sábado, 30 de mayo de 2009

Lección 10: El discipulado. Para el 6 de junio de 2009

Sábado 30 de mayo

Lee Para el Estudio de esta Semana: Éxodo 18:13-27; Mateo 4:19; 9:9; Marcos 3:13-19; 8:31-38; Romanos 8:18.

Para Memorizar: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Juan 15:8).

ES IMPORTANTE QUE USEMOS nuestras capacidades intelectuales para captar tanto como sea humanamente posible de lo que Dios nos ha revelado. No obstante, el conocimiento perfecto de todas las doctrinas no es un requisito previo para la salvación. Sin embargo, se nos ordena que hagamos todas las cosas que se nos ha instruido hacer. Ser un discípulo es ser un aprendedor de todo lo que hizo el Maestro durante su vida, y un seguidor permanente de él.

¿Qué es un discípulo? El Diccionario bíblico adventista lo define, básicamente, como una “persona que, como alumno o adherente, sigue las enseñanzas de otra, especialmente las de un maestro público.[...] En el NT, el sustantivo [...] se relaciona con el verbo mantháno, ‘aprender’; de allí que signifique ‘aprendiz’, ‘alumno’, ‘adherente’” (DBA 334). Consideremos un poco más de cerca lo que significa ser un discípulo.

Un Vistazo a la Semana: Un discípulo es un aprendedor durante toda la vida. Cuando Cristo nos llama, hemos de seguirlo, dondequiera que nos conduzca y no importa el sufrimiento que involucre, porque habrá sufrimiento aunque no fuera por otra razón que porque debe involucrar sacrificio. En términos humanos, las recompensas del discipulado parecerían más bien escasas. Pero, cuando se descubre la verdadera dimensión de la vida en Cristo, nos damos cuenta de que vale la pena el sufrimiento, no importa cuál sea el costo aquí y ahora.

Seguidores y Líderes
Domingo 31 de mayo

Lee Éxodo 18:13 al 27. ¿Qué principios de liderazgo se encuentran en estos versículos? ¿Qué podemos aprender de ellos acerca de los líderes y de los seguidores?

Aunque toda la gente es fundamentalmente igual a los ojos de Dios, hay grandes diferencias en la manera en la que actúa. Algunos tienen el don del liderazgo. Nuestra sociedad, y cada organización dentro de ella, pronto se desmoronaría si no hubiera líderes. Aun en el cielo parece que hay una diferenciación en los roles: Hay, por ejemplo, ángeles y arcángeles. Cuando Dios llamó a su pueblo a salir de Egipto, él designó líderes. Cuando organizó un servicio para el Santuario, se aseguró que hubiera un liderazgo adecuado. Dios actuó mediante jueces, profetas, reyes, etc.

Pero los líderes son inútiles sin seguidores que estén dispuestos a aceptar su liderazgo. Específicamente, ellos necesitan un grupo de asociados próximos que estén dispuestos a aprender de su líder y a ayudarlo en la realización de las metas que él tiene.

Jesús llamó a doce discípulos. Lee Marcos 3:13 al 19 para ver una versión condensada de su selección de los doce hombres. ¿Qué otros ejemplos de maestros que se rodearon de discípulos encontramos en una historia del Evangelio? Ver Mar. 2:18.

No había nada extraordinario en el hecho de que Jesús tenía un grupo de discípulos. Era costumbre que los maestros tuvieran un grupo de “aprendices”. Sin embargo, lo notable es la clase de hombres que Jesús escogió. Jesús vio el potencial de estos hombres, que la mayoría de nosotros no habría discernido. Lo que también es notable fue la disposición instantánea de ellos de dejar sus ocupaciones diarias y seguir a este carpintero de Nazaret. Aparentemente vieron algo extraordinario en este hombre que aun la mayoría de sus familiares no había descubierto todavía.

No obstante, debería notarse que, aunque los Doce constituyeron un grupo muy especial, hay muchos otros que en los evangelios se designan como discípulos.

En algunas sociedades tiende a existir una actitud contraria a los líderes; en contraste, en otras sociedades prácticamente siguen ciegamente a sus líderes. ¿Cuál es la tendencia en tu sociedad, y de qué maneras logras alcanzar un equilibrio adecuado?

Características del Discipulado: Obediencia y Lealtad
Lunes 1 de junio

Jesús no solo compartió conocimientos con sus discípulos, aunque debió haber sido un privilegio tremendo escuchar constantemente a Jesús cuando explicaba las Escrituras y respondía a las numerosas preguntas con que los líderes espirituales de sus días lo bombardeaban. Ellos notaron rápidamente lo que otros también percibían. Él enseñaba con una autoridad que sobrepasaba a la de los eruditos de sus días. Separaba las tradiciones muertas de los asuntos de la vida real, de los que se ocupa la Palabra de Dios. Sin embargo, había más cosas que los discípulos necesitaban aprender. También necesitaban aprender a hacer que su propia voluntad y sus deseos se sujetaran a la voluntad del Todopoderoso.

¿Qué principios del discipulado podemos encontrar en los siguientes textos? Mat. 4:19; 9:9; Mar. 8:34.

“Sí, sígalo tanto en los buenos momentos como en los malos. Sígalo al amistarse con los más necesitados y desamparados. Sígalo al olvidarse de sí misma, y al abundar en actos de abnegación y sacrificio en beneficio de los demás; al no responder a la injuria con injuria; al manifestar amor y compasión por la raza caída. Él no consideró preciosa su vida: la dio por todos nosotros. Sígalo desde el humilde pesebre hasta la cruz. Él fue nuestro Ejemplo” (T 2: 178).

¿De qué manera reaccionó Pedro cuando muchos seguidores abandonaron a Jesús? Juan 6:60-70.

No todos los discípulos permanecieron con Jesús. Muchos se alejaron. Pedro habló en nombre de los discípulos cuando declararon su lealtad. Con la excepción de Judas, oportunamente demostraron ser seguidores fieles, aun cuando hubo momentos de graves dudas y desilusión cuando su Maestro fue tomado prisionero y ejecutado. Su experiencia nos da gran consuelo. Muchos de nosotros hemos tenido momentos en los que nuestra resolución de ser discípulos estaba en un punto muy bajo, pero, como en el caso de los apóstoles, esto no significa que no podemos sobreponernos a nuestra falla temporaria.

Si alguien te preguntara: “¿Cuán leal eres a Jesús?”, ¿cómo responderías, y por qué? ¿Qué evidencias externas darías de tu lealtad a él?

Sacrificio
Martes 2 de junio

A la mayoría de nosotros nos gusta estar con gente importante. Encontrarnos con un jefe de Estado o un ministro del Gobierno u otra celebridad nos proporciona un tema de conversación muy codiciado. Conocer a alguien importante, o aun conocer a alguien que conozca a una persona importante, de alguna manera pareciera otorgarnos un halo de gloria. Parece natural desear trepar la escalera social en vez de permanecer en su base. Los discípulos de Jesús no fueron excepción a este rasgo humano desafortunado.

¿De qué modo algunos discípulos (y sus familiares) esperaban que seguir a Jesús fortalecería su condición social? ¿Cuál fue la respuesta de Jesús? Mat. 20:20-23; Mar. 10:35-41. ¿A qué te recuerda esta actitud? Isa. 14:12-14.

En lugar de prometer a sus discípulos prosperidad material y posición social, Jesús los preparó para una realidad de tipo diferente: Seguirlo cuesta mucho.

Lee Marcos 8:31 al 38. ¿Qué te enseña este pasaje acerca del costo del discipulado?

En su conocido libro The Cost of Discipleship, Dietrich Bonhoeffer, el joven teólogo alemán que fue martirizado por los nazis en 1945, enfatiza que la gracia divina no viene en forma barata. Y seguir a Cristo no es algo fácil de hacer. Inevitablemente involucra sufrimiento. Así como Cristo dijo que él debía “padecer mucho”, también debemos sufrirlo nosotros. Si queremos identificarnos con él en esta vida, tenemos también que hacerlo con sus sufrimientos y su muerte. “Sobrellevar la cruz no es una tragedia; es el sufrimiento que ocurre como fruto de una lealtad exclusiva a Jesucristo. Cuando sucede, no es por accidente, sino por necesidad. [...] Solo un hombre [...] totalmente comprometido en el discipulado puede experimentar el significado de la cruz. La cruz está allí, desde el mismo principio, solo necesita tomarla; no hay necesidad de que salga y busque una cruz para sí mismo, no hay necesidad de correr intencionalmente al sufrimiento. Jesús dijo que cada cristiano tiene su propia cruz que lo espera, una cruz destinada y designada por Dios”.–Dietrich Bonhoeffer, The Cost of Discipleship, p. 98.

¿Cuál es la cruz que Dios te dio para llevar? ¿Qué te costó seguir a Cristo? Si tu respuesta es “Nada, realmente”, tal vez necesitas considerar más cuán de cerca sigues al Maestro.

Las Recompensas del Discipulado
Miércoles 3 de junio

Jesús dijo a sus discípulos que, sin ninguna duda, seguirlo a él requeriría sacrificios. Fue totalmente franco con ellos con respecto a lo que debían esperar.

¿Qué prometió Jesús en cuanto a las recompensas a corto plazo que hay al seguirlo como discípulos? Lucas 9:57, 58; Juan 15:18- 25. ¿Qué “promesa” específica le dio Jesús a Pedro? Juan 21:15-18. ¿Qué nos indica esto acerca del costo de seguir a Cristo?

Los discípulos, excepto Judas, oportunamente llegaron a ser apóstoles. Desde los primeros capítulos del libro de los Hechos, es claro que estos hombres habían aprendido muchas lecciones. Habían estado con Jesús, y ahora, con el poder del Espíritu, eran capaces de tratar con la oposición y la persecución. Aunque no podemos estar completamente seguros de todos los detalles, hay buenas razones para creer las tradiciones del tiempo de la iglesia primitiva que dicen que todos los apóstoles, finalmente, sufrieron el martirio. Pareciera que todos sufrieron una muerte violenta, excepto Juan, pero su exilio en Patmos tampoco fue una vacación de lujo. Él también fue un “hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo” (Apoc. 1:9).

¿Qué aspecto del discipulado contrapesa todo el sufrimiento que pudiéramos tener al seguir a Cristo? Juan 10:10; Rom. 8:28-39.

Los que siguen a Cristo afrontarán numerosos desafíos. Si se mantienen enfocados en su Maestro, serán capaces de sobrellevar todo lo que les suceda. Tendrán algo que es más precioso que las palabras. Dios les da paz, que es diferente de la clase de paz imperfecta y pasajera que el mundo ofrece (Juan 14:27). Es la paz que trasciende toda comprensión (Fil. 4:7). Esa paz es la característica de la vida abundante que Cristo da a sus discípulos (Juan 10:10). A pesar de todas las pruebas y las tentaciones, esta es la clase de vida que satisface en un nivel que está más allá del alcance de los que eligen vivir sin Cristo.

Aun más, los fieles seguidores de Cristo tienen la seguridad de la vida eterna, la seguridad de que cualquier cosa con la que luchen ahora no puede compararse con la promesa de la eternidad que los espera.

Lee Romanos 8:18. ¿Qué esperanza y consuelo puedes obtener para ti de esta promesa? ¿Por qué te dice que nunca, nunca, debes abandonar la lucha?

El Señorío de Jesucristo
Jueves 4 de junio

Ser un discípulo implica el reconocimiento de tener un maestro, una lealtad a alguien a quien estamos dispuestos a seguir y a servir. Nuestra relación con otros generalmente se expresa por la manera en que nos dirigimos a ellos.

¿Cuál fue uno de los títulos dados a Cristo por sus seguidores? Juan 20:28; 1 Cor. 16:22.

El Nuevo Testamento usa una variedad de nombres para Jesús. Se lo llama el Hijo de Dios, pero también el Hijo del Hombre o el Mesías. Centenares de veces se hace referencia a Jesús como el Señor. Esta palabra, que inicialmente era bastante general en su aplicación, llegó a ser altamente significativa para los primeros cristianos. El emperador romano pretendía ser divino y quería que se dirigieran a él como el Señor. Confesar que Cristo era su Señor máximo en vez de que lo fuera el César romano no era sencillamente expresar una opinión. Literalmente podía ser un asunto de vida o muerte. Los que vivían en el Imperio Romano debían tener tan solo un kúrios [señor], y aplicar este título a cualquier persona que no fuera el emperador bien podía terminar en tortura y muerte.

Así que, se necesitaba fe y un discipulado consagrado para llamar “Señor” a Jesús. Pero hoy tampoco es cosa pequeña llamar a Jesús nuestro Señor y realmente decirlo con toda intención. Si él es nuestro Señor, él es el Soberano sobre nuestra vida entera, sobre todo lo que decimos y hacemos.

¿Cuál es el elemento clave que revela cuán genuinamente llamamos “Señor” a Jesús? Mat. 7:22, 23; Luc. 6:46.

Una cosa es llamar a Jesús nuestro Señor y nuestro Dios, y profesar fe, amor y lealtad a él. Pero otra cosa es realmente vivirlo. Jesús fue claro: Nuestra fidelidad a él se manifestará por medio de nuestra obediencia a él y a sus mandatos. De hecho, la palabra para “maldad” en Mateo 7:23 significa “ilegalidad”. Sin dudas, un verdadero seguidor de Jesús, un verdadero discípulo, obedecerá sus mandamientos (Juan 14:15).

Trata de imaginarte cuán diferente sería nuestra iglesia si cada uno de los que profesan seguir a Cristo fuera verdaderamente un discípulo de Jesús. ¿Qué diferencias veríamos? Aunque no podemos cambiar a otros, ¿qué diferencia producirías si tu vida fuera de real conformidad con la voluntad de Jesús?

Para Estudiar y Meditar
Viernes 5 de junio

Para comentarios sobre el llamado de los discípulos, lee en El Deseado de todas las gentes, el capítulo “Hemos hallado al Mesías”, pp. 106-117.

“No era suficiente que los discípulos de Jesús fuesen instruidos en cuanto a la naturaleza de su reino. Lo que necesitaban era un cambio de corazón que los pusiese en armonía con sus principios. Llamando a un niñito a sí, Jesús lo puso en medio de ellos; y luego, rodeándolo tiernamente con sus brazos, dijo: ‘De cierto os digo, que si no os volviereis, y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos’. La sencillez, el olvido de sí mismo y el amor confiado del niñito son los atributos que el Cielo aprecia. Son las características de la verdadera grandeza” (DTG 404).

Preguntas Para Dialogar:

1. Como clase, repasen la pregunta acerca de lo que cuesta ser un verdadero seguidor de Cristo. Pide a los que están dispuestos a hablar que cuenten lo que les costó seguir al Señor. Pregúntales también por qué creen que valió la pena.
2. ¿Qué podemos hacer para ayudar a los nuevos creyentes que hay entre nosotros a llegar a ser mejores discípulos de Cristo? ¿Por qué ser un discípulo es mucho más que afirmar intelectualmente ciertas doctrinas, o aun más que creer que Jesús murió por tus pecados?
3. Somos llamados a ser discípulos de Jesús. Pero, en el ámbito humano, también tenemos modelos para imitar. ¿Es legítimo considerarnos también discípulos de un líder humano que respetamos y lo consideramos un modelo para nosotros? Si es así, ¿cómo podríamos hacer esto mientras al mismo tiempo no olvidamos a quién debemos nuestra lealtad suprema?
4. ¿Cómo podemos luchar contra el deseo humano pecaminoso de tener más exaltación propia, más adulación, más poder y prestigio? ¿Por qué estos deseos son tan contrarios a todo lo que significa ser un discípulo de Cristo?

Resumen: Ser un discípulo de Cristo no es algo pequeño. Requiere mucha convicción y vigor, y una disposición a seguir al Señor, sin importar todo el sufrimiento que esto signifique. Ser un discípulo de Cristo significa vivir por fe, confiar en Dios aun en los momentos más duros. Significa estar dispuesto a morir al yo, y vivir para el bien de otros y para la gloria de Dios.


Guía de Estudio de la Biblia: Caminar la vida cristiana / Edición Adultos.
Periodo: Trimestre Abril-Junio de 2009
Autor: Reinder Bruinsma, nacido en Holanda, ha servido en distintas responsabilidades a lo largo de su larga carrera en la iglesia. Autor de casi veinte libros, algunos de los cuales han sido traducidos a varios idiomas, y era presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Holanda cuando escribió esta Guía de Estudio de La Biblia.
Editor: Clifford Goldstein

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