sábado, 30 de enero de 2010

Lección 6: El fruto del Espíritu es benignidad / Para el 6 de febrero de 2010


Sábado 30 de enero.

Lee Para el Estudio de esta Semana: 2 Samuel 9:1-13; Proverbios 15:1-5; 25:11-15; Mateo 5:43-48; Lucas 6:35, 38; Efesios 4:32; Colosenses 3:12-14.

Para Memorizar: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” (Col. 3:12).

Cuando Pablo ilustró cómo se comporta el amor, la paciencia vino a su mente en primer lugar: “El amor es sufrido” (1 Cor. 13:4). Inmediatamente después de la paciencia, él escribió que el amor es “benigno”, mostrando que el amor y la benignidad van tan juntos que sin la amabilidad ningún acto es realmente hecho por amor.

La paciencia, vimos, es el amor que soporta. La benignidad, por otro lado, implica una expresión más activa del amor. A menudo la paciencia podría manifestarse al no hacer nada; la benignidad, en contraste, se manifiesta en aquello que decimos y hacemos, y, más importante, a la manera en que lo decimos y hacemos; y, más importante aún, en el porqué lo decimos y lo hacemos.

La benignidad no está fuera del alcance de nadie, aunque pueda demandar sacrificio de tiempo y energía. La benignidad se revela de muchas maneras. Y, como su primo cercano el “amor”, la benignidad tiene un poder increíble; es un testimonio en sí misma y por sí misma de cómo es Dios.


El modelo de benignidad (Mat. 5:43-48).
Domingo 31 de enero

Jesús claramente ilustra en el Sermón del Monte la benignidad y la bondad de Dios. Lee Mateo 5:43 al 48 y responde a las siguientes preguntas.

1. ¿A qué norma elevada nos está llamando Jesús aquí?
2. ¿Qué razón da Jesús para llamarnos a esta norma?
3. Nota el uso que hace Cristo de la palabra perfecto en el versículo 48. ¿Cuál es el significado de perfecto aquí, y cómo puede el uso de esa palabra aquí ayudarnos a comprender lo que significa ser perfecto como “vuestro Padre que está en los cielos” es perfecto?

Los dones gratuitos de Dios son precisamente eso, dones gratuitos. No son ganados ni merecidos por los seres humanos, todos los cuales han pecado voluntariamente contra él y lo han ignorado o descuidado. En este sentido, el mayor pecador está en el mismo bote que el más santo: ninguno de los dos merece la benignidad y la bondad que Dios nos da a todos.

Con estos versículos, Jesús nos está llamando a ser “perfectos”, aun tan perfectos como Dios. ¿Cómo? Amando a nuestros enemigos, orando por los que nos maltratan, siendo bondadosos con los que no han sido bondadosos con nosotros. De este modo Jesús define el ser “perfecto”. Trata de imaginar cómo sería nuestra iglesia y cómo serían nuestros hogares si morimos al yo lo suficiente como para que realmente podamos vivir de ese modo. Tendríamos un poder y un testimonio contra los cuales las puertas del infierno nunca podrían prevalecer. ¿Qué es lo único que nos detiene? Nada, sino nuestros corazones pecaminosos, deseosos de venganza, que con mucha frecuencia nos hacen actuar como “publicanos”.

¿Qué cambios dolorosos y profundos debes hacer si has de seguir las palabras de Cristo en estos versículos?


Benignidad hacia un “perro muerto”.
Lunes 1 de febrero

Lee 2 Samuel 9:1 al 13. ¿De qué manera mostró David su benignidad aquí? ¿De qué modo, por este acto, reveló el carácter de Dios?

“Los informes propalados por los enemigos de David habían creado en Mefiboseth fuertes prejuicios contra él, y lo consideraba usurpador; pero la recepción generosa y cortés que le acordó el monarca, y sus bondades continuas ganaron el corazón del joven; se hizo muy amigo de David y, como su padre Jonatán, se convenció de que tenía el mismo interés que el rey escogido por Dios” (PP 771).

La benignidad de David hacia la casa de Saúl revela que él procuraba usar a Dios como el modelo de lo que él quería hacer en favor de la casa de Saúl. Reconoció que él, un pecador como todos nosotros, había recibido misericordia y benignidad no merecida de mano de Dios, y estaba por reflejar algo de esa amabilidad hacia otros.

Antes de compartir la benignidad de Dios a otros, ¿qué tenemos que reconocer? Ver Lucas 7:47. ¿Qué principio vital se encuentra aquí que puede desempeñar un rol importante para ayudarnos a comprender el tema de la benignidad hacia otros?

Piensa por unos momentos acerca de la bondad y la benignidad de Dios hacia ti. ¿La mereces? ¿Es algo que se te debe? ¿Son tus pensamientos, tus acciones, tus palabras tan abnegadas, tan santas, tan amantes y acogedoras que Dios está meramente haciéndote a ti lo que tú les has hecho a otros? Lo más probable es que la respuesta sea “no”. Y aquí está el punto vital. Cuando nos damos cuenta de lo que Dios nos ha perdonado, cuando percibimos que Dios nos ama a pesar de lo que somos y de lo que hemos hecho, entonces realmente podemos entender lo que significa ser benigno y amante hacia aquellos que no merecen nuestra benignidad o nuestro amor. Entonces, cuán importante es que, en todo tiempo, mantengamos ante nosotros la cruz y lo que significa para nosotros, individualmente.

¿Qué cosas te ha perdonado Dios a lo largo de los años? ¿De qué modo el darte cuenta de esto te ayuda a tratar con los que han hecho cosas que te hirieron?


Palabras amables (Efe. 4:32).
Martes 2 de febrero

Efesios 4:32 comienza con las palabras: “Antes sed benignos unos con otros”. Considera cómo este versículo coincide perfectamente con lo que vimos ayer, acerca de tratar a otros como Dios nos ha tratado.

La benignidad debe marcar a los cristianos en todo tiempo. Pero hay por lo menos tres necesidades específicas que requieren tres clases específicas de estímulo.

Primero, hemos de mostrar benignidad hacia los infantes espirituales. “Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos” (1 Tes. 2:7).

Segundo, hemos de mostrar benignidad y dar ánimo a los débiles. “Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos” (Rom. 15:1).

Tercero, hemos de servir como un enfermero para los que están espiritualmente enfermos (2 Tim. 2:24, 25).

Un hombre de negocios dijo una vez: “No puedo esperar a llegar a casa por la noche: quedo tan cansado de ser amable todo el día”. ¡Qué actitud triste hacia la vida humana!

La benignidad, especialmente en nuestros hogares, es esencial. Y una de las maneras más importantes en que podemos manifestar amabilidad es la forma en que nos hablamos unos a otros. La atmósfera del hogar mayormente está determinada por las palabras que decimos. Tantos problemas, tantas heridas, tantas tensiones y tantas peleas podrían evitarse si fuéramos cuidadosos no solamente con lo que decimos, sino con cómo lo decimos. A menudo uno podría decir algo y no herir ni ofender, o uno puede decir las mismas palabras a la misma persona, y herirla y ofenderla grandemente. La clave es cómo hablamos. El lenguaje humano es más que solo el significado de las palabras mismas; el tono, la expresión facial, el lenguaje del cuerpo, el énfasis son partes de lo que trasmitimos a otros acerca de nuestros pensamientos, emociones e ideas.

Lee Proverbios 15:1 al 5 y Proverbios 25:11 al 15. ¿Qué principios importantes acerca de lo que dices y cómo lo dices se revelan en estos textos? Al leerlos, pregúntate acerca de cómo usas las palabras cuando hablas a otros. ¿De qué maneras podrías ser más amable en tu comunicación verbal con otros?


La benignidad devuelta (Luc. 6:38).
Miércoles 3 de febrero

“Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Luc. 6:38). ¿Qué está diciendo Jesús aquí? ¿Acerca de qué principio de vida está hablando?

Muy a menudo la forma en que tratamos a otros vuelve sobre nosotros. Es decir, si somos benignos, es mucho más probable que otros sean benignos con nosotros. También funciona de la otra manera: si somos malos, otros también serán malos con nosotros.

Por supuesto, no siempre sucede de este modo. (Mira a Jesús y considera cómo lo trataron.) Pero sea que ocurra o no, en un sentido, realmente no importa. Como cristianos, siempre debemos ser benignos, aun si esa amabilidad no nos es devuelta. De hecho, como hemos leído, ser benigno con los que no lo son con nosotros es una característica de un verdadero seguidor de Jesús. Sin embargo, en general, la manera en que tratamos a otros impactará sobre cómo somos tratados nosotros. “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mat. 7:12).

Lee Lucas 6:35. ¿De qué manera concuerda esto con lo que hemos estado hablando esta semana?

Siempre es fácil ser benigno con alguien que podría darte algún beneficio más adelante. Cualquiera hará eso. Sin embargo, es más difícil ser amable, especialmente cuando tiene un costo, con los que nunca podrán hacer nada por ti a cambio. Esa es la verdadera prueba.

Examínate. ¿Es tu benignidad motivada por el amor abnegado y dispuesto al sacrificio personal, o es motivada, aun levemente, por el deseo de buscar ser el número uno? Si es esto último, ¿cómo puedes cambiar?


Vestíos de benignidad (Col. 3:12-14).
Jueves 4 de febrero

Lee Colosenses 3:12 al 14 y luego reescríbelo con tus propias palabras. ¿De qué manera revelan estos versículos la esencia de lo que significa ser un seguidor de Cristo (nota el uso de las palabras perfecto o perfección)? Además, piensa acerca de cuán poderoso podría ser nuestro testimonio al mundo si pusiéramos en práctica estos versículos.

Alexander Maclaren, destacado clérigo londinense de fines del siglo XIX, escribió: “La amabilidad es la fuerza más poderosa del mundo. Toma todos los martillos a vapor que alguna vez se forjaron y pelea contra un témpano de hielo; y excepto por la poca cantidad de calor que se desarrolla por los golpes, que derrite una porción pequeña, seguirá siendo hielo, aunque pueda estar pulverizado en vez de sólido. Pero permite que se mueva suavemente hacia el trópico, donde los rayos del sol eliminarán la frialdad mortal, y se disipará en el océano cálido. La amabilidad conquista”.

Como adventistas, tenemos una evidencia bíblica muy sólida para respaldar nuestra posición. (Si no la tuviéramos, entonces, ¿qué estaríamos haciendo aquí?) Y eso es importante, por supuesto. Pero necesitamos más que una enseñanza correcta, ¿verdad?
“Si quisiéramos humillarnos ante Dios, ser amables, corteses y compasivos, se producirían cien conversiones a la verdad allí donde se produce una ahora” (MB 91).

Cuando enseñamos las doctrinas de la iglesia, incluimos el sábado, el estado de los muertos, el origen del pecado, y otras enseñanzas distintivas. Pero, ¿somos tan cuidadosos en enfatizar la importancia de la benignidad y de los otros aspectos del fruto del Espíritu, junto con el Sermón del Monte y 1 Corintios 13? Saber que el sábado es el día de reposo, o que los muertos duermen hasta la resurrección, o que la justicia de Cristo nos cubre ahora y en el juicio final está muy bien y es importante. Pero tener el conocimiento solamente no es lo mismo que conocer la verdad como es en Jesús (Juan 14:6), porque la verdad nos hace libres (Juan 8:32); es decir, la verdad nos cambia y nos hace más semejantes a Cristo. ¿Podría alguien preguntar si realmente tenemos la verdad, si la Verdad, Jesús, no nos tiene a nosotros?


Para Estudiar y Meditar
Viernes 5 de febrero

“De todo hogar cristiano debería irradiar una santa luz. El amor debe expresarse en hechos, [...] y revelarse en una amabilidad atenta, en una suave y desinteresada cortesía. Hay hogares donde se pone en práctica este principio, hogares donde se adora a Dios, y donde reina el amor verdadero. De estos hogares, de mañana y de noche, la oración asciende hacia Dios como un dulce incienso, y las misericordias y las bendiciones de Dios descienden sobre los suplicantes como el rocío de la mañana” (HAd 31, la cursiva fue añadida).

“Son muchos los que consideran la manifestación del amor como una debilidad, y permanecen en tal retraimiento que repelen a los demás. Este espíritu paraliza las corrientes de simpatía. Al ser reprimidos, los impulsos de sociabilidad y generosidad se marchitan, y el corazón se vuelve desolado y frío. Debemos guardarnos de este error. El amor no puede durar mucho si no se le da expresión. No permitáis que el corazón de quienes os acompañen se agoste por falta de bondad y simpatía de parte vuestra” (HAd 92; la cursiva fue añadida).

Preguntas Para Dialogar:

1. Como clase, repasen la pregunta final de la sección del jueves: “¿tenemos realmente la verdad, si la Verdad, Jesús, no nos tiene a nosotros?” ¿Cuáles son las implicaciones de la respuesta que dieron ustedes?

2. “El amor no puede durar mucho si no se le da expresión”. ¿Qué significa esto, y por qué representa un principio que es muy importante para nosotros como iglesia?

3. Repasa los textos de esta semana que hablan acerca de que debemos ser “perfectos”. ¿Cómo deberíamos entender lo que significa esta idea? ¿Cuáles son los problemas y los malos entendidos con los que, como iglesia, hemos luchado en el uso y el significado de este término?

4. Repasa en tu propia experiencia cómo las actitudes de otros adventistas te han afectado a ti y a tu fe. Es decir, ¿fue la gente benigna contigo y, si fue así, de qué modo esa amabilidad te impactó? Por otro lado, ¿fue la gente poco amable contigo y, si fue así, de qué modo eso te impactó? Comparte tus historias con los demás en tu clase. ¿Qué puedes obtener de estas experiencias que puede ayudar a la clase a comprender mejor cuán importante es la benignidad en nuestra vida diaria y en nuestro testimonio?




Guía de Estudio de la Biblia: El Fruto del Espíritu / Edición para Adultos.
Periodo: Trimestre Enero-Marzo de 2010

Autor: Richard O'Fill, es escritor (El Cristiano Victorioso, Un Fruto Divino entre otros libros) y orador del ministerio Revival Sermons, ha trabajado para la iglesia en tres continentes, incluyendo siete años en las oficinas centrales de la Asociación General. Reside actualmente en Orlando, Florida, EE.UU.
Editor: Clifford Goldstein

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Lección 6: El fruto del Espíritu es benignidad / Notas de Elena de White


Sábado 30 de enero

Cada cristiano debería ser lo que Cristo fue en su vida en esta tierra. Él es nuestro ejemplo, no solamente en su pureza inmaculada, sino en su paciencia, cortesía y disposición amigable. Era firme como una roca en lo que atañía a la verdad y al deber, pero era invariablemente bondadoso y cortés... Su vida fue una perfecta ilustración de la verdadera cortesía. Tenía siempre una mirada amable y una palabra de consuelo para los necesitados y los oprimidos.

Su presencia llevaba una atmósfera más pura al hogar y su vida era como levadura que obraba entre los elementos de la sociedad. Inocente y sin contaminación caminaba entre los indiferentes, los rudos, los descorteses; entre los injustos publicanos, los impíos samaritanos, los soldados paganos, los rudos campesinos y la multitud heterogénea.

Hablaba una palabra de simpatía aquí, una palabra allá, al ver a los hombres cansados y obligados a llevar pesadas cargas. Compartía sus cargas y les repetía las lección que había aprendido de la naturaleza, del amor, de la misericordia y de la bondad de Dios (Dios nos cuida, p. 176).

Dios ofrece a cada uno, un gozo del cual pueden participar tanto el rico, como el pobre: el deleite que se siente al cultivar la pureza de pensamiento y el desinterés en la acción; el placer que acciones amables. La luz de Cristo, que emana de aquellos que se consagran a un servicio tal, puede alegrar las vidas obscurecidas por muchos sufrimientos (La voz: Su educación y uso correcto, p. 147).

El modelo de benignidad (Mat. 5:43-48).
Domingo 31 de enero

La manifestación de odio nunca quebrará la malicia de nuestros, pero el amor y la bondad serán devueltos con amor y bondad. Aunque Dios recompensa la virtud y castiga la culpa, no deja de derramar sus bendiciones sobre los impíos aunque ellos deshonren diariamente su nombre.
Permite que el sol y la lluvia caigan sobre justos e injustos, dándoles a todos prosperidad temporal. Si un Dios santo manifiesta tal paciencia y benevolencia hacia los rebeldes e idólatras, cuán necesario es que los seres humanos imperfectos muestren un espíritu semejante hacia sus prójimos. En lugar de maldecir a quienes los hieren, debieran mostrar una bondad similar a la que Cristo mostraba hacia quienes lo perseguían, buscando así separarlos de sus malos caminos.

Cristo enseñó a sus seguidores a mostrar cortesía cristiana a todos aquellos que estuvieran en su círculo de influencia, a realizar acciones misericordiosas y mostrar una benevolencia superior a la del mundo. Los hijos de Dios debieran mostrar el espíritu que reina en el cielo, en contraposición con el espíritu egoísta y mezquino que se muestra en el mundo. Y para alcanzar tal ideal deben llegar a ser perfectos en su humilde esfera así como Dios es perfecto en su exaltada esfera; esa es la única manera de estar preparados para la compañía de sus seguidores el ideal del carácter cristiano: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (S. Mateo 5:48) (Folleto: Redemption: or the Teaching fo Christ,the Anointed One, pp. 76, 77).

Cuando el creyente, consciente de sus transgresiones, ejerce la fe en Dios y cree que ha sido perdonado mediante el sacrificio hecho por Cristo, se llena de tal gratitud a Dios que expresa tierna simpatía hacia aquellos que, como él, han pecado y necesitan el perdón. El orgullo y la venganza no encontrarán lugar en su corazón, porque la fe destierra el espíritu de revancha y desquite.

Al ver la bondad y la misericordia de Dios se producirá un deseo de poseer el mismo espíritu; un espíritu que verá lo bueno en el carácter de los demás y mostrará tierna simpatía hacia aquellos que necesitan el perdón. El orgullo y la venganza no encontrarán lugar en su corazón, porque la fe destierra el espíritu de revancha y desquite.

Al ver la bondad y la misericordia de Dios se producirá un deseo de poseer el mismo espíritu; un espíritu que verá lo bueno en el carácter de los demás y mostrará tierna simpatía hacia aquellos que necesitan el perdón. Y al ver a Cristo como el Salvador que perdona el pecado; al contemplar con esperanza y confianza cómo él escribe "perdonado" en la lista de sus pecados, querrá hacer lo mismo con las faltas de quienes se asocian con él. La verdadera fe coloca al alma en simpatía con Dios, y el que recibe el espíritu de Cristo nunca se cansará de perdonar (The Home Missionary, febrero 1, 1892).

La perfección de la obra de Dios se ve tan claramente en el más diminuto insecto como en el rey de las aves. El alma del niñito que cree en Cristo le es tan preciosa como los ángeles que rodean su trono. "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (S. Mateo 5:48). Como Dios es perfecto en su esfera, puede serlo el hombre en la suya. Todo lo que la mano hallare para hacer debe ser hecho con esmero y prontitud. La fidelidad e integridad en las cosas pequeñas, el cumplimiento de los pequeños deberes y de los actos de bondad, alegrará la senda de la vida, y cuando nuestra obra en la tierra esté terminada, cada uno de los pequeños deberes cumplidos con fidelidad será atesorado como preciosa gema delante de Dios (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 589).

Benignidad hacia un “perro muerto”.
Lunes 1 de febrero

El orgulloso fariseo consideraba que había honrado suficientemente a Jesús con invitarlo a su casa, sin necesidad de mostrarle un respeto mayor a tan exaltado huésped, quien además había realizado un misericordioso milagro sobre él. Jesús, en cambio, exaltó la acción de la mujer, la que expresó su gratitud y amor con todo su corazón: "Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama" (S. Lucas 7:47).

Los ojos de Simón fueron abiertos para que comprendiese su descuido e incredulidad. Fue conmovido por la bondad de Jesús al no censurarle abiertamente delante de los huéspedes. Vio que Jesús no quiso exponer a otros su culpa, sino que, por una correcta exposición del caso, trató de convencer su mente, y subyugar su corazón manifestando benevolencia. Una denuncia severa hubiera endurecido el corazón de Simón contra el arrepentimiento, pero una paciente admonición le convenció de su error. Vio la magnitud de la deuda que tenía para con su Señor y se transformó en un hombre humilde y abnegado.

Cuando comprendemos la inmensa deuda que tenemos con nuestro Salvador, nos unimos a él más fuertemente y le expresamos nuestro amor en todos nuestros actos. Y él recordará y recompensará las obras abnegadas y benevolentes de sus hijos. No olvidará los actos de devoción hechos en favor de su causa. Ningún sacrificio es demasiado costoso para ser ofrecido en el altar de la fe (Signs of the Times, octubre 9, 1879).

Cristo nos enseñó a orar: "Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores", pero aun para los que pretenden ser seguidores de Jesús, es muy difícil perdonar como perdonó Cristo. Se practica tan poco el verdadero espíritu de perdón, y se aplican tantas interpretaciones a los requerimientos de Cristo, que se pierden de vista su fuerza y belleza. Tenemos una visión muy incierta de la gran misericordia y amante bondad de Dios. Él está lleno de compasión y perdón, y nos perdona gratuitamente si realmente nos arrepentimos y confesamos nuestros pecados. Y cuando el mensaje del amor perdonador de Dios proviene de un corazón que ha comprobado por experiencia personal sus efectos, a aquellos que no lo han experimentado aún, les parece que se está hablando en parábolas. El amor y la simpatía expresados en la vida de Cristo deben llegar a ser parte de nuestras vidas y caracteres (The Watchman, octubre 13, 1908).

Palabras amables (Efe. 4:32).
Martes 2 de febrero

Los que profesan ser seguidores de Cristo y a la vez son rudos, poco amables y descorteses en palabras y conducta, no han aprendido de Jesús... La conducta de algunos que se dicen cristianos es tan falta de bondad y cortesía que lo mejor que hacen de la apariencia de mal. No puede ponerse en duda su sinceridad, ni cuestionarse su rectitud; pero la sinceridad y la rectitud no expían la falta de bondad y cortesía. El cristiano debe mostrar simpatía además de ser veraz, y debe ser compasivo y cortés a la par que correcto y honrado...

La verdadera cortesía, mezclada con la verdad y la justicia, hace la vida no sólo útil, sino hermosa y fragante. Las palabras bondadosas, la apariencia amable, un rostro alegre dan un encanto al cristiano que hace su influencia casi irresistible. En el olvido del yo, en la luz, la paz y la felicidad que está constantemente impartiendo a otros halla el verdadero gozo.

Olvidémonos del yo tratando siempre de alegrar a otros, de aliviar sus cargas mediante actos de tierna bondad y hechos de amor abnegado. Dejad sin pronunciar esa palabra descomedida; que la desconsideración egoísta de la felicidad de los demás dé lugar a la amante simpatía. Estos actos de consideración y cortesía que comienzan en el hogar y se extienden mucho más allá de sus límites, llegan a constituir la esencia de la felicidad de la vida (En lugares celestiales, p. 180).

Las palabras bondadosas, la mirada amable y el rostro alegre forman alrededor del cristiano un aura que hace que su influencia sea casi irresistible. La religión de Cristo en el corazón determina que las palabras sean suaves y la conducta atrayente, aun para los más modestos. En el olvido del yo, en la luz, la paz y la felicidad que entrega constantemente a los demás, se ve la verdadera dignidad del hombre. Esta es una forma de ganar el respeto y extender la esfera de utilidad, que cuesta muy poco; y quien sigue este curso de acción no se queja de que no recibe el honor que merece. Pero las reglas de la Biblia deben ser escritas en el corazón; los preceptos bíblicos deben ser llevados a la vida diaria (Reflejemos a Jesús, p. 297).

La benignidad devuelta (Luc. 6:38).
Miércoles 3 de febrero

No hemos de pensar en el galardón, sino en el servicio; sin embargo, la bondad que se muestra en tal espíritu no dejará de tener recompensa. "Tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público". Aunque es verdad que Dios mismo es el gran galardón, que abarca todo lo demás, el alma lo recibe y se goza en él solamente en la medida en que se asemeja a él en carácter. Sólo podemos apreciar lo que es parecido a nosotros. Sólo cuando nos entregamos a Dios para que nos emplee en el servicio de la humanidad, nos hacemos partícipes de su gloria y carácter.
Nadie puede dejar que por su vida y su corazón fluya hacia los demás el río de bendiciones celestiales sin recibir para sí mismo una rica recompensa. Las laderas de los collados y los llanos no sufren porque por ellos corren ríos que se dirigen al mar. Lo que dan se les retribuye cien veces, porque el arroyo que pasa cantando deja tras sí regalos e vegetación y fertilidad. En sus orillas la hierva es más verde; los árboles, más lozanos; las flores, más abundantes. Cuando los campos se ven yermos y agostados por el calor abrasador del verano, la corriente del río se destaca por su línea de verdor, y el llano que facilitó el transporte de los tesoros de las montañas hasta el mar se viste de frescura y belleza, atestiguando así la recompensa que la gracia de Dios da a cuantos sirven de conductos para las bendiciones del cielo.

Tal es la bendición para quienes son misericordiosos son los pobres. El profeta Isaías dice: "¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto... Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma... y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan".

La obra de beneficencia es dos veces bendita. Mientras el que da a los menesterosos los beneficia, él mismo se beneficia en grado aún mayor. La gracia de Cristo en el alma desarrolla atributos del carácter que son opuestos al egoísmo; atributos que han de refinar, ennoblecer y enriquecer la vida. Los actos de bondad hechos en secreto ligarán los corazones y los acercarán al corazón de aquel de quien mana todo impulso generoso. Las pequeñas atenciones y los actos insignificantes de amor y de sacrificio, que manan de la vida tan quedamente como la fragancia de una flor, constituyen una gran parte de las bendiciones y felicidades de la vida. Al fin se verá que la abnegación para bien y dicha de los demás, por humilde e inadvertida que sea en la tierra, se reconoce en el cielo como muestra de nuestra unión con el Rey de gloria, quien, siendo rico, se hizo pobre por nosotros.

Aunque los actos de bondad sean realizados en secreto, no se puede esconder su resultado sobre el carácter del que los realiza. Si trabajamos sin reserva como seguidores de Cristo, el corazón se unirá en estrecha simpatía con el de Dios, y su Espíritu, al influir sobre el nuestro, hará que el alma responda con armonías sagradas al toque divino (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 71, 72).

Vestíos de benignidad (Col. 3:12-14).
Jueves 4 de febrero

El deber, el severo deber, tiene una hermana gemela, que es la bondad. Si el deber y la bondad se fusionan, se obtendrá una ventaja definida; pero si se separa el deber de la bondad, si el tierno amor no se mezcla con el deber, se producirá un fracaso, y como consecuencia habrá un daño muy grande. No ha deformarse a los hombres y las mujeres, pero muchos pueden ser ganados mediante la bondad y el amor (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 123).

Nuestro propósito debiera ser infundir toda la amabilidad posible en nuestra vida y hacer todos los favores posibles a los que nos rodean. Las palabras bondadosas nunca se pierden, Jesús las registra como si hubieran sido dirigidas a él mismo. Sembrad semillas de bondad, de amor y de ternura, y darán fruto (Comentario4bíblico adventista, t. 6, p. 1118).

El que bebe en el espíritu de Cristo lo manifestará en sus palabras bondadosas, y lo expresará con su conducta cortés. El plan de salvación debe suavizar todo lo que sea duro y áspero en el temperamento, y pulir toda rugosidad o arista en las maneras. El cambio exterior dará testimonio de un cambio en el interior. La verdad es lo que santifica, lo que refina. Cuando se la recibe en el corazón, obra con un poder oculto, transformando al que la recibe. Pero aquellos que profesan la verdad y que al mismo tiempo son ásperos, huraños y faltos de bondad en sus palabras y comportamiento, no han aprendido de Jesús; todas estas manifestaciones demuestran que todavía son siervos del maligno. Ningún hombre puede ser un cristiano sin tener el espíritu de Cristo, sin manifestar su humildad, suavidad y refinamiento en las maneras (Nuestra elevada vocación, p. 240).

La religión de Cristo es un sistema de verdadera cortesía celestial, y conduce a la exhibición práctica de una habitual ternura de sentimientos, bondad y comportamiento. Quien posea la bondad, acrecentará esta gracia, adelantando un paso más en la escalera. Cuanto más suba en la escalera, tanto más la gracia de Dios se revelará en su vida, sus sentimientos y sus principios. Está aprendiendo siempre los términos de su aceptación con Dios; y la única manera para obtener una herencia en los cielos, en llegar a ser semejante a Cristo en carácter. Todo el plan de misericordia debe suavizar lo que áspero en el temperamento, y refinar cualquier cosa tosca en el comportamiento. El cambio interno se manifiesta en las acciones externas. Las gracias del Espíritu de Dios obran, con un poder oculto, en la transformación del carácter. La religión de Cristo nunca manifestará acciones ásperas, incultas y descorteses. La cortesía es una virtud bíblica. La virtud de esta gracia del amor fraternal caracterizó la vida de Cristo. Esta cortesía nunca ha sido manifestada en la tierra como la reveló Jesucristo, y no podemos desestimar su valor (Nuestra elevada vocación, p. 74).



Guía de Estudio de la Biblia: El Fruto del Espíritu / Notas de Elena de White.
Periodo: Trimestre Enero-Marzo de 2010

Autor: Richard O'Fill, es escritor (El Cristiano Victorioso, Un Fruto Divino entre otros libros) y orador del ministerio Revival Sermons, ha trabajado para la iglesia en tres continentes, incluyendo siete años en las oficinas centrales de la Asociación General. Reside actualmente en Orlando, Florida, EE.UU.

Editor:
Clifford Goldstein

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Lección 6: El fruto del Espíritu es benignidad / Edición para Maestros


El sábado enseñaré...

Texto Clave: "Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo". Efesios 4:32.

Enseña a tu clase a:

Saber que la benignidad es una característica del cristiano genuino.
Sentir el deseo de respetar los sentimientos y la conducta de otros.
Hacer la decisión de mostrar benignidad a otros, en todas mis relaciones.

Bosquejo de la Lección

1. Saber: Benignidad, una señal de un corazón convertido

A. El respeto por otras personas era una característica distintiva de la vida de Jesús. ¿De qué manera esto también es cierto para nosotros?
B. ¿Cómo trató Jesús a quienes se oponían a él? ¿A Judas? ¿Al sumo sacerdote?
C. Aunque puede ser cierto que expresamos mejor la benignidad a otros cuando la experimentamos nosotros mismos, ¿por qué el tratamiento que otros nos dan no debe ser la base de cómo los tratamos a ellos?
D. ¿Cuán efectivos podrían ser el respeto y la benignidad en la testificación?

2. Sentir: Los efectos de la falta de benignidad de los otros

A. ¿Cómo el comprender que las palabras y acciones faltas de benignidad que hieren y disminuyen a las personas, nos ayudará en lo siguiente?:
a. a ser benignos.
b. a sentir dolor por nuestros actos rudos.

3. Hacer: Mostrar benignidad

A. El texto clave indica cómo la benignidad de Dios hacia nosotros debería motivarnos a conducirnos del mismo modo con otros.
a. ¿De qué manera nuestra benignidad es importante como cristianos?
b. ¿De qué modo el ser desagradables, rudos e hirientes afecta nuestra influencia?
c. Ser benignos ¿es una opción o una obligación?
d. ¿Cómo apoyarías tu opinión de la pregunta anterior?
e. ¿De qué manera los rasgos de carácter desarrollados con actos de benignidad tienen una influencia positiva en nuestra vida?

Resumen: La benignidad es esencial para la cultura cristiana. Ser rudo y áspero nos hiere a nosotros así como también a otros. La misericordia de Dios hacia nosotros nos motiva a practicar la misericordia hacia los demás. La benignidad de Cristo es nuestro modelo.


CICLO DE APRENDIZAJE

PASO 1: ¡Motiva!

Concepto clave para el crecimiento espiritual: La benignidad, como el tratamiento cortés, tierno y reflexivo hacia los demás sean que merezcan nuestro buen trato o no, es un rasgo que imita el tratamiento que Dios nos da a nosotros.

Solo para los maestros: Divide a tu clase en pequeños grupos y pide que piense en varios ejemplos de benignidad en la Biblia. Luego pide a cada grupo que elija una de las historias para actuarlas en silencio como un acertijo; que el resto de la clase adivine las historias que se actuaron; enumera estas historias en un pizarrón o papel grande.

Considera: ¿Cuáles serían algunas reacciones no benignas en estas mismas situaciones? ¿Qué hace la diferencia entre las reacciones reflexivas y las irreflexivas en una situación? ¿Has hecho alguna vez una elección consciente entre ser bondadoso o áspero en una respuesta? ¿Qué procesos de pensamiento precedieron tu elección?


PASO 2: ¡Explora!

Solo para los maestros: Al analizar las historias bíblicas que siguen, escribe el título para cada historia en un pizarrón o papel grande, y enumera los aspectos de la historia que son importantes como modelos de benignidad.

Comentario de la Biblia

I. Como Dios nos ha tratado mejor de lo que merecemos, debemos tratar a otros con la misma generosidad y bondad. (Repasa con tu clase Luc. 7:36-50).

Ni Judas ni Simón respondieron bondadosamente al regalo del perfume que hizo María o al hecho de que una persona de la reputación de María estuviera tocando a Jesús. Sin embargo, la respuesta de Jesús, en marcado contraste, fue de aprecio tan generoso que aseguró que se recordaría a María dondequiera que se predicara el evangelio. Al relacionar su historia con la de él, el tributo de Jesús al acto de bondad de María fue eterno.

El tratamiento de Jesús a María provino de un corazón rebosante de amor, y Jesús atribuyó el agradecimiento manifestado por ella, al hecho de que se le había perdonado mucho. Jesús está dispuesto a perdonarnos a todos, incluyendo a Judas y Simón. Pero ni Judas ni Simón reconocieron o apreciaron la profundidad de la paciencia y ternura del Salvador para con sus faltas, y cuánto estaba dispuesto a perdonar Jesús. Si lo hubieran hecho, ellos también habrían ofrecido algún don de gratitud en vez de protestar por el don de María. Sin embargo, sus reacciones ante las declaraciones de Jesús fueron muy diferentes. Judas tomó los comentarios de Jesús como un insulto y se endureció en su determinación de traicionarlo. Simón, en cambio por más egoísta y estrecho de mente que haya sido, cuando vio cuán bien lo conocía Jesús y que no obstante se abstenía de avergonzarlo en público, respondió al don de amor. “Simón fue conmovido por la bondad de Jesús al no censurarlo abiertamente delante de los huéspedes. Él no había sido tratado como deseaba que María lo fuese. Vio que Jesús no quiso exponer a otros su culpa, sino que, por una correcta exposición del caso, trató de convencer su mente, y subyugar su corazón manifestando benevolencia” (DTG 521).

Considera: ¿Qué hace que nuestros corazones se endurezcan o se enternezcan por la bondad de Dios para con nosotros? ¿De qué modo la forma en que Dios nos ama se traduce en cómo amamos a otros?

II. La importancia de palabras bondadosas (Repasa con tu clase 1 Sam. 25).

Habían insultado a David, y él apresuradamente prometió pagar el insulto con violencia. Abigail le salió al encuentro. Ella se inclinó ante él, tratándolo como a un rey, y sus palabras benignas y humildes cambiaron la ira del hombre. “La piedad de Abigail, como la fragancia de una flor, se expresaba inconscientemente en su semblante, sus palabras y sus acciones. El Espíritu del Hijo de Dios moraba en su alma. Su palabra, sazonada con gracia, y henchida de bondad y de paz, derramaba una influencia celestial” (PP 724).

Con sus palabras bondadosas y respetuosas, Abigail pudo hacerle ver a David cuán necia e impulsiva era su pasión por venganza, y David tembló cuando se dio cuenta de cuán cerca había estado de realizar acciones apresuradas contra alguien que lo había insultado. Sin embargo, estas no fueron solo las palabras de una mujer sabia. Eran la evidencia de que el Espíritu de Dios moraba en su corazón, y daba forma y expresión a sus palabras.

Considera: ¿Qué situaciones afrontamos en las que nuestras palabras serenas y benignas pueden intervenir en una situación riesgosa, y tal vez evitar dificultades? ¿De qué modo nuestras palabras arrojan una influencia celestial?

III. Bondad en el hogar y fuera de él (Repasa con tu clase Rut 1; 2).

Noemí había sido extranjera en Moab, y Rut era extranjera en Belén. Rut no necesitaba ir a la tierra de su suegra, pero una vez allí, llevó la carga de proveer a las necesidades de Noemí y de ella misma en campos extraños donde fácilmente podría encontrarse con abusos. Cuán aliviada debe haberse sentido cuando halló la benignidad de Booz. Y él, que era tan generoso, fue rápido en reconocer esa benignidad en la mujer que estaba espigando en sus campos.

Hay muchas otras historias de hospitalidad en las Escrituras. Está la historia de la pareja que abrigó y alimentó a Eliseo, gestos que el profeta apreció mucho y Dios recompensó (2 Rey. 4:8-37). Abrahán, Lot y tal vez otros, al atender a extranjeros, “sin saberlo, hospedaron ángeles” (Heb. 13:2). A nosotros se nos aconseja actuar igual.

Jesús mismo, aunque estaba en las garras de la crisis más violenta que el universo haya conocido, reflexivamente hizo provisión para el bienestar de su madre (Juan 19:25-27). Los actos de benignidad deben engrasar las ruedas de todas nuestras interacciones con otros, pero especialmente en el hogar. “Quienes cultiven el espíritu de Cristo manifestarán cortesía en la casa y un espíritu de benevolencia aun en las cosas pequeñas. Constantemente procurarán hacer felices a cuantos los rodeen, olvidándose de sí mismos mientras hacen a los demás objeto de sus bondadosas atenciones. Tal es el fruto que crece en el árbol cristiano” (HAd 383).

Considera: ¿Cómo te sientes al saber que el Juez de toda la tierra hace lo mejor que puede para hablar benignamente a cada uno de nosotros, y acerca de nosotros, excusando nuestra debilidad tanto como sea posible? ¿Cuán tiernos deberíamos ser con quienes están luchando, que son débiles o están tentados?

* ¿Qué oportunidades tenemos de ser benignos tanto en casa como fuera de ella?


PASO 3: ¡Aplica!

Se dice que la frase “Practica la bondad al azar y actos de belleza sin sentido”, fue creada por una activista de la paz llamada Anne Herbert, que aparentemente la escribió en una servilleta en un restaurante en 1982 ó 1983. Muchas películas, libros, y sitios en Internet usaron la frase o se basaron en su concepto, incluyendo una película del año 2000, “Pay it Forward” (“Cadena de favores”), y en el libro titulado Random Acts of Kindness publicado en 1983 por Conari Press.

Preguntas para reflexionar:

1. Jesús dijo que el acto benigno de María sería contado como un monumento a ella. Como grupo, recuerden actos de benignidad que ustedes experimentaron. ¿Qué hizo que aquellos actos fueran memorables?

2. Como grupo, repasen algunas cosas benignas, generosas, y reflexivas que Dios hizo por ustedes. ¿Qué clase de actos de Dios son más memorables para ustedes?


PASO 4: ¡Crea!

Solo para los maestros: Puedes elegir hacer copias de varias de las ideas que siguen y desafiar a los miembros de tu clase a probar algunas de las ideas durante la semana próxima. Sugiere que, si tienen alguna experiencia interesante, la compartan con la clase el sábado siguiente.

1. Hagan una caminata por la naturaleza y examinen los alrededores para encontrar actos fortuitos de benignidad que Dios no tenía necesidad de hacer, pero que de todos modos hizo.

2. Un sitio web de la Fundación de Actos Fortuitos de Bondad es http://www.actsofkindness.org, que ofrece sugerencias, historias y citas acerca de la bondad. Una historia, presentada por un autor anónimo, dice: “Yo tenía interés en hacer algo bueno para alguien. Así que salí y compré unas flores, y puse una en cada buzón para diarios del vecindario, hasta que se me terminaron las flores. Al día siguiente, mi vecino dijo: ‘Recibí una flor con mi diario’, y solamente le contesté: ‘Alguien se preocupa por usted’”. ¿Qué clase de cosas anónimas sería agradable hacer en favor de las personas de tu vecindario?

3. Cristo les pidió un acto de benignidad a sus discípulos en el Jardín del Getsemaní, que ellos no realizaron por ser demasiado débiles. Él se sentía solo, y anhelaba aprecio y reconocimiento, especialmente de aquellos por quienes estaba ofreciendo su máximo sacrificio. Sin embargo, seguramente recordó la bondad de María hacia él, aun mientras entraba en el período oscuro de su prueba y crucifixión. Ese acto debe haber sido una fuente de fortaleza y consuelo para él. Aunque no podemos recuperar oportunidades perdidas de servir a Cristo, examina Mateo 25:34 al 46. Cada cosa pequeña que hacemos en favor de otros, Cristo las cuenta como si hubieran sido hechas para él. “Cristo apreciaba los actos de cortesía que brotaban del corazón. Cuando alguien le hacía un favor, lo bendecía con cortesía celestial. No rechazaba la flor más sencilla arrancada por la mano de un niño que se la ofrecía con amor” (DTG 517). ¿Qué acto de benignidad puedes ofrecer a Cristo esta semana?



Guía de Estudio de la Biblia: El Fruto del Espíritu / Edición para Maestros.
Periodo: Trimestre Enero-Marzo de 2010

Autor: Richard O'Fill, es escritor (El Cristiano Victorioso, Un Fruto Divino entre otros libros) y orador del ministerio Revival Sermons, ha trabajado para la iglesia en tres continentes, incluyendo siete años en las oficinas centrales de la Asociación General. Reside actualmente en Orlando, Florida, EE.UU.

Editor: Clifford Goldstein

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sábado, 23 de enero de 2010

Lección 5: El fruto del Espíritu es paciencia Para el 30 de enero de 2010

Sábado 23 de enero.

Lee Para el Estudio de esta Semana: Génesis 6:3; Éxodo 34:6; Marcos 4:26-29; Romanos 15:5; Efesios 4:1, 2; Santiago 1:2-4.

Para Memorizar: “Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (Heb. 10:36).

En griego, son dos las palabras expresan el significado de “paciencia”, otro fruto del Espíritu. La primera es hupomoné, traducida como “resistencia, constancia, y entereza” en circunstancias que no pueden ser cambiadas. La segunda palabra, makrothumía, significa “longanimidad”, “de gran disposición”. Es lo opuesto a “genio rápido”, “impaciente”, y “que se frustra fácilmente”. En general, significa mantenerse sin ser descarrilado por la adversidad. Generalmente se aplica a tener paciencia con la gente.

Una persona paciente es apacible, amable y constante en toda circunstancia. La verdadera prueba de la paciencia no está en la espera, sino en cómo se conduce uno mientras espera. “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Sant. 1:4).

Llegar a ese punto requiere práctica, demanda la gracia de Dios, y una disposición de poner el yo a un lado y entregarse a la dirección del Espíritu Santo. Las buenas noticias son que, si aprendemos paciencia, estaremos en condiciones de recibir también muchas otras bendiciones de Dios.


La paciencia es un atributo de Dios (Éxo. 34:6).
Domingo 24 de enero

“Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Éxo. 34:6).

Una de las muchas historias bíblicas que ilustran la paciencia de Dios es lo de su trato con Nínive. El profeta Jonás reconoció la paciencia de Dios: “Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal” (Jon. 4:2).

Nota algunas de las otras cualidades con las que se combina la paciencia en Éxodo 34:6. La gracia de Dios, la misericordia, la compasión, la bondad y la verdad protegen y sostienen aun a los pecadores más empedernidos a fin de darles el mayor tiempo y oportunidad para cambiar su vida. Si Dios eliminara a las personas con la misma rapidez con que los seres humanos frecuentemente lo hacemos, todos estaríamos muertos.

¿Por qué Dios es paciente con los pecadores? (2 Ped. 3:8, 9). ¿Cómo has visto la realidad de esta verdad manifestada hacia ti mismo y hacia otros?

Si alguien te preguntara cómo te imaginas a Dios, ¿cómo lo describirías? Esto es revelador, porque la forma en que un cristiano piensa acerca de Dios tiene mucho que ver con su concepto del mundo y con cómo trata a otros. Si viéramos a Dios como airado y listo para castigar, ¿de qué manera trataríamos a otros en la iglesia y en nuestros hogares?

¿Cómo podemos aprender a hacer lo que Dios nos llama a hacer según Romanos 15:5?


Se requiere paciencia (Efe. 4:1, 2).
Lunes 25 de enero

Lee Efesios 4:1 y 2. Considera los elementos que Pablo presenta a los que han de “andar como es digno” del Señor. Entre ellos está la paciencia. ¿De qué manera se vincula la paciencia con los otros atributos presentados? Es decir, ¿de qué modo se nutren unos a otros?

La iglesia es una mezcla de personas de diversos trasfondos y culturas. También incluye a personas que están en distintos peldaños de la escalera hacia la madurez. Se necesita paciencia para ser capaz de llevarse bien donde hay tantas diferencias. Los que son más maduros pueden verse tentados a ser impacientes con los que son menos maduros. A pesar de que a ellos les llevó años llegar al nivel actual de conocimiento, a menudo los maduros no están dispuestos a dar a los inmaduros la misma cantidad de tiempo y estudio para alcanzar su nivel de conocimiento y comprensión.

¿Cuál es el consejo de Pablo acerca de cómo hemos de tratar con los que son débiles en la fe? Rom. 14:1; 15:1.

La paciencia en la iglesia es una cosa. Pero ¿qué diremos de la paciencia en el hogar? ¿Cuáles son algunas de las cosas que nos vuelven impacientes con otros miembros de nuestra familia? ¿Cuánto tiempo deberíamos orar por los miembros de la familia que están fuera de la fe? ¿Has conocido a alguien que oró por un ser amado durante muchos años hasta que la persona entregó su corazón al Señor? ¿Cuáles son algunas maneras prácticas en las que podemos aprender a cultivar la paciencia con los miembros de la familia? ¿Por qué la muerte al yo aquí es tan importante?

Además, si podemos ser pacientes en casa, con los que siempre están delante de nosotros, entonces probablemente seremos pacientes también con otros.

Piensa acerca de la paciencia que el Señor ha tenido contigo. ¿De qué modo mantener esta realidad constantemente ante ti te ayuda a aprender a mostrar paciencia hacia otros? Si el Señor te tratara como tú tratas a otros, ¿cuál piensas que sería tu destino?


La paciencia en el evangelio (2 Tim. 4:2).
Martes 26 de enero

Predicar y enseñar el evangelio es una de las áreas más difíciles en las cuales ejercitar paciencia. La mayoría de nosotros somos demasiado impacientes con la gente que no conoce la verdad o no parece interesarse en ella. Pero en un mundo lleno de falsas doctrinas y prejuicio contra la verdad, debemos ser pacientes al procurar conducir la gente a Cristo. Es demasiado fácil sacudir la cabeza y decir: “¿Por qué no lo entienden? La verdad es tan sencilla”.

La verdad siempre es clara para la persona que no está mirándola a través de los lentes de las falsas doctrinas, la tradición, la familia, etc. Debemos ser pacientes al procurar abrir las mentes, y desatar los tentáculos del prejuicio y las falsas enseñanzas que los atan al error y la tradición.

Lee Marcos 4:26 al 29. ¿Cuáles son algunas lecciones prácticas acerca de la paciencia para ganar almas, que surgen de esta parábola?

Tenemos la tendencia a pensar que, cuando alguien estudia una doctrina bíblica específica y no la acepta de inmediato, debe significar que la persona ha rechazado la verdad. Sin embargo, ese no siempre es el caso. El hecho es que la conversión puede ser un proceso largo y complicado que, a veces, podría llevar años. Aunque muchos de nosotros podríamos estar ansiosos de ver el fruto inmediato de nuestras labores, no siempre ocurre así. Lo importante es que, en nuestro celo, no lleguemos a ser un obstáculo para alguien; es decir, no debemos empujar tan fuerte que la persona se desanime. Pero más importante todavía es que nunca debemos condenar o juzgar a alguien que no hace un compromiso con las verdades que amamos tanto, en el momento en que pensamos que debería hacerlo. Tus labores, tu trabajo por la persona, podrían bien ser un paso importante en el proceso que puede no dar frutos hasta años más tarde. Sencillamente no lo sabes. Lo vital es no arruinarlo todo condenando o criticando a la persona.

¿Qué punto vital se encuentra en 1 Samuel 16:7 que siempre deberíamos recordar en este contexto (y en otros también)?

La paciencia tiene sus límites (Gén. 6:3).
Miércoles 27 de enero

No hay manifestación más grande de paciencia que la que Dios muestra hacia a los seres humanos. Pero debemos comprender que aun la grande misericordia de Dios tiene un límite.

La paciencia de Dios duró 120 años en los días de Noé, mientras se preparaba el arca (1 Ped. 3:20). Pero llegó el momento cuando la obstinación de la gente agotó la paciencia de Dios, y él destruyó la tierra con un diluvio.

Lee Génesis 6:3. ¿Qué principio importante aparece allí?

En el caso de Sodoma y Gomorra, de Israel en el desierto, y de la cautividad babilónica, ¿qué actitud de parte de la gente motivó las consecuencias que sufrió el pueblo? Deut. 31:27; Sal. 95:8; Jer. 17:23.

Podría alegarse que, siendo que la paciencia de Dios se agotó, esto nos da permiso para hacer lo mismo. Pero cuando estudiamos la historia de la paciencia de Dios, se hace evidente que esta no duró un día, una semana, o aun un año. A menudo pasaban generaciones antes de que su paciencia se agotara, lo cual, por supuesto, no es una opción abierta para nosotros.

¿Habrá algún punto en el que nuestra paciencia pueda agotarse legítimamente cuando tratamos con personas en una situación difícil? Depende de lo que eso significa. Podríamos decidir que hemos soportado suficiente de cierta situación y concluimos que eso debe terminar. Pero esto no es lo mismo que ser criticón, no amante o cruel en el proceso. Podría ser el momento de actuar, pero esa acción nunca debería ser contraria a los principios de la bondad, el amor y el interés por el bien de los demás.

Medita en situaciones en las que tu paciencia se agotó legítimamente, y en forma ilegítima. ¿Cuál fue la diferencia entre las dos? ¿Qué aprendiste de esas experiencias? Si tuvieras que hacerlo de nuevo, ¿qué harías en forma diferente?

Cómo desarrollar la paciencia (Sant. 1:2-4).
Jueves 28 de enero

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte nada” (Sant. 1:2-4). ¿Cuál ha sido tu experiencia con la realidad de estos versículos? ¿Qué aprendiste de las diversas pruebas que afrontaste que, al fin, te han hecho una persona mejor, que refleja mejor el carácter de Jesús?

La palabra griega para “pruebas”, que a veces se ha traducido como “tentaciones”, es la palabra peirázo, que tiene el significado más amplio de “probar” o “tomar un examen”. El diablo nos prueba o tienta a hacer lo malo. Las pruebas o tentaciones que Dios permite que nos sobrevengan tienen el propósito de desarrollar nuestro carácter.

“Las pruebas de la vida son los instrumentos de Dios para eliminar de nuestro carácter toda impureza y tosquedad. Mientras nos labran, escuadran, cincelan, pulen y bruñen, el proceso resulta penoso, y es duro ser oprimido contra la rueda de esmeril. Pero la piedra sale preparada para ocupar su lugar en el templo celestial. El Señor no ejecuta trabajo tan consumado y cuidadoso en material inútil. Únicamente sus piedras preciosas se labran a manera de las de un palacio” (DMJ 15).

Sin embargo, esto no significa que toda prueba proviene de la providencia divina. Frecuentemente, nos acarreamos sufrimientos sobre nosotros mismos por desobediencia; además, a menudo las pruebas y sufrimientos son simplemente el resultado de lo que significa vivir en un mundo caído y pecaminoso donde tenemos un enemigo que nos odia (1 Ped. 5:8). No obstante, lo que esto significa es que por medio de una entrega completa de nosotros mismos al Señor, aferrándonos a él con fe y obediencia, no importa lo que atravesemos, podremos salir mejores o más refinados, si permitimos que Dios obre en nosotros. Nadie dijo que sería divertido. La vida aquí a menudo no es divertida, pero se nos da la maravillosa promesa: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6).

Para Estudiar y Meditar.
Viernes 29 de enero

“En su trato con la raza humana, Dios sobrelleva con paciencia al impenitente. Usa a sus instrumentos designados para inducir a los hombres a que sean leales, y les ofrece su perdón pleno si se arrepienten. Pero como Dios es paciente, los hombres abusan de su misericordia. ‘Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal’ [Ecl. 8:11]. La paciencia y la magnanimidad de Dios, que debiera enternecer y subyugar el alma, tienen una influencia completamente distinta sobre los descuidados y pecaminosos. Los induce a desechar las restricciones, y los hace más decididos en su resistencia. Piensan que Dios, que durante tanto tiempo los ha tolerado, no tendrá en cuenta su perversidad. Si viviéramos en una dispensación de retribución inmediata, las ofensas contra Dios no ocurrirían con tanta frecuencia. Pero, aunque se demore, el castigo no por eso es menos seguro. Hay límites aun para la tolerancia de Dios. Se puede llegar al límite de su paciencia, y entonces él castigará con toda seguridad. Y cuando trate el caso del pecador insolente, no se detendrá hasta haberle dado fin completo”. –“Comentarios de Elena G. de White” (CBA 3:1184).

Preguntas Para Dialogar:

1. Decir que Dios es paciente no es lo mismo que decir que él es tolerante. ¿Cuál es la diferencia entre paciencia y tolerancia, y por qué es fácil confundir ambas?

2. Al considerar la vida de Cristo, ¿de qué modo revela lo que significa la paciencia? ¿Cuáles son algunos ejemplos destacados que muestran su paciencia? ¿Qué ejemplos provee él, si hubo alguno, de situaciones en las que la paciencia ya no era más apropiada?

3. Medita sobre las pruebas y el carácter. Sin duda las pruebas pueden mejorar nuestro carácter en muchos casos. Al mismo tiempo, ¿qué sucede cuando las pruebas amargan a las personas, las apartan de Dios, y las hacen cínicas y llenas de dudas? ¿Has visto alguna vez que esto le suceda a alguien? Si es así, ¿qué puedes aprender de esa experiencia?

4. Además de pruebas, ¿de qué otras maneras puede Dios enseñarnos paciencia? ¿Cómo has aprendido (o estás aprendiendo todavía) la lección de la paciencia?

5. ¿Hay alguien a quien debas pedir disculpas por tu falta de paciencia? ¿Por qué no humillarte y presentar la disculpa y hacer cualquier cosa necesaria para arreglar la situación? ¿No es eso lo que debe hacer un cristiano?




Guía de Estudio de la Biblia: El Fruto del Espíritu / Edición para Adultos.
Periodo: Trimestre Enero-Marzo de 2010

Autor: Richard O'Fill, es escritor (El Cristiano Victorioso, Un Fruto Divino entre otros libros) y orador del ministerio Revival Sermons, ha trabajado para la iglesia en tres continentes, incluyendo siete años en las oficinas centrales de la Asociación General. Reside actualmente en Orlando, Florida, EE.UU.
Editor: Clifford Goldstein

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Lección 5: El fruto del Espíritu es paciencia / Notas de Elena de White


Sábado 23 de enero

Debiéramos trabajar como lo hizo nuestro divino Maestro, sembrando las semillas de verdad con cuidado, ansiedad y abnegación. Debemos tener la mente de Cristo si no queremos cansarnos en el bien hacer. La vida de él fue una vida de continuo sacrificio por el bien de otros. Debemos seguir su ejemplo. Debemos sembrar la semilla de verdad y confiar que Dios la vivificará. La preciosa semilla puede yacer dormida por algún tiempo mientras la gracia de Dios logre convencer el corazón y la semilla que ha sido sembrada sea despertada a la vida y brote y lleve fruto para la gloria de Dios. Se necesitan misioneros en esta gran obra para trabajar desinteresada, ferviente y perseverantemente como colaboradores con Cristo y con los ángeles celestiales en la salvación de sus semejantes (Testimonios para la iglesia, t. 3, pp. 233, 234).

De la raíz de la verdadera humildad surge la más preciosa grandeza mental: grandeza que lleva a los hombres a conformarse a la imagen de Cristo. Los que poseen esta grandeza ganan paciencia y confianza en Dios. Su fe es invencible. Su verdadera consagración y dedicación mantienen oculto al yo. Las palabras que salen de sus labios se modelan en forma de expresiones de ternura y amor semejantes a Cristo. Comprendiendo su propia debilidad, aprecian la ayuda que les da el Señor, y anhelan su gracia para poder hacer lo que es correcto y leal. Por su comportamiento, su actitud y su espíritu, llevan consigo las credenciales de estudiantes en la escuela de Cristo (A fin de conocerle, p. 39).


La paciencia es un atributo de Dios (Éxo. 34:6).
Domingo 24 de enero

[Se cita 2 Pedro 3:8, 9] Ahora alabo a Dios por su prolongada y misericordiosa paciencia. El mensaje ha sido llevado a muchos países. Es un mensaje mundial... Hemos tenido oportunidad de enviar la luz a muchos miles que se han gozado en la verdad y han sacrificado sus recursos y sus medios para construir los sanatorios y las iglesias en todas partes... Se han establecido escuelas y se abren nuevos campos... Los ángeles esperan a fin de preparar a hombres y mujeres convertidos para que hagan esta obra si quieren consagrar todo su corazón, mente y alma al trabajo. No tenemos tiempo que perder (A fin de conocerle, p. 351).

La razón por la tardanza del Esposo es por su paciencia hacia nosotros, "no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento". ¡Qué preciosa es la paciencia de nuestro misericordioso Salvador! ¡Ojalá que cada joven apreciara el valor del alma que ha sido comprada a un precio infinito en la cruz del Calvario y que estimara correctamente las capacidades que le han sido dadas por Dios! Mediante Cristo, cada uno puede subir en la escalera del progreso y poner todas las energías bajo el control de Jesús; cada uno puede representar su carácter y mostrar por sus acciones, pensamientos, palabras y espíritu, que es dirigido por el Espíritu de Cristo. De esa manera podrá ejercer una poderosa influencia sobre los demás.

El tiempo en que vivimos dentro de la historia del mundo ha dado a cada uno capacidades morales y los ha colocado bajo influencias religiosas, dándoles oportunidades y facilidades para desarrollar caracteres como el de Cristo. Resta ver si cada uno cooperará con las agencias divinas para hacer su llamado y su elección segura. Cada uno debe orar, creer, obedecer y apropiarse de la ayuda provista, porque en su propia fuerza nadie puede hacer nada. Pero por la gracia de Cristo se pueden emplear las energías de tal manera que traigan las mayores bendiciones para la propia alma y para las almas de los demás. Al aferrarse de Jesús se llegarán a hacer las obras de Cristo y finalmente se recibirá la eterna recompensa (The Youth's Instructor, septiembre 20, 1894).


Se requiere paciencia (Efe. 4:1, 2).
Lunes 25 de enero

"Fortalecidos en todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad" (Colosenses 1:11).

El amor es la ley del reino de Cristo. El Señor requiere que cada uno alcance una norma elevada. La vida de sus hijos ha de revelar amor, mansedumbre y tolerancia. La tolerancia nos permite soportar... muchas cosas, sin que tratemos de vengarnos por palabra o acción.

La "tolerancia" es la paciencia inofensiva. Si sois tolerantes, no transmitiréis a los demás vuestro pretendido conocimiento de los errores y equivocaciones de vuestro hermano. Trataréis de salvarlo porque fue comprado con la sangre de Cristo "Redargúyele entre ti y él solo; si te oyere, has ganado a tu hermano". "Hermanos, si alguno fuere tomado en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con el espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, porque tú no seas también tentado". Ser tolerante no significa ser sombrío o andar triste, amargado o endurecido, es precisamente todo lo contrario.

Tratad de vivir en paz con todos los hombres, y permitid que el ambiente que os rodee sea grato y de suave fragancia. El Señor oye cualquier palabra necia que se pronuncia. Si lucháis contra la egoísta naturaleza humana, avanzaréis a paso firme en la obra de vencer las tendencias hereditarias y cultivadas que os arrastran hacia el mal. Por medio de la paciencia, la tolerancia y la lenidad lograréis mucho. recordad que no os pueden humillar las expresiones insensatas de los demás; pero en cambio, cuando dais una respuesta necia, perdéis una victoria que podríais haber ganado. Tened cuidado con lo que decís.

La tolerancia y la ausencia de egoísmo señalan las palabras y acciones de los que han nacido de nuevo para vivir la nueva vida en Cristo (Meditaciones matinales 1952, p. 53).

¿Logramos algo con ser impacientes? Los gritos y duras palabras, así como un espíritu malhumorado y criticón son evidencia de una mente presumida y caprichosa. La impaciencia produce luchas, acusaciones y tristeza. En cambio la paciencia es un bálsamo de amor y paz en las experiencias de la vida en familia. Cuando practicamos la preciosa gracia de la paciencia hacia los demás, estamos reflejando nuestra unión con Cristo. La paciencia siempre busca la unidad, tanto en la familia como en la iglesia y la comunidad. Cada uno debiera entretejerla en su vida y agregar a la fe, la virtud, la temperancia y la gracia de la paciencia (Peter's Counsel to Parents, p. 19).
Los que tienen sus corazones llenos del amor de Dios mostrarán paciencia y bondad en su trato con los demás. No desearán que alguien sea contado entre los incrédulos el día en que Cristo venga. por el contrario, los seguidores del Señor desearán hacer todo lo que les sea posible para salvar a las almas. No podemos actuar de tal manera con aquellos que están fuera del redil que los prive de acercarse y de recibir la esperanza del evangelio (Sermons and Talks, t. 2, p. 266).

El mundo no tiene derecho a dudar de la verdad del cristianismo porque en la iglesia haya miembros indignos, ni debieran los cristianos descorazonarse a cada de esos falsos hermanos. ¿Qué ocurrió en la iglesia primitiva? Ananías y Safira se unieron con los discípulos. Simón el mago fue bautizado... Judas Iscariote figuró entre los apóstoles. El Redentor no quiere perder un alma, su trato con Judas fe registrado para mostrar su larga paciencia con la perversa naturaleza humana; y nos ordena que seamos indulgente como él lo fue (Conflicto valor, p. 318).


La paciencia en el evangelio (2 Tim. 4:2).
Martes 26 de enero

La vida del Salvador en esta tierra, pese a haber sido vivida en medio de conflictos, fue una vida de paz... Ninguna tormenta de la ira satánica pudo alterar la calma de aquella perfecta comunión con Dios. Y nos dice: "Mi paz os doy".

Aquellos que aceptan la palabra de Cristo y confían sus almas a su cuidado, sus vidas a su ordenación, encontrarán paz y quietud. Nada en el mundo podrá ponerlos tristes siendo que Jesús les da gozo con su presencia. En la perfecta conformidad hay perfecto descanso. El Señor dice: "Tu guardarán en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado" (Isaías 26:3).

Es el amor al yo el que destruye la paz. Mientras el yo está vivo, permanecemos continuamente listos para guardarlo de mortificación e insulto. Pero cuando el yo está muerto y nuestra vida está oculta con Cristo en Dios no nos dejaremos afectar por descuidos o menosprecios...

Cuando recibimos a Cristo en el alma como un huésped permanente, la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará nuestros corazones y mentes. No hay otros fundamento de paz sino éste. La gracia de Cristo, recibida dentro del corazón, domina la enemistad, apacigua la contienda y llena el alma con amor (En lugares celestiales, p. 249).

La vida de cada hombre testifica acerca de la verdad de las palabras de la Escritura: "Los impíos son como la mar en tempestad, que no puede estarse quieta... No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos". El pecado ha destruido nuestra paz. Mientras el yo no está subyugado, no podemos hallar descanso. Las pasiones predominantes en el corazón no pueden ser regidas por facultad humana alguna. Somos tan impotentes en esto como los discípulos para calmar la rugiente tempestad. Pero el que calmó las olas de Galilea ha pronunciado la palabra que puede impartir paz a cada alma. Por fiera que sea la tempestad, los que claman a Jesús: "Señor, sálvanos" hallarán liberación. Su gracia, que reconcilia al alma con Dios, calma las contiendas de las pasiones humanas, y en su amor el corazón descansa. "Hace parar la tempestad en sosiego, y se apaciguan sus ondas. Alégranse luego porque se reposaron; y él los guía al puerto que deseaban".

"Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". "Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre" (El Deseado de todas las gentes, pp. 303, 304).

Poco antes de su crucifixión, Cristo había dejado a sus discípulos un legado de paz: "La paz os dejo -dijo- mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo". Esta paz no es la paz que proviene de la conformidad con el mundo. La que Cristo dejó a sus discípulos es interior más bien que exterior. Afuera habrá guerras y luchas, oposición de los enemigos declarados y frialdad y suspicacia de los que dicen ser amigos. La paz de Cristo no destierra la división y las luchas sino que permanece en el corazón en medio de los conflictos (Review and Herald, enero 16, 1900).


La paciencia tiene sus límites (Gén. 6:3).
Miércoles 27 de enero

En los días de Noé, la maldad del mundo llegó a ser tan grande que Dios no podía soportarla más, y dijo: "Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombre que he creado" (Génesis 6:7). Pero se compadeció de la raza humana, y en su amor proveyó un refugio para todos los que lo aceptaran. Le dio a Noé el mensaje que debía proclamar a la gente: "No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre" (Génesis 6:3).

Se le indicó a Noé que construyera un arca, y que al mismo tiempo predicara que Dios enviaría un diluvio de agua sobre la tierra para destruir a los impíos. Los que creyeran el mensaje, y se prepararan para ese acontecimiento mediante el arrepentimiento y la reforma, recibirían perdón y serían salvos; pero la resistencia continua a los ruegos y las advertencias del cielo, dadas por su siervo Noé, los separarían de Dios y, como resultado, la misericordia y el amor infinitos cesarían en sus súplicas.

El Espíritu de Dios continuó luchando con el hombre rebelde hasta que casi expiró el tiempo estipulado, cuando Noé y su familia entraron al arca, y la mano de Dios cerró la puerta. El Dios de la misericordia, al dejar el trono de oro, terminó la intercesión por el pecador culpable.

No todos los hombres de esa generación eran paganos idólatras en el más amplio sentido de la palabra. Muchos tenían conocimiento de Dios y de su ley; pero no sólo rechazaron el mensaje del fiel predicador de justicia, sino que utilizar su influencia para evitar que otros obedecieran a Dios. A todos les llega el día de prueba y de decisión. Esa generación tuvo su día de oportunidad y privilegio mientras Noé hacía resonar la nota de advertencia acerca de la destrucción venidera; pero cedieron sus mentes al control de Satanás antes que al de Dios, y él los engañó, como lo hizo con nuestros primeros padres. Les presentó oscuridad y falsedad en lugar de luz y verdad; y ellos prefirieron sus sofisterías y mentiras, porque les resultaban aceptables al estar en armonía con sus vidas corruptas; mientras que la verdad, que podría haberlo salvado, fue rechazada como un error (Recibiréis poder, p. 256).

En toda época, la transgresión de la ley de Dios fue seguida por el mismo resultado. En los días de Noé, cuando se violó todo principio del bien hacer, y la iniquidad se volvió tan arraigada y difundida que Dios no pudo soportarla más, se promulgó el decreto: "Raeré los hombres que he creado de sobre la faz de la tierra" (Génesis 6:7). En los tiempos de Abrahán, el pueblo de Sodoma desafió abiertamente a Dios y a su ley; y se manifestó la misma perversidad, la misma corrupción y la misma sensualidad desenfrenada que habían distinguido al mundo antediluviano. Los habitantes de Sodoma sobrepasaron los límites de la tolerancia divina, y contra ellos se encendió el fuego de la venganza.

El tiempo que precedió al cautiverio de las diez tribus de Israel se destacó por una desobediencia y una perversidad similares. No se tenía en cuenta para nada la ley de Dios, y esto abrió las compuertas de la iniquidad sobre Israel. Oseas declaró: "Jehová pleitea con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, y mentir, y matar, y hurtar y adulterar prevalecieron, y sangres se tocaron con sangres" (Oseas 4:1, 2) (Profetas y reyes, p. 222).


Cómo desarrollar la paciencia (Sant. 1:2-4).
Jueves 28 de enero

"Sabiendo que la prueba de vuestra fe obra paciencia. Más tenga la paciencia perfecta su obra, para que seáis perfectos y cabales, sin faltar en alguna cosa" (Santiago 1:3, 4).
El apóstol dice que debemos recibir la gracia de la temperancia para que podamos recibir la de la paciencia. La paciencia, cuando hay pruebas, evitará que digamos y hagamos aquellas cosas que herirán nuestras propias almas, y herirán a aquellos con quienes nos relacionamos. No importa cuántas sean vuestras pruebas, ninguna cosa podrá dañaros seriamente si ejercitáis la paciencia, si manifestáis calma y serenidad cuando estáis en situaciones difíciles...

Podemos ver la sabiduría de Pedro, al colocar la temperancia como una gracia que debía añadirse al conocimiento, antes de adquirir la paciencia. Esta es una de las razones por las cuales es necesario vencer el apetito hacia todos los estimulantes, porque cuando los nervios se excitan por la influencia de esas substancias irritantes, ¡cuántos y cuán penosos son los males que se hacen!...

El cristiano tiene necesidad de añadir paciencia a la temperancia. Es necesario tener principios firmes y propósitos fijos, para no ofender en palabra o acción, ya sea a nuestra conciencia o al sentimiento de los demás. Debe haber una elevación por encima de las costumbres del mundo, a fin de soportar el reproche, el chasco, las pérdidas y las cruces, sin murmurar, pero con una dignidad exenta de toda queja. Un hombre o una mujer petulante y de mal genio, realmente no sabe lo que es ser feliz. Toda copa que lleva a sus labios parece ser amarga, y su senda parece estar sembrada con ásperas piedras, con espinas y abrojos; pero a la temperancia debe añadirse paciencia, y no deben verse ni sentirse las cosas desagradables.

La paciencia debe realizar su obra perfecta, o no podremos ser perfectos y completos, sin que nada nos falte. Se nos han señalado dificultades y aflicciones, que nosotros debemos soportar pacientemente, ¿o bien amargaremos a todos con nuestras quejas? El oro se pone en el crisol para quemar la escoria. ¿No seremos nosotros pacientes bajo el ojo del refinador? Debemos rehusar hundirnos en un estado mental deprimido y desconsolado; debemos mostrar una tranquila confianza en Dios, experimentando gozo cuando se nos permite soportar las pruebas por Cristo (Nuestra elevada vocación, p. 72).

... La paciencia es una planta que crecerá rápidamente si se cultiva con esmero. Al conocernos cabalmente a nosotros mismos, y combinando nuestra firme decisión con la gracia de Dios, podremos ser vencedores y llegar a la perfección en todas las cosas sin que nada nos falte (Meditaciones matinales 1952, p. 100).

Pero la adopción en la familia de Dios nos hace hijos y no esclavos. Cuando el amor de Cristo entre en el corazón, nos esforzamos por imitar el carácter de Cristo... El Espíritu Santo infunde claro entendimiento en el corazón de cada verdadero hacedor de la Palabra. Mientras más crucificamos las prácticas egoístas impartiendo nuestras bendiciones a otros y ejerciendo nuestras facultades recibidas de Dios, más se fortalecerán las gracias celestiales y aumentarán en nosotros. Creceremos en espiritualidad, en paciencia, en fortaleza, en humildad, en delicadeza (A fin de conocerle, p. 120).



Guía de Estudio de la Biblia: El Fruto del Espíritu / Notas de Elena de White.
Periodo: Trimestre Enero-Marzo de 2010

Autor: Richard O'Fill, es escritor (El Cristiano Victorioso, Un Fruto Divino entre otros libros) y orador del ministerio Revival Sermons, ha trabajado para la iglesia en tres continentes, incluyendo siete años en las oficinas centrales de la Asociación General. Reside actualmente en Orlando, Florida, EE.UU.

Editor: Clifford Goldstein

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Lección 5: El fruto del Espíritu es paciencia / Edición para Maestros


El sábado enseñaré...

Texto Clave: "Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada". Santiago 1:2-5.

Enseña a tu clase a:

Saber aceptar la realidad de que el ejercicio de la paciencia puede ser difícil.
Sentir el deseo sincero de desarrollar la paciencia.
Hacer: practicar la paciencia en situaciones de pruebas y dificultades.

Bosquejo de la Lección

1. Saber: Aprender paciencia

A. El texto clave vincula dos dones del Espíritu: gozo y paciencia.
a. ¿Cómo sabemos que necesitamos paciencia? ¿Por qué nos resulta difícil mostrar paciencia? ¿En qué situaciones es más difícil ejercer paciencia?
b. Pide a los miembros de tu clase que cuenten situaciones en las que han sido impacientes. ¿Cómo creen que esas circunstancias podrían haberse evitado?
c. ¿Dónde interviene el gozo en los momentos que demandan paciencia?

2. Sentir: La necesidad de desarrollar paciencia

A. El desarrollo de la paciencia, como el de todos los dones del Espíritu, demanda el ejercicio de la elección. ¿Cómo podemos mostrar paciencia al tratar con los fracasos?

3. Hacer: Practicar la paciencia en medio del conflicto

A. Siendo que los conflictos a menudo son una parte inevitable de la vida, ¿cómo podemos prepararnos mejor para enfrentarlos?
B. Santiago nos dice que “sabemos” o entendemos que soportar la prueba de nuestra fe lleva a la paciencia y a la madurez espiritual. ¿Cómo podemos reaccionar ante las pruebas de manera que nos ayuden a evitar llegar a ser impacientes? ¿De qué modo una preocupación por el yo puede ser la raíz de la impaciencia?

Resumen: Desarrollar la paciencia es a menudo difícil. Nos ayuda el contemplar la paciencia de Dios con nosotros. El estar centrados en nosotros mismos es un obstáculo importante para el crecimiento, y nos lleva a buscar la gracia de Dios para llegar a ser espiritualmente maduros.


CICLO DE APRENDIZAJE

PASO 1: ¡Motiva!

Concepto clave para el crecimiento espiritual: La paciencia es un rasgo divino que soporta por mucho tiempo la debilidad. Nos da la oportunidad de aprender, de crecer y de volvernos a Dios.

Solo para los maestros: A fin de demostrar la paciencia en acción, pide a alguien que esté dispuesto a demostrar, como una lección objetiva, cómo se hace algo en una profesión o afición manual que exija cuidado y tiempo. Toma algunos momentos con tu clase para observar el proceso, o parte de él, y analízalo. Luego comparte la siguiente cita:

“Todos los que en este mundo prestan verdadero servicio a Dios o al hombre, reciben una educación preparatoria en la escuela del dolor. Cuanto mayor sea la confianza y más elevado el servicio, más estrecha será la prueba y más severa la disciplina” (Ed 151).

Considera: Requiere paciencia, cuidado y mucho tiempo elaborar algo de calidad. Dios ha usado todas esas cualidades en su obra con nosotros. Un elemento realizado hábilmente a mano por lo general es altamente cotizado. ¿Por qué esto es así? ¿De qué manera evalúa Dios la obra de sus manos? ¿De qué modo sus prolongados esfuerzos con nosotros nos dan paciencia para trabajar esforzada y cuidadosamente con otros?

PASO 2: ¡Explora!

Solo para los maestros: Somos peregrinos en un viaje hacia el cielo. Una parte importante de nuestra jornada espiritual es la paciencia. Esta semana conduce a tu clase a concentrarse en las siguientes preguntas: ¿Qué es la paciencia? ¿De qué modo se relaciona la paciencia con el carácter de Dios? ¿Por qué la paciencia es tan importante para el camino y el crecimiento espirituales?

Comentario de la Biblia

El apóstol Pablo, en Gálatas 5:16 al 26, presenta la vida cristiana como una guerra entre la vida de la carne y la vida del Espíritu. Después de advertir a los cristianos a que renuncien a las obras de la carne, el apóstol les encarga que vivan de modo tal que puedan llevar el “fruto del Espíritu”. El llevar fruto es una parte esencial de la experiencia de la salvación y del crecimiento espiritual. Después de describir tres aspectos de este fruto –amor, gozo y paz– el apóstol enfatiza un cuarto aspecto importante: la paciencia.

I. La paciencia: una definición bíblica (Repasa con tu clase Gál. 5:22; Éxo. 34:6).

El Nuevo Testamento usa dos palabras para paciencia. La primera es hupomoné, traducida como “paciencia” (Rom. 5:3; 2 Cor. 6:4; 2 Tes. 1:4). Paciencia no significa aquí una resignación paciente, sino soportar toda aflicción que lo confronte a uno en la jornada espiritual. La segunda palabra, makrothumía, significa longanimidad, ser sufrido, el fruto del Espíritu (Gál. 5:22). También traducida como “paciencia”, indica una característica que el cristiano debiera tener hacia otros, aun si éstos son hostiles, provocadores o vengativos. Sin paciencia, no podemos caminar dignamente en nuestra vocación cristiana (1 Cor. 13:4; Col. 3:12; 1 Tes. 5:14).

La paciencia o el ser sufridos es un fruto del Espíritu Santo. Es una virtud para ser desarrollada en una persona redimida, pero la paciencia no puede tener su origen en los seres humanos. La naturaleza humana misma es pecaminosa (Rom. 3:23) y, como tal, esta naturaleza está inclinada a la ira, al apresuramiento, a la impaciencia y a la intolerancia. Por otro lado, se espera que una persona redimida con una vida nueva en el Espíritu tenga su fruto: la paciencia.

La paciencia es más que tolerancia; es makrothumía, el soportar por mucho tiempo, en un mundo marcado por su rápida venganza y por represalias sin sentido. Por ejemplo, 2 Corintios 6:3 al 10 menciona cómo la “paciencia”, que es fruto del Espíritu, motivará al cristiano a enfrentar las pruebas de la vida y los obstáculos perturbadores. La longanimidad (“ánimo largo”) es poner la otra mejilla (Mat. 5:39). Es la paciencia con un propósito redentor. Es una vestidura del Espíritu, dada al cristiano, para presentar una nueva moda de conducta moral (Col. 3:12-17).

Considera: La mayoría de las religiones consideraría que la paciencia es una muestra de debilidad, pero la Biblia presenta la paciencia como una virtud. Analiza las dos posiciones.

II. La paciencia: el carácter de Dios (Repasa con tu clase Éxo. 34:6).

En una de las más majestuosas e íntimas revelaciones de Dios, él se revela a sí mismo como “misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Éxo. 34:6). Si su gracia y misericordia procuran salvarnos, si su benignidad y verdad nos establecen en el sendero de la justicia, es su longanimidad la que nos capacita para caminar por el sendero largo y angosto, para poner nuestra confianza en él, quien nos recuerda que, si cae, “abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1). La paciencia de Dios hace posible la perseverancia de los santos.

Considera: Dios es santo, justo y fiel. También es amante, lleno de gracia, y longánimo. ¿De qué modo estos dos conjuntos de características se complementan mutuamente?

III. La paciencia: el mandato del Espíritu para el cristiano (Repasa con tu clase Rom. 15:5; 1 Tim. 6:11, 12; Sant. 1:2-4).

La jornada y el crecimiento cristianos demandan que nuestra conducta refleje el carácter de Dios. Por esto Pablo ora para que “el Dios de la paciencia [...] os dé entre vosotros un mismo sentir...” (Rom. 15:5). Este mandato de ser pacientes reflejar al Dios de la paciencia, sin límites ni fronteras (Rom. 5:5; Sant. 1:2-4; 1 Tim. 6:11, 12).

De este modo, el “hombre de Dios” es llamado a “seguir” la paciencia junto con “la justicia, la piedad, la fe, el amor, [...] la mansedumbre” a fin de pelear la buena batalla de la fe que conduce a la vida eterna (1 Tim. 6:11, 12). Sin el efecto activo de la paciencia, el crecimiento y la madurez cristianos no llegarán a su gloriosa consumación (Sant. 1:3, 4).

Considera: El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia. ¿En qué sentido puede este último estar vinculado con los primeros tres?

PASO 3: ¡Aplica!

Solo para los maestros: Divide a la clase en pequeños grupos y pide a cada uno que dé ejemplos de cosas que más prueban la paciencia en las siguientes áreas: consigo mismos, con sus familias (padres, hermanos, hijos), en su lugar de trabajo, en la iglesia, en la comunidad. Pide que uno o dos grupos representen una situación que prueba la paciencia. Analicen cómo se deben relacionar con esas circunstancias con paciencia piadosa, usando ejemplos de historias bíblicas para aclarar el análisis. Escribe las sugerencias de la clase en un pizarrón o un papel.

Aun cuando David había sido ungido como rey, pasaron muchos años de espera viviendo una vida peligrosa, ruda y difícil antes de que pudiera subir al trono (1 Sam. 16-24). Aprendió a depender completamente de Dios para su consuelo y apoyo. A menudo no realizaba ningún movimiento antes de buscar el consejo de Dios. Pero esos largos años de dependencia de Dios para cada necesidad le enseñaron a David las lecciones que necesitaba para ser un rey sabio y temeroso de Dios. “Mediante la instrucción recibida en la escuela de las dificultades y el dolor, David pudo merecer este juicio, [...] ‘Administraba justicia y equidad a todo su pueblo’ (2 Sam. 8:15)" (Ed 152).

Considera: ¿Qué experiencias atraviesas que te están enseñando paciencia? ¿Cómo podrían ser útiles en tu futuro servicio a Dios?

Aplicaciones a la vida: ¿En dónde entran en el cuadro los límites de la paciencia? ¿Cuál es la diferencia entre tolerancia y paciencia? Algunos dilemas de los padres se relacionan con temas como: cuánto tiempo deben ser pacientes con sus hijos que están aprendiendo lecciones, y cuándo usar las consecuencias y un amor firme. Situaciones similares suceden en relaciones entre adultos, en las que un compañero o un miembro de la familia hace elecciones malas, y necesitamos poner límites en un lugar o en otro. ¿Qué principios entran en juego en estas situaciones? (Una buena fuente sobre este tema es el libro titulado Boundaries [Límites], de Henry Cloud y John Townsend, si tienes acceso a él).

PASO 4: ¡Crea!

Solo para los maestros: Dibuja un boceto de una fruta en un papel y titúlalo “Paciencia”. Haz suficientes copias para cada miembro de tu clase, o reparte papeles y pídeles que hagan un esbozo de una fruta. O, alternativamente, dibuja la fruta en un pizarrón. Pide a cada miembro de la clase que identifique una situación en sus vidas en las cuales necesitan desarrollar más paciencia. Pídeles que escriban un texto favorito sobre la paciencia en el centro de la fruta, y una referencia a un personaje bíblico que fue un modelo del tipo de paciencia que ellos necesitan.

Analiza cómo preparar un plan de acción que ayude a los miembros de tu clase a identificar los pasos mediante los cuales pueden concentrarse en el carácter de Dios, y aprender a transferir sus sentimientos de frustración, que conducen a la pérdida de la paciencia, a una dependencia de Dios para lograr una ajuste de su actitud. Parte del plan de acción puede incluir poner límites a la paciencia, y establecer límites.

Actividad final: Vuelve a los textos y las promesas con respecto a la paciencia. En un gesto simbólico de reclamar esas promesas, pide a los miembros de la clase que pongan sus manos sobre los textos y las promesas de la Biblia, o en sus papeles, mientras alguien ora por el cumplimiento de esas promesas en la semana venidera.



Guía de Estudio de la Biblia: El Fruto del Espíritu / Edición para Maestros.
Periodo: Trimestre Enero-Marzo de 2010

Autor: Richard O'Fill, es escritor (El Cristiano Victorioso, Un Fruto Divino entre otros libros) y orador del ministerio Revival Sermons, ha trabajado para la iglesia en tres continentes, incluyendo siete años en las oficinas centrales de la Asociación General. Reside actualmente en Orlando, Florida, EE.UU.

Editor: Clifford Goldstein

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