sábado, 2 de mayo de 2009

Lección 6: El pecado. Para el 9 de mayo de 2009

Sábado 2 de mayo.

Lee Para el Estudio de esta Semana: Isaías 14:12-14; Mateo 23:23; 25:45; Filipenses 2:6-8; Hebreos 1:1-5; Apocalipsis 5:9-12.

Para Memorizar: “Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida” (Rom. 5:18).

EL ENTUSIASTA OPTIMISMO de generaciones anteriores de que todo en el mundo mejoraría más y más ya no es cierto hoy. Aun después de la Guerra Fría, el mundo está lejos de ser un lugar seguro. La amenaza del terrorismo ha hecho que todos nos sintamos vulnerables. La ciencia, que se suponía que era la pregonera de un mundo mejor, ahora amenaza con producir desastres en este mundo. Las fuentes comunes de energía se están agotando. Los casquetes polares se están derritiendo. El crimen es un triste hecho de la vida por todas partes. Los seres humanos muestran poco o ningún signo de mejoramiento moral en las últimas generaciones. La brecha entre los ricos y los pobres se está ensanchando constantemente. Nuestra cuota diaria de noticias casi invariablemente nos habla de atrocidades y decadencia moral. No sorprende que alguien en cierta ocasión haya dicho que la enseñanza cristiana de la pecaminosidad humana se puede verificar fácilmente. Es decir, esa es una doctrina que no hace falta aceptar por fe. No obstante, por malo que sea el pecado, no es el fin de la historia. Es cierto, el pecado es real, pero también lo es la gracia divina.

Un Vistazo a la Semana: El pecado y los resultados del pecado, son una dolorosa realidad en la vida humana. Gracias a Dios por Jesús, quien proveyó una vía de escape para todos.

El Pecado es Rebelión.
Domingo 3 de mayo

¿Cuál es la esencia del pecado? ¿De qué modo lo define la Biblia? En 1 Juan 3:4, se afirma: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”. Hay una traducción que dice: “El pecado se opone a la ley”. La Nueva Versión Internacional vuelca: “el que comete pecado, quebranta la ley”. Pero la humanidad ha quebrantado o transgredido no cualquier ley, sino la Ley de Dios. Los seres humanos se rebelaron contra su Hacedor, pretendiendo que ellos mismos son la medida de todas las cosas, en vez de que, con confianza humilde, someterse a la sabiduría y el amor de Dios.

¿Qué revelan los siguientes pasajes de la Biblia acerca de la esencia del pecado? Gén. 3:1-7; Isa. 14:12-14; Apoc. 12:7-9.

¿Por qué castigó Dios a Adán y a Eva por lo que pareció ser un asunto insignificante? Puede parecer sin importancia, pero allí había involucrado un principio vital. “En la fruta no había nada venenoso y el pecado no consistía meramente en ceder al apetito. La desconfianza en la bondad de Dios, la falta de fe en su palabra, el rechazamiento de su autoridad, fue lo que convirtió a nuestros primeros padres en transgresores e introdujo en el mundo el conocimiento del mal. Eso fue lo que abrió la puerta a toda clase de mentiras y errores” (Ed 25).

¿Cuál será una de las características principales del pueblo de Dios en el tiempo del fin? Apoc. 14:12. ¿De qué manera el problema de la obediencia desempeña aquí una parte importante?

Dios ha hecho por nosotros todo lo que podía hacer el amor infinito. En respuesta, él nos pide que amemos y obedezcamos. En un momento en el que el mundo está plagado de ilegalidad abierta y una filosofía relativista –que pretende que el bien y el mal dependen sencillamente de circunstancias culturales y comunales, y preferencias personales–, debe haber, y habrá, un pueblo que valientemente defenderá las normas divinas de santidad, los Diez Mandamientos.

Tendemos a pensar en la rebelión como un ataque abierto y el rechazo de la autoridad. No obstante, puede aparecer de maneras mucho más sutiles. ¿Cómo podrías saber si, tal vez, tú mismo estás guardando en secreto algunas actitudes rebeldes contra Dios?

No Dar en el Blanco.
Lunes 4 de mayo

A menudo se le resta importancia a la seriedad del pecado. “¡Ah, no todos podemos ser perfectos!”, dice la gente. Pero, el pecado es un asunto muy serio. “Toda la seriedad del pecado solo puede hacerse visible cuando hemos comprendido las potencialidades plenas de la existencia humana como fue creada a imagen de Dios”.–John Macquarrie, Principles of Christian Theology, p. 238.

El pecado no tiene que ver solo con actos ilícitamente cometidos. También incluye el deseo y las fantasías acerca de cosas que sabemos que son malas (Mat. 5:28).

¿Acerca de qué cosas fantaseaste en las últimas 24 horas? ¿Te avergonzaría que esos pensamientos se hicieran públicos? ¿Qué debería decir tu respuesta acerca de dónde está tu corazón? Ver Rom. 8:6.

También hay una categoría de pecado a la que generalmente se señala como “pecados de omisión”. Esto se refiere al descuido intencional del deber, rehusar hacer algo que se sabe que debe ser hecho.

En Mateo 23:23 y Mateo 25:45 encontramos afirmaciones hechas por Jesús que tratan con los pecados de omisión. Lee estos versículos en su contexto. ¿Qué implican estas afirmaciones?

También en el capítulo 25 de Mateo encontramos la parábola de los talentos (vers. 14-28). ¿Qué le sucedió al siervo que había escondido su único talento? ¿Cuál es la importancia de esto para nuestro estudio?

Todos hemos recibido ciertos talentos. Es parte del concepto de mayordomía el que utilicemos nuestros talentos completamente. Debemos responder ante Dios por lo que dejamos de hacer con lo que él nos ha dado. Recordemos lo que dijo Pedro: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Ped. 4:10).

Pecados de omisión, pecados del pensamiento; ¿quién no ha sido culpable de ellos? Medita en la promesa del perdón que podemos tener en Jesús. ¿Por qué esto debería significar tanto para nosotros?

El Pecado “Original”.
Martes 5 de mayo

Los teólogos a veces distinguen entre los actos pecaminosos que cometemos y la naturaleza pecaminosa que poseemos. Todos hemos sido corrompidos por la caída de Adán; todos nacemos con una naturaleza caída aun antes de que pequemos. El muy difundido rito del bautismo de los infantes está estrechamente vinculado con esta creencia. Los que lo practican creen que un bebé recién nacido que muere sin haber sido bautizado se perderá eternamente, porque el infante es un pecador, y si esta pecaminosidad no es atendida de alguna manera, el niño pierde la vida eterna.

No hay apoyo bíblico para esta práctica, ni para la idea de que un niño que muere, automáticamente, es condenado a la destrucción. Ahora bien, es cierto que el pecado “original” de Adán y Eva ha tenido consecuencias que saturan todo y que impactan a todos. El pecado entró en el mundo por medio de una persona, y por medio de este pecado la muerte pasó “a todos los hombres” (Rom. 5:12).

¿De qué modo describe el apóstol Pablo las poderosas tendencias hacia una conducta pecadora con las que todos nacemos? Rom. 8:7, 8; 7:21-24. ¿De qué manera has experimentado la realidad de estas tendencias en tu propia vida?

A lo largo de los siglos, algunos cristianos han declarado que ellos lograron un estado de perfección. No obstante, los que pretenden tener la perfección se engañan a sí mismos. Es contrario a las claras palabras de las Escrituras. Citando el Salmo 106:6, Pablo afirmó: “No hay justo, ni aun uno” (Rom. 3:10). Su colega, el apóstol Juan, es igualmente certero: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos” (1 Juan 1:8).

“La santificación no es una obra de un momento, de una hora o de un día. Es un continuo crecimiento en la gracia. No hay un día en el cual sepamos cuán violento será nuestro conflicto al día siguiente. Satanás vive y está activo, y cada día necesitamos clamar fervientemente a Dios en busca de ayuda y fortaleza para resistirlo. Mientras reine Satanás, tendremos que subyugar el yo, que vencer obstáculos, y esto sin tregua. No hay un punto al cual podamos llegar y decir que hemos triunfado plenamente”.–“Comentarios de Elena G. de White” (CBA 7: 958).

Imagínate que alcanzas un punto en el que logras la victoria sobre el pecado; es decir, no cometes ningún pecado conocido. Más todavía: siempre fuiste amable, amante, generoso y viviste de acuerdo con toda la luz que tenías. Imagínate que reflejas “perfectamente” el carácter de Jesús. ¿Por qué, a pesar de todo, todavía necesitas un Salvador cuya sola justicia puede permitirte estar “sin condenación” (Rom. 8:1) ante Dios?

¿Pecados Corporativos Versus Personales?
Miércoles 6 de mayo

Desde la Caída, el mundo ha estado manchado por el pecado. Los resultados del pecado son visibles en la naturaleza. Son visibles también en las guerras, en los males de la esclavitud y en otras formas de explotación, y también en la manera en que estamos devastando los recursos naturales. El mundo del pasado y del presente está lleno de materialismo, egoísmo, injusticia y perversión.

Estos hechos plantean muchas preguntas difíciles. Una de las principales es si, como individuos, tenemos alguna responsabilidad en estas cosas, y si deberíamos asumir alguna culpabilidad por este estado corporativo de pecaminosidad. Las siguientes consideraciones puede ayudarnos a tratar con este dilema.

1. Considera de qué modo los males corporativos en nuestro mundo pueden considerarse contra el trasfondo de la gran controversia. “Detrás del surgimiento y la caída de las naciones, y el juego de los intereses humanos, yace la lucha invisible entre la Deidad, junto con la hueste de ángeles leales, y Satanás con sus huestes de ángeles caídos: una lucha que impacta directamente toda la actividad humana”.–Frank Holbrook, “El gran conflicto”, en Raoul Dederen, ed., Handbook of Seventh-day Adventist Theology, p. 995.
2. Considera la naturaleza absolutamente destructiva del pecado. El pecado quiere destruir todo lo que tenga algún valor. El pecado y la muerte son sinónimos, y están por todas partes. Por lo tanto, no hay esperanza para este mundo sin la intervención divina, porque el poder del mal y de la muerte exceden en mucho a nuestras capacidades humanas para tratar con ellos.
3. Pero también considera que todos tenemos alguna influencia. Todos podemos hacer pequeñas decisiones que a veces pueden aumentar o disminuir, aunque sea ligeramente, el mal en este mundo. Podemos trabajar en favor de la paz y la justicia. Podemos realizar actos de compasión. Podemos elegir cooperar con todos los que quieren proteger el ambiente. ¿En qué forma pasajes como los de Eclesiastés 9:10, Lucas 16:10, y Filipenses 4:8 y 9 contribuyen a nuestra comprensión de este problema?

Es muy fácil dejar caer los brazos con desesperación y decir: “Los problemas son demasiado grandes. ¿Qué puede hacer esta personita, que soy yo, para ayudar?” Sin embargo, ¿de qué modo el ejemplo de Jesús y del bien que él hizo al sanar a los enfermos y consolar a los pobres (que, considerando todos los enfermos y los pobres del mundo en ese tiempo, eran un número comparativamente pequeño) puede influir sobre nuestras decisiones para procurar que el mundo sea un lugar mejor?

La Única Solución para El Problema del Pecado.
Jueves 7 de mayo

No hay solución fácil o barata para el problema del pecado. La determinación y la perseverancia humanas no son suficientes para vencer el pecado. El pecado es más grande que nosotros. Por lo tanto, la solución sobrepasa nuestras posibilidades. Hay mucha confusión entre la gente acerca del problema de la salvación. Muchos pretenden que hay diferentes caminos al Reino. Los caminos son diferentes, dicen, pero todos conducen al mismo destino. Pero están equivocados.

¿Cuál es el testimonio claro de las Escrituras con respecto al único camino hacia la salvación? Juan 10:7; 14:6; Hech. 4:12.

No sabemos quién entrará por las puertas del Reino. Gracias a Dios, esa decisión está en las manos de aquel a quien se ha dado el juicio, aquel que es el amor y la justicia personificados. Pero sabemos una cosa: los que reciban la vida eterna lo harán solo porque Cristo murió por ellos. Algunos pudieron no haber tenido el privilegio de aprender acerca de su Salvador. Pero, eso no quita para nada el hecho de que, si ellos son salvos, será por medio del nombre de Cristo, aun si ellos mismos nunca oyeron pronunciar ese nombre.

¿Por qué Jesús es el único que puede salvar a la humanidad caída? Fil. 2:6-8; Heb. 1:1-5; Apoc. 5:9-12.

“El divino Hijo de Dios era el único sacrificio de valor suficiente como para satisfacer ampliamente las demandas de la perfecta Ley de Dios [...]. Sobre Cristo no se impuso ningún requisito. Él tenía poder para deponer su vida y para volverla a tomar. No se ejerció sobre él ningún grado de coerción para que aceptara la tarea de redimir a los seres humanos. Su sacrificio fue enteramente voluntario. Su vida era suficientemente valiosa como para rescatar a los seres humanos de su condición caída.

“El Hijo de Dios poseía la misma forma de Dios, y nunca consideró el hecho de ser igual a Dios como cosa a la cual aferrarse. Entre los humanos que recorrieron el mundo, él fue el único que pudo decir a todos: ¿Quién de ustedes me convence de pecado? Se había unido con Dios en la creación de los seres humanos y, en virtud de la perfección divina de su carácter, poseía poder para expiar el pecado del hombre, y para elevarlo y llevarlo de vuelta a su primer estado” (EJ 18).

Piensa en cuán malo debe ser el pecado para costar tanto, la muerte de Jesús mismo, con el fin de ser expiado. ¿De qué modo mantener esta verdad asombrosa delante de ti puede ayudarte en tu propia lucha con el pecado?

Para Estudiar y Meditar.
Viernes 8 de mayo

Lee, en Primeros escritos, de Elena de White, los capítulos “La caída de Satanás”, “La caída del hombre” y “El plan de salvación”, pp. 145-152. Estos tres breves capítulos tratan del origen del pecado en el cielo y en la tierra, y acerca de la primera revelación del plan de salvación.

Preguntas Para Dialogar:

1. Como adventistas del séptimo día, sabemos que el mundo no se volverá mejor, sino peor, mucho peor. La pregunta es: ¿De qué manera debemos relacionarnos con los problemas del mundo? ¿Nos encogemos de hombros, diciendo: “Bueno, Dios dijo que estas cosas serían malas, y lo son, de modo que ¿qué podemos hacer acerca de ellas?” ¿O nos involucramos tanto en tratar de resolver los problemas del mundo que nos olvidamos de nuestra propia vocación de señalar a la gente la única solución: es decir, Jesucristo, quien murió por nuestros pecados y pronto regresará? ¿De qué modo podemos establecer un equilibrio adecuado?
2. ¿Debería la iglesia ser más clara en su condenación de los males corporativos en este mundo? ¿O tendría esto poco impacto y solo nos distraería de nuestra comisión de llevar el evangelio a cada persona? Al mismo tiempo, si permanecemos indiferentes acerca de muchos de estos grandes problemas, ¿dónde quedaría nuestra credibilidad moral?
3. De todos los horribles efectos del pecado, la muerte tiene que ser el peor. Como humanos, no hay absolutamente nada que podamos hacer para revertirla. El pecado ha tenido tales efectos devastadores que solo la intervención sobrenatural de Dios puede resolverlo. ¿Qué debería decirnos esto acerca de cuán importante es que nos esforcemos contra el pecado con toda la fuerza que Dios nos ha dado?
4. Como adventistas, en el centro de nuestra comprensión de todo el problema del pecado y del mal está el escenario del gran conflicto, la idea de que las inteligencias que miran desde otros mundos están observando lo que sucede aquí, y viendo cómo Dios tratará el problema del pecado y de sus consecuencias. Imagínate que eres un ser sin pecado de otra parte del universo, que ha visto lo que el pecado nos ha hecho. ¿Qué vería él? ¿Qué estaría pensando? ¿Qué lecciones podría estar aprendiendo de lo que sucede aquí? Imagínate cuán incomprensible e irracional deben parecerle nuestras acciones.

Resumen: El pecado ha infectado todas las esferas de la vida. Nos afronta la realidad de algo que, en mucho, excede nuestra capacidad de entender. Pero no excede el poder y el amor de Dios. Él ha tratado decisivamente con el problema del pecado en su Hijo, Jesucristo.


Guía de Estudio de la Biblia: Caminar la vida cristiana / Edición Adultos.
Periodo: Trimestre Abril-Junio de 2009
Autor: Reinder Bruinsma, nacido en Holanda, ha servido en distintas responsabilidades a lo largo de su larga carrera en la iglesia. Autor de casi veinte libros, algunos de los cuales han sido traducidos a varios idiomas, y era presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Holanda cuando escribió esta Guía de Estudio de La Biblia.
Editor: Clifford Goldstein

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