Jesucristo?
Paso 2 ¡Explora!
Comentario de la Biblia
I. “Los arcos de los fuertes...” (Repasa, con tu clase, 1 Sam. 1:12-18.)
Se dice que Napoleón Bonaparte destacó que en la guerra “Dios pelea del lado que tiene la mejor artillería”. Una mirada alrededor de nosotros a menudo parece confirmar esta cínica observación. Los ricos se vuelven más ricos. Las “personas hermosas” pueden darse el gusto de ser bellas hasta una edad avanzada con la ayuda de cirujanos plásticos caros. Cuán fácil es creer que los ricos son más felices que el resto de nosotros.
¿Cómo podemos decir entonces, como dijo Ana, que Dios “levanta del polvo al pobre” (1 Sam. 2:8)? Debemos cambiar nuestra perspectiva. Debemos ponernos del lado de Dios (él ya está de nuestro lado). Si estamos del lado de Dios, estamos junto al Ser que (hablando figuradamente) puso al mundo sobre su fundamento (vers. 8, NVI).
Para ubicarnos del lado de Dios es necesario reconocer que nuestros propios recursos no son suficientes. Ana se dio cuenta de que no estaba en su poder decidir tener un hijo. Cuando fue al Santuario, literalmente se le habían agotado las opciones. El pensamiento de no recibir lo que quería era intolerable. Pero cuando salió del Santuario, estaba en paz. Nada en sus circunstancias había cambiado. Eli, el sacerdote, la había bendecido, y eso sin duda fue importante. Pero ni siquiera él podía hacer más que desearle el bien. No sabemos si ella estaba segura de que Dios le otorgaría su deseo de la forma en que lo quería. Pero se nos dice que ya “no estuvo más triste” (1 Sam. 1:18). Lo que había cambiado era que se había alineado con Dios.
Ana recibió lo que deseaba. Habría sido suficientemente fácil creer que fue por causa de sus propios méritos o porque ella presentó oraciones especialmente elocuentes y poderosas. Tanto en el mundo secular como en el religioso hay muchas personas que secretamente (o no tan secretamente) llegan a creer que merecen lo que tienen. No obstante, la respuesta de Ana fue la de adorar a Dios, reconociendo que “no hay santo como Jehová” (1 Sam. 2:2) o, como se afirmaría más tarde, “ninguno hay bueno sino uno: Dios” (Mat. 19:17). Todo lo que ella recibió fue el resultado de los actos poderosos de Dios, los cuales no estaban sujetos al azar ni a las matemáticas de las relaciones de poder, riqueza, encanto y dignidad personales. Todo fue por la gracia de Dios.
Considera: La mayoría de nosotros tenemos deseos que por cualquier razón no hemos recibido. ¿Qué nos impide volvernos a Dios y reclamar su paz? La historia de Ana nos ayuda a creer que Dios tiene almacenadas sorpresas agradables para nosotros cuando entregamos a Dios nuestros deseos.
II. La oración de Ana (Repasa, con tu clase, 1 Sam. 2:1-10.)
En la historia de Ana vemos tres partes en la oración. Como hemos notado en la sección previa, el aspecto más básico de la oración es entregar nuestra preocupación y nuestros deseos a Dios, como lo hizo Ana en el Santuario. Idealmente, esto debería ser más que pedir lo que queremos o aun lo que pensamos que necesitamos. También tenemos que abandonar la carga de nuestras preocupaciones y deseos. Así estamos expresando confianza en que Dios es superior a ellas.
Las otras partes de la oración son alabanza y adoración a Dios, y gratitud por lo que ha hecho por nosotros. Encontramos estos elementos en la oración de Ana registrada en 1 Samuel 2:1 al 10. ¿Por qué necesita Dios ser alabado y adorado? ¿Es porque actuará en nuestro favor solo si hemos acariciado su ego gigantesco y celestial? ¿Se siente Dios inseguro? Ciertamente los dioses de los pueblos paganos tenían todas esas debilidades, y la mitología registra muchos casos en los que los “dioses” hicieron muchas cosas por razón de su ego, codicia, venganza y cosas similares. Pero el Dios que adoramos no es así.
Nuestro Dios no tiene un ego frágil. Él no necesita que lo alabemos; nosotros necesitamos alabarlo. El problema del ego es nuestro. Ese problema es magnificado por nuestra corta memoria. Aun las experiencias más intensas y notables del poder de Dios tienden a escapar de nuestra memoria a medida que seguimos viviendo. Así, necesitamos alabar a Dios para recordarnos quién es, y cuán dependientes de él somos para todo, incluyendo nuestra misma existencia.
Estrechamente relacionada con esto está la oración de gratitud. Aquí estamos reconociendo no solo quién es él, sino lo que ha hecho específicamente por nosotros como resultado de quién es él. Cada uno tiene, por lo menos, alguna pequeña razón general para estar agradecido a Dios. Y si pensamos en ello, la mayoría de nosotros puede encontrar una o dos grandes razones personales y específicas. Pero, otra vez, podemos olvidarnos a menos que hagamos esfuerzos continuados para recordarlo. Si todos hacemos ese esfuerzo por recordar lo que Dios ha hecho por nosotros, pocos dudarían de Dios o de sus intenciones para con nosotros.
Alabar y agradecer a Dios es también rechazar la idea de un universo basado en el ciego azar o en la ley natural inexorable (p. ej., Dios está del lado de quien tiene la mejor artillería). Estamos reconociendo a Dios como el Hacedor de la ley natural, con la autoridad de modificarla o quebrarla cuando sirva a su voluntad, como “los arcos de los fuertes” (1 Sam. 2:4).
Considera: ¿Cuáles son algunos de los atributos por los cuales Ana alaba a Dios en su oración? ¿Cómo obra Dios en el mundo?
Paso 3 ¡Explora!
Solo para los maestros: Enfatiza que Dios quiere darnos a cada uno lo que queremos y necesitamos, de acuerdo con su voluntad, y que la oración es la manera de comunicar estas cosas a Dios.
Preguntas para reflexionar:
1. En los tiempos en que vivió Ana, el tener hijos era casi lo único que la sociedad consideraba como la femineidad “real” o “de éxito”, así como la medida de la masculinidad de éxito era el ser capaz de ser padre de un hijo a quien pudiera pasarle la propiedad y tal vez un oficio. ¿Cuáles son algunas de las medidas del éxito comprobables en la sociedad de hoy?
2. Aunque Dios quiera que le sucedan cosas buenas a su pueblo, algunas veces no ocurren; o, por el contrario, suceden algunas cosas muy negativas. ¿De qué modo puede Dios transformar sucesos o circunstancias negativos en positivos?
Aplicaciones a la vida:
1. En el Antiguo Testamento se nos muestran muchos ejemplos de personas cuyas oraciones fueron respondidas por Dios de la manera en que ellas querían, y Ana es un buen ejemplo de esto. Por supuesto, en muchos casos estas situaciones de cumplimiento han sido precedidas por años de espera y aun de sufrimiento. La mayoría de nosotros tiene ejemplos de cosas por las cuales oró que no acontecieron, o que no resultaron ser lo que parecían al principio. ¿Cómo podemos evitar el chasco y la amargura cuando eso sucede?
2. ¿Cómo la alabanza activa a Dios en nuestras vidas diarias puede mejorar nuestras actitudes y nuestras circunstancias? ¿Cuáles son algunas maneras en que podemos cultivar activamente una actitud de alabanza?
Paso 4 ¡Aplica!
Solo para los maestros: la siguiente actividad tiene la intención de enfatizar el lugar de la alabanza a Dios en la vida cristiana.
Enfatiza que todos tenemos cosas por las cuales alabar a Dios, y que la alabanza tiene menos que ver con las circunstancias que con el cultivo intencional de una actitud. Pide a la clase que cuente cosas que ocurren en sus vidas que generan esta actitud de alabanza. O podrías plantear la pregunta en forma más hipotética, pidiendo que digan cómo podemos cultivar esa actitud. Tal vez quieras concentrarte en un área específica, tal como la música, desafiando a los miembros de la clase a pensar formas nuevas e innovadoras en las cuales se puede usar la música en la adoración y ser compartida con otros como alabanza a Dios.
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Guía de Estudio de la Biblia: "Personajes Secundarios del Antiguo Testamento" / Edición auxiliar para Maestros
Periodo: Trimestre 4 / octubre-diciembre de 2010
Autor: Gerald y Chantal Klingbeil, junto con sus tres hijas, Hanna, Sarah y Jemima, vivieron en África, Sudamérica, Europa y Asia. Actualmente, Gerald Klingbeil es un editor asociado de la Adventist Review (la Revista Adventista en inglés).
Dirección general: Clifford Goldstein
Dirección editorial: Marcos G. Blanco
Traducción y redacción editorial: Rolando A. Itin
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