Sábado 23 de enero
Debiéramos trabajar como lo hizo nuestro divino Maestro, sembrando las semillas de verdad con cuidado, ansiedad y abnegación. Debemos tener la mente de Cristo si no queremos cansarnos en el bien hacer. La vida de él fue una vida de continuo sacrificio por el bien de otros. Debemos seguir su ejemplo. Debemos sembrar la semilla de verdad y confiar que Dios la vivificará. La preciosa semilla puede yacer dormida por algún tiempo mientras la gracia de Dios logre convencer el corazón y la semilla que ha sido sembrada sea despertada a la vida y brote y lleve fruto para la gloria de Dios. Se necesitan misioneros en esta gran obra para trabajar desinteresada, ferviente y perseverantemente como colaboradores con Cristo y con los ángeles celestiales en la salvación de sus semejantes (Testimonios para la iglesia, t. 3, pp. 233, 234).
De la raíz de la verdadera humildad surge la más preciosa grandeza mental: grandeza que lleva a los hombres a conformarse a la imagen de Cristo. Los que poseen esta grandeza ganan paciencia y confianza en Dios. Su fe es invencible. Su verdadera consagración y dedicación mantienen oculto al yo. Las palabras que salen de sus labios se modelan en forma de expresiones de ternura y amor semejantes a Cristo. Comprendiendo su propia debilidad, aprecian la ayuda que les da el Señor, y anhelan su gracia para poder hacer lo que es correcto y leal. Por su comportamiento, su actitud y su espíritu, llevan consigo las credenciales de estudiantes en la escuela de Cristo (A fin de conocerle, p. 39).
La paciencia es un atributo de Dios (Éxo. 34:6).
Domingo 24 de enero
[Se cita 2 Pedro 3:8, 9] Ahora alabo a Dios por su prolongada y misericordiosa paciencia. El mensaje ha sido llevado a muchos países. Es un mensaje mundial... Hemos tenido oportunidad de enviar la luz a muchos miles que se han gozado en la verdad y han sacrificado sus recursos y sus medios para construir los sanatorios y las iglesias en todas partes... Se han establecido escuelas y se abren nuevos campos... Los ángeles esperan a fin de preparar a hombres y mujeres convertidos para que hagan esta obra si quieren consagrar todo su corazón, mente y alma al trabajo. No tenemos tiempo que perder (A fin de conocerle, p. 351).
La razón por la tardanza del Esposo es por su paciencia hacia nosotros, "no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento". ¡Qué preciosa es la paciencia de nuestro misericordioso Salvador! ¡Ojalá que cada joven apreciara el valor del alma que ha sido comprada a un precio infinito en la cruz del Calvario y que estimara correctamente las capacidades que le han sido dadas por Dios! Mediante Cristo, cada uno puede subir en la escalera del progreso y poner todas las energías bajo el control de Jesús; cada uno puede representar su carácter y mostrar por sus acciones, pensamientos, palabras y espíritu, que es dirigido por el Espíritu de Cristo. De esa manera podrá ejercer una poderosa influencia sobre los demás.
El tiempo en que vivimos dentro de la historia del mundo ha dado a cada uno capacidades morales y los ha colocado bajo influencias religiosas, dándoles oportunidades y facilidades para desarrollar caracteres como el de Cristo. Resta ver si cada uno cooperará con las agencias divinas para hacer su llamado y su elección segura. Cada uno debe orar, creer, obedecer y apropiarse de la ayuda provista, porque en su propia fuerza nadie puede hacer nada. Pero por la gracia de Cristo se pueden emplear las energías de tal manera que traigan las mayores bendiciones para la propia alma y para las almas de los demás. Al aferrarse de Jesús se llegarán a hacer las obras de Cristo y finalmente se recibirá la eterna recompensa (The Youth's Instructor, septiembre 20, 1894).
Se requiere paciencia (Efe. 4:1, 2).
Lunes 25 de enero
"Fortalecidos en todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad" (Colosenses 1:11).
El amor es la ley del reino de Cristo. El Señor requiere que cada uno alcance una norma elevada. La vida de sus hijos ha de revelar amor, mansedumbre y tolerancia. La tolerancia nos permite soportar... muchas cosas, sin que tratemos de vengarnos por palabra o acción.
La "tolerancia" es la paciencia inofensiva. Si sois tolerantes, no transmitiréis a los demás vuestro pretendido conocimiento de los errores y equivocaciones de vuestro hermano. Trataréis de salvarlo porque fue comprado con la sangre de Cristo "Redargúyele entre ti y él solo; si te oyere, has ganado a tu hermano". "Hermanos, si alguno fuere tomado en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con el espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, porque tú no seas también tentado". Ser tolerante no significa ser sombrío o andar triste, amargado o endurecido, es precisamente todo lo contrario.
Tratad de vivir en paz con todos los hombres, y permitid que el ambiente que os rodee sea grato y de suave fragancia. El Señor oye cualquier palabra necia que se pronuncia. Si lucháis contra la egoísta naturaleza humana, avanzaréis a paso firme en la obra de vencer las tendencias hereditarias y cultivadas que os arrastran hacia el mal. Por medio de la paciencia, la tolerancia y la lenidad lograréis mucho. recordad que no os pueden humillar las expresiones insensatas de los demás; pero en cambio, cuando dais una respuesta necia, perdéis una victoria que podríais haber ganado. Tened cuidado con lo que decís.
La tolerancia y la ausencia de egoísmo señalan las palabras y acciones de los que han nacido de nuevo para vivir la nueva vida en Cristo (Meditaciones matinales 1952, p. 53).
¿Logramos algo con ser impacientes? Los gritos y duras palabras, así como un espíritu malhumorado y criticón son evidencia de una mente presumida y caprichosa. La impaciencia produce luchas, acusaciones y tristeza. En cambio la paciencia es un bálsamo de amor y paz en las experiencias de la vida en familia. Cuando practicamos la preciosa gracia de la paciencia hacia los demás, estamos reflejando nuestra unión con Cristo. La paciencia siempre busca la unidad, tanto en la familia como en la iglesia y la comunidad. Cada uno debiera entretejerla en su vida y agregar a la fe, la virtud, la temperancia y la gracia de la paciencia (Peter's Counsel to Parents, p. 19).
Los que tienen sus corazones llenos del amor de Dios mostrarán paciencia y bondad en su trato con los demás. No desearán que alguien sea contado entre los incrédulos el día en que Cristo venga. por el contrario, los seguidores del Señor desearán hacer todo lo que les sea posible para salvar a las almas. No podemos actuar de tal manera con aquellos que están fuera del redil que los prive de acercarse y de recibir la esperanza del evangelio (Sermons and Talks, t. 2, p. 266).
El mundo no tiene derecho a dudar de la verdad del cristianismo porque en la iglesia haya miembros indignos, ni debieran los cristianos descorazonarse a cada de esos falsos hermanos. ¿Qué ocurrió en la iglesia primitiva? Ananías y Safira se unieron con los discípulos. Simón el mago fue bautizado... Judas Iscariote figuró entre los apóstoles. El Redentor no quiere perder un alma, su trato con Judas fe registrado para mostrar su larga paciencia con la perversa naturaleza humana; y nos ordena que seamos indulgente como él lo fue (Conflicto valor, p. 318).
La paciencia en el evangelio (2 Tim. 4:2).
Martes 26 de enero
La vida del Salvador en esta tierra, pese a haber sido vivida en medio de conflictos, fue una vida de paz... Ninguna tormenta de la ira satánica pudo alterar la calma de aquella perfecta comunión con Dios. Y nos dice: "Mi paz os doy".
Aquellos que aceptan la palabra de Cristo y confían sus almas a su cuidado, sus vidas a su ordenación, encontrarán paz y quietud. Nada en el mundo podrá ponerlos tristes siendo que Jesús les da gozo con su presencia. En la perfecta conformidad hay perfecto descanso. El Señor dice: "Tu guardarán en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado" (Isaías 26:3).
Es el amor al yo el que destruye la paz. Mientras el yo está vivo, permanecemos continuamente listos para guardarlo de mortificación e insulto. Pero cuando el yo está muerto y nuestra vida está oculta con Cristo en Dios no nos dejaremos afectar por descuidos o menosprecios...
Cuando recibimos a Cristo en el alma como un huésped permanente, la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará nuestros corazones y mentes. No hay otros fundamento de paz sino éste. La gracia de Cristo, recibida dentro del corazón, domina la enemistad, apacigua la contienda y llena el alma con amor (En lugares celestiales, p. 249).
La vida de cada hombre testifica acerca de la verdad de las palabras de la Escritura: "Los impíos son como la mar en tempestad, que no puede estarse quieta... No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos". El pecado ha destruido nuestra paz. Mientras el yo no está subyugado, no podemos hallar descanso. Las pasiones predominantes en el corazón no pueden ser regidas por facultad humana alguna. Somos tan impotentes en esto como los discípulos para calmar la rugiente tempestad. Pero el que calmó las olas de Galilea ha pronunciado la palabra que puede impartir paz a cada alma. Por fiera que sea la tempestad, los que claman a Jesús: "Señor, sálvanos" hallarán liberación. Su gracia, que reconcilia al alma con Dios, calma las contiendas de las pasiones humanas, y en su amor el corazón descansa. "Hace parar la tempestad en sosiego, y se apaciguan sus ondas. Alégranse luego porque se reposaron; y él los guía al puerto que deseaban".
"Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". "Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre" (El Deseado de todas las gentes, pp. 303, 304).
Poco antes de su crucifixión, Cristo había dejado a sus discípulos un legado de paz: "La paz os dejo -dijo- mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo". Esta paz no es la paz que proviene de la conformidad con el mundo. La que Cristo dejó a sus discípulos es interior más bien que exterior. Afuera habrá guerras y luchas, oposición de los enemigos declarados y frialdad y suspicacia de los que dicen ser amigos. La paz de Cristo no destierra la división y las luchas sino que permanece en el corazón en medio de los conflictos (Review and Herald, enero 16, 1900).
La paciencia tiene sus límites (Gén. 6:3).
Miércoles 27 de enero
En los días de Noé, la maldad del mundo llegó a ser tan grande que Dios no podía soportarla más, y dijo: "Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombre que he creado" (Génesis 6:7). Pero se compadeció de la raza humana, y en su amor proveyó un refugio para todos los que lo aceptaran. Le dio a Noé el mensaje que debía proclamar a la gente: "No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre" (Génesis 6:3).
Se le indicó a Noé que construyera un arca, y que al mismo tiempo predicara que Dios enviaría un diluvio de agua sobre la tierra para destruir a los impíos. Los que creyeran el mensaje, y se prepararan para ese acontecimiento mediante el arrepentimiento y la reforma, recibirían perdón y serían salvos; pero la resistencia continua a los ruegos y las advertencias del cielo, dadas por su siervo Noé, los separarían de Dios y, como resultado, la misericordia y el amor infinitos cesarían en sus súplicas.
El Espíritu de Dios continuó luchando con el hombre rebelde hasta que casi expiró el tiempo estipulado, cuando Noé y su familia entraron al arca, y la mano de Dios cerró la puerta. El Dios de la misericordia, al dejar el trono de oro, terminó la intercesión por el pecador culpable.
No todos los hombres de esa generación eran paganos idólatras en el más amplio sentido de la palabra. Muchos tenían conocimiento de Dios y de su ley; pero no sólo rechazaron el mensaje del fiel predicador de justicia, sino que utilizar su influencia para evitar que otros obedecieran a Dios. A todos les llega el día de prueba y de decisión. Esa generación tuvo su día de oportunidad y privilegio mientras Noé hacía resonar la nota de advertencia acerca de la destrucción venidera; pero cedieron sus mentes al control de Satanás antes que al de Dios, y él los engañó, como lo hizo con nuestros primeros padres. Les presentó oscuridad y falsedad en lugar de luz y verdad; y ellos prefirieron sus sofisterías y mentiras, porque les resultaban aceptables al estar en armonía con sus vidas corruptas; mientras que la verdad, que podría haberlo salvado, fue rechazada como un error (Recibiréis poder, p. 256).
En toda época, la transgresión de la ley de Dios fue seguida por el mismo resultado. En los días de Noé, cuando se violó todo principio del bien hacer, y la iniquidad se volvió tan arraigada y difundida que Dios no pudo soportarla más, se promulgó el decreto: "Raeré los hombres que he creado de sobre la faz de la tierra" (Génesis 6:7). En los tiempos de Abrahán, el pueblo de Sodoma desafió abiertamente a Dios y a su ley; y se manifestó la misma perversidad, la misma corrupción y la misma sensualidad desenfrenada que habían distinguido al mundo antediluviano. Los habitantes de Sodoma sobrepasaron los límites de la tolerancia divina, y contra ellos se encendió el fuego de la venganza.
El tiempo que precedió al cautiverio de las diez tribus de Israel se destacó por una desobediencia y una perversidad similares. No se tenía en cuenta para nada la ley de Dios, y esto abrió las compuertas de la iniquidad sobre Israel. Oseas declaró: "Jehová pleitea con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, y mentir, y matar, y hurtar y adulterar prevalecieron, y sangres se tocaron con sangres" (Oseas 4:1, 2) (Profetas y reyes, p. 222).
Cómo desarrollar la paciencia (Sant. 1:2-4).
Jueves 28 de enero
"Sabiendo que la prueba de vuestra fe obra paciencia. Más tenga la paciencia perfecta su obra, para que seáis perfectos y cabales, sin faltar en alguna cosa" (Santiago 1:3, 4).
El apóstol dice que debemos recibir la gracia de la temperancia para que podamos recibir la de la paciencia. La paciencia, cuando hay pruebas, evitará que digamos y hagamos aquellas cosas que herirán nuestras propias almas, y herirán a aquellos con quienes nos relacionamos. No importa cuántas sean vuestras pruebas, ninguna cosa podrá dañaros seriamente si ejercitáis la paciencia, si manifestáis calma y serenidad cuando estáis en situaciones difíciles...
Podemos ver la sabiduría de Pedro, al colocar la temperancia como una gracia que debía añadirse al conocimiento, antes de adquirir la paciencia. Esta es una de las razones por las cuales es necesario vencer el apetito hacia todos los estimulantes, porque cuando los nervios se excitan por la influencia de esas substancias irritantes, ¡cuántos y cuán penosos son los males que se hacen!...
El cristiano tiene necesidad de añadir paciencia a la temperancia. Es necesario tener principios firmes y propósitos fijos, para no ofender en palabra o acción, ya sea a nuestra conciencia o al sentimiento de los demás. Debe haber una elevación por encima de las costumbres del mundo, a fin de soportar el reproche, el chasco, las pérdidas y las cruces, sin murmurar, pero con una dignidad exenta de toda queja. Un hombre o una mujer petulante y de mal genio, realmente no sabe lo que es ser feliz. Toda copa que lleva a sus labios parece ser amarga, y su senda parece estar sembrada con ásperas piedras, con espinas y abrojos; pero a la temperancia debe añadirse paciencia, y no deben verse ni sentirse las cosas desagradables.
La paciencia debe realizar su obra perfecta, o no podremos ser perfectos y completos, sin que nada nos falte. Se nos han señalado dificultades y aflicciones, que nosotros debemos soportar pacientemente, ¿o bien amargaremos a todos con nuestras quejas? El oro se pone en el crisol para quemar la escoria. ¿No seremos nosotros pacientes bajo el ojo del refinador? Debemos rehusar hundirnos en un estado mental deprimido y desconsolado; debemos mostrar una tranquila confianza en Dios, experimentando gozo cuando se nos permite soportar las pruebas por Cristo (Nuestra elevada vocación, p. 72).
... La paciencia es una planta que crecerá rápidamente si se cultiva con esmero. Al conocernos cabalmente a nosotros mismos, y combinando nuestra firme decisión con la gracia de Dios, podremos ser vencedores y llegar a la perfección en todas las cosas sin que nada nos falte (Meditaciones matinales 1952, p. 100).
Pero la adopción en la familia de Dios nos hace hijos y no esclavos. Cuando el amor de Cristo entre en el corazón, nos esforzamos por imitar el carácter de Cristo... El Espíritu Santo infunde claro entendimiento en el corazón de cada verdadero hacedor de la Palabra. Mientras más crucificamos las prácticas egoístas impartiendo nuestras bendiciones a otros y ejerciendo nuestras facultades recibidas de Dios, más se fortalecerán las gracias celestiales y aumentarán en nosotros. Creceremos en espiritualidad, en paciencia, en fortaleza, en humildad, en delicadeza (A fin de conocerle, p. 120).
Guía de Estudio de la Biblia: El Fruto del Espíritu / Notas de Elena de White.
Periodo: Trimestre Enero-Marzo de 2010
Autor: Richard O'Fill, es escritor (El Cristiano Victorioso, Un Fruto Divino entre otros libros) y orador del ministerio Revival Sermons, ha trabajado para la iglesia en tres continentes, incluyendo siete años en las oficinas centrales de la Asociación General. Reside actualmente en Orlando, Florida, EE.UU.
Editor: Clifford Goldstein
Debiéramos trabajar como lo hizo nuestro divino Maestro, sembrando las semillas de verdad con cuidado, ansiedad y abnegación. Debemos tener la mente de Cristo si no queremos cansarnos en el bien hacer. La vida de él fue una vida de continuo sacrificio por el bien de otros. Debemos seguir su ejemplo. Debemos sembrar la semilla de verdad y confiar que Dios la vivificará. La preciosa semilla puede yacer dormida por algún tiempo mientras la gracia de Dios logre convencer el corazón y la semilla que ha sido sembrada sea despertada a la vida y brote y lleve fruto para la gloria de Dios. Se necesitan misioneros en esta gran obra para trabajar desinteresada, ferviente y perseverantemente como colaboradores con Cristo y con los ángeles celestiales en la salvación de sus semejantes (Testimonios para la iglesia, t. 3, pp. 233, 234).
De la raíz de la verdadera humildad surge la más preciosa grandeza mental: grandeza que lleva a los hombres a conformarse a la imagen de Cristo. Los que poseen esta grandeza ganan paciencia y confianza en Dios. Su fe es invencible. Su verdadera consagración y dedicación mantienen oculto al yo. Las palabras que salen de sus labios se modelan en forma de expresiones de ternura y amor semejantes a Cristo. Comprendiendo su propia debilidad, aprecian la ayuda que les da el Señor, y anhelan su gracia para poder hacer lo que es correcto y leal. Por su comportamiento, su actitud y su espíritu, llevan consigo las credenciales de estudiantes en la escuela de Cristo (A fin de conocerle, p. 39).
La paciencia es un atributo de Dios (Éxo. 34:6).
Domingo 24 de enero
[Se cita 2 Pedro 3:8, 9] Ahora alabo a Dios por su prolongada y misericordiosa paciencia. El mensaje ha sido llevado a muchos países. Es un mensaje mundial... Hemos tenido oportunidad de enviar la luz a muchos miles que se han gozado en la verdad y han sacrificado sus recursos y sus medios para construir los sanatorios y las iglesias en todas partes... Se han establecido escuelas y se abren nuevos campos... Los ángeles esperan a fin de preparar a hombres y mujeres convertidos para que hagan esta obra si quieren consagrar todo su corazón, mente y alma al trabajo. No tenemos tiempo que perder (A fin de conocerle, p. 351).
La razón por la tardanza del Esposo es por su paciencia hacia nosotros, "no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento". ¡Qué preciosa es la paciencia de nuestro misericordioso Salvador! ¡Ojalá que cada joven apreciara el valor del alma que ha sido comprada a un precio infinito en la cruz del Calvario y que estimara correctamente las capacidades que le han sido dadas por Dios! Mediante Cristo, cada uno puede subir en la escalera del progreso y poner todas las energías bajo el control de Jesús; cada uno puede representar su carácter y mostrar por sus acciones, pensamientos, palabras y espíritu, que es dirigido por el Espíritu de Cristo. De esa manera podrá ejercer una poderosa influencia sobre los demás.
El tiempo en que vivimos dentro de la historia del mundo ha dado a cada uno capacidades morales y los ha colocado bajo influencias religiosas, dándoles oportunidades y facilidades para desarrollar caracteres como el de Cristo. Resta ver si cada uno cooperará con las agencias divinas para hacer su llamado y su elección segura. Cada uno debe orar, creer, obedecer y apropiarse de la ayuda provista, porque en su propia fuerza nadie puede hacer nada. Pero por la gracia de Cristo se pueden emplear las energías de tal manera que traigan las mayores bendiciones para la propia alma y para las almas de los demás. Al aferrarse de Jesús se llegarán a hacer las obras de Cristo y finalmente se recibirá la eterna recompensa (The Youth's Instructor, septiembre 20, 1894).
Se requiere paciencia (Efe. 4:1, 2).
Lunes 25 de enero
"Fortalecidos en todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad" (Colosenses 1:11).
El amor es la ley del reino de Cristo. El Señor requiere que cada uno alcance una norma elevada. La vida de sus hijos ha de revelar amor, mansedumbre y tolerancia. La tolerancia nos permite soportar... muchas cosas, sin que tratemos de vengarnos por palabra o acción.
La "tolerancia" es la paciencia inofensiva. Si sois tolerantes, no transmitiréis a los demás vuestro pretendido conocimiento de los errores y equivocaciones de vuestro hermano. Trataréis de salvarlo porque fue comprado con la sangre de Cristo "Redargúyele entre ti y él solo; si te oyere, has ganado a tu hermano". "Hermanos, si alguno fuere tomado en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con el espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, porque tú no seas también tentado". Ser tolerante no significa ser sombrío o andar triste, amargado o endurecido, es precisamente todo lo contrario.
Tratad de vivir en paz con todos los hombres, y permitid que el ambiente que os rodee sea grato y de suave fragancia. El Señor oye cualquier palabra necia que se pronuncia. Si lucháis contra la egoísta naturaleza humana, avanzaréis a paso firme en la obra de vencer las tendencias hereditarias y cultivadas que os arrastran hacia el mal. Por medio de la paciencia, la tolerancia y la lenidad lograréis mucho. recordad que no os pueden humillar las expresiones insensatas de los demás; pero en cambio, cuando dais una respuesta necia, perdéis una victoria que podríais haber ganado. Tened cuidado con lo que decís.
La tolerancia y la ausencia de egoísmo señalan las palabras y acciones de los que han nacido de nuevo para vivir la nueva vida en Cristo (Meditaciones matinales 1952, p. 53).
¿Logramos algo con ser impacientes? Los gritos y duras palabras, así como un espíritu malhumorado y criticón son evidencia de una mente presumida y caprichosa. La impaciencia produce luchas, acusaciones y tristeza. En cambio la paciencia es un bálsamo de amor y paz en las experiencias de la vida en familia. Cuando practicamos la preciosa gracia de la paciencia hacia los demás, estamos reflejando nuestra unión con Cristo. La paciencia siempre busca la unidad, tanto en la familia como en la iglesia y la comunidad. Cada uno debiera entretejerla en su vida y agregar a la fe, la virtud, la temperancia y la gracia de la paciencia (Peter's Counsel to Parents, p. 19).
Los que tienen sus corazones llenos del amor de Dios mostrarán paciencia y bondad en su trato con los demás. No desearán que alguien sea contado entre los incrédulos el día en que Cristo venga. por el contrario, los seguidores del Señor desearán hacer todo lo que les sea posible para salvar a las almas. No podemos actuar de tal manera con aquellos que están fuera del redil que los prive de acercarse y de recibir la esperanza del evangelio (Sermons and Talks, t. 2, p. 266).
El mundo no tiene derecho a dudar de la verdad del cristianismo porque en la iglesia haya miembros indignos, ni debieran los cristianos descorazonarse a cada de esos falsos hermanos. ¿Qué ocurrió en la iglesia primitiva? Ananías y Safira se unieron con los discípulos. Simón el mago fue bautizado... Judas Iscariote figuró entre los apóstoles. El Redentor no quiere perder un alma, su trato con Judas fe registrado para mostrar su larga paciencia con la perversa naturaleza humana; y nos ordena que seamos indulgente como él lo fue (Conflicto valor, p. 318).
La paciencia en el evangelio (2 Tim. 4:2).
Martes 26 de enero
La vida del Salvador en esta tierra, pese a haber sido vivida en medio de conflictos, fue una vida de paz... Ninguna tormenta de la ira satánica pudo alterar la calma de aquella perfecta comunión con Dios. Y nos dice: "Mi paz os doy".
Aquellos que aceptan la palabra de Cristo y confían sus almas a su cuidado, sus vidas a su ordenación, encontrarán paz y quietud. Nada en el mundo podrá ponerlos tristes siendo que Jesús les da gozo con su presencia. En la perfecta conformidad hay perfecto descanso. El Señor dice: "Tu guardarán en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado" (Isaías 26:3).
Es el amor al yo el que destruye la paz. Mientras el yo está vivo, permanecemos continuamente listos para guardarlo de mortificación e insulto. Pero cuando el yo está muerto y nuestra vida está oculta con Cristo en Dios no nos dejaremos afectar por descuidos o menosprecios...
Cuando recibimos a Cristo en el alma como un huésped permanente, la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará nuestros corazones y mentes. No hay otros fundamento de paz sino éste. La gracia de Cristo, recibida dentro del corazón, domina la enemistad, apacigua la contienda y llena el alma con amor (En lugares celestiales, p. 249).
La vida de cada hombre testifica acerca de la verdad de las palabras de la Escritura: "Los impíos son como la mar en tempestad, que no puede estarse quieta... No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos". El pecado ha destruido nuestra paz. Mientras el yo no está subyugado, no podemos hallar descanso. Las pasiones predominantes en el corazón no pueden ser regidas por facultad humana alguna. Somos tan impotentes en esto como los discípulos para calmar la rugiente tempestad. Pero el que calmó las olas de Galilea ha pronunciado la palabra que puede impartir paz a cada alma. Por fiera que sea la tempestad, los que claman a Jesús: "Señor, sálvanos" hallarán liberación. Su gracia, que reconcilia al alma con Dios, calma las contiendas de las pasiones humanas, y en su amor el corazón descansa. "Hace parar la tempestad en sosiego, y se apaciguan sus ondas. Alégranse luego porque se reposaron; y él los guía al puerto que deseaban".
"Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". "Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre" (El Deseado de todas las gentes, pp. 303, 304).
Poco antes de su crucifixión, Cristo había dejado a sus discípulos un legado de paz: "La paz os dejo -dijo- mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo". Esta paz no es la paz que proviene de la conformidad con el mundo. La que Cristo dejó a sus discípulos es interior más bien que exterior. Afuera habrá guerras y luchas, oposición de los enemigos declarados y frialdad y suspicacia de los que dicen ser amigos. La paz de Cristo no destierra la división y las luchas sino que permanece en el corazón en medio de los conflictos (Review and Herald, enero 16, 1900).
La paciencia tiene sus límites (Gén. 6:3).
Miércoles 27 de enero
En los días de Noé, la maldad del mundo llegó a ser tan grande que Dios no podía soportarla más, y dijo: "Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombre que he creado" (Génesis 6:7). Pero se compadeció de la raza humana, y en su amor proveyó un refugio para todos los que lo aceptaran. Le dio a Noé el mensaje que debía proclamar a la gente: "No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre" (Génesis 6:3).
Se le indicó a Noé que construyera un arca, y que al mismo tiempo predicara que Dios enviaría un diluvio de agua sobre la tierra para destruir a los impíos. Los que creyeran el mensaje, y se prepararan para ese acontecimiento mediante el arrepentimiento y la reforma, recibirían perdón y serían salvos; pero la resistencia continua a los ruegos y las advertencias del cielo, dadas por su siervo Noé, los separarían de Dios y, como resultado, la misericordia y el amor infinitos cesarían en sus súplicas.
El Espíritu de Dios continuó luchando con el hombre rebelde hasta que casi expiró el tiempo estipulado, cuando Noé y su familia entraron al arca, y la mano de Dios cerró la puerta. El Dios de la misericordia, al dejar el trono de oro, terminó la intercesión por el pecador culpable.
No todos los hombres de esa generación eran paganos idólatras en el más amplio sentido de la palabra. Muchos tenían conocimiento de Dios y de su ley; pero no sólo rechazaron el mensaje del fiel predicador de justicia, sino que utilizar su influencia para evitar que otros obedecieran a Dios. A todos les llega el día de prueba y de decisión. Esa generación tuvo su día de oportunidad y privilegio mientras Noé hacía resonar la nota de advertencia acerca de la destrucción venidera; pero cedieron sus mentes al control de Satanás antes que al de Dios, y él los engañó, como lo hizo con nuestros primeros padres. Les presentó oscuridad y falsedad en lugar de luz y verdad; y ellos prefirieron sus sofisterías y mentiras, porque les resultaban aceptables al estar en armonía con sus vidas corruptas; mientras que la verdad, que podría haberlo salvado, fue rechazada como un error (Recibiréis poder, p. 256).
En toda época, la transgresión de la ley de Dios fue seguida por el mismo resultado. En los días de Noé, cuando se violó todo principio del bien hacer, y la iniquidad se volvió tan arraigada y difundida que Dios no pudo soportarla más, se promulgó el decreto: "Raeré los hombres que he creado de sobre la faz de la tierra" (Génesis 6:7). En los tiempos de Abrahán, el pueblo de Sodoma desafió abiertamente a Dios y a su ley; y se manifestó la misma perversidad, la misma corrupción y la misma sensualidad desenfrenada que habían distinguido al mundo antediluviano. Los habitantes de Sodoma sobrepasaron los límites de la tolerancia divina, y contra ellos se encendió el fuego de la venganza.
El tiempo que precedió al cautiverio de las diez tribus de Israel se destacó por una desobediencia y una perversidad similares. No se tenía en cuenta para nada la ley de Dios, y esto abrió las compuertas de la iniquidad sobre Israel. Oseas declaró: "Jehová pleitea con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, y mentir, y matar, y hurtar y adulterar prevalecieron, y sangres se tocaron con sangres" (Oseas 4:1, 2) (Profetas y reyes, p. 222).
Cómo desarrollar la paciencia (Sant. 1:2-4).
Jueves 28 de enero
"Sabiendo que la prueba de vuestra fe obra paciencia. Más tenga la paciencia perfecta su obra, para que seáis perfectos y cabales, sin faltar en alguna cosa" (Santiago 1:3, 4).
El apóstol dice que debemos recibir la gracia de la temperancia para que podamos recibir la de la paciencia. La paciencia, cuando hay pruebas, evitará que digamos y hagamos aquellas cosas que herirán nuestras propias almas, y herirán a aquellos con quienes nos relacionamos. No importa cuántas sean vuestras pruebas, ninguna cosa podrá dañaros seriamente si ejercitáis la paciencia, si manifestáis calma y serenidad cuando estáis en situaciones difíciles...
Podemos ver la sabiduría de Pedro, al colocar la temperancia como una gracia que debía añadirse al conocimiento, antes de adquirir la paciencia. Esta es una de las razones por las cuales es necesario vencer el apetito hacia todos los estimulantes, porque cuando los nervios se excitan por la influencia de esas substancias irritantes, ¡cuántos y cuán penosos son los males que se hacen!...
El cristiano tiene necesidad de añadir paciencia a la temperancia. Es necesario tener principios firmes y propósitos fijos, para no ofender en palabra o acción, ya sea a nuestra conciencia o al sentimiento de los demás. Debe haber una elevación por encima de las costumbres del mundo, a fin de soportar el reproche, el chasco, las pérdidas y las cruces, sin murmurar, pero con una dignidad exenta de toda queja. Un hombre o una mujer petulante y de mal genio, realmente no sabe lo que es ser feliz. Toda copa que lleva a sus labios parece ser amarga, y su senda parece estar sembrada con ásperas piedras, con espinas y abrojos; pero a la temperancia debe añadirse paciencia, y no deben verse ni sentirse las cosas desagradables.
La paciencia debe realizar su obra perfecta, o no podremos ser perfectos y completos, sin que nada nos falte. Se nos han señalado dificultades y aflicciones, que nosotros debemos soportar pacientemente, ¿o bien amargaremos a todos con nuestras quejas? El oro se pone en el crisol para quemar la escoria. ¿No seremos nosotros pacientes bajo el ojo del refinador? Debemos rehusar hundirnos en un estado mental deprimido y desconsolado; debemos mostrar una tranquila confianza en Dios, experimentando gozo cuando se nos permite soportar las pruebas por Cristo (Nuestra elevada vocación, p. 72).
... La paciencia es una planta que crecerá rápidamente si se cultiva con esmero. Al conocernos cabalmente a nosotros mismos, y combinando nuestra firme decisión con la gracia de Dios, podremos ser vencedores y llegar a la perfección en todas las cosas sin que nada nos falte (Meditaciones matinales 1952, p. 100).
Pero la adopción en la familia de Dios nos hace hijos y no esclavos. Cuando el amor de Cristo entre en el corazón, nos esforzamos por imitar el carácter de Cristo... El Espíritu Santo infunde claro entendimiento en el corazón de cada verdadero hacedor de la Palabra. Mientras más crucificamos las prácticas egoístas impartiendo nuestras bendiciones a otros y ejerciendo nuestras facultades recibidas de Dios, más se fortalecerán las gracias celestiales y aumentarán en nosotros. Creceremos en espiritualidad, en paciencia, en fortaleza, en humildad, en delicadeza (A fin de conocerle, p. 120).
Guía de Estudio de la Biblia: El Fruto del Espíritu / Notas de Elena de White.
Periodo: Trimestre Enero-Marzo de 2010
Autor: Richard O'Fill, es escritor (El Cristiano Victorioso, Un Fruto Divino entre otros libros) y orador del ministerio Revival Sermons, ha trabajado para la iglesia en tres continentes, incluyendo siete años en las oficinas centrales de la Asociación General. Reside actualmente en Orlando, Florida, EE.UU.
Editor: Clifford Goldstein
Apreciados hermanos:
ResponderEliminarLas notas de Elena White para esta semana están repitiendo las de la anterior semana desde el día lunes 25. ¿Sería posible que publiquen las que corresponden a la presente lección?
Muy agradecida por su tiempo y esfuerzo, ruego a Dios bendiga su ministerio de manera abundante.
Una hermana en Cristo
Ya hemos actualizado e texto, fue un error muy extraño...
ResponderEliminarLes solicitamos disculpas a nuestros amigos. Y agradecemos a aquellos que nos han avisado incluyendo a nuestra amiga del comentario anterior.