Sábado 21
Cuando Jesús les habló a sus discípulos acerca de la obra que debían hacer cuando el Espíritu Santo descendiera sobre ellos, le preguntaron: "¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo?" Y él les dijo: " ... Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hechos 1 :6, 8). Los discípulos debían comenzar a trabajar donde él había sembrado las semillas de verdad. Multitudes habían escuchado sus palabras y las habían creído, pero no habían tenido el valor moral para reconocerlo como su Salvador porque temían ser expulsados de la sinagoga. Cuando el Espíritu Santo fue derramado, la simiente que Cristo había sembrado maduró y dio fruto. Los discípulos fueron inspirados con valor y esperanza y estuvieron listos para ir hasta los confines de la tierra a proclamar acerca del Salvador resucitado. En cada generación sucesiva hubo quienes recibieron nueva luz y se levantaron para llevar hacia adelante el evangelio. Hoy, cuando estamos más cerca del cumplimiento de la esperanza cristiana; cuando estamos más cerca que nunca del gran trono blanco, también tenemos una mayor revelación de Jesús que la que tuvieron nuestro antepasados (Signs of the Times, octubre 14, 1889).
Autoridad Bíblica.
Domingo 22
Después de la crucifixión y resurrección de Cristo, sus discípulos escucharon sus lecciones de verdad con admiración y asombro, pues les parecían como nuevas ideas para ellos. Pero él les dijo: "Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros... Entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras" (S. Lucas 24: 44, 45). La verdad se está desplegando constantemente, y presenta nuevos aspectos a las diferentes mentes. Todos los que cavan en las minas de la verdad descubrirán constantemente ricas y preciosas gemas. Estamos ansiosos de que todos los que pretenden creer la verdad que ahora se presenta ante nosotros, y especialmente los que tienen la responsabilidad de enseñar la verdad a otros, posean un concepto más claro ellos mismos del importantísimo significado de los temas de la Biblia (Mensajes selectos, 1. 1, pp. 472, 473).
En los días de Cristo, sus oyentes estaban confundidos con sus propias enseñanzas y opiniones. Mezclaban sus ideas preconcebidas con las enseñanzas de Cristo, lo que impedía que comprendieran las elevadas verdades que él presentaba. En su ceguera no podían interpretar correctamente las escrituras del Antiguo Testamento. A los discípulos, él les abrió el entendimiento para revelarles la base práctica y espiritual de los mandamientos de Dios y su efecto en la vida y el carácter. Les prometió que después de su ascensión enviaría el Espíritu Santo para recordarles todo lo que les había dicho, porque dejaba en sus manos verdades cuyo valor en ese momento no comprendían. "Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras" (S. Lucas 24:44, 45). Los discípulos fueron aceptando lentamente todo lo que las Escrituras testificaban acerca de Cristo (Review and Herald, febrero 4, 1890).
"Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras". Antes de esto, los discípulos no habían entendido el significado espiritual de sus enseñanzas. También hoy, las mentes del pueblo de Dios deben ser abiertas para entender las Escrituras. Algunos dicen que no se le debe dar a un pasaje más que un solo significado, ni se debe modificar lo que hemos entendido en el pasado; pero eso significa no dar lugar al Espíritu de Dios. Cuanto más caminemos en la luz de la verdad, tanto más nos pareceremos a Cristo en espíritu y en carácter, y la verdad nos resultará más y más brillante. Cuanto más luz se nos revele, la valoraremos tanto más preciosa que cuando la examinamos por primera vez de manera casual. La verdad tal como es en Jesús puede expandirse y desarrollarse constantemente, y así como su divino Autor, nos resultará más apreciable y hermosa. Al revelársenos su significado más profundo aspiraremos a una más perfecta conformidad con sus enseñanzas. Tal comprensión de la verdad eleva la mente y transforma el carácter llevándolo hacia la perfección divina (Review and Herald, octubre 21, 1890).
Entrar en La Palabra.
Lunes 23
La Biblia es la revelación de Dios para nuestro mundo y tiene el propósito de decimos qué clase de carácter debemos tener para llegar al paraíso de Dios. Debemos considerarla la manifestación divina de las cosas eternas; asuntos que son de la mayor consecuencia para nosotros. El mundo la deja a un lado pensando que ya ha sido suficientemente investigada, pero mil años de investigación no agotarían la busque da de los tesoros escondidos que contiene. Sólo la eternidad agotará la sabiduría de este libro, porque es la sabiduría de una mente infinita.
En ninguna época el ser humano ha aprendido todo lo que se puede aprender de la Palabra de Dios. Siempre habrá nuevas facetas de la verdad y del carácter y los atributos de Dios que pueden comprenderse: su benevolencia, su misericordia, su paciencia, y el ejemplo de Cristo en su perfecta obediencia. "Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad" (S. Juan 1:14). Su estudio eleva el intelecto y fortifica la habilidad mental. Cuando el que la investiga descubre tesoros escondidos, declara triunfante: "Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria" (1 Timoteo 3:16). "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres" (Filipenses 2:5-7).
La Biblia, plenamente recibida y estudiada como la voz de Dios, le dice a la familia humana cómo alcanzar la felicidad eterna y asegurarse los tesoros celestiales. "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Timoteo 3: 16, 17). ¿Seremos tan necios como para no comprender su valor? ¿Cultivaremos las ansias de leer otros autores famosos antes que la Palabra de Dios? Este deseo irreprimible de buscar el conocimiento humano en lugar del divino no nos hace sabios para salvación (Fundamentals of Christian Education, pp. 444, 445).
Los testimonios de la Hna. White no deben ser presentados en primera línea. La Palabra de Dios es la norma infalible. Los testimonios no han de ocupar el lugar de la Palabra. Debe ejercerse gran cuidado por parte de todos los creyentes, para presentar cuidadosamente estas cuestiones, y siempre conviene detenerse cuando se ha dicho suficiente. Prueben todos su posición por medio de las Escrituras, y prueben por la Palabra revelada de Dios todo punto que sostienen como verdad.
Cuanto más miremos las promesas de la Palabra de Dios, más brillantes aparecen. Cuanto más las practiquemos, tanto más profunda será nuestra comprensión de ellas. Nuestra posición y fe se basan en la Biblia. Y nunca queremos que un alma presente los testimonios antes que la Biblia (El evangelismo, p. 190).
Señalan a Jesús.
Martes 24
Veo en Jesús todo lo que es hermoso, todo lo que es santo, todo lo que es elevador y puro. Entonces, ¿por qué he de querer abrir mis ojos para ver todo lo que es desagradable? Por la contemplación somos transformados. Contemplemos a Jesús y consideremos la hermosura de su carácter, y contemplándolo seremos transformados a su semejanza (Nuestra elevada vocación, p. 336).
Cristo es el vínculo de unión entre Dios y el hombre. Él prometió su intercesión personal. Coloca toda la virtud de su justicia de parte del suplicante. Intercede por el hombre, y el hombre, que necesita ayuda divina, intercede por sí mismo en presencia de Dios, usando la influencia de Aquel que dio su vida por la vida del mundo. Mientras reconocemos delante de Dios nuestro aprecio por los méritos de Cristo, nuestras intercesiones cobran fragancia. Mientras nos acercamos a Dios por la virtud de los méritos del Redentor, Cristo nos atrae cerca de sí, rodeándonos con su brazo humano, mientras que con su brazo divino traba del trono del Infinito. Pone sus méritos, como suave incienso, en el incensario que tenemos en la mano, a fin de alentar nuestras peticiones. Él promete oír y contestar nuestras súplicas (Joyas de los testimonios, 1. 3, pp. 93, 94).
Mediante Cristo, se dan al hombre tanto restauración como reconciliación. El abismo abierto por el pecado ha sido salvado por la cruz del Calvario. Un rescate pleno y completo ha sido pagado por Jesús en virtud del cual es perdonado el pecador y es mantenida la justicia de la ley. Todos los que creen que Cristo es el sacrificio expiatorio pueden ir y recibir el perdón de sus pecados, pues mediante los méritos de Cristo se ha abierto la comunicación entre Dios y el hombre. Dios puede aceptarme como a su hijo y yo puedo tener derecho a él y puedo regocijarme en él como en mi Padre amante. Debemos centralizar nuestras esperanzas del Cielo únicamente en Cristo, pues él es nuestro sustituto y garantía (La maravillosa gracia de Dios, p. 177).
Permitid que hable Daniel, haced que se exprese el Apocalipsis, y digan qué es verdad. Pero cualquiera sea el aspecto del tema que se presente, levantad a Jesús como el centro de toda esperanza, "la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente, y de la mañana" (Testimonios para los ministros, pp. 115, 116).
El mensaje del tercer ángel hace un llamado a presentar el cuarto mandamiento ante el mundo, pero el gran centro de atracción, Jesucristo, no debe ser dejado fuera de este mensaje. Muchos que han estado dedicados a la obra para este tiempo, han colocado a Cristo en un nivel secundario y las teorías y argumentos han tomado el primer lugar (Review and Herald, marzo 20, 1894).
El Don y los Milagros.
Miércoles 25
La nación judía está ante nosotros como un ejemplo del agotamiento de la vasta paciencia de Dios. Con la destrucción de Jerusalén se simboliza la destrucción del mundo. Los labios del que siempre pronunciaba bendiciones sobre los arrepentidos, animaba a los pobres y dolientes, y proporcionaba alegría a los humildes, pronunciaron una maldición sobre las personas a quienes él había presentado la luz pero que no quisieron apreciarla ni aceptarla. Él declaró a aquellos que pensaban evadir la clara y distinta Palabra de Dios, y albergaban tradiciones humanas, que serían hallados culpables de toda la sangre de los profetas que habían sido muertos desde el principio del mundo.
Vez tras vez Dios reprendió a los judíos por su conducta impía, mediante severos castigos; pero ellos lo provocaron con sus obras de impiedad al menospreciar la ley del Señor de los ejércitos, y finalmente, al negar reverencia a su Hijo unigénito. Cada siglo de transgresiones atesoró ira para el día de la ira. Jesús instó a la obstinada e impenitente nación a que llenara la medida de su iniquidad. Sus obras impías no fueron olvidadas ni pasadas por alto. Cuando el tiempo del juicio retributivo llegó a su plenitud, salió la orden desde el lugar sagrado del Altísimo para que se defendiera el honor de Dios y se magnificara su ley (Comentario bíblico adventista, 1. 3, p. 1151).
Cristo advirtió a sus discípulos que en el mundo tendrían aflicción; serían traídos ante reyes y gobernantes por causa de su nombre; dirían todo mal contra ellos, mintiendo, y los que destruyeran sus vidas pensarían que estaban haciendo un servicio a Dios. En cada época, aquellos que han vivido piadosamente han sufrido alguna forma de persecución. Muchos profetas y apóstoles fueron perseguidos, puestos en prisión y condenados a muerte por causa de su nombre. Sufrieron toda forma de crueldad, odio y venganza que Satanás llevaba a las mentes impías a inventar.
Hoy en día, el mundo está tan opuesto a la religión genuina como lo estuvo en el pasado. El mismo odio y hostilidad que llevó al rechazo y la crucifixión de Cristo y a la persecución de sus fieles testigos, todavía se enciende en los corazones de los hijos de la desobediencia, y brotará nuevamente con energía maligna (The Youth 's Instructor, mayo 28, 1884).
Satanás está... constantemente haciendo fuerza por introducir lo espurio a fin de apartar de la verdad. Precisamente, el último engaño de Satanás se hará para que no tenga efecto el testimonio del Espíritu de Dios. "Sin profecía el pueblo será disipado" (Prov. 29: 18). Satanás trabajará hábilmente en diferentes formas y mediante diferentes instrumentos para perturbar la confianza del pueblo remanente de Dios en el testimonio verdadero.
Se encenderá un odio satánico contra los testimonios. La obra de Satanás será perturbar la fe de las iglesias en ellos por esta razón: Satanás no puede disponer de una senda tan clara para introducir sus engaños y atar a las almas con sus errores si se obedecen las amonestaciones y reproches del Espíritu de Dios.
Hay algunos que piensan que pueden medir el carácter y estimar la importancia de la obra que el Señor me ha dado. Su propia mentalidad y juicio son la norma por la cual quieren pesar los testimonios.
Mi Instructor me dijo: Di a esos hombres que Dios no les ha confiado la obra de medir, clasificar y definir el carácter de los testimonios. Los que intentan esto seguramente errarán en sus conclusiones. El Señor quiere que los hombres se apliquen a su obra señalada. Si observan el camino del Señor, podrán discernir claramente que la obra que Dios me ha señalado para hacer no es de invención humana.
Los que cuidadosamente leen los testimonios así como aparecieron desde los primeros días, no necesitan estar perplejos en cuanto a su origen. Los muchos libros escritos con la ayuda del Espíritu de Dios dan un claro testimonio en cuanto al carácter de los testimonios (Mensajes selectos, 1. 1, pp. 54, 55).
El Don y los Milagros.
Jueves 26
Empezando con Moisés, alfa de la historia bíblica, Cristo expuso en todas las Escrituras las cosas concernientes a él. Si se hubiese dado a conocer primero, el corazón de ellos habría quedado satisfecho. En la plenitud de su gozo, no habrían deseado más. Pero era necesario que comprendiesen el testimonio que le daban los símbolos y las profecías del Antiguo Testamento. Su fe debía establecerse sobre éstas. Cristo no realizó ningún milagro para convencerlos, sino que su primera obra consistió en explicar las Escrituras. Ellos habían considerado su muerte como la destrucción de todas sus esperanzas. Ahora les demostró por los profetas que era la evidencia más categórica para su fe.
Al enseñar a estos discípulos, Jesús demostró la importancia del Antiguo Testamento como testimonio de su misión. Muchos de los que profesan ser cristianos ahora, descartan el Antiguo Testamento y aseveran que ya no tiene utilidad. Pero tal no fue la enseñanza de Cristo. Tan altamente lo apreciaba que en una oportunidad dijo: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos".
Es la voz de Cristo que habla por los patriarcas y los profetas, desde los días de Adán hasta las escenas finales del tiempo. El Salvador se revela en el Antiguo Testamento tan claramente como en el Nuevo. Es la luz del pasado profético lo que presenta la vida de Cristo y las enseñanzas del Nuevo Testamento con claridad y belleza. Los milagros de Cristo son una prueba de su divinidad; pero una prueba aun más categórica de que él es el Redentor del mundo se halla al comparar las profecías del Antiguo Testamento con la historia del Nuevo.
Razonando sobre la base de la profecía, Cristo dio a sus discípulos una idea correcta de lo que había de ser en la humanidad. Su expectativa de un Mesías que había de asumir el trono y el poder real de acuerdo con los deseos de los hombres, había sido engañosa. Les había impedido comprender correctamente su descenso de la posición más sublime a la más humilde que pudiese ocupar. Cristo deseaba que las ideas de sus discípulos fuesen puras y veraces en toda especificación. Debían comprender, en la medida de lo posible, la copa de sufrimiento que le había sido dada. Les demostró que el terrible conflicto que todavía no podían comprender era el cumplimiento del pacto hecho antes de la fundación del mundo. Cristo debía morir, como todo transgresor de la ley debe morir si continúa en el pecado. Todo esto había de suceder, pero no terminaba en derrota, sino en una victoria gloriosa y eterna. Jesús les dijo que debía hacerse todo esfuerzo posible para salvar al mundo del pecado. Sus seguidores deberían vivir como él había vivido y obrar como él había obrado, esforzándose y perseverando.
Así discurrió Cristo con sus discípulos, abriendo su entendimiento para que comprendiesen las Escrituras (El Deseado de todas las gentes, pp. 739-741).
Estudiar y Meditar
Viernes 27
Mensajes selectos, tomo 1, “Actitudes acerca de los testimonios”, pp. 45-55.
Cuando Jesús les habló a sus discípulos acerca de la obra que debían hacer cuando el Espíritu Santo descendiera sobre ellos, le preguntaron: "¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo?" Y él les dijo: " ... Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hechos 1 :6, 8). Los discípulos debían comenzar a trabajar donde él había sembrado las semillas de verdad. Multitudes habían escuchado sus palabras y las habían creído, pero no habían tenido el valor moral para reconocerlo como su Salvador porque temían ser expulsados de la sinagoga. Cuando el Espíritu Santo fue derramado, la simiente que Cristo había sembrado maduró y dio fruto. Los discípulos fueron inspirados con valor y esperanza y estuvieron listos para ir hasta los confines de la tierra a proclamar acerca del Salvador resucitado. En cada generación sucesiva hubo quienes recibieron nueva luz y se levantaron para llevar hacia adelante el evangelio. Hoy, cuando estamos más cerca del cumplimiento de la esperanza cristiana; cuando estamos más cerca que nunca del gran trono blanco, también tenemos una mayor revelación de Jesús que la que tuvieron nuestro antepasados (Signs of the Times, octubre 14, 1889).
Autoridad Bíblica.
Domingo 22
Después de la crucifixión y resurrección de Cristo, sus discípulos escucharon sus lecciones de verdad con admiración y asombro, pues les parecían como nuevas ideas para ellos. Pero él les dijo: "Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros... Entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras" (S. Lucas 24: 44, 45). La verdad se está desplegando constantemente, y presenta nuevos aspectos a las diferentes mentes. Todos los que cavan en las minas de la verdad descubrirán constantemente ricas y preciosas gemas. Estamos ansiosos de que todos los que pretenden creer la verdad que ahora se presenta ante nosotros, y especialmente los que tienen la responsabilidad de enseñar la verdad a otros, posean un concepto más claro ellos mismos del importantísimo significado de los temas de la Biblia (Mensajes selectos, 1. 1, pp. 472, 473).
En los días de Cristo, sus oyentes estaban confundidos con sus propias enseñanzas y opiniones. Mezclaban sus ideas preconcebidas con las enseñanzas de Cristo, lo que impedía que comprendieran las elevadas verdades que él presentaba. En su ceguera no podían interpretar correctamente las escrituras del Antiguo Testamento. A los discípulos, él les abrió el entendimiento para revelarles la base práctica y espiritual de los mandamientos de Dios y su efecto en la vida y el carácter. Les prometió que después de su ascensión enviaría el Espíritu Santo para recordarles todo lo que les había dicho, porque dejaba en sus manos verdades cuyo valor en ese momento no comprendían. "Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras" (S. Lucas 24:44, 45). Los discípulos fueron aceptando lentamente todo lo que las Escrituras testificaban acerca de Cristo (Review and Herald, febrero 4, 1890).
"Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras". Antes de esto, los discípulos no habían entendido el significado espiritual de sus enseñanzas. También hoy, las mentes del pueblo de Dios deben ser abiertas para entender las Escrituras. Algunos dicen que no se le debe dar a un pasaje más que un solo significado, ni se debe modificar lo que hemos entendido en el pasado; pero eso significa no dar lugar al Espíritu de Dios. Cuanto más caminemos en la luz de la verdad, tanto más nos pareceremos a Cristo en espíritu y en carácter, y la verdad nos resultará más y más brillante. Cuanto más luz se nos revele, la valoraremos tanto más preciosa que cuando la examinamos por primera vez de manera casual. La verdad tal como es en Jesús puede expandirse y desarrollarse constantemente, y así como su divino Autor, nos resultará más apreciable y hermosa. Al revelársenos su significado más profundo aspiraremos a una más perfecta conformidad con sus enseñanzas. Tal comprensión de la verdad eleva la mente y transforma el carácter llevándolo hacia la perfección divina (Review and Herald, octubre 21, 1890).
Entrar en La Palabra.
Lunes 23
La Biblia es la revelación de Dios para nuestro mundo y tiene el propósito de decimos qué clase de carácter debemos tener para llegar al paraíso de Dios. Debemos considerarla la manifestación divina de las cosas eternas; asuntos que son de la mayor consecuencia para nosotros. El mundo la deja a un lado pensando que ya ha sido suficientemente investigada, pero mil años de investigación no agotarían la busque da de los tesoros escondidos que contiene. Sólo la eternidad agotará la sabiduría de este libro, porque es la sabiduría de una mente infinita.
En ninguna época el ser humano ha aprendido todo lo que se puede aprender de la Palabra de Dios. Siempre habrá nuevas facetas de la verdad y del carácter y los atributos de Dios que pueden comprenderse: su benevolencia, su misericordia, su paciencia, y el ejemplo de Cristo en su perfecta obediencia. "Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad" (S. Juan 1:14). Su estudio eleva el intelecto y fortifica la habilidad mental. Cuando el que la investiga descubre tesoros escondidos, declara triunfante: "Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria" (1 Timoteo 3:16). "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres" (Filipenses 2:5-7).
La Biblia, plenamente recibida y estudiada como la voz de Dios, le dice a la familia humana cómo alcanzar la felicidad eterna y asegurarse los tesoros celestiales. "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Timoteo 3: 16, 17). ¿Seremos tan necios como para no comprender su valor? ¿Cultivaremos las ansias de leer otros autores famosos antes que la Palabra de Dios? Este deseo irreprimible de buscar el conocimiento humano en lugar del divino no nos hace sabios para salvación (Fundamentals of Christian Education, pp. 444, 445).
Los testimonios de la Hna. White no deben ser presentados en primera línea. La Palabra de Dios es la norma infalible. Los testimonios no han de ocupar el lugar de la Palabra. Debe ejercerse gran cuidado por parte de todos los creyentes, para presentar cuidadosamente estas cuestiones, y siempre conviene detenerse cuando se ha dicho suficiente. Prueben todos su posición por medio de las Escrituras, y prueben por la Palabra revelada de Dios todo punto que sostienen como verdad.
Cuanto más miremos las promesas de la Palabra de Dios, más brillantes aparecen. Cuanto más las practiquemos, tanto más profunda será nuestra comprensión de ellas. Nuestra posición y fe se basan en la Biblia. Y nunca queremos que un alma presente los testimonios antes que la Biblia (El evangelismo, p. 190).
Señalan a Jesús.
Martes 24
Veo en Jesús todo lo que es hermoso, todo lo que es santo, todo lo que es elevador y puro. Entonces, ¿por qué he de querer abrir mis ojos para ver todo lo que es desagradable? Por la contemplación somos transformados. Contemplemos a Jesús y consideremos la hermosura de su carácter, y contemplándolo seremos transformados a su semejanza (Nuestra elevada vocación, p. 336).
Cristo es el vínculo de unión entre Dios y el hombre. Él prometió su intercesión personal. Coloca toda la virtud de su justicia de parte del suplicante. Intercede por el hombre, y el hombre, que necesita ayuda divina, intercede por sí mismo en presencia de Dios, usando la influencia de Aquel que dio su vida por la vida del mundo. Mientras reconocemos delante de Dios nuestro aprecio por los méritos de Cristo, nuestras intercesiones cobran fragancia. Mientras nos acercamos a Dios por la virtud de los méritos del Redentor, Cristo nos atrae cerca de sí, rodeándonos con su brazo humano, mientras que con su brazo divino traba del trono del Infinito. Pone sus méritos, como suave incienso, en el incensario que tenemos en la mano, a fin de alentar nuestras peticiones. Él promete oír y contestar nuestras súplicas (Joyas de los testimonios, 1. 3, pp. 93, 94).
Mediante Cristo, se dan al hombre tanto restauración como reconciliación. El abismo abierto por el pecado ha sido salvado por la cruz del Calvario. Un rescate pleno y completo ha sido pagado por Jesús en virtud del cual es perdonado el pecador y es mantenida la justicia de la ley. Todos los que creen que Cristo es el sacrificio expiatorio pueden ir y recibir el perdón de sus pecados, pues mediante los méritos de Cristo se ha abierto la comunicación entre Dios y el hombre. Dios puede aceptarme como a su hijo y yo puedo tener derecho a él y puedo regocijarme en él como en mi Padre amante. Debemos centralizar nuestras esperanzas del Cielo únicamente en Cristo, pues él es nuestro sustituto y garantía (La maravillosa gracia de Dios, p. 177).
Permitid que hable Daniel, haced que se exprese el Apocalipsis, y digan qué es verdad. Pero cualquiera sea el aspecto del tema que se presente, levantad a Jesús como el centro de toda esperanza, "la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente, y de la mañana" (Testimonios para los ministros, pp. 115, 116).
El mensaje del tercer ángel hace un llamado a presentar el cuarto mandamiento ante el mundo, pero el gran centro de atracción, Jesucristo, no debe ser dejado fuera de este mensaje. Muchos que han estado dedicados a la obra para este tiempo, han colocado a Cristo en un nivel secundario y las teorías y argumentos han tomado el primer lugar (Review and Herald, marzo 20, 1894).
El Don y los Milagros.
Miércoles 25
La nación judía está ante nosotros como un ejemplo del agotamiento de la vasta paciencia de Dios. Con la destrucción de Jerusalén se simboliza la destrucción del mundo. Los labios del que siempre pronunciaba bendiciones sobre los arrepentidos, animaba a los pobres y dolientes, y proporcionaba alegría a los humildes, pronunciaron una maldición sobre las personas a quienes él había presentado la luz pero que no quisieron apreciarla ni aceptarla. Él declaró a aquellos que pensaban evadir la clara y distinta Palabra de Dios, y albergaban tradiciones humanas, que serían hallados culpables de toda la sangre de los profetas que habían sido muertos desde el principio del mundo.
Vez tras vez Dios reprendió a los judíos por su conducta impía, mediante severos castigos; pero ellos lo provocaron con sus obras de impiedad al menospreciar la ley del Señor de los ejércitos, y finalmente, al negar reverencia a su Hijo unigénito. Cada siglo de transgresiones atesoró ira para el día de la ira. Jesús instó a la obstinada e impenitente nación a que llenara la medida de su iniquidad. Sus obras impías no fueron olvidadas ni pasadas por alto. Cuando el tiempo del juicio retributivo llegó a su plenitud, salió la orden desde el lugar sagrado del Altísimo para que se defendiera el honor de Dios y se magnificara su ley (Comentario bíblico adventista, 1. 3, p. 1151).
Cristo advirtió a sus discípulos que en el mundo tendrían aflicción; serían traídos ante reyes y gobernantes por causa de su nombre; dirían todo mal contra ellos, mintiendo, y los que destruyeran sus vidas pensarían que estaban haciendo un servicio a Dios. En cada época, aquellos que han vivido piadosamente han sufrido alguna forma de persecución. Muchos profetas y apóstoles fueron perseguidos, puestos en prisión y condenados a muerte por causa de su nombre. Sufrieron toda forma de crueldad, odio y venganza que Satanás llevaba a las mentes impías a inventar.
Hoy en día, el mundo está tan opuesto a la religión genuina como lo estuvo en el pasado. El mismo odio y hostilidad que llevó al rechazo y la crucifixión de Cristo y a la persecución de sus fieles testigos, todavía se enciende en los corazones de los hijos de la desobediencia, y brotará nuevamente con energía maligna (The Youth 's Instructor, mayo 28, 1884).
Satanás está... constantemente haciendo fuerza por introducir lo espurio a fin de apartar de la verdad. Precisamente, el último engaño de Satanás se hará para que no tenga efecto el testimonio del Espíritu de Dios. "Sin profecía el pueblo será disipado" (Prov. 29: 18). Satanás trabajará hábilmente en diferentes formas y mediante diferentes instrumentos para perturbar la confianza del pueblo remanente de Dios en el testimonio verdadero.
Se encenderá un odio satánico contra los testimonios. La obra de Satanás será perturbar la fe de las iglesias en ellos por esta razón: Satanás no puede disponer de una senda tan clara para introducir sus engaños y atar a las almas con sus errores si se obedecen las amonestaciones y reproches del Espíritu de Dios.
Hay algunos que piensan que pueden medir el carácter y estimar la importancia de la obra que el Señor me ha dado. Su propia mentalidad y juicio son la norma por la cual quieren pesar los testimonios.
Mi Instructor me dijo: Di a esos hombres que Dios no les ha confiado la obra de medir, clasificar y definir el carácter de los testimonios. Los que intentan esto seguramente errarán en sus conclusiones. El Señor quiere que los hombres se apliquen a su obra señalada. Si observan el camino del Señor, podrán discernir claramente que la obra que Dios me ha señalado para hacer no es de invención humana.
Los que cuidadosamente leen los testimonios así como aparecieron desde los primeros días, no necesitan estar perplejos en cuanto a su origen. Los muchos libros escritos con la ayuda del Espíritu de Dios dan un claro testimonio en cuanto al carácter de los testimonios (Mensajes selectos, 1. 1, pp. 54, 55).
El Don y los Milagros.
Jueves 26
Empezando con Moisés, alfa de la historia bíblica, Cristo expuso en todas las Escrituras las cosas concernientes a él. Si se hubiese dado a conocer primero, el corazón de ellos habría quedado satisfecho. En la plenitud de su gozo, no habrían deseado más. Pero era necesario que comprendiesen el testimonio que le daban los símbolos y las profecías del Antiguo Testamento. Su fe debía establecerse sobre éstas. Cristo no realizó ningún milagro para convencerlos, sino que su primera obra consistió en explicar las Escrituras. Ellos habían considerado su muerte como la destrucción de todas sus esperanzas. Ahora les demostró por los profetas que era la evidencia más categórica para su fe.
Al enseñar a estos discípulos, Jesús demostró la importancia del Antiguo Testamento como testimonio de su misión. Muchos de los que profesan ser cristianos ahora, descartan el Antiguo Testamento y aseveran que ya no tiene utilidad. Pero tal no fue la enseñanza de Cristo. Tan altamente lo apreciaba que en una oportunidad dijo: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos".
Es la voz de Cristo que habla por los patriarcas y los profetas, desde los días de Adán hasta las escenas finales del tiempo. El Salvador se revela en el Antiguo Testamento tan claramente como en el Nuevo. Es la luz del pasado profético lo que presenta la vida de Cristo y las enseñanzas del Nuevo Testamento con claridad y belleza. Los milagros de Cristo son una prueba de su divinidad; pero una prueba aun más categórica de que él es el Redentor del mundo se halla al comparar las profecías del Antiguo Testamento con la historia del Nuevo.
Razonando sobre la base de la profecía, Cristo dio a sus discípulos una idea correcta de lo que había de ser en la humanidad. Su expectativa de un Mesías que había de asumir el trono y el poder real de acuerdo con los deseos de los hombres, había sido engañosa. Les había impedido comprender correctamente su descenso de la posición más sublime a la más humilde que pudiese ocupar. Cristo deseaba que las ideas de sus discípulos fuesen puras y veraces en toda especificación. Debían comprender, en la medida de lo posible, la copa de sufrimiento que le había sido dada. Les demostró que el terrible conflicto que todavía no podían comprender era el cumplimiento del pacto hecho antes de la fundación del mundo. Cristo debía morir, como todo transgresor de la ley debe morir si continúa en el pecado. Todo esto había de suceder, pero no terminaba en derrota, sino en una victoria gloriosa y eterna. Jesús les dijo que debía hacerse todo esfuerzo posible para salvar al mundo del pecado. Sus seguidores deberían vivir como él había vivido y obrar como él había obrado, esforzándose y perseverando.
Así discurrió Cristo con sus discípulos, abriendo su entendimiento para que comprendiesen las Escrituras (El Deseado de todas las gentes, pp. 739-741).
Estudiar y Meditar
Viernes 27
Mensajes selectos, tomo 1, “Actitudes acerca de los testimonios”, pp. 45-55.
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