Sábado 7
En las Escrituras hay miles de gemas de la verdad que yacen escondidas para el que busca en la superficie. La mina de la verdad no se agota nunca. Cuanto más escudriñéis las Escrituras con corazón humilde, tanto mayor será vuestro interés, y tanto más os sentiréis con deseo de exclamar con Pablo: "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ...
Cada día debéis aprender algo nuevo de las Escrituras. Escudriñadlas como si buscarais tesoros ocultos, porque contienen las palabras de vida eterna. Orad por sabiduría y entendimiento para comprender estos escritos sagrados. Si lo hacéis, hallaréis nuevas glorias en la Palabra de Dios; sentiréis que habréis recibido luz nueva y preciosa sobre asuntos relacionados con la verdad, y las Escrituras recibirán constantemente nuevo valor en vuestra estima.
Las grandes verdades necesarias para la salvación se han presentado tan claras como la luz del mediodía... Un solo texto ha sido en lo pasado, y lo será en lo futuro, sabor de vida para vida en el caso de muchas almas. Cuando los hombres la escudriñan diligentemente, la Biblia abre nuevos tesoros de verdad, que son como joyas resplandecientes para la mente.
Debéis cavar hondo en la mina de la verdad si queréis hallar sus tesoros más preciados. Comparando un texto con otro podréis descubrir el verdadero significado del contexto; pero si no instituís las sagradas enseñanzas de la Palabra de Dios como la ley y guía de vuestra vida, la verdad no significará nada para vosotros (Meditaciones matinales, 1952, p. 22).
Exégesis.
Domingo 8
Los discípulos más cercanos a Cristo pueden ser humildes, incluso ignorantes; asimismo los paganos con toda su crueldad pueden ser considerados más favorablemente que aquellos que teniendo gran luz y muchas evidencias, rechazan los reproches misericordioso s del Señor, siguen considerando sus pecados como virtudes, se ofenden como algunos seguidores de Jesús en sus días y se vuelven atrás y ya no andan con él. Los aborígenes pueden reflejar la misericordia y la compasión de Cristo cuando el Espíritu Santo los lleva a tratar bien a los siervos de Dios; esa simpatía que se despierta en sus corazones es contraria a su naturaleza y contraria a su entorno, pero la gracia de Cristo trabaja en ellos y suplen las necesidades de los misioneros aun antes de escuchar las palabras de verdad y vida. Puede haber una multitud que rodea a los siervos de Dios con el plan de matarlos, pero el Señor obra en el corazón de uno de ellos y éste ruega clemencia por aquellos que aman y temen a Dios. En varias ocasiones la intercesión de un aborigen ha permitido salvar la vida de un cristiano que ya había sido condenado a muerte por la tribu. ¡Cuánto amor manifestado en este único acto! En el juicio, Cristo podrá decirles: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí" (S. Mateo 25:34-36).
Dios no juzgará a los seres humanos por la posición que hayan ocupado, o por sus propiedades o su color, sino por el carácter que hayan formado. Así se decidirá el caso de cada uno. Aquellos que tuvieron abundantes oportunidades de conocer la verdad, pero en su incredulidad y ceguera se opusieron a Dios y a sus mensajeros, serán juzgados de acuerdo a la luz que rechazaron y a los dones y ventajas que recibieron y que debían haber utilizado para iluminar a otros; serán juzgados por el bien que debían haber hecho pero que no hicieron. Tendrán que dar cuenta de las oportunidades que despreciaron y por haber llevado a otros por el camino equivocado. Quisieron andar en sus propios caminos en lugar de los caminos de Dios, y al andar en contra de los principios de la verdad, lo deshonraron. Profesando ser sabios, se hicieron necios y cambiaron la verdad de Dios por la mentira. La severidad de su castigo estará en proporción a las misericordias que recibieron y rechazaron (Review and Herald, junio 25, 1901).
Homilética.
Lunes 9
Debemos conceder a las Escrituras mayor valor del que les hemos concedido, porque en ellas está revelada la voluntad de Dios a los hombres. No es suficiente asentir meramente a la veracidad de la Palabra de Dios, sino que debemos escudriñar las Escrituras para aprender lo que contienen. ¿Recibimos la Biblia como el "oráculo de Dios"? Es tan realmente una comunicación divina como si sus palabras nos llegasen con voz audible. No conocemos su carácter precioso, porque no obedecemos sus instrucciones.
Hay malos ángeles que trabajan en todo nuestro derredor, pero porque no discernimos su presencia con nuestra visión natural, no consideramos como debiéramos la realidad de su existencia, según está presentada en la Palabra de Dios. Si nada de lo contenido en las Escrituras resultase difícil de comprender, el hombre, al escudriñar sus páginas, se llenaría de orgullo y suficiencia propia. Nunca es lo mejor para uno creer que entiende todas las fases de la verdad, porque no es así. Por lo tanto, no se lisonjee nadie de que tiene una comprensión correcta de todas las porciones de la Escritura, ni piense que es su deber hacer a todos los demás comprenderlas como él las entiende. Destiérrese el orgullo intelectual. Alzo mi voz en amonestación contra toda especie de orgullo espiritual que abunda en la iglesia hoy (Joyas de los testimonios, 1. 2, p. 205).
Es de suma importancia que constantemente escudriñéis las Escrituras, atesorando en la mente las verdades de Dios. Puede que seáis apartados de la compañía de los cristianos y que os encontréis en un lugar donde no tendréis el privilegio de reuniros con los hijos de Dios. Necesitáis guardar los tesoros de la Palabra divina en vuestro corazón.
En todos los escritos de la revelación hay granos de oro dispersos: los dichos de la sabiduría divina. Si sois prudentes, reuniréis esos preciosos granos de verdad. Apropiaos de las promesas de Dios. Luego, cuando llegue la prueba y la aflicción, esas promesas serán cantarinos manantiales de consuelo celestial.
Muchas veces las tentaciones parecen irresistibles, y es porque se ha descuidado la oración y el estudio de la Biblia, y por ende no se pueden recordar luego las promesas de Dios ni oponerse a Satanás con las armas de las Santas Escrituras. Pero los ángeles rodean a los que tienen deseos de aprender cosas divinas, y en tiempos de gran infortunio traerán a su memoria precisamente las verdades que necesitan. Así que, "cuando viniere el adversario, cual avenida de aguas, el Espíritu de Jehová alzará bandera contra él".
El corazón que ha acumulado las preciosas verdades de Dios está fortalecido contra la tentación de Satanás, contra los pensamientos impuros y las acciones profanas.
Ateneos a las Escrituras. Cuanto más las escudriñéis y las expliquéis, tanto mas se fortalecerá vuestro entendimiento y corazón con las bienaventuradas palabras de ánimo y promesa.
Aprendamos esas valiosas promesas de memoria, de modo que, cuando nos veamos privados de la Biblia; estemos aún en posesión de la Palabra de Dios (Meditaciones matinales, 1952, p. 28).
Tiempo y Lugar.
Martes 10
"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad" (2 Timoteo 2:15).
Tengan cuidado al interpretar las Escrituras. Léanlas con el corazón abierto a la influencia de la Palabra de Dios, y entonces ésta traerá luz del Cielo y dará entendimiento a los simples. No me refiero a los retardados mentales, sino a los que se extralimitan en su anhelo de ser originales e independientes con el fin de lograr un conocimiento que supere el verdadero conocimiento.
Todos los que enseñan la Palabra de Dios emprenden una tarea muy solemne y sagrada; porque al escudriñarla reciben luz y un conocimiento correcto que deben impartir con los que la ignoran. La enseñanza consiste en inculcar ideas llenas a la vez de luz y verdad. Todo el que investiga las Escrituras con diligencia y paciencia para poder enseñar a los demás, y emprende la tarea con integridad y honestidad, abandonando, antes de comenzar su estudio, todo preconcepto de cualquier naturaleza que sea, y todos los prejuicios que haya podido heredar, llegará a tener un conocimiento verdadero. Es fácil interpretar erróneamente la Escritura, poniendo énfasis en ciertos pasajes y adjudicándoles un significado que, de primera intención puede parecer verdadero, pero que una investigación ulterior demostrará que es falso. Si el que busca la verdad compara un pasaje con otro, descubrirá la clave para abrir el almacén de los tesoros, clave que le dará una verdadera comprensión de la Palabra de Dios. Entonces se dará cuenta de que sus primeras impresiones no resisten una investigación más profunda, y que al continuar creyendo en ellas tendrá una mezcla de verdad y error (Cada día con Dios, p. 43).
La indolencia nunca traerá como resultado una clara percepción de la verdad. En cambio, la investigación diligente de cada asunto que ha sido recibido como verdad pagará con creces a quien lo hace, pues encontrará preciosas gemas de verdad. Al investigar cada jota y cada tilde; al comparar texto con texto, podemos descubrir errores en nuestra interpretación de la Escritura. Cristo desea que el investigador de su Palabra cave más y más profundamente en las minas de verdad. Si la investigación se realiza correctamente se encontrarán joyas de inestimable valor, porque la Palabra de Dios es la mina donde se encuentran las inescrutables riquezas de Cristo (Review and Herald, julio 12, 1898).
Cristo oró que sus discípulos llegaran a ser uno, como él y el Padre son uno. ¿En qué consiste esa unidad? No consiste en que todos tengan la misma disposición y el mismo temperamento, o que todos corran por la misma senda. No todos poseen el mismo grado de inteligencia ni tienen la misma experiencia. En la iglesia existen diferentes dones y diversas experiencias, así como en los asuntos temporales hay diversas formas de dirigir y trabajar, sin que eso signifique producir desunión y discordia. Una persona puede apreciar especialmente una porción de la Escritura pues ha encontrado una luz especial sobre ella, mientras que otra persona considera otra porción como importante y la presenta a la gente como del más alto valor. ¿Debiera traer esto disensión y discusiones? ¡Dios no lo permita! Nadie debe considerar que la unidad en la iglesia depende de que todos vean cada texto de la Escritura con la misma importancia (Manuscript Releases, 1. 15, pp. 149, 150).
El Contexto Inmediato.
Miércoles 11
Las interpretaciones vagas y fantásticas de las Santas Escrituras, así como las muchas teorías contradictorias respecto a la fe religiosa que se advierten en el mundo cristiano, son obra de nuestro gran adversario, que trata así de confundir las mentes de suerte que no puedan descubrir la verdad. Y la discordia y la división que existen entre las iglesias de la cristiandad se deben en gran parte a la costumbre tan general de torcer el sentido de las Sagradas Escrituras con el fin de apoyar alguna doctrina favorita. En lugar de estudiar con esmero y con humildad de corazón la Palabra de Dios con el objeto de llegar al conocimiento de su voluntad, muchos procuran descubrir algo curioso y original.
Con el fin de sostener doctrinas erróneas o prácticas anticristianas, hay quienes toman pasajes de la Sagrada Escritura aislados del contexto, no citan tal vez más que la mitad de un versículo para probar su idea, y dejan la segunda mitad que quizá hubiese probado todo lo contrario. Con la astucia de la serpiente se encastillan tras declaraciones sin ilación, entretejidas de manera que favorezcan sus deseos carnales. Es así como gran número de personas pervierten con propósito deliberado la Palabra de Dios. Otros, dotados de viva imaginación, toman figuras y símbolos de las Sagradas Escrituras y los interpretan según su capricho, sin parar mientes en que la Escritura declara ser su propio intérprete; y luego presentan sus extravagancias como enseñanzas de la Biblia.
Siempre que uno se da al estudio de las Escrituras sin estar animado de un espíritu de oración y humildad, susceptible de recibir enseñanza, los pasajes más claros y sencillos, como los más difíciles, serán desviados de su verdadero sentido...
La Palabra de Dios es clara para todos aquellos que la estudian con espíritu de oración. Toda alma verdaderamente sincera alcanzará la luz de la verdad (¡Maranata: El Señor viene!, p. 130).
La conducta de este falso maestro [un predicador universalista] ilustra la de otros muchos. Desprenden de sus contextos unas cuantas palabras de las Sagradas Escrituras, por más que en muchos casos aquéllos encierren un significado contrario al que se les presta; yesos pasajes así aislados se tuercen y se emplean para probar doctrinas que no tienen ningún fundamento en la Palabra de Dios (El conflicto de los siglos, p. 594).
Me parece imposible que yo pueda ser entendida por los que tienen la luz pero no han andado en ella. Lo que yo diga en una conversación privada suele ser repetido de tal manera que signifique exactamente lo opuesto a aquello que los oyentes hubieran entendido si tuvieran una mente y un espíritu santificados. Tengo miedo de hablar aun a mis amigos, porque luego oigo decir: "La Hna. White dijo esto" o "La Hna. White dijo aquello".
Mis palabras se tuercen tanto y se entienden tan mal, que estoy llegando a la conclusión de que el Señor quiere que yo me mantenga al margen de las grandes asambleas y rechace entrevistas privadas. Lo que digo es repetido en una forma tan pervertida que resulta nuevo y extraño para mí. Se mezcla con palabras habladas por hombres que sostienen sus propias teorías (Mensajes selectos, t. 3, p. 91).
El Contexto más Amplio.
Jueves 12
En la visión que se me dio el 12 de junio de 1868, se me mostró el peligro que encara el pueblo de Dios cuando mira a los Hnos. White y cree que deben acudir adonde ellos están para llevarles sus cargas y pedirles consejo. Esto no debe ser así. El compasivo y amante Salvador los invita a acudir a él cuando están trabajados y cansados, y los hará descansar. En él hallarán reposo. Al llevar sus perplejidades y problemas a Jesús, verificarán el cumplimiento de las promesas con respecto a ellos. Cuando en su angustia experimentan el alivio que se encuentra sólo en Jesús, obtienen una experiencia del más alto valor. Los Hnos. White están luchando para lograr pureza de vida, para dar fruto de santidad; no obstante, son sólo mortales sujetos a error. Muchos nos preguntan: "¿Puedo hacer esto?" "¿Debo hacer o no este negocio?" O, con respecto a la ropa: "¿Puedo usar este vestido o el otro?" Les respondo: "Ustedes pretenden ser discípulos de Cristo. Estudien la Biblia. Lean cuidadosamente y con oración la vida de nuestro querido Salvador cuando moró entre los hombres sobre la tierra. Imiten su vida y así no se apartarán de la senda estrecha. Rehusamos enfáticamente ser conciencia para ustedes. Si les dijéramos exactamente lo que tienen que hacer, nos mirarían para que los condujéramos, en lugar de acudir directamente a Jesús por sí mismos. La experiencia de ustedes se basaría en la nuestra. Ustedes deben tener una experiencia propia, basada en Dios. Entonces podrán permanecer en pie en medio de los peligros de los últimos días, y ser purificados, y no consumidos por el fuego deja aflicción por el cual tienen que pasar todos los santos para que sus-caracteres queden libres de impurezas como preparación para recibir el toque final de la inmortalidad" (Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 108, 109).
Durante medio siglo he sido la mensajera del Señor, y mientras siga viviendo seguiré llevando los mensajes que Dios me dé para su pueblo. No me atribuyo ninguna gloria a mí misma. En mi juventud el Señor me hizo su mensajera, para comunicar a su pueblo testimonios de ánimo, de advertencia, de reproche. Durante sesenta años he estado en comunicación con los mensajeros celestiales y aprendiendo constantemente con referencia a las cosas divinas, y con respecto a la manera en que Dios está trabajando continuamente para sacar a las almas del error de sus caminos y traerlas a la luz de Dios (Mensajes selectos, t. 3, p. 79).
Para Estudiar y Meditar
Viernes 13
Fe y obras: "Cristo, nuestra justicia", pgs. 34-39 y 40-46.
En las Escrituras hay miles de gemas de la verdad que yacen escondidas para el que busca en la superficie. La mina de la verdad no se agota nunca. Cuanto más escudriñéis las Escrituras con corazón humilde, tanto mayor será vuestro interés, y tanto más os sentiréis con deseo de exclamar con Pablo: "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ...
Cada día debéis aprender algo nuevo de las Escrituras. Escudriñadlas como si buscarais tesoros ocultos, porque contienen las palabras de vida eterna. Orad por sabiduría y entendimiento para comprender estos escritos sagrados. Si lo hacéis, hallaréis nuevas glorias en la Palabra de Dios; sentiréis que habréis recibido luz nueva y preciosa sobre asuntos relacionados con la verdad, y las Escrituras recibirán constantemente nuevo valor en vuestra estima.
Las grandes verdades necesarias para la salvación se han presentado tan claras como la luz del mediodía... Un solo texto ha sido en lo pasado, y lo será en lo futuro, sabor de vida para vida en el caso de muchas almas. Cuando los hombres la escudriñan diligentemente, la Biblia abre nuevos tesoros de verdad, que son como joyas resplandecientes para la mente.
Debéis cavar hondo en la mina de la verdad si queréis hallar sus tesoros más preciados. Comparando un texto con otro podréis descubrir el verdadero significado del contexto; pero si no instituís las sagradas enseñanzas de la Palabra de Dios como la ley y guía de vuestra vida, la verdad no significará nada para vosotros (Meditaciones matinales, 1952, p. 22).
Exégesis.
Domingo 8
Los discípulos más cercanos a Cristo pueden ser humildes, incluso ignorantes; asimismo los paganos con toda su crueldad pueden ser considerados más favorablemente que aquellos que teniendo gran luz y muchas evidencias, rechazan los reproches misericordioso s del Señor, siguen considerando sus pecados como virtudes, se ofenden como algunos seguidores de Jesús en sus días y se vuelven atrás y ya no andan con él. Los aborígenes pueden reflejar la misericordia y la compasión de Cristo cuando el Espíritu Santo los lleva a tratar bien a los siervos de Dios; esa simpatía que se despierta en sus corazones es contraria a su naturaleza y contraria a su entorno, pero la gracia de Cristo trabaja en ellos y suplen las necesidades de los misioneros aun antes de escuchar las palabras de verdad y vida. Puede haber una multitud que rodea a los siervos de Dios con el plan de matarlos, pero el Señor obra en el corazón de uno de ellos y éste ruega clemencia por aquellos que aman y temen a Dios. En varias ocasiones la intercesión de un aborigen ha permitido salvar la vida de un cristiano que ya había sido condenado a muerte por la tribu. ¡Cuánto amor manifestado en este único acto! En el juicio, Cristo podrá decirles: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí" (S. Mateo 25:34-36).
Dios no juzgará a los seres humanos por la posición que hayan ocupado, o por sus propiedades o su color, sino por el carácter que hayan formado. Así se decidirá el caso de cada uno. Aquellos que tuvieron abundantes oportunidades de conocer la verdad, pero en su incredulidad y ceguera se opusieron a Dios y a sus mensajeros, serán juzgados de acuerdo a la luz que rechazaron y a los dones y ventajas que recibieron y que debían haber utilizado para iluminar a otros; serán juzgados por el bien que debían haber hecho pero que no hicieron. Tendrán que dar cuenta de las oportunidades que despreciaron y por haber llevado a otros por el camino equivocado. Quisieron andar en sus propios caminos en lugar de los caminos de Dios, y al andar en contra de los principios de la verdad, lo deshonraron. Profesando ser sabios, se hicieron necios y cambiaron la verdad de Dios por la mentira. La severidad de su castigo estará en proporción a las misericordias que recibieron y rechazaron (Review and Herald, junio 25, 1901).
Homilética.
Lunes 9
Debemos conceder a las Escrituras mayor valor del que les hemos concedido, porque en ellas está revelada la voluntad de Dios a los hombres. No es suficiente asentir meramente a la veracidad de la Palabra de Dios, sino que debemos escudriñar las Escrituras para aprender lo que contienen. ¿Recibimos la Biblia como el "oráculo de Dios"? Es tan realmente una comunicación divina como si sus palabras nos llegasen con voz audible. No conocemos su carácter precioso, porque no obedecemos sus instrucciones.
Hay malos ángeles que trabajan en todo nuestro derredor, pero porque no discernimos su presencia con nuestra visión natural, no consideramos como debiéramos la realidad de su existencia, según está presentada en la Palabra de Dios. Si nada de lo contenido en las Escrituras resultase difícil de comprender, el hombre, al escudriñar sus páginas, se llenaría de orgullo y suficiencia propia. Nunca es lo mejor para uno creer que entiende todas las fases de la verdad, porque no es así. Por lo tanto, no se lisonjee nadie de que tiene una comprensión correcta de todas las porciones de la Escritura, ni piense que es su deber hacer a todos los demás comprenderlas como él las entiende. Destiérrese el orgullo intelectual. Alzo mi voz en amonestación contra toda especie de orgullo espiritual que abunda en la iglesia hoy (Joyas de los testimonios, 1. 2, p. 205).
Es de suma importancia que constantemente escudriñéis las Escrituras, atesorando en la mente las verdades de Dios. Puede que seáis apartados de la compañía de los cristianos y que os encontréis en un lugar donde no tendréis el privilegio de reuniros con los hijos de Dios. Necesitáis guardar los tesoros de la Palabra divina en vuestro corazón.
En todos los escritos de la revelación hay granos de oro dispersos: los dichos de la sabiduría divina. Si sois prudentes, reuniréis esos preciosos granos de verdad. Apropiaos de las promesas de Dios. Luego, cuando llegue la prueba y la aflicción, esas promesas serán cantarinos manantiales de consuelo celestial.
Muchas veces las tentaciones parecen irresistibles, y es porque se ha descuidado la oración y el estudio de la Biblia, y por ende no se pueden recordar luego las promesas de Dios ni oponerse a Satanás con las armas de las Santas Escrituras. Pero los ángeles rodean a los que tienen deseos de aprender cosas divinas, y en tiempos de gran infortunio traerán a su memoria precisamente las verdades que necesitan. Así que, "cuando viniere el adversario, cual avenida de aguas, el Espíritu de Jehová alzará bandera contra él".
El corazón que ha acumulado las preciosas verdades de Dios está fortalecido contra la tentación de Satanás, contra los pensamientos impuros y las acciones profanas.
Ateneos a las Escrituras. Cuanto más las escudriñéis y las expliquéis, tanto mas se fortalecerá vuestro entendimiento y corazón con las bienaventuradas palabras de ánimo y promesa.
Aprendamos esas valiosas promesas de memoria, de modo que, cuando nos veamos privados de la Biblia; estemos aún en posesión de la Palabra de Dios (Meditaciones matinales, 1952, p. 28).
Tiempo y Lugar.
Martes 10
"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad" (2 Timoteo 2:15).
Tengan cuidado al interpretar las Escrituras. Léanlas con el corazón abierto a la influencia de la Palabra de Dios, y entonces ésta traerá luz del Cielo y dará entendimiento a los simples. No me refiero a los retardados mentales, sino a los que se extralimitan en su anhelo de ser originales e independientes con el fin de lograr un conocimiento que supere el verdadero conocimiento.
Todos los que enseñan la Palabra de Dios emprenden una tarea muy solemne y sagrada; porque al escudriñarla reciben luz y un conocimiento correcto que deben impartir con los que la ignoran. La enseñanza consiste en inculcar ideas llenas a la vez de luz y verdad. Todo el que investiga las Escrituras con diligencia y paciencia para poder enseñar a los demás, y emprende la tarea con integridad y honestidad, abandonando, antes de comenzar su estudio, todo preconcepto de cualquier naturaleza que sea, y todos los prejuicios que haya podido heredar, llegará a tener un conocimiento verdadero. Es fácil interpretar erróneamente la Escritura, poniendo énfasis en ciertos pasajes y adjudicándoles un significado que, de primera intención puede parecer verdadero, pero que una investigación ulterior demostrará que es falso. Si el que busca la verdad compara un pasaje con otro, descubrirá la clave para abrir el almacén de los tesoros, clave que le dará una verdadera comprensión de la Palabra de Dios. Entonces se dará cuenta de que sus primeras impresiones no resisten una investigación más profunda, y que al continuar creyendo en ellas tendrá una mezcla de verdad y error (Cada día con Dios, p. 43).
La indolencia nunca traerá como resultado una clara percepción de la verdad. En cambio, la investigación diligente de cada asunto que ha sido recibido como verdad pagará con creces a quien lo hace, pues encontrará preciosas gemas de verdad. Al investigar cada jota y cada tilde; al comparar texto con texto, podemos descubrir errores en nuestra interpretación de la Escritura. Cristo desea que el investigador de su Palabra cave más y más profundamente en las minas de verdad. Si la investigación se realiza correctamente se encontrarán joyas de inestimable valor, porque la Palabra de Dios es la mina donde se encuentran las inescrutables riquezas de Cristo (Review and Herald, julio 12, 1898).
Cristo oró que sus discípulos llegaran a ser uno, como él y el Padre son uno. ¿En qué consiste esa unidad? No consiste en que todos tengan la misma disposición y el mismo temperamento, o que todos corran por la misma senda. No todos poseen el mismo grado de inteligencia ni tienen la misma experiencia. En la iglesia existen diferentes dones y diversas experiencias, así como en los asuntos temporales hay diversas formas de dirigir y trabajar, sin que eso signifique producir desunión y discordia. Una persona puede apreciar especialmente una porción de la Escritura pues ha encontrado una luz especial sobre ella, mientras que otra persona considera otra porción como importante y la presenta a la gente como del más alto valor. ¿Debiera traer esto disensión y discusiones? ¡Dios no lo permita! Nadie debe considerar que la unidad en la iglesia depende de que todos vean cada texto de la Escritura con la misma importancia (Manuscript Releases, 1. 15, pp. 149, 150).
El Contexto Inmediato.
Miércoles 11
Las interpretaciones vagas y fantásticas de las Santas Escrituras, así como las muchas teorías contradictorias respecto a la fe religiosa que se advierten en el mundo cristiano, son obra de nuestro gran adversario, que trata así de confundir las mentes de suerte que no puedan descubrir la verdad. Y la discordia y la división que existen entre las iglesias de la cristiandad se deben en gran parte a la costumbre tan general de torcer el sentido de las Sagradas Escrituras con el fin de apoyar alguna doctrina favorita. En lugar de estudiar con esmero y con humildad de corazón la Palabra de Dios con el objeto de llegar al conocimiento de su voluntad, muchos procuran descubrir algo curioso y original.
Con el fin de sostener doctrinas erróneas o prácticas anticristianas, hay quienes toman pasajes de la Sagrada Escritura aislados del contexto, no citan tal vez más que la mitad de un versículo para probar su idea, y dejan la segunda mitad que quizá hubiese probado todo lo contrario. Con la astucia de la serpiente se encastillan tras declaraciones sin ilación, entretejidas de manera que favorezcan sus deseos carnales. Es así como gran número de personas pervierten con propósito deliberado la Palabra de Dios. Otros, dotados de viva imaginación, toman figuras y símbolos de las Sagradas Escrituras y los interpretan según su capricho, sin parar mientes en que la Escritura declara ser su propio intérprete; y luego presentan sus extravagancias como enseñanzas de la Biblia.
Siempre que uno se da al estudio de las Escrituras sin estar animado de un espíritu de oración y humildad, susceptible de recibir enseñanza, los pasajes más claros y sencillos, como los más difíciles, serán desviados de su verdadero sentido...
La Palabra de Dios es clara para todos aquellos que la estudian con espíritu de oración. Toda alma verdaderamente sincera alcanzará la luz de la verdad (¡Maranata: El Señor viene!, p. 130).
La conducta de este falso maestro [un predicador universalista] ilustra la de otros muchos. Desprenden de sus contextos unas cuantas palabras de las Sagradas Escrituras, por más que en muchos casos aquéllos encierren un significado contrario al que se les presta; yesos pasajes así aislados se tuercen y se emplean para probar doctrinas que no tienen ningún fundamento en la Palabra de Dios (El conflicto de los siglos, p. 594).
Me parece imposible que yo pueda ser entendida por los que tienen la luz pero no han andado en ella. Lo que yo diga en una conversación privada suele ser repetido de tal manera que signifique exactamente lo opuesto a aquello que los oyentes hubieran entendido si tuvieran una mente y un espíritu santificados. Tengo miedo de hablar aun a mis amigos, porque luego oigo decir: "La Hna. White dijo esto" o "La Hna. White dijo aquello".
Mis palabras se tuercen tanto y se entienden tan mal, que estoy llegando a la conclusión de que el Señor quiere que yo me mantenga al margen de las grandes asambleas y rechace entrevistas privadas. Lo que digo es repetido en una forma tan pervertida que resulta nuevo y extraño para mí. Se mezcla con palabras habladas por hombres que sostienen sus propias teorías (Mensajes selectos, t. 3, p. 91).
El Contexto más Amplio.
Jueves 12
En la visión que se me dio el 12 de junio de 1868, se me mostró el peligro que encara el pueblo de Dios cuando mira a los Hnos. White y cree que deben acudir adonde ellos están para llevarles sus cargas y pedirles consejo. Esto no debe ser así. El compasivo y amante Salvador los invita a acudir a él cuando están trabajados y cansados, y los hará descansar. En él hallarán reposo. Al llevar sus perplejidades y problemas a Jesús, verificarán el cumplimiento de las promesas con respecto a ellos. Cuando en su angustia experimentan el alivio que se encuentra sólo en Jesús, obtienen una experiencia del más alto valor. Los Hnos. White están luchando para lograr pureza de vida, para dar fruto de santidad; no obstante, son sólo mortales sujetos a error. Muchos nos preguntan: "¿Puedo hacer esto?" "¿Debo hacer o no este negocio?" O, con respecto a la ropa: "¿Puedo usar este vestido o el otro?" Les respondo: "Ustedes pretenden ser discípulos de Cristo. Estudien la Biblia. Lean cuidadosamente y con oración la vida de nuestro querido Salvador cuando moró entre los hombres sobre la tierra. Imiten su vida y así no se apartarán de la senda estrecha. Rehusamos enfáticamente ser conciencia para ustedes. Si les dijéramos exactamente lo que tienen que hacer, nos mirarían para que los condujéramos, en lugar de acudir directamente a Jesús por sí mismos. La experiencia de ustedes se basaría en la nuestra. Ustedes deben tener una experiencia propia, basada en Dios. Entonces podrán permanecer en pie en medio de los peligros de los últimos días, y ser purificados, y no consumidos por el fuego deja aflicción por el cual tienen que pasar todos los santos para que sus-caracteres queden libres de impurezas como preparación para recibir el toque final de la inmortalidad" (Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 108, 109).
Durante medio siglo he sido la mensajera del Señor, y mientras siga viviendo seguiré llevando los mensajes que Dios me dé para su pueblo. No me atribuyo ninguna gloria a mí misma. En mi juventud el Señor me hizo su mensajera, para comunicar a su pueblo testimonios de ánimo, de advertencia, de reproche. Durante sesenta años he estado en comunicación con los mensajeros celestiales y aprendiendo constantemente con referencia a las cosas divinas, y con respecto a la manera en que Dios está trabajando continuamente para sacar a las almas del error de sus caminos y traerlas a la luz de Dios (Mensajes selectos, t. 3, p. 79).
Para Estudiar y Meditar
Viernes 13
Fe y obras: "Cristo, nuestra justicia", pgs. 34-39 y 40-46.
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