Sábado 11 de abril.
Lee Para el Estudio de esta Semana: Lucas 21:25, 26; 1 Corintios 15:20-26, 50-55; Juan 5:24; Apocalipsis 21.
Para Memorizar: “Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Ped. 3:15).
EL SIGLO XX COMENZÓ con una atmósfera de gran optimismo. Desde el principio del siglo de las luces, el optimismo dominó la manera de pensar en el mundo occidental se creía que, como seres humanos; no solo podíamos descubrir toda la verdad usando la razón; también éramos capaces de la perfección moral. Creíamos que los inventos nuevos, las maneras nuevas de viajar, el aumento dramático del conocimiento médico, la introducción de máquinas nuevas y el progreso continuo de la moral humana mejorarían la vida. Pero, después de dos guerras mundiales, del Holocausto, de la amenaza nuclear, de la Guerra Fría y del terrorismo mundial como un peligro siempre presente, junto con la percepción de que la humanidad está en el proceso de destruir el ambiente que necesita para la supervivencia humana, queda muy poca razón para tener optimismo.
Sin embargo, hay esperanza, no en lo que vemos o en lo que podemos hacer sino en lo que Dios nos ha prometido por medio de Jesús, su Hijo.
Un Vistazo a la Semana: Como seguidores de Cristo, podemos tener esperanza aun en medio de un mundo que en sí mismo y por sí mismo no ofrece ninguna esperanza. Y eso es porque esta esperanza no está basada en nosotros mismos o en alguna cosa que nosotros o el mundo pueda ofrecer. Esta esperanza está basada exclusivamente en Jesús y las promesas que nos hizo.
Esperanza en Medio de Nuestro Mundo.
Domingo 12 de abril
La vida después del 11 de septiembre de 2001 ha cambiado grandemente. La gente siempre recordará las imágenes de los aviones de pasajeros que chocaron contra las torres gemelas del Centro de Comercio Mundial. Todos nos damos cuenta de que puede volver a ocurrir. No hay manera de estar totalmente protegidos de personas que están preparadas para morir usando un avión lleno de hombres, mujeres y niños como una bomba voladora, o están dispuestas a volarse cargadas de explosivos en una parada de ómnibus o en un supermercado. Hay temor por todas partes y, considerando el mundo en que vivimos, ese temor es comprensible.
¿Qué destacó Jesús como una de las características del tiempo del fin? Luc. 21:25, 26.
“La transgresión casi ha llegado a su límite. La confusión llena el mundo y pronto ha de sobrecoger a los seres humanos un gran terror. El fin está muy cerca. El pueblo de Dios debiera estarse preparando para lo que ha de sobrevenir al mundo como una sorpresa abrumadora” (CN 525). ¡Imagínate lo que diría la manera del Señor psi viviera en nuestro ambiente posterior al 11 de setiembre de 2001!
Nuestro mundo es un mundo de guerra, corrupción, codicia y terror. Y sabemos que todavía ocurrirán muchas cosas desagradables en el futuro: en el mundo, y aun en la iglesia. Pero, sea lo que fuere lo que ocurra, tenemos esperanza por medio de Jesús. Puede haber angustia entre las naciones. La gente puede aun desmayar de terror, “temerosos por lo que va a sucederle al mundo” (Luc. 21:26, NVI), pero este no será el caso de aquellos que han estado esperando a su Señor. Ninguna de estas cosas horribles nos deberían tomar por sorpresa. Después de todo, la Biblia nos ha advertido, en todas sus páginas, que deberíamos esperar fatigas, sufrimientos y dificultades hasta que Jesús regrese. El hecho de que veamos estas cosas solo debería ayudar a confirmar en nosotros la verdad de la Palabra de Dios.
Lee Lucas 21:28. ¿Qué esperanza nos ofrece Jesús en medio de todo el temor y los disturbios del mundo?
¿Por qué es inútil poner nuestra esperanza en este mundo o en lo que este mundo ofrece? ¿Por qué tendemos a hacer eso, aun cuando debería ser algo obvio, en este tiempo, que si hemos de tener alguna esperanza debe ser una esperanza que trascienda cualquier cosa que este mundo pueda dar?
Esperanza - Aquí y Ahora.
Lunes 13 de abril
La esperanza cristiana tiene que ver con el futuro: el regreso de Cristo; la resurrección del pueblo de Dios; un cielo nuevo y una tierra nueva; la eternidad con Dios. Pero la salvación es también una realidad presente. Esa clase de esperanza nos distingue de aquellos que no tienen la certeza de que la vida tiene significado y que en Cristo la humanidad tiene un futuro eterno. El apóstol Pablo nos recuerda el cambio radical que ocurre cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor. Mientras estemos separados de Cristo, estamos “sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efe. 2:12). Pero, todo eso cambia cuando ya no estamos “alejados” de Dios, sino que hemos sido “hechos cercanos por la sangre de Cristo” (ves. 13).
¿En qué términos describió Jesús el cambio radical que ocurre cuando “escuchamos” su palabra y creemos en él? Juan 5:24.
¿Qué clase de vida puede ser la nuestra? Juan 10:10. ¿Qué significa esto, y cómo deberíamos experimentar esta promesa?
“Vida” es una de las palabras claves en el Evangelio de Juan. En Mateo, Marcos y Lucas el concepto de vida es principalmente la vida eterna. “Pero, en el Evangelio de Juan, la vida se centra especialmente en la realidad presente de lo que hace Jesús por los que creen en él [...]
“Hay dos claves para alcanzar la vida en plenitud. La primera es saber que la fuente de esa vida se encuentra solamente en Cristo (14:6; 6:33-58; 1 Juan 4:11, 12). Donde está Jesús, está la vida (Juan 11:25, 26). La segunda clave para alcanzar la vida es creer (1:4, 12). Es por medio de la relación continua con Jesús como los individuos se apropian de la vida que está siempre presente en Jesús (3:16, 36)”.–Jon Paulien, Juan, pp. 219, 220.
¿De qué modo Jesús cambió tu vida para mejor aquí y ahora? ¿Qué tienes ahora que no tenías antes de llegar a conocer a Jesús y la esperanza que nos da?
Esperanza Más Allá de la Tumba.
Martes 14 de abril
La muerte nos llega a todos (a menos que estemos vivos en el momento del regreso de Cristo). Todos nosotros hemos perdido seres amados. Diariamente estamos confrontados con la triste realidad de la muerte. La vemos al pasar por los cementerios, al ver carrozas, o mirar las noticias en la televisión. Pero, aun peor, la enfrentamos muy de cerca cuando decimos el adiós final a un amigo o un pariente. La muerte es nuestro archienemigo, pero es un enemigo que será derrotado.
¿Cuál es la verdad gloriosa acerca de la realidad de la muerte? 1 Cor. 15:20-26, 50-55; 1 Ped. 1:3.
¿De qué modo la certeza de la resurrección divide a la humanidad? 1 Tes. 4:14.
El apóstol Pablo, en su famoso capítulo acerca de la resurrección (1 Cor. 15), enfatiza que la esperanza de la resurrección es un componente esencial de nuestra experiencia total de fe (vers. 12-19). Si no hay resurrección, nuestra fe está vacía.
Por supuesto, hay muchos aspectos de la resurrección física que no comprendemos. Pero, de una cosa podemos estar seguros: Nuestra “resurrección” no depende de la forma de conservar las sustancias materiales actuales de nuestros cuerpos. Depende del poder de nuestro Creador para guardar nuestra identidad y re-crearnos en un momento dado con un cuerpo nuevo (perfecto), que nunca necesitará cirugía plástica o píldoras antiedad.
No tenemos idea de cómo hará Dios para realizar este milagro. Pero, el Dios que puede crear la vida ciertamente tiene el poder suficiente para re-crear la tierra y llenarla con personas cuyas identidades han sido salvaguardadas en la memoria divina. Nuestra esperanza no está basada en nada que podamos verificar con nuestros intelectos o nuestros sentidos. La resurrección involucra una esfera de existencia que está mucho más allá de donde pueda llevarnos la ciencia. Está basada en el hecho de que Cristo ha conquistado la muerte. Como resultado, la muerte del creyente es solo un “sueño” temporario del cual será despertado y para recibir vida eterna.
Aun con esta gran esperanza, la mayor que cualquiera de nosotros pudiera tener, todavía odiamos la muerte, todavía la tememos y todavía huimos de ella todo lo que podemos. Esto es solo natural (porque la muerte no es natural). Al mismo tiempo, ¿qué podemos hacer para alimentar y fortalecer nuestra confianza en la gran promesa que tenemos con respecto a la vida eterna, una promesa que ahora puede hacer disminuir nuestro temor a la muerte?
Esperanza Eterna.
Miércoles 15 de abril
¿Cómo pueden los seres finitos comprender alguna vez lo que es ser infinito? ¿Cómo podemos nosotros, como mortales –la mayoría de los cuales no viviremos más allá de los 80 ó 90 años–, comprender alguna vez lo que es ser inmortal y vivir para siempre? La vida eterna no es sencillamente una continuación de nuestra vida presente. Eso, de muchas maneras, sería más parecido a un “infierno” que a un “cielo”. La vida eterna tiene una cualidad totalmente diferente. Mientras todavía estemos en nuestra presente condición mortal, tendremos que contentarnos con vislumbres de lo que ese futuro nos presenta: Vemos oscuramente, por espejo, y conocemos solo en parte (1 Cor. 13:12).
¿De qué maneras la vida eterna será diferente de nuestra existencia presente? 1 Cor. 15:42, 43, 52; Apoc. 21. ¿Qué cosas serán similares?
Nos quedan muchas preguntas al contemplar la vida que nos espera, preguntas para las que nunca tendremos respuestas aquí y ahora. Pero, podemos aprender de la resurrección misma de Jesús. Es importante notar que el Cristo que se levantó de los muertos era la misma persona que aquel que unos pocos días antes murió en la cruz. Se levantó con un cuerpo “glorificado”, que ya no estaba sujeto a las leyes de la naturaleza en la forma en que nuestros presentes cuerpos mortales lo están. No obstante, al mismo tiempo, él poseía una continuidad con la “forma humana” que había tenido antes de su muerte y su resurrección. Él era la misma persona, reconocible por su apariencia exterior, su voz y sus gestos. Eso nos da una buena razón para concluir que, en nuestros nuevos “cuerpos gloriosos”, seremos reconocidos por los que nos conocieron en esta vida y que gozarán la vida más allá con nosotros.
Y, sin embargo, también podemos experimentar algo de esa vida eterna ahora. Pablo nos explica (Rom. 8:10) que el Espíritu entrará en la persona que se ha vuelto a Cristo. Por lo tanto, el creyente ya es tocado por la vida eterna, que llegará a ser una realidad plena en el mundo por venir. La presencia del Espíritu es la garantía de nuestra salvación (Efe. 1:13, 14).
Trata de imaginarte cómo será la vida en un cielo nuevo y una tierra nueva, con cuerpos nuevos. Permite que tu imaginación vuele alto; escribe un párrafo, basado en lo que encuentras en la Biblia, acerca de cómo será esa vida nueva. Cuán necio sería abandonar todo eso por cualquier cosa que esta vida actual nos ofrezca.
Cristo, Nuestra Esperanza.
Jueves 16 de abril
Mucho antes de que Cristo llegara a este mundo, se había predicho su venida. Fiel a sus promesas, él realmente vino. Muchas son las promesas de que él vendrá por segunda vez. Él mismo dijo: “Ciertamente vengo en breve” (Apoc. 22:20). Esta es la esperanza corporativa de los creyentes cristianos. Es la “esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13).
¿En qué sentido culmina la esperanza del cristiano en la segunda venida de Jesús? (Apoc. 22:7, 10-12, 20). ¿Por qué estas promesas son tan vitales para nosotros?
¿De qué modo el aspecto del tiempo mencionado en 2 Pedro 3:8 y 9 impacta nuestra comprensión de la expresión en breve, en relación con la Segunda Venida?
La solución definitiva para el problema del pecado y toda la miseria causada por el pecado no se encuentra en nada que la humanidad pueda inventar o disponer, sino en la intervención del Cielo por medio de nuestro Señor Jesucristo. Nuestra esperanza no está en la tecnología humana, los políticos hábiles o el progreso social y moral. Estas cosas nunca pueden resolver el problema de la muerte. Y, aunque es importante conocer lo que precederá y acompañará la venida del Señor, es aún más importante que estemos seguros de aquel que esperamos.
Nuestro Señor vendrá pronto. “Es solo asunto de tiempo, eso es todo. Y nadie puede cambiar este hecho. Ningún tirano puede extender sus brazos y arrebatar el mundo de su control. Permanece firmemente y para siempre en las manos del Crucificado. Ninguno puede anular el Calvario como tampoco puede anular su propio nacimiento. [...] Desde la Cruz, vivimos en un tiempo saturado por la victoria del Calvario, un tiempo determinado por esa meta. Por eso, si lo sabe o no, la humanidad no avanza meramente hacia una meta esperada en algún día distante con la posibilidad de que nunca pueda llegar. ¡No! La humanidad se mueve triunfalmente desde una meta que ya alcanzó Jesucristo”.–Norman Gulley, ¡Cristo viene!, p. 583.
El filósofo Martin Heidegger declaró en cierta ocasión que “solo un dios puede salvarnos”. Sea lo que fuere lo que él quiso decir con esa idea, ¿por qué es tan cierta? ¿Dónde estás depositando tu esperanza? Si es en algo diferente del verdadero Dios, ¿por qué esta esperanza es falsa?
Para Estudiar y Meditar
Viernes 17 de abril
El libro de Norman Gulley Cristo viene es, probablemente, el libro adventista más completo, de tiempos recientes, acerca de los eventos de los últimos días y la segunda venida de Cristo. Si está a tu disposición, puedes repasarlo y leer algunos capítulos, particularmente el capítulo titulado “La mayor operación de todos los tiempos” (pp. 581-597). Para la descripción clásica del momento cuando se cumplirá nuestra esperanza, lee El conflicto de los siglos, de Elena G. de White (específicamente, las páginas 720-736).
Trata de memorizar las siguientes palabras majestuosas: “El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el universo está purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo late en toda la creación. De aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas declaran, en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor” (CS 737).
Preguntas Para Dialogar:
1. En la clase, lee tu descripción de lo que visualizas que será la vida eterna en la Tierra Nueva. Compara y analiza las demás que se presenten.
2. ¿De qué modo respondes a quienes dicen que esta esperanza que tienen los cristianos, de otra existencia, los hace no interesarse en forma suficientemente profunda en los males de esta vida?
3. ¿Cómo puedes seguir esperanzado, cuando todo parecer ir contra ti?
4. ¿De qué manera experimentamos, aquí y ahora, algo de la esperanza que tenemos en Cristo? ¿De qué modo deberían diferenciarse las vidas ahora por causa de esta esperanza? ¿Qué podemos hacer, de manera real y visible, para mostrar a otros el fruto inmediato y los beneficios de ser un seguidor del Dios viviente?
Resumen: La esperanza es un componente vital de la vida cristiana. Está firmemente basada en lo que Cristo realizó en la cruz. La esperanza del cristiano tiene que ver con el aquí y ahora, pues el Reino que viene está, en principio, ya presente ahora en el creyente. No obstante, la plena realización de la bendita esperanza es futura. Sabemos que el mundo todavía está afectado por los resultados de la rebelión de Satanás, pero el resultado final es seguro: nuestro Señor reina, y su Reino eterno pronto se hará una realidad en toda su gloria. Nuestra esperanza es ser ciudadanos de ese reino para siempre.
Guía de Estudio de la Biblia: Caminar la vida cristiana / Edición Adultos.
Periodo: Trimestre Abril-Junio de 2009
Autor: Reinder Bruinsma, nacido en Holanda, ha servido en distintas responsabilidades a lo largo de su larga carrera en la iglesia. Autor de casi veinte libros, algunos de los cuales han sido traducidos a varios idiomas, y era presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Holanda cuando escribió esta Guía de Estudio de La Biblia.
Editor: Clifford Goldstein
Lee Para el Estudio de esta Semana: Lucas 21:25, 26; 1 Corintios 15:20-26, 50-55; Juan 5:24; Apocalipsis 21.
Para Memorizar: “Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Ped. 3:15).
EL SIGLO XX COMENZÓ con una atmósfera de gran optimismo. Desde el principio del siglo de las luces, el optimismo dominó la manera de pensar en el mundo occidental se creía que, como seres humanos; no solo podíamos descubrir toda la verdad usando la razón; también éramos capaces de la perfección moral. Creíamos que los inventos nuevos, las maneras nuevas de viajar, el aumento dramático del conocimiento médico, la introducción de máquinas nuevas y el progreso continuo de la moral humana mejorarían la vida. Pero, después de dos guerras mundiales, del Holocausto, de la amenaza nuclear, de la Guerra Fría y del terrorismo mundial como un peligro siempre presente, junto con la percepción de que la humanidad está en el proceso de destruir el ambiente que necesita para la supervivencia humana, queda muy poca razón para tener optimismo.
Sin embargo, hay esperanza, no en lo que vemos o en lo que podemos hacer sino en lo que Dios nos ha prometido por medio de Jesús, su Hijo.
Un Vistazo a la Semana: Como seguidores de Cristo, podemos tener esperanza aun en medio de un mundo que en sí mismo y por sí mismo no ofrece ninguna esperanza. Y eso es porque esta esperanza no está basada en nosotros mismos o en alguna cosa que nosotros o el mundo pueda ofrecer. Esta esperanza está basada exclusivamente en Jesús y las promesas que nos hizo.
Esperanza en Medio de Nuestro Mundo.
Domingo 12 de abril
La vida después del 11 de septiembre de 2001 ha cambiado grandemente. La gente siempre recordará las imágenes de los aviones de pasajeros que chocaron contra las torres gemelas del Centro de Comercio Mundial. Todos nos damos cuenta de que puede volver a ocurrir. No hay manera de estar totalmente protegidos de personas que están preparadas para morir usando un avión lleno de hombres, mujeres y niños como una bomba voladora, o están dispuestas a volarse cargadas de explosivos en una parada de ómnibus o en un supermercado. Hay temor por todas partes y, considerando el mundo en que vivimos, ese temor es comprensible.
¿Qué destacó Jesús como una de las características del tiempo del fin? Luc. 21:25, 26.
“La transgresión casi ha llegado a su límite. La confusión llena el mundo y pronto ha de sobrecoger a los seres humanos un gran terror. El fin está muy cerca. El pueblo de Dios debiera estarse preparando para lo que ha de sobrevenir al mundo como una sorpresa abrumadora” (CN 525). ¡Imagínate lo que diría la manera del Señor psi viviera en nuestro ambiente posterior al 11 de setiembre de 2001!
Nuestro mundo es un mundo de guerra, corrupción, codicia y terror. Y sabemos que todavía ocurrirán muchas cosas desagradables en el futuro: en el mundo, y aun en la iglesia. Pero, sea lo que fuere lo que ocurra, tenemos esperanza por medio de Jesús. Puede haber angustia entre las naciones. La gente puede aun desmayar de terror, “temerosos por lo que va a sucederle al mundo” (Luc. 21:26, NVI), pero este no será el caso de aquellos que han estado esperando a su Señor. Ninguna de estas cosas horribles nos deberían tomar por sorpresa. Después de todo, la Biblia nos ha advertido, en todas sus páginas, que deberíamos esperar fatigas, sufrimientos y dificultades hasta que Jesús regrese. El hecho de que veamos estas cosas solo debería ayudar a confirmar en nosotros la verdad de la Palabra de Dios.
Lee Lucas 21:28. ¿Qué esperanza nos ofrece Jesús en medio de todo el temor y los disturbios del mundo?
¿Por qué es inútil poner nuestra esperanza en este mundo o en lo que este mundo ofrece? ¿Por qué tendemos a hacer eso, aun cuando debería ser algo obvio, en este tiempo, que si hemos de tener alguna esperanza debe ser una esperanza que trascienda cualquier cosa que este mundo pueda dar?
Esperanza - Aquí y Ahora.
Lunes 13 de abril
La esperanza cristiana tiene que ver con el futuro: el regreso de Cristo; la resurrección del pueblo de Dios; un cielo nuevo y una tierra nueva; la eternidad con Dios. Pero la salvación es también una realidad presente. Esa clase de esperanza nos distingue de aquellos que no tienen la certeza de que la vida tiene significado y que en Cristo la humanidad tiene un futuro eterno. El apóstol Pablo nos recuerda el cambio radical que ocurre cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor. Mientras estemos separados de Cristo, estamos “sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efe. 2:12). Pero, todo eso cambia cuando ya no estamos “alejados” de Dios, sino que hemos sido “hechos cercanos por la sangre de Cristo” (ves. 13).
¿En qué términos describió Jesús el cambio radical que ocurre cuando “escuchamos” su palabra y creemos en él? Juan 5:24.
¿Qué clase de vida puede ser la nuestra? Juan 10:10. ¿Qué significa esto, y cómo deberíamos experimentar esta promesa?
“Vida” es una de las palabras claves en el Evangelio de Juan. En Mateo, Marcos y Lucas el concepto de vida es principalmente la vida eterna. “Pero, en el Evangelio de Juan, la vida se centra especialmente en la realidad presente de lo que hace Jesús por los que creen en él [...]
“Hay dos claves para alcanzar la vida en plenitud. La primera es saber que la fuente de esa vida se encuentra solamente en Cristo (14:6; 6:33-58; 1 Juan 4:11, 12). Donde está Jesús, está la vida (Juan 11:25, 26). La segunda clave para alcanzar la vida es creer (1:4, 12). Es por medio de la relación continua con Jesús como los individuos se apropian de la vida que está siempre presente en Jesús (3:16, 36)”.–Jon Paulien, Juan, pp. 219, 220.
¿De qué modo Jesús cambió tu vida para mejor aquí y ahora? ¿Qué tienes ahora que no tenías antes de llegar a conocer a Jesús y la esperanza que nos da?
Esperanza Más Allá de la Tumba.
Martes 14 de abril
La muerte nos llega a todos (a menos que estemos vivos en el momento del regreso de Cristo). Todos nosotros hemos perdido seres amados. Diariamente estamos confrontados con la triste realidad de la muerte. La vemos al pasar por los cementerios, al ver carrozas, o mirar las noticias en la televisión. Pero, aun peor, la enfrentamos muy de cerca cuando decimos el adiós final a un amigo o un pariente. La muerte es nuestro archienemigo, pero es un enemigo que será derrotado.
¿Cuál es la verdad gloriosa acerca de la realidad de la muerte? 1 Cor. 15:20-26, 50-55; 1 Ped. 1:3.
¿De qué modo la certeza de la resurrección divide a la humanidad? 1 Tes. 4:14.
El apóstol Pablo, en su famoso capítulo acerca de la resurrección (1 Cor. 15), enfatiza que la esperanza de la resurrección es un componente esencial de nuestra experiencia total de fe (vers. 12-19). Si no hay resurrección, nuestra fe está vacía.
Por supuesto, hay muchos aspectos de la resurrección física que no comprendemos. Pero, de una cosa podemos estar seguros: Nuestra “resurrección” no depende de la forma de conservar las sustancias materiales actuales de nuestros cuerpos. Depende del poder de nuestro Creador para guardar nuestra identidad y re-crearnos en un momento dado con un cuerpo nuevo (perfecto), que nunca necesitará cirugía plástica o píldoras antiedad.
No tenemos idea de cómo hará Dios para realizar este milagro. Pero, el Dios que puede crear la vida ciertamente tiene el poder suficiente para re-crear la tierra y llenarla con personas cuyas identidades han sido salvaguardadas en la memoria divina. Nuestra esperanza no está basada en nada que podamos verificar con nuestros intelectos o nuestros sentidos. La resurrección involucra una esfera de existencia que está mucho más allá de donde pueda llevarnos la ciencia. Está basada en el hecho de que Cristo ha conquistado la muerte. Como resultado, la muerte del creyente es solo un “sueño” temporario del cual será despertado y para recibir vida eterna.
Aun con esta gran esperanza, la mayor que cualquiera de nosotros pudiera tener, todavía odiamos la muerte, todavía la tememos y todavía huimos de ella todo lo que podemos. Esto es solo natural (porque la muerte no es natural). Al mismo tiempo, ¿qué podemos hacer para alimentar y fortalecer nuestra confianza en la gran promesa que tenemos con respecto a la vida eterna, una promesa que ahora puede hacer disminuir nuestro temor a la muerte?
Esperanza Eterna.
Miércoles 15 de abril
¿Cómo pueden los seres finitos comprender alguna vez lo que es ser infinito? ¿Cómo podemos nosotros, como mortales –la mayoría de los cuales no viviremos más allá de los 80 ó 90 años–, comprender alguna vez lo que es ser inmortal y vivir para siempre? La vida eterna no es sencillamente una continuación de nuestra vida presente. Eso, de muchas maneras, sería más parecido a un “infierno” que a un “cielo”. La vida eterna tiene una cualidad totalmente diferente. Mientras todavía estemos en nuestra presente condición mortal, tendremos que contentarnos con vislumbres de lo que ese futuro nos presenta: Vemos oscuramente, por espejo, y conocemos solo en parte (1 Cor. 13:12).
¿De qué maneras la vida eterna será diferente de nuestra existencia presente? 1 Cor. 15:42, 43, 52; Apoc. 21. ¿Qué cosas serán similares?
Nos quedan muchas preguntas al contemplar la vida que nos espera, preguntas para las que nunca tendremos respuestas aquí y ahora. Pero, podemos aprender de la resurrección misma de Jesús. Es importante notar que el Cristo que se levantó de los muertos era la misma persona que aquel que unos pocos días antes murió en la cruz. Se levantó con un cuerpo “glorificado”, que ya no estaba sujeto a las leyes de la naturaleza en la forma en que nuestros presentes cuerpos mortales lo están. No obstante, al mismo tiempo, él poseía una continuidad con la “forma humana” que había tenido antes de su muerte y su resurrección. Él era la misma persona, reconocible por su apariencia exterior, su voz y sus gestos. Eso nos da una buena razón para concluir que, en nuestros nuevos “cuerpos gloriosos”, seremos reconocidos por los que nos conocieron en esta vida y que gozarán la vida más allá con nosotros.
Y, sin embargo, también podemos experimentar algo de esa vida eterna ahora. Pablo nos explica (Rom. 8:10) que el Espíritu entrará en la persona que se ha vuelto a Cristo. Por lo tanto, el creyente ya es tocado por la vida eterna, que llegará a ser una realidad plena en el mundo por venir. La presencia del Espíritu es la garantía de nuestra salvación (Efe. 1:13, 14).
Trata de imaginarte cómo será la vida en un cielo nuevo y una tierra nueva, con cuerpos nuevos. Permite que tu imaginación vuele alto; escribe un párrafo, basado en lo que encuentras en la Biblia, acerca de cómo será esa vida nueva. Cuán necio sería abandonar todo eso por cualquier cosa que esta vida actual nos ofrezca.
Cristo, Nuestra Esperanza.
Jueves 16 de abril
Mucho antes de que Cristo llegara a este mundo, se había predicho su venida. Fiel a sus promesas, él realmente vino. Muchas son las promesas de que él vendrá por segunda vez. Él mismo dijo: “Ciertamente vengo en breve” (Apoc. 22:20). Esta es la esperanza corporativa de los creyentes cristianos. Es la “esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13).
¿En qué sentido culmina la esperanza del cristiano en la segunda venida de Jesús? (Apoc. 22:7, 10-12, 20). ¿Por qué estas promesas son tan vitales para nosotros?
¿De qué modo el aspecto del tiempo mencionado en 2 Pedro 3:8 y 9 impacta nuestra comprensión de la expresión en breve, en relación con la Segunda Venida?
La solución definitiva para el problema del pecado y toda la miseria causada por el pecado no se encuentra en nada que la humanidad pueda inventar o disponer, sino en la intervención del Cielo por medio de nuestro Señor Jesucristo. Nuestra esperanza no está en la tecnología humana, los políticos hábiles o el progreso social y moral. Estas cosas nunca pueden resolver el problema de la muerte. Y, aunque es importante conocer lo que precederá y acompañará la venida del Señor, es aún más importante que estemos seguros de aquel que esperamos.
Nuestro Señor vendrá pronto. “Es solo asunto de tiempo, eso es todo. Y nadie puede cambiar este hecho. Ningún tirano puede extender sus brazos y arrebatar el mundo de su control. Permanece firmemente y para siempre en las manos del Crucificado. Ninguno puede anular el Calvario como tampoco puede anular su propio nacimiento. [...] Desde la Cruz, vivimos en un tiempo saturado por la victoria del Calvario, un tiempo determinado por esa meta. Por eso, si lo sabe o no, la humanidad no avanza meramente hacia una meta esperada en algún día distante con la posibilidad de que nunca pueda llegar. ¡No! La humanidad se mueve triunfalmente desde una meta que ya alcanzó Jesucristo”.–Norman Gulley, ¡Cristo viene!, p. 583.
El filósofo Martin Heidegger declaró en cierta ocasión que “solo un dios puede salvarnos”. Sea lo que fuere lo que él quiso decir con esa idea, ¿por qué es tan cierta? ¿Dónde estás depositando tu esperanza? Si es en algo diferente del verdadero Dios, ¿por qué esta esperanza es falsa?
Para Estudiar y Meditar
Viernes 17 de abril
El libro de Norman Gulley Cristo viene es, probablemente, el libro adventista más completo, de tiempos recientes, acerca de los eventos de los últimos días y la segunda venida de Cristo. Si está a tu disposición, puedes repasarlo y leer algunos capítulos, particularmente el capítulo titulado “La mayor operación de todos los tiempos” (pp. 581-597). Para la descripción clásica del momento cuando se cumplirá nuestra esperanza, lee El conflicto de los siglos, de Elena G. de White (específicamente, las páginas 720-736).
Trata de memorizar las siguientes palabras majestuosas: “El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el universo está purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo late en toda la creación. De aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas declaran, en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor” (CS 737).
Preguntas Para Dialogar:
1. En la clase, lee tu descripción de lo que visualizas que será la vida eterna en la Tierra Nueva. Compara y analiza las demás que se presenten.
2. ¿De qué modo respondes a quienes dicen que esta esperanza que tienen los cristianos, de otra existencia, los hace no interesarse en forma suficientemente profunda en los males de esta vida?
3. ¿Cómo puedes seguir esperanzado, cuando todo parecer ir contra ti?
4. ¿De qué manera experimentamos, aquí y ahora, algo de la esperanza que tenemos en Cristo? ¿De qué modo deberían diferenciarse las vidas ahora por causa de esta esperanza? ¿Qué podemos hacer, de manera real y visible, para mostrar a otros el fruto inmediato y los beneficios de ser un seguidor del Dios viviente?
Resumen: La esperanza es un componente vital de la vida cristiana. Está firmemente basada en lo que Cristo realizó en la cruz. La esperanza del cristiano tiene que ver con el aquí y ahora, pues el Reino que viene está, en principio, ya presente ahora en el creyente. No obstante, la plena realización de la bendita esperanza es futura. Sabemos que el mundo todavía está afectado por los resultados de la rebelión de Satanás, pero el resultado final es seguro: nuestro Señor reina, y su Reino eterno pronto se hará una realidad en toda su gloria. Nuestra esperanza es ser ciudadanos de ese reino para siempre.
Guía de Estudio de la Biblia: Caminar la vida cristiana / Edición Adultos.
Periodo: Trimestre Abril-Junio de 2009
Autor: Reinder Bruinsma, nacido en Holanda, ha servido en distintas responsabilidades a lo largo de su larga carrera en la iglesia. Autor de casi veinte libros, algunos de los cuales han sido traducidos a varios idiomas, y era presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Holanda cuando escribió esta Guía de Estudio de La Biblia.
Editor: Clifford Goldstein
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