El sábado enseñaré...
Texto Clave: "Como está escrito: 'No hay justo, ni aun uno...'" Romanos 10:3.
Enseña a tu clase a:
Saber que la justicia se encuentra solo en Jesús.
Sentir el deseo de tener paz con Dios y con uno mismo.
Hacer una entrega completa a la voluntad de Dios en Cristo.
Bosquejo de la Lección
1. Saber: Jesús, la única Fuente de justicia
A. La justicia que salva y santifica se encuentra solo en Jesús. No hay alternativa. Esta verdad fundamental se expresa de varios modos en las Escrituras.
a. En la parábola de la Vid, ¿de qué modo ilustró Jesús que solo en él podemos ser justos?
b. ¿De qué manera un elevado concepto de la santidad nos ayuda a comprender que la justicia no se puede lograr por esfuerzos humanos?
c. ¿De qué formas la justicia propia nos hace víctimas?
2. Sentir: Paz con Dios
A. La nación judía no se sometió a la justicia provista por Jesús y puso su confianza en la obediencia a la ley.
a. Siendo que la obediencia es un producto de la justificación por la fe, ¿de qué forma hay peligro de que pueda conducirnos a un formalismo legalista en la conducta?
b. La mayoría de los dones del Espíritu encuentran su expresión en nuestra relación con otras personas. ¿Qué conexión hay entre el amor, la paz, la benignidad, la bondad y la justificación por la fe?
c. ¿De qué manera deberíamos comprender la definición de la justificación como hacer lo recto, pero evitar el legalismo?
Resumen: La justicia solo se encuentra en Jesús; no hay otro camino a la victoria cristiana. Ríndete a Cristo, y la obediencia a su voluntad resultará en crecimiento espiritual.
CICLO DE APRENDIZAJE
PASO 1: ¡Motiva!
Concepto clave para el crecimiento espiritual: La justicia de Jesucristo es la única justicia que satisface la norma de santidad de Dios. La humanidad es impotente para igualarla, o duplicarla. Es un don gratuito de Dios, que opera en la vida del creyente por medio de la obra del Espíritu Santo, que mora en la persona.
Solo para los maestros: La tarea del maestro esta semana es ayudar a la clase a comprender que Dios nos ha provisto con el poder de vivir con justicia aquí mismo en la tierra. Pero para hacerlo, debemos aceptar el don de la justicia de Cristo y entregarnos sin reservas a la conducción del Espíritu Santo que lleva la vida de Jesús a la vida del creyente. La promesa de Dios es que todos los que “tienen hambre y sed de justicia, [...] serán saciados” (Mat. 5:6), ¡con Jesús!
No hay mayor desafío en la vida del creyente que producir obras que igualen su profesión de fe. Para muchos que luchan es algo parecido a la condena de Sísifo, el personaje mitológico griego cuya maldición eterna era hacer rodar una gran roca cuesta arriba de una colina cada día, solo para verla caer abajo otra vez. El apóstol Pablo capturó la lucha de Sísifo, que tiene el creyente, cuando escribió: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago” (Rom. 7:15).
Considera: Analiza con tu clase la siguiente pregunta: ¿De qué modo puede medirse la obra del Espíritu Santo en la vida del creyente, mientras el Espíritu le enseña a vivir con justicia?
PASO 2: ¡Explora!
Solo para los maestros: La meta de la sección “Comentario de la Biblia” de esta semana tiene tres partes: 1) Enfatizar que Jesús satisface nuestra hambre y sed de justicia. 2) Demostrar los peligros de entender mal el don de la justicia de Cristo. 3) Enfatizar que el conocimiento del ministerio de Cristo no es suficiente para que el creyente crezca en la gracia.
Comentario de la Biblia
I. Él es todo lo que necesitamos (Repasa con tu clase Mat. 5:6; Juan 6:32-35).
Jesús conocía a la audiencia que se había reunido delante de él para escuchar lo que más tarde se llamaría el Sermón del Monte. Estas personas corrientes sabían de los peligros de vivir en un lugar con muy poca lluvia anual. Entendían los peligros de perderse en el desierto semiárido del antiguo Cercano Oriente. Con poca vegetación y un suministro escaso de agua, saber dónde encontrar sustento no se tomaba con ligereza. No obstante, Jesús habló de un hambre y una sed más profundos, una escasez del alma que nunca podía ser llenada con nada terrenal.
Un tiempo después, en otro discurso, Jesús desarrolló algo que solo había mencionado de paso en el Sermón del Monte. En Juan 6, habló del motivo del hambre de justicia, pero esta vez ofreció un camino para resolver el problema. Se ofreció a sí mismo como el Pan de Vida. Jesús pareció decirles: “Todo lo que ustedes necesitan, está en mí”.
Considera: Para los que tienen hambre y sed de justicia –tanto la justicia impartida como la imputada– Jesús no ofrece una lista de cosas que hay que hacer y que no hay que hacer. Se ofrece a sí mismo. ¿Por qué es esto? ¿Por qué no le dio Jesús a la humanidad un código de conducta a seguir, tal como una ley, y luego le deseó buena suerte?
II. Ignorancia mortal (Repasa con tu clase Rom. 10:3)
La ignorancia puede ser buena cuando se consideran ciertos temas, pero no así cuando se trata de la obra de Jesús. La ignorancia nunca es más mortal que cuando los seres humanos dejan de comprender el significado del nacimiento, la vida, la muerte y la resurrección de Jesús, es decir, las buenas nuevas de la salvación.
El estudio de la sección del lunes destaca que muchos creyentes tratan de construir una justicia “hazlo-tú-mismo” para que, de algún modo, puedan hacerse aceptables a Dios. Esta pérdida de tiempo y esfuerzo surge de entender mal lo que Cristo hizo por nosotros por medio de su ministerio terrenal. ¡Las buenas nuevas son que Cristo ha obtenido la salvación plena y completamente para toda la humanidad! Solo necesitamos aceptarla por nosotros mismos.
En Romanos 10:3, Pablo se refiere a la ignorancia de los judíos, que deberían haber sabido que eran impotentes para construir una justicia propia. Tenían “celo de Dios”, pero no era “conforme a ciencia” (vers. 2), de modo que establecieron, o procuraron “establecer”, una justicia propia (vers. 3), una justicia impulsada por sus propias obras.
Considera: ¿Por qué algunas de las personas de los días de Pablo dejaron de entender y aceptar la justicia de Cristo? ¿De qué maneras estamos repitiendo el mismo error? ¿Cuál es el antídoto para evitar esto?
III. Ser transformados (Repasa con tu clase Isa. 64:6, Rom. 12:1, 2).
¿Hay alguna verdad más difícil para que los creyentes acepten, que la que se halla en Isaías 64:6? Los seres humanos hacen algunas pocas cosas bien, pero satisfacer la norma divina de justicia no es una de ellas. Pero hay buenas noticias, de modo que no necesitamos desesperarnos. ¿Cuáles son? Jesús no solo nos salvó de la pena máxima del pecado al morir la muerte segunda por nosotros; también nos salvó de una vida pecaminosa. Él es capaz de producir buenas obras (justicia) en nosotros.
En el análisis de Pablo de la inclinación que tenían los judíos para tratar de hacerse justos a sí mismos por medio de buenas obras, él menciona su fracaso en someterse a sí mismos a Dios (Rom. 10:3). Ellos “se enorgullecían de su conocimiento de Dios y de la ley divina (Rom. 2:17-20), pero en realidad se negaban a conformarse a la voluntad de Dios. [...] No hay obstáculo mayor para la salvación por medio de la gracia que la justicia propia del pecador” (CBA 6:591). El conocimiento que tenían los judíos acerca de Dios no era igualado por una disposición a obedecer y a ser transformados por Dios.
Las buenas obras que muchos cristianos anhelan hacer día tras día solo pueden llevarse a cabo cuando se someten a la conducción de Dios por medio del poder del Espíritu Santo que mora en ellos. El Espíritu Santo lleva la vida de Cristo –junto con las buenas obras– a la vida del creyente y hace que los esfuerzos del creyente sean efectivos.
Considera: ¿Es difícil someter la vida entera a Dios? ¿Qué significa entregarse a la conducción del Espíritu Santo? ¿Qué lugar tiene la Palabra de Dios en el proceso de sumisión y entrega?
PASO 3: ¡Aplica!
Preguntas para reflexionar:
1. ¿Cómo es una vida justa? Describe en tus propias palabras lo que significa vivir una vida justa. Si tuvieras que explicar a un no creyente qué significa vivir una vida justa, ¿cómo sería tu definición? Toma el tiempo necesario para escribirla.
2. Algunos han descrito la vida del cristiano como una batalla sin fin. Otros tienen la idea contraria: todo lo que uno tiene que hacer es aceptar lo que Jesús ha hecho por nosotros por medio de su nacimiento, su vida, su muerte y su resurrección, y someterse momento tras momento a la conducción del Espíritu Santo. ¿Dónde te encuentras en esta línea entre los dos extremos? ¿Es tu caminar cristiano fácil, difícil, o una mezcla de ambos?
Preguntas de aplicación:
1. Vivir una vida cristiana victoriosa realmente significa permitir que Jesús viva su vida en nosotros. Este proceso requiere que el discípulo de Cristo se someta a la disciplina que llega a su vida por los impulsos del Espíritu Santo. ¿De qué modo las prácticas espirituales tales como la oración, el estudio de la Biblia, el servicio, la meditación y la testificación nos ayudan a vivir la vida de Cristo?
2. En Juan 15:1 al 8, Jesús imploró que sus discípulos permanecieran en él y que habitaran en él. Enumera por lo menos tres maneras prácticas en las que los creyentes pueden permanecer en Cristo.
PASO 4: ¡Crea!
Actividad final: Pide a tus alumnos que busquen un espacio tranquilo durante la semana venidera en el que ellos puedan pasar un tiempo con Dios, sin interrupciones. Pueden dedicar este tiempo a contemplar el sacrificio de Jesús, el don de la salvación o el reposo que Jesús ofrece. La clave de este ejercicio es que mediten en lo que Jesús ha hecho y está haciendo en sus vidas.
Guía de Estudio de la Biblia: El Fruto del Espíritu / Edición para Maestros.
Periodo: Trimestre Enero-Marzo de 2010
Autor: Richard O'Fill, es escritor (El Cristiano Victorioso, Un Fruto Divino entre otros libros) y orador del ministerio Revival Sermons, ha trabajado para la iglesia en tres continentes, incluyendo siete años en las oficinas centrales de la Asociación General. Reside actualmente en Orlando, Florida, EE.UU.
Editor: Clifford Goldstein
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