sábado, 25 de julio de 2009

Lección 5: Andar en la luz: Renunciar a la mundanalidad / Para el 1 de agosto de 2009

Sábado 25 de julio.

Lee Para el Estudio de esta Semana: Daniel 5:13; Juan 15:19; Colosenses 1:14; 2:8, 13; 2 Pedro 3:10-12; 1 Juan 2:12-17.

Para Memorizar: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Juan 2:15).

EN 1933, EL AUTOR FRANCÉS ANDRÉ MALRAUX publicó el libro Man’s Fate [La suerte del hombre], una historia acerca de un levantamiento en Shanghai, China, que tuvo mala suerte, en la década de 1920. En la historia, un terrorista, Ch’en, está caminando por la calle cuando su primer maestro, un pastor cristiano, se acerca a él y comienza una conversación acerca de la pérdida de fe de Ch’en. ¡El maestro cristiano no tenía la menor idea de que en ese momento Ch’en estaba llevando una bomba en camino a un asesinato político! Ch’en contesta que él no ha perdido su fe; sencillamente la había puesto en la política, eso era todo.

Su antiguo maestro le preguntó con tristeza: “¿Qué fe política podrá destruir la muerte?”
En otras palabras, no importan tus ideas políticas, no importa la utopía que esperes crear, nunca derrotará la gran plaga de la humanidad: la muerte.

Mientras continúan mostrándonos lo que significa “andar en la luz”, los textos de esta semana nos señalan la temporalidad de nuestro mundo en contraste con la vida eterna que se encuentra solo en Dios.

Un Vistazo a la Semana: ¿Sobre qué base podemos saber que nuestros pecados fueron perdonados? ¿Qué significa conocer a Dios? ¿Qué significa no amar las cosas del mundo? ¿Cuál es la suerte última del mundo?

“Por Su Nombre”.
Domingo 26

“Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre” (1 Juan 2:12).

En 1 Juan 2:12 al 15, Juan se dirige a los “hijitos”, a los “padres” y a los “jóvenes”. Aunque se han hecho diversas sugerencias acerca de lo que quiso decir con esa distinción, sugerimos que los “hijos” a los que se refiere son todos los miembros de la iglesia, porque Juan usa la expresión hijitos en ese sentido en su epístola (1 Juan 2:1, 12, 28; 3:7; 4:4; 5:21). Los “padres” representarían a los miembros de más edad en la iglesia; y los “jóvenes”, a los miembros más jóvenes. Es decir, él les está escribiendo a todos.

En 1 Juan 2:12, él les dice a todos que sus pecados están perdonados. ¿Sobre qué base se encuentra ese perdón? ¿Por qué es tan importante para los cristianos saber que sus pecados están perdonados? Ver también Hech. 5:31; Rom. 4:7; Efe. 4:32; Col. 1:14; 2:13.

Juan quiere que sus oyentes, es decir, los fieles feligreses, tengan la certeza absoluta de su salvación. Se refiere a lo que ya les dijo acerca del pecado en 1 Juan 1:9 y 2:1 y 2, enfatizando que ser cristiano significa tener este perdón. Los cristianos no niegan su pecaminosidad, pero han aceptado la salvación por medio de Jesucristo y, por lo tanto, viven con la certeza de estar perdonados.

El punto vital es que los cristianos comprendan que la base de su salvación se encuentra solo en Jesús y en lo que Jesús ha hecho por ellos. Por eso, Juan dice que han sido perdonados: no sobre la base de sus buenas acciones, no sobre la base de sus creencias y ni siquiera sobre la base de su conocimiento de Dios, sino más bien “por su nombre”; es decir, sobre la base de Jesús y lo que él ha hecho por ellos. De este modo, en medio de todo el discurso de Juan acerca de vencer, acerca de la obediencia, él mantiene ante ellos el énfasis de que la salvación solo viene por causa de Jesús.

¿Cuán importante es para ti saber que tienes el perdón de los pecados? ¿Dónde estarías hoy si tuvieras dudas sobre ese perdón? Además, ¿por qué siempre tienes que recordar que la base del perdón se encuentra en Jesús, no en ti mismo?

Vencer al Maligno.
Lunes 27

Lee 1 Juan 2:13 y 14. ¿Qué te enseñan estos versículos? ¿Qué mensaje positivo obtenemos de ellos, y cómo podemos aplicar esos mensajes a nosotros mismos?

A los hijos se les recuerda que conocen al Padre, mientras a los padres se les recuerda que conocen al que es desde el principio. Obviamente, esta persona es Jesús. “En el principio” es atribuido a Jesús en 1 Juan 1:1. Parece tener más sentido cuando, en estos versículos, el Padre y el que es desde el principio [Jesús] son dos personas diferentes.

Cuando se dirige a los jóvenes por segunda vez, se repite la frase “habéis vencido al maligno”, pero la afirmación se amplía. Los jóvenes han vencido no solo al mal sino a Satanás mismo, porque pertenecen a Cristo y reclaman su victoria. El lenguaje original indica que el vencer ha sido alcanzado en el pasado, pero las consecuencias son una realidad continua. Los jóvenes también son espiritualmente fuertes, y la “palabra de Dios” permanece en ellos.

La Palabra de Dios señala a su autor, el Espíritu Santo (Efe. 6:17; 2 Ped. 1:21). Por lo tanto, algunos expositores han sugerido que en estos versículos se encuentra una referencia implícita a la Trinidad: Dios el Padre, Jesús como aquel que es desde el principio y el Espíritu Santo representado mediante la Palabra de Dios. Al fin, los verdaderos creyentes han llegado a conocer a Dios y siguen conociéndolo; es decir, tienen una relación íntima con él.

De este modo, en estos versículos se nos presenta la esencia de la vida cristiana: el perdón de los pecados, el conocer a la Deidad, la victoria sobre el pecado y la Palabra de Dios viviendo en nosotros.

Por cuanto los creyentes saben que Dios y su Palabra viven en ellos, están listos para los desafíos presentados en 1 Juan 1:15 al 17. Mientras los versículos 12 al 14 contienen declaraciones afirmativas, el versículo 15 comienza con un imperativo, un llamado o una orden: “No améis al mundo”.

Escribe un párrafo que responda a la pregunta: ¿Qué significa conocer a Dios? ¿Qué te indica tu respuesta con respecto a ti mismo y tu relación con Dios? Trabaja en tu respuesta durante la semana, y prepárate (si estás dispuesto) a compartirla en la clase el sábado.

Renunciar a Todo Amor al Mundo (1 Juan 2:15).
Martes 28

A los cristianos se nos amonesta a no amar al mundo. ¿De qué modo define la Escritura el término mundo? Juan 12:19; 15:19; Hech. 17:24; Rom. 1:20; Col. 2:8; 1 Tim. 6:7; Sant. 4:4; Apoc. 11:15.

El término kósmos (traducido “mundo”) designa el universo, la tierra, la humanidad, la esfera de su existencia y la forma de vida opuesta a Dios. El término se encuentra más de veinte veces en 1 y 2 Juan. El mundo necesita salvación (1 Juan 4:14); no obstante, es hostil a Dios y a su pueblo (1 Juan 3:13). Está en poder del maligno (1 Juan 5:19), y falsos profetas, anticristos y engañadores están en el mundo (1 Juan 4:1, 3; 2 Juan 7). No está mal poseer bienes del mundo, pero deberían ser compartidos con los necesitados (1 Juan 3:17). Finalmente, el mundo necesita ser vencido (1 Juan 5:4, 5). En las epístolas de Juan, el término mundo es mayormente negativo, porque el mundo está en rebelión contra Dios.

Surge una tensión interesante en las Escrituras con respecto a nuestra relación con el mundo. Por un lado, se nos dice que no amemos al mundo; pero, por otro lado, la Biblia es clara al decir que Dios ama al mundo (Juan 3:16). Entretanto, se nos dice que no amemos las cosas del mundo; no obstante, se nos amonesta, una y otra vez en las Escrituras, a amar a las personas, y las personas ciertamente están en el mundo.

¿De qué manera comprendes esta tensión? ¿De qué manera hemos de amar a las personas y, no obstante, no amar al mundo, cuando el mundo es, principalmente, personas? ¿Hay algunas cosas en el mundo, fuera de las personas, que también podemos amar? Si es así, ¿cuáles son?

El final del versículo 15 y el versículo siguiente nos ayudan a comprender lo que Juan quería decir. Él no dice que debemos odiar a los seres humanos o despreciar el planeta Tierra; más bien, deberíamos odiar las cosas del mundo que, si las atesoramos, nos impedirán conocer y experimentar por nosotros mismos el amor de Dios. Es decir, necesitamos mantenernos alejados de las cosas del mundo que nos impedirán tener una relación salvadora con Dios.

Sé bien honesto contigo mismo. ¿Cuáles son algunas de las cosas del mundo que tú amas, pero que sabes que están mal? ¿O hay cosas en el mundo que por sí mismas no son malas, pero que tú amas más que a Dios? ¿Qué será necesario que hagas para renunciar a ellas?

Problemas con el Mundo.
Miércoles 29

“Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2:16).

Mientras el versículo 15 es una amonestación bastante amplia contra amar al mundo, el versículo 16 ofrece algunos detalles. ¿Qué significa amar al mundo? Juan menciona tres cosas: 1) los deseos de la carne, 2) los deseos de los ojos y 3) la vanagloria de la vida. Juan dice que estas tres cosas no son del Padre sino del mundo; no obstante, nuestra carne, nuestros ojos y nuestra vida, todos vienen de Dios. Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Contra qué nos amonesta Juan?

Los deseos de la carne, obviamente, se refieren a las pasiones, aunque no tienen que limitarse solo a eso (ver Gál. 5:19-21).

Los deseos de los ojos, aunque ciertamente están vinculados con la carne, van más adentro; se refieren a nuestros pensamientos, nuestros deseos, a las cosas que vemos y queremos para nosotros (ver Éxo. 20:17).

¿Qué quiere decir Juan con “la vanagloria de la vida”? ¿Qué es esto, y por qué es tan malo? Ver Job 12:10; Hech. 17:28.

La idea de la “vanagloria de la vida” implica la independencia de Dios. Es como si nosotros creáramos nuestras vidas, y de aquí que la gloria y el honor de cualquiera de nuestras realizaciones deberían pertenecernos a nosotros mismos. “Reconoced que Jehová es Dios; él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos” (Sal. 100:3). En contraste, cuando nos damos cuenta de que cada respiración, cada latido, todo lo que alguna vez podamos tener o ser viene solo de Dios, de quien dependemos totalmente, entonces el orgullo será lo último que tenga cabida en nuestros corazones. Como seres humanos caídos y pecadores, cuya existencia depende totalmente de la gracia y la beneficencia de nuestro Dios, como seres totalmente incapaces de salvarnos a nosotros mismos de la muerte y la destrucción eternas, deberíamos ser humildes y mansos con respecto a nuestras vidas, no llenos de orgullo acerca de ellas. Fue el orgullo lo que produjo la caída de Lucifer en un mundo perfecto; nosotros, que vivimos en uno imperfecto, deberíamos huir de él como de la plaga.

¿Cuál es tu problema: los deseos de la carne, los deseos de los ojos, la vanagloria de la vida? ¿O es una combinación de ellos? ¿Cuál es tu única esperanza? ¿Qué estás esperando para hacer los cambios que necesitas hacer?

La Naturaleza Temporaria del Mundo (1 Juan 2:17).
Jueves 30

En el versículo 16, el apóstol presenta la primera razón por la que no debemos amar al mundo: el amor del mundo y el amor del Padre son incompatibles. En el versículo 17, Juan añade una segunda razón: No tiene sentido amar al mundo, porque el mundo es temporario. Es mejor y más sabio elegir lo que permanece. Al hacerlo, nosotros mismos permaneceremos, es decir, viviremos para siempre.

La humanidad está tentada a vivir para el momento, ser cautivada por el mundo material y atesorar solo lo que se puede ver. Por lo tanto, Pablo se une a Juan para decir: “Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Col. 3:1-4), y: “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Cor. 4:18).

¿Qué enseña la Biblia en otros lugares acerca de la naturaleza transitoria del mundo y el planeta Tierra? Dan. 2:35; 1 Cor. 7:31; 2 Ped. 3:10-12.

En 1 Juan 2:8, Juan ya había afirmado que las tinieblas van pasando. Ahora usa el mismo verbo y dice que el mundo pasa, incluyendo sus deseos. Ha llegado una nueva era con la encarnación de Jesús, la luz. Las cosas de este mundo están pasando; eso debería ser obvio para todos. Las soluciones políticas nunca pueden ser las soluciones definitivas, no en un mundo que está pasando y nosotros junto con él.

Si el mundo está pasando, ¿cómo podemos sobrevivir? Juan responde: Haciendo la voluntad de Dios. Para Juan, una teología correcta es importante y trata de refutar a los falsos maestros con su comprensión equivocada de Jesús y del pecado. Para él, también es importante vivir una vida de obediencia. La ética no puede separarse de la teología. Las palabras piadosas y las doctrinas correctas no son suficientes. Nuestra teología debe vivirse.

No nos pongamos tan cómodos aquí que nos olvidemos de nuestra meta eterna; no comprometamos nuestro amor a Dios sucumbiendo a la atracción de aquellas cosas y actitudes que son hostiles a él.

¿Qué ejemplos de la naturaleza temporaria de las cosas en la tierra ves cada día? ¿Qué te dicen esas cosas? Aunque es muy obvio que las cosas aquí no duran, ¿por qué encontramos tan fácil vivir nuestras vidas como si las cosas duraran largo tiempo?

Para Estudiar y Meditar
Viernes 31 de julio

Lee en Testimonios para la iglesia, tomo 2, “La mundanalidad en la iglesia”, pp. 177-179 (Testimonies for the Church, t. 2, pp. 196, 197).

“Hay cristianos de profesión que gastan al año ingentes cantidades en goces inútiles y perniciosos, mientras que muchas almas perecen por falta de la palabra de vida. Roban a Dios en los diezmos y las ofrendas, mientras que consumen en aras de la pasión destructora más de lo que dan para socorrer a los pobres o para el sostenimiento del evangelio. [...] El mundo está entregado a la sensualidad. ‘La concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida’ gobiernan las masas del pueblo. Pero los discípulos de Cristo son llamados a una vida santa. [...] A la luz de la Palabra de Dios, se justifica el aserto de que la santificación que no produce este completo desprendimiento de los deseos y placeres pecaminosos del mundo no puede ser verdadera” (CS 529).

Hablando en forma positiva, nuestro pasaje nos dice: los cristianos genuinos tienen una relación íntima con la Deidad, manifiestan una obediencia amante, han recibido fuerzas para conquistar el mal, y tienen la Palabra de Dios morando en ellos. Sus pecados han sido perdonados. Negativamente, no aman al mundo, sino que lo rechazan en aquello que es hostil a Dios y su causa.

Preguntas Para Dialogar:

1. Nuestro mundo es puramente transitorio. No durará para siempre; aun la ciencia –con todas sus debilidades– nos dice eso. Sin embargo, ¿qué esperanza nos ofrece la Biblia que la ciencia no puede ofrecernos?

2. Algunas personas, prestando atención al llamado en contra de amar al mundo, se aíslan del mundo tanto como pueden, encerrándose en monasterios o en comunidades que se separan radicalmente de la “norma”. ¿Es esta una buena idea? ¿Una mala idea? ¿Podría ser buena en algunos casos? Analicen estas preguntas.

3. En la clase, analicen las respuestas que dieron a la pregunta de la sección del lunes acerca de lo que significa conocer a Dios.

4. ¿Cuáles son algunas de las cosas que hay en el mundo, que en sí mismas y por sí mismas pueden no ser malas, ni actuar contra el conocimiento de Dios, aunque a menudo resultan de esa manera por la forma en que la gente las usa?

5. ¿Por qué la victoria sobre el pecado es una parte muy importante de lo que significa “andar en la luz”? ¿Cómo puedes lograr esa victoria?


Guía de Estudio de la Biblia: Amadas y llenas de amor: Las Epístolas de Juan / Edición Adultos.
Periodo: Trimestre Julio-Septiembre de 2009
Autor: Ekkehardt Mueller, nacido en Alemania, doctor en Teología y Ministerio. Es uno de los directores asociados del Instituto de Investigaciones Bíblica (Biblical Research Institute) de la Asociación General. Sus especialidades son Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis, hermenéutica y teología aplicada. Es casado y tiene dos hijos adultos.
Editor: Clifford Goldstein

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Lección 5: Andar en la luz: Renunciar a la mundanalidad / Notas de Elena de White

Sábado 25

"No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si algunos ama al mundo, el amor del Padre no está en él" (1 Juan 2:15).

Los que pretenden conocer la verdad y comprender la gran obra que debe hacerse en este tiempo deben consagrarse a Dios en alma, cuerpo y espíritu. En el corazón, en la vestimenta, en el lenguaje, en todo respecto deben estar apartados de las modas y las prácticas del mundo. Deben ser un pueblo peculiar y santo. No es su vestimenta lo que los hace peculiares, sino porque ellos son un pueblo peculiar y santo no pueden llevar el distintivo de la semejanza con el mundo.

Como pueblo, debemos preparar el camino para el Señor. Cada partícula de habilidad que Dios nos ha dado debemos utilizarla en preparar a la gente de acuerdo con el modo de Dios, de conformidad con su molde espiritual, para que permanezca firme en este gran día de la preparación de Dios...

Muchos que se creen que están yendo al cielo están cegados por el mundo. Sus ideas de los que constituye una religión y una disciplina religiosa son vagas... Hay muchos que no tienen una esperanza inteligente y corren un grave riesgo al practicar las mismas cosas que Jesús enseño que no debían hacer en comer, beber, vestir y atarse con el mundo en una variedad de formas. Todavía deben aprender la seria lección, tan importante para el crecimiento en espiritualidad, de salir del mundo y permanecer separados...

[La separación del mundo] no es la obra de un momento o de un día; no se hace inclinándose en el altar familiar ofreciendo un servicio nominal... Es la obra de toda una vida. El amor a Dios debe ser un principio viviente que fundamente cada palabra, acto y pensamiento (En lugares celestiales, p. 167).

“Por Su Nombre”.
Domingo 26

"Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno" (1 Juan 2:14).

Estas palabras de aprobación e instrucción se dirigen a todo joven que se haya puesto toda la armadura de justicia. Debido a que son jóvenes y fuertes, pueden alcanzar éxitos gigantescos para Dios, si quieren hacer de él su única confianza. Los de más edad, a quienes se menciona aquí como "padres", tienen una obra definida que hacer en mantener las normas; pero ellos pueden sentir la presión de las cargas de la vida, y es adecuado que se anime a los jóvenes para que se preparen, mediante la obtención de una experiencia en el conocimiento de Jesucristo, a fin de asumir los deberes, de manera que cuando las normas caigan de mano de los padres, los jóvenes fuertes puedan tomarlas y levantarlas en alto (Hijos e hijas de Dios, p. 206).

"Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado" (Romanos 4:7, 8).

Bien pueden nuestros corazones volverse a nuestro Redentor con la más perfecta confianza cuando pensamos en lo que ha hecho por nosotros siendo aún pecadores. Por la fe podemos descansar en su amor. "Al que a mí viene", él dice, "no le echo fuera" (S. Juan 6:37).

Sería algo terrible estar delante de Dios, vestidos con la ropa del pecado, con su ojo que escudriña cada secreto de nuestras vidas. Pero mediante la eficacia del sacrificio de Cristo podemos aparecer delante de Dios puros y sin mancha, habiendo sido expiados y perdonados nuestros pecados. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). El pecador redimido, ataviado con las vestiduras de la justicia de Cristo, puede estar en la presencia de un Dios que odia el pecado, hecho perfecto por los méritos del Salvador.

Solamente por la fe en el nombre de Cristo puede ser salvo el pecador... La fe en Cristo no es obra de la naturaleza, sino la obra de Dios en las mentes humanas, realizada en la misma alma por el Espíritu Santo, que revela a Cristo, como Cristo reveló al Padre. La fe es la sustancia de las cosas que se esperan, la evidencia de las cosas que no se ven. Con su poder justificador y santificador, está por encima de lo que los hombres llaman ciencia. Es la ciencia de las realidades eternas. La ciencia humana a menudo es engañosa, pero esta ciencia celestial nunca induce a engaño. Es tan simple que un niño puede entenderla, y sin embargo los hombres más sabios no pueden explicarla. Es inexplicable e inconmensurable, y está más allá de toda expresión humana.

¡Qué amor inenarrable manifestó el Salvador hacia los hijos de los hombres! No sólo quita el estigma del pecado, sino también limpia y purifica el alma, y la visto con el ropaje de su propia justicia, el cual no tiene mancha y ha sido tejido en el telar del cielo. No sólo quita la maldición del pecador, sino también lo pone en unidad con él mismo y dirige sobre él los brillantes rayos de su justicia (En lugares celestiales, p. 51).

Vencer al Maligno.
Lunes 27

El valor del hombre se estima en el cielo de acuerdo con la capacidad que el corazón tiene de conocer a Dios. Este conocimiento es la fuente de la cual fluye todo poder. Dios creó al hombre de manera que toda facultad pudiera ser la facultad de la mente divina; y está siempre tratando de asociar la mente humana con la divina. Él nos ofrece el privilegio de cooperar con Cristo en la obra de revelar su gracia al mundo, a fin de que podamos recibir un conocimiento mayor de las cosas celestiales. Mirando a Jesús obtenemos vislumbres más claras y distintas de Dios, y por la contemplación somos transformados. La bondad, el amor por nuestros semejantes, llega a ser nuestro instinto natural. Desarrollamos un carácter que será la copia del carácter divino. Creciendo a su semejanza, ampliamos nuestra capacidad de conocer a Dios. Entramos cada vez en mayor relación con el mundo celestial, y llegamos a poseer un poder creciente para recibir las riquezas del conocimiento y la sabiduría de la eternidad (Palabras de vida del Gran Maestro, pp. 289, 290).

"Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios Verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (S. Juan 17:3).

La esencia y la sustancia de todo el tema de la gracia y la experiencia cristiana consisten en creer en Cristo, en conocer a Dios y a su Hijo a quien él ha enviado. Pero aquí es donde muchos fracasan porque les falta fe en Dios. En vez de desear entrar en compañerismo con Cristo en su abnegación y humillación, siempre procuran la supremacía del yo... Si tan sólo apreciáramos el amor de Dios, cómo se expandirían nuestros corazones, cómo se agradarían nuestras simpatías limitadas y se quebrantarían las barreras del hielo del egoísmo y nuestra comprensión sería mas profunda de lo que es ahora; porque veríamos por debajo de la superficie.

Porque no conocemos a Dios, porque no tenemos fe en Cristo, porque no estamos profundamente impresionados con la humillación que él sufrió en nuestro lugar, es por lo que su abatimiento no nos induce a la humillación del yo, a la exaltación de Jesús... ¡Oh, si amarais a Cristo como él os ha amado, no rehuiríais vivir los capítulos oscuros del sufrimiento del Hijo de Dios!

A fin de participar con Cristo en sus sufrimientos, debemos contemplar al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Cuando contemplamos la humillación de Cristo, su abnegación y sacrificio propio, nos llenamos de admiración ante la manifestación del amor divino para el hombre culpable. Cuando, por causa de cristo, se nos llama a pasar por pruebas que son humillantes, si tenemos la mente de Cristo, las sufriremos con mansedumbre, sin resentirnos por las injurias ni resistiendo el mal. Manifestaremos el espíritu que mora en Cristo... Hemos de comprender el sacrificio, los trabajos y los sufrimientos de Cristo existieron para que podamos cooperar con él para que se efectúe el gran plan de la redención (A fin de conocerle, p. 106).

Sólo si conocemos al Señor aquí podemos prepararnos para salir a su encuentro cuando venga. "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (S. Juan 17:3). Pero muchos de los que profesan creer en Cristo no conocen a Dios. Su religión es meramente superficial. No aman a Dios ni estudian su carácter; por lo tanto, no sabemos cómo confiar, cómo mirar y vivir. No saben descansar en el amor divino ni lo que significa avanzar por fe. No aprecian ni aprovechan las oportunidades de escuchar y recibir los mensajes del amor de Dios, ni se dan cuenta que tienen el deber de recibir, para poder enriquecer a los demás. No tienen el poder que se les ofrece a los que aceptan a Cristo como su Salvador personal y por eso no cumplen con los seis últimos mandamientos; no caminan junto a sus hermanos en amor ni están dispuestos a llevar el yugo con Cristo ni aprender de él... No se parecen a él en carácter ni reciben a Aquel que puede quitar sus pecados y brindarles su justicia (Review and Herald, julio 20, 1897).

Renunciar a Todo Amor al Mundo (1 Juan 2:15).
Martes 28

La ternura de Cristo debe reflejarse en la vida diaria de sus seguidores, así como su carácter debe reproducirse en ellos. Su benevolencia desinteresada, su amor por las almas, su humildad, su vida de oración ferviente debe cultivarse para suavizar y alcanzar los corazones. Los siervos de Cristo debieran ser capaces de vencer cada tentación, diciendo: "No me pertenezco; he sido comprado por el infinito sacrificio que Cristo hizo por mí, y me ha dado su poder para cumplir todo lo que él demande. Todo es suyo; ha comprado mi cuerpo, mi alma y mi espíritu. Mi tiempo y mis habilidades también son suyas". De esta manera mostraremos que Cristo está en nosotros y nosotros en él. La orden de salir del mundo y separarnos es el mensaje que llega hasta nuestros días: "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él" (1 Juan 2:15). "Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Colosenses 3:2). Los que acepten estos mensajes comprenderán que su yugo es fácil y ligera su carga (General Conference Bulletin, abril 1, 1899).

Cristo y el mundo no están en sociedad. El apóstol dice: "¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?". La conformidad con el mundo nunca será el medio para convertir el mundo a Cristo. Los cristianos deben estar plenamente consagrados a Dios para que la iglesia pueda ser una influencia para bien sobre los incrédulos. Pero la menor separación de Cristo le dará esa influencia y ese poder al enemigo. La iglesia fue llamada a la existencia para contrarrestar la influencia satánica; pero si cada miembros permite que su poder y sus habilidades se acerquen en dirección al mundo, se formarán asociaciones con los incrédulos y triunfará el enemigo de toda justicia. Casi imperceptiblemente las costumbres, las modas y las ideas del mundo se introducen en la iglesia y van creciendo hasta que, como la levadura, influyen de tal manera que los planes de Satanás se cumplen como él lo había planificado. Se unen a la iglesia miembros que ofrecen un servicio dividido: dicen amar a Dios pero sus acciones testifican que adoran a Mamón. En lugar de mostrar arrepentimiento, contrición y conversión, los miembros de la iglesia se casan con el mundo, y de esta unión no santa nace la debilidad e ineficacia de la iglesia, porque esos miembros pierden su discernimiento espiritual y comienzan las críticas, las divisiones, las luchas y el odio entre hermanos, cosas que no debieran ocurrir entre los siervos de Jesucristo (Review and Herald, agosto 23, 1892; parcialmente en, En lugares celestiales, p. 168).

Problemas con el Mundo.
Miércoles 29

"Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo" (1 Juan 2:16).

El orgullo y el amor al mundo son trampas que constituyen grandes obstáculos a la espiritualidad y al crecimiento en la gracia.

Este mundo no es el cielo del cristiano, sino únicamente el taller de Dios donde hemos de ser preparados para unirnos con los ángeles impolutos en un cielo santo. Debiéramos estar preparando la mente en forma constante para que elabore pensamientos nobles y abnegados. Esta educación es necesaria para poner de tal manera en ejecución las facultades que Dios nos ha dado, que su nombre sea glorificado de la mejor manera sobre la tierra. Somos responsables de todas las nobles cualidades que Dios nos ha dado, y darles a estas facultades un uso que él nunca tuvo en vista equivale a manifestarle la más abyecta ingratitud. El servicio de Dios requiere todas las facultades de nuestro ser, y no cumplimos el designio divino a menos que tengamos estas facultades en un elevado nivel de cultivo y eduquemos a la mente para que ame las cosas celestiales y fortalezcamos y ennoblezcamos las energías del alma mediante acciones justas que redunden en la gloria de Dios...

A menos que la mente sea educada para espaciarse en los temas religiosos, será débil y flaca en esta dirección. Pero mientras se dedica a las empresas mundanas, será fuerte, porque ha sido educada en esa línea y se ha fortalecido por el ejercicio. la razón por la cual les resulta difícil vivir vidas religiosas a hombres y mujeres se debe a que no han ejercitado la mente en la piedad. Ha sido educada para correr en dirección opuesta. A menos que se ejercite la mente en forma constante para lograr conocimiento espiritual y en la búsqueda de la comprensión del misterio de la piedad, sería incapaz de apreciar las cosas eternas... Cuando el corazón está dividido, ocupándose principalmente de las cosas de este mundo, y poco de las cosas de Dios, no podrá haber un incremento especial de la fortaleza espiritual (La maravillosa gracia de Dios, p. 297).

El amor al mundo ejerce una terrible influencia sobre la gente a la cual el Señor ha mandado velar y orar constantemente, no sea que venga de repente y los encuentre durmiendo. "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1 Juan 2:15-17).

Se me mostró que el pueblo de Dios que profesa creer la verdad presente no se encuentra en una actitud de espera y vigilancia. Los hijos de Dios están incrementando sus riquezas, y están depositando sus tesoros en la tierra. Se están volviendo ricos en las cosas mundanas, pero no ricos en Dios. No creen que el tiempo sea corto; no creen que el fin de todas las cosas está cerca, que Cristo está a las puertas. Pueden profesar mucha fe, pero se engañan a sí mismos; porque sólo pondrán en práctica la fe que realmente poseen. Sus obras ponen de manifiesto el carácter de su fe, y dan testimonio ante los que los rodean que la venida de Cristo no se va a producir en esta generación. De acuerdo con su fe serán sus obras. Están añadiendo una casa a la otra, y un terreno al otro; son ciudadanos de este mundo (Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 177, 178).

La Naturaleza Temporaria del Mundo (1 Juan 2:17).
Jueves 30

Las cosas espirituales si disciernes espiritualmente; y cuando el ojo es malo, todo el cuerpo será tenebroso. "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1 Juan 2:15-17).

Las atracciones del mundo deben ser eclipsadas por las glorias del mundo por venir, y los intereses mundanos deben ser reemplazados por los intereses del cielo. Contemplemos las consecuencias eternas de emplear correctamente nuestros talentos, influencia y dinero, en salvar a las almas. Estaremos haciendo tesoros en el cielo y recibiremos la invitación: "Entra en el gozo de tu Señor". ¡Cuán diferente sería si todos usaran sus talentos para Dios con la misma energía y perseverancia que ponen para los intereses mundanos! (Signs of the Times, diciembre 1, 1887).

Muchos que profesan creer en la palabra de Dios parecen no comprender el engañoso trabajo del enemigo. No se dan cuenta de que el fin del tiempo está cerca. Pero Satanás lo sabe y, mientras los hombres duermen, él trabaja. Los deseos de la carne, los deseos de los ojos, la vanagloria de la vida dominan a hombres y mujeres... Egoísmo, corrupción y maldad de toda clase han tomado firme arraigo sobre los corazones. Muchos desdeñan la preciosa Palabra de Dios. Una novela o un libro de cuentos ocupan la atención y fascinan la mente. Lo que estimula la imaginación es ansiosamente devorado, mientras la Palabra de Dios es rechazada.

El mundo es el principal enemigo de la religión. Fuerzas satánicas están continuamente trabajando de un extremo a otro del mundo, y es el objetivo de Satanás relacionar tan estrechamente a la iglesia y el mundo que sus blancos, sus espíritus y sus principios puedan armonizar, y que sea imposible distinguir entre los que profesan servir a Dios los que no le sirven. El enemigo trabaja continuamente para poner al mundo en la delantera (En lugares celestiales, p. 309).


Guía de Estudio de la Biblia: Amadas y llenas de amor: Las Epístolas de Juan / Notas de Elena de White.
Periodo: Trimestre Julio-Septiembre de 2009
Autor: Ekkehardt Mueller, nacido en Alemania, doctor en Teología y Ministerio. Es uno de los directores asociados del Instituto de Investigaciones Bíblica (Biblical Research Institute) de la Asociación General. Sus especialidades son Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis, hermenéutica y teología aplicada. Es casado y tiene dos hijos adultos.
Editor: Clifford Goldstein

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Lección 5: Andar en la luz: Renunciar a la mundanalidad / Edición para Maestros

El sábado enseñaré...

Texto clave: 1 Juan 2:15-17.

Enseña a tu clase a:

Saber lo que significa vivir en este mundo pero no ser parte de él.
Sentir la certeza de su salvación.
Hacer que la vida esté enfocada en el cielo.

Bosquejo de la lección:

I. Saber: Lograr el enfoque correcto

A. ¿Qué incluirías en la expresión "no améis [...] las cosas que están en el mundo"? ¿Por qué el amor al mundo y el amor al Padre son incompatibles?
B. Analiza el lugar del perdón al andar en la luz.
C. ¿Cómo podemos estar seguros de que nuestros pecados han sido perdonados? Explica de qué manera esto impacta tu vida.

II. Sentir: Apreciar el don de la salvación

A. ¿De qué maneras podemos experimentar la certeza absoluta de la salvación?
B. Dios nos perdona libremente, no importa lo que hayamos hecho. ¿Cómo podemos fomentar esta actitud de perdón en nuestras relaciones con otros? ¿Debemos perdonar en cada paso? Explica tu respuesta.

III. Sentir: Renunciar a las cosas mundanas

A. A veces tenemos dificultad para concentrarnos en lo que no se ve y es eterno. Comenta maneras que te han ayudado a mantener tu foco en lo eterno.
B. ¿Qué responsabilidad viene con poseer bienes mundanos? ¿Cómo deberían ser usados?
C. Practica cómo podrías explicar brevemente a alguien lo que significa ser perdonado.

Resumen: Parte de andar en la luz es abandonar las cosas temporales de este mundo; esto debiera ser fácil en contraste con lo que se nos ofrece a cambio: la vida eterna.

Ciclo de aprendizaje

PASO 1: ¡Motiva!

Concepto clave para el crecimiento espiritual: Aunque los cristianos vivan en el mundo, necesitan rechazar los valores y las prioridades mundanas.

SOLO PARA MAESTROS: SIN IMPORTAR LA EDAD O LA MADUREZ DE LA FE DE UNA PERSONA, TODOS NECESITAMOS DARNOS CUENTA DE LO QUE SIGNIFICA VIVIR UNA VIDA CRISTIANA EN ESTE MUNDO. COMPARTE CON LA CLASE LA PREOCUPACIÓN QUE TENÍA EL APÓSTOL POR VIVIR LA VIDA CRISTIANA (1 JUAN 2:12-17).

Toda alma clama por Dios. Parece que este instinto de adorar está tan profundamente incluido en el código de nuestro ADN que aun alguno que profesa no creer en un Creador se siente impulsado a satisfacer la necesidad de un Creador, y a veces en una forma extravagante. Tristemente, Aarón fabricó un becerro de oro, que presentó a Israel con las palabras: "Estos son tus dioses" (Éxo. 32:4). En un mundo que seduce con sus oportunidades doradas para obtener riquezas, pasión y complacencia propia, somos exactamente tan vulnerables como Israel a las tentaciones de olvidar el Cielo.

El becerro de oro era el dios que fabricó Aarón. ¿Qué clase de Dios es el tuyo?

Analiza: Nietzsche hizo un dios de la razón en lugar de adorar al Dios que hizo la razón; y, al final, la razón lo abandonó. Recordando la historia de Nietzsche, ¿por qué debemos abandonar lo que el mundo llama razón, aun con el riesgo de aparecer como "irrazonables", en nuestro intento de estar en el mundo pero no ser de él?

PASO 2: ¡Explora!

Solo para maestros: EL APÓSTOL DICE, A LA COMUNIDAD DE LA FE, QUE ELLOS SON LOS MÁS BENDECIDOS DE LA TIERRA Y, AL MISMO TIEMPO, LOS QUE ESTÁN MÁS RODEADOS DE PELIGROS. ENFATIZA, EN ESTA LECCIÓN, ANALIZARÁN TANTO LOS GOZOS COMO LAS LUCHAS DE LA VIDA CRISTIANA.

Panorama general: A los creyentes de diversos niveles de madurez, el apóstol les da el mismo mensaje: el perdón del pecado, el conocimiento de Dios y la victoria en Cristo. Aun mientras los cristianos experimentan este mensaje, se les advierte de los peligros de un mundo que trata de ahogar su fe. Pero el verdadero creyente no necesita temer. "Y el mundo pasa, y sus deseos", pero "el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre" (1 Juan 2:17).

Comentario de la Biblia

I. El privilegio cristiano (Lee, con tu clase, 1 Juan 2:12-14).

El apóstol bosqueja tres privilegios que son únicos en el compañerismo cristiano. Primero, nuestros pecados son perdonados "por su nombre" (vers. 12). El nombre de Jesús significa que él es el Salvador (Mat. 1:21). Por medio de él, "se os anuncia perdón de pecados" (Hech. 13:28); "porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hech. 4:12).

Un nombre, en el pensamiento bíblico, es más que solo un nombre. Cuando el salmista oró: "Por amor de tu nombre, oh Jehová, perdonarás también mi pecado" (Sal. 25:11), él se refiere no solo al nombre de Dios, sino también a lo que Dios es: misericordioso y lleno de gracia, digno de toda confianza. Pedir en el nombre de Jesús, como la fuente del perdón, es poner una fe completa en lo que Cristo ha hecho en carne humana. Por causa de lo que Jesús es y lo que ha hecho en la Cruz, su nombre es "su divisa distintiva" (HAp 23).

Segundo, conocemos a Dios, "que es desde el principio" (1 Juan 2:13, 14). La humanidad siempre está buscando a Dios. Algunos se vuelven a la filosofía; otros a un principio universal; algunos a un ídolo. Pero los cristianos conocen al "que es desde el principio", el Creador. Lo conocen como aquel que los apóstoles "oyeron" y "vieron" (1 Juan 1:1), Jesucristo, Dios en la carne. Lo conocen como aquel cuya "sangre [...] nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7). Conocer a Dios es afirmar una experiencia de relación íntima, tan cercana como la experiencia de un hijo con su padre.

Tercero, tenemos la victoria sobre el pecado y el mundo (1 Juan 2:13, 14). "Victoria" es un componente fuerte del vocabulario de Juan. De las 28 veces que la palabra griega relacionada con la idea de "victoria" aparece en el Nuevo Testamento, 24 se encuentran en los escritos de Juan. Él era un testigo ocular de la Cruz y de la Resurrección, que afectaron la victoria definitiva de Dios sobre el pecado y Satanás. Para el apóstol, la victoria es un núcleo vital de la vida cristiana: "habéis vencido al maligno" (vers. 13).

La victoria sobre el pecado no es sencillamente vivir una vida moral y ética. Es afirmar una victoria personal sobre el diablo y luego seguir viviendo la vida santificada. Este privilegio no es obra nuestra, sino de Cristo. Vencemos porque Cristo venció. Su victoria es nuestra victoria. Su fortaleza es nuestra fortaleza (ver Juan 16:33; Rom. 8:31-39).

Analiza: De acuerdo con 1 Juan 2:12 al 17, ¿cuáles son los factores por los cuales podemos estar seguros de nuestra salvación?

II. La lucha cristiana (Lee 1 Juan 2:14 al 17 con tu clase).

Aunque los creyentes tengan la victoria (1 Juan 2:14), el apóstol les advierte de dos cosas. Primero, "No améis el mundo, ni las cosas que están en el mundo" (1 Juan 2:15). Obviamente, "el mundo" no se refiere al mundo físico, que fue declarado bueno (Gén. 1:31). Ni se refiere al mundo de las personas, a quienes Dios ama. Significa el mundo del pecado: el sistema presente malo, bajo el control de Satanás. Este sistema están en oposición a las prioridades de Dios, explicadas en 1 Juan 2:12 al 15: el perdón de los pecados, el conocer y vivir con Dios, vivir una vida victoriosa sobre el pecado y permanecer en la Palabra de Dios. Para ser cristianos, debemos renunciar al mundo del pecado y a las cosas que este mundo considera como propias.

Segundo, Juan menciona tres aspectos específicos del mundo que el creyente debe rechazar: "los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida" (vers. 16). Juntos describen un estilo de vida y una visión del mundo dominado por el amor al yo, el rechazo de Dios y la glorificación de las cosas del mundo. Como ejemplos, consideremos la destructividad de los que abrazan esta visión del mundo: Eva, al aceptar las palabras de la serpiente porque el fruto era "agradable a los ojos"; el uso equivocado y arrogante que hizo David del poder y su ansia de satisfacer los deseos de la carne, que terminaron en adulterio y asesinato; el orgullo deshumanizante de Jezabel, que destruyó a Nabot. Un cristiano no pertenece a tal mundo. Ellos se han mudado a otro mundo, donde morir es vivir, amar es servir y adorar a Dios es obedecerlo a toda costa.

Analiza: Jesús dijo que estamos "en el mundo", pero "no somos del mundo" (Juan 17:11, 14). ¿Qué significa esto?

PASO 3: ¡Practica!

Solo para maestros: "CUANDO UN HOMBRE SE CONVIERTE A DIOS, ADQUIERE UN NUEVO GUSTO MORAL, LE ES DADA UNA NUEVA FUERZA MOTRIZ Y AMA LAS COSAS QUE DIOS AMA, PUES SU VIDA ESTÁ UNIDA CON LA VIDA DE JESÚS MEDIANTE LA CADENA ÁUREA DE LAS INMUTABLES PROMESAS" (ms 1:394). LEE ESTA GEMA A LA CLASE, Y PÍDELES QUE ANALICEN LO SIGUIENTE.

Preguntas para reflexionar:

1. ¿Qué clase de nuevos gustos morales recibe el creyente al convertirse? ¿De qué modo se diferencian de los del mundo?

2. Prepara dos listas: cosas que Dios ama y cosas que el mundo ama. ¿De qué modo tu vida diaria queda afectada por ellas?

Preguntas aplicación:

1. Estar en el mundo y no ser del mundo es una elección espiritual, esencial para la experiencia de la salvación. Significa una elección diaria. ¿De qué modo esta elección afecta tus decisiones diarias? Comparte algunas situaciones específicas.

2. Somos llamados a ser imitadores de Cristo. Pero vemos muchas prácticas mundanas que se introducen en nuestra vida y hogar cada día. ¿Cuáles son algunas de estas prácticas, y de qué manera las afrontas? ¿En qué forma testificamos al mundo sin imitarlo?

PASO 4: ¡Aplica!

Solo para maestros: EL "COMENTARIO DE LA BIBLIA" MENCIONÓ A EVA, A DAVID Y A JEZABEL. DESAFÍA A TUS ALUMNOS A COMPARAR SUS VIDAS, USANDO LAS PREGUNTAS QUE SIGUEN PARA GUIARLOS EN SU EXPLORACIÓN. INVITA A LOS MIEMBROS DE TU CLASE A PRESENTAR LO QUE APRENDIERON A LA CLASE.

1. Proyecto de estudio de la Biblia: ¿En qué forma las elecciones de Eva, David y Jezabel fueron similares? ¿En qué forma fueron diferentes? ¿En cuál de las tres áreas -los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, mencionados por Juan- cada uno de los personajes bíblicos fue vulnerable? ¿Qué lecciones de advertencia y de instrucción acerca de sus elecciones y sus consecuencias pueden ser aplicadas a nuestra vida? ¿En qué clase de situaciones las lecciones obtenidas de estas vidas podrían ser particularmente útiles?

2. Monólogo dramático: Escribe un monólogo, basado en el estudio de los personajes, en la voz de Eva, de David o de Jezabel, que cuente su experiencia. Pide a los miembros de la clase que sean voluntarios, ya sea para leer o para actuar sus monólogos frente a la clase.


Guía de Estudio de la Biblia: Amadas y llenas de amor: Las Epístolas de Juan / Edición Maestros.
Periodo: Trimestre Julio-Septiembre de 2009
Autor: Ekkehardt Mueller, nacido en Alemania, doctor en Teología y Ministerio. Es uno de los directores asociados del Instituto de Investigaciones Bíblica (Biblical Research Institute) de la Asociación General. Sus especialidades son Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis, hermenéutica y teología aplicada. Es casado y tiene dos hijos adultos.
Editor: Clifford Goldstein

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sábado, 18 de julio de 2009

Lección 4: Andar en la luz: Guardar sus mandamientos / Para el 25 de julio de 2009

Sábado 18 de julio.

Lee Para el Estudio de esta Semana: Levítico 19:18; Lucas 14:26; Juan 3:20, 13; 1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:18; 1 Juan 2:3-11.
Para Memorizar: “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos” (1 Juan 2:3).

UN PASTOR HABÍA ESTADO ACONSEJANDO a un matrimonio. ¿El problema? El esposo había estado teniendo aventuras extramatrimoniales. No es que el hombre tuvo una aventura, sino muchas. El esposo trató de calmar la situación diciéndole a su esposa, que aunque había estado con otras mujeres, eso no significaba que él no la amara. De hecho, él dijo que la amaba más que a cualquiera de las otras.

Como puede imaginarse, sus palabras, lejos de resolver el problema solo lo empeoraron. ¿Por qué? Porque, si amas a alguien, lo muestras por tus acciones, por tus actos, no solo por lo que dices.

Esta semana, Juan habla acerca de lo que significa conocer y amar a Dios. Cualquiera puede decir que ama al Señor. La pregunta es: De acuerdo con la Biblia, ¿cómo revelamos ese amor?
Un Vistazo a la Semana: ¿Qué significa conocer a Dios, en contraste con solo conocer algo acerca de él? ¿Qué lugar tiene la obediencia a la Ley de Dios en nuestra relación con él? ¿Qué dice Juan acerca de Jesús como un modelo de conducta? ¿Cuál es el “nuevo mandamiento” que da Juan y de qué modo es realmente “nuevo”?

“Qué Sabemos” (1 Juan 2:3-5).
Domingo 19 de julio

La frase “En esto sabemos” aparece dos veces en los pasajes indicados arriba. ¿Qué es lo que saben los cristianos, según Juan?

Primero, que ellos han llegado a conocer a Dios (vers. 3) y, segundo, que “están en él” (vers. 5). Considerando lo que está en juego –nuestra vida eterna o nuestra destrucción eterna (ver Juan 5:29)–, estas son cosas importantes para conocer, ¿verdad?

Al mismo tiempo, tenemos que ser cuidadosos de que no tomemos el conocimiento mismo como el medio de salvación. De hecho, esa es exactamente la clase de herejía que Juan está enfrentando aquí y en otros lugares: la idea de que el conocimiento por sí solo produce la redención.

El conocimiento (gnósis) era un término vital en la religión antigua, y era un concepto importante en el mundo religioso de los primeros siglos después de Cristo. Probablemente por el segundo siglo se había constituido en una herejía plenamente desarrollada entre los cristianos llamada gnosticismo. En el gnosticismo había muy poca preocupación por la conducta moral. El énfasis estaba puesto en la experiencia mística, y mitos fantásticos acerca de Dios y de la naturaleza de la humanidad. La salvación se ganaba por medio de este conocimiento secreto más bien que por medio de una relación de fe con el Señor.

¿Qué nos enseñan los siguientes textos acerca de cómo usa el Nuevo Testamento la idea del conocimiento? Mat. 13:11; Luc. 1:34, 77; Juan 17:3; Rom. 3:20; 1 Cor. 8:1; 1 Tim. 2:4; 2 Ped. 3:18; 1 Juan 4:8.

En el Nuevo Testamento, conocer/conocimiento tiene un significado teórico y teológico. Sin embargo, también describe relaciones. Conocer a Dios significa tener una relación íntima con él. La obediencia, el amor y el mantenerse alejado del pecado, todos señalan la existencia de esa relación. La teoría y la experiencia del conocimiento deben ir juntas.

Aunque Juan usa con frecuencia el verbo conocer, siempre deja a un lado el sustantivo conocimiento. Pudo haber decidido evitar el término más técnico a fin de evitar la confusión con el gnosticismo.

¿Conoces al Señor o solamente conoces cosas acerca de él? ¿Cuál es la diferencia decisiva entre estos dos conceptos? Pero, lo más importante, si es solo lo último, ¿cómo puedes cambiar, y por qué es importante que lo hagas?

Guardar los Mandamientos (1 Juan 2:3-5).
Lunes 20 de julio

Cualquiera puede decir que conoce a Dios. De hecho, mucha gente ha hecho eso, aun personas en los días de Juan. Muchos también lo hacen hoy. Es fácil hablar.

Para Juan, ¿cuál era la evidencia externa, la prueba exterior, de que una persona conoce a Dios? ¿Qué más dice Juan acerca de este tema? Juan 14:15, 21; 15:10; 1 Juan 3:22, 24; 5:3; Apoc. 12:17; 14:12. ¿De qué modo estos versículos se vinculan entre sí? ¿De qué modo nos afirman, como adventistas, en nuestra posición acerca de la Ley?

Guardar los mandamientos es muy importante para Juan y para Jesús. La frase aparece con bastante frecuencia en los escritos de Juan. Guardar los mandamientos es una señal de que conocemos a Dios/Jesús y lo amamos. El amor y la obediencia están conectados. El término “a él” o “le” pueden referirse ya sea a Dios el Padre o a Jesús, y es un tanto ambiguo, tal vez intencionalmente. Primera de Juan 2:4 afirma la misma verdad en términos negativos, y puede referirse a una falsa pretensión hecha por los que dicen que pueden llegar a conocer a Dios y, sin embargo, descuidar la observancia de los mandamientos. Juan ataca esta idea con un lenguaje muy fuerte, llamando mentiroso a todo el que la enseña.

¿Por qué la observancia de la Ley revela nuestro conocimiento de Dios? ¿De qué modo el hecho de guardar la Ley revela la realidad de nuestro conocimiento de Dios? ¿Cómo se relaciona una cosa con la otra?

La clase de conocimiento de Dios del cual habla la Biblia no es meramente una información sobre los hechos. Es un conocimiento que forma la base de una relación de amor. No puedes realmente amar a alguien que no conoces. Y si amas a alguien actuarás de cierta manera. Un hombre que verdaderamente ama a su esposa no la engañará. Él puede declarar su amor día y noche, y, no obstante, si sus acciones no revelan ese amor, entonces, para usar el término de Juan, es un “mentiroso”.

¿Qué otras analogías puedes pensar que son útiles para comprender por qué nuestra obediencia, nuestros actos, forman una parte inseparable de lo que significa conocer a Dios?

¿Qué Haría Jesús? (1 Juan 2:6-8).
Martes 21 de julio

Hace un tiempo, hubo una moda durante la cual jóvenes cristianos usaban brazaletes con las letras QHJ inscritas en ellos, que querían decir “¿Qué haría Jesús?” Aunque algunos se burlaban de la idea como infantil, por lo menos la idea detrás de la moda era buena; y la idea era que, confrontados con una situación, deberíamos pensar qué haría Jesús y tratar de hacer lo mismo.

Esto corresponde muy bien con lo que Juan ha estado diciendo aquí. La primera parte de nuestro pasaje enfatizó que andar en la luz y conocer a Dios significan ser obediente. La segunda parte ahora llama a los cristianos que quieren permanecer en él y andar en la luz a seguir el ejemplo de Jesús al vivir sus vidas. ¿Cómo pueden hacer eso? Tienen que descubrir cómo vivió Jesús, y cada día deben comparar su conducta con la de él.

En otras palabras, “¿Qué haría Jesús?”

Hojea los evangelios. ¿Cuáles son algunas de tus historias favoritas de Jesús? es decir, ¿qué historias realmente te hablan al corazón acerca de la clase de persona que fue Jesús? ¿Cuán parecido eres a él en esas áreas?

Aunque la muerte de Jesús y su resurrección son el clímax de los evangelios, se registra suficiente información acerca de las enseñanzas de Jesús como para que puedas comprender de qué manera un ser humano, idealmente, debería vivir.

Esto es importante para recordar, porque a veces la gente quiere concentrarse solo en Jesús como Salvador, Jesús como su Sustituto, y no en Jesús como su Señor y Ejemplo. Juan aceptó a Jesús en ambos sentidos como Salvador y como ejemplo. En 1 Juan 1:7, había mencionado la limpieza por medio de la sangre de Cristo, lo cual señala a su muerte en la cruz en nuestro lugar. De acuerdo con 1 Juan 2:2, Jesús es el sacrificio expiatorio por nuestros pecados. Él fue nuestro sustituto. Pero, en los versículos que estudiamos esta, semana aparece el otro aspecto. Jesús vivió una vida ejemplar. Nosotros debemos seguir sus pisadas.
La mayoría de nosotros, no importa quiénes seamos, estamos afrontando alguna clase de dificultades en la vida. Piensa acerca de tu mayor desafío, tu mayor lucha. Luego, pregúntate: “¿Qué haría Jesús?” Después de que hayas encontrado lo que consideras tu mejor respuesta, pregúntate: “¿Qué me detiene de hacer lo mismo?”

El Mandamiento Nuevo (1 Juan 2:7, 8).
Miércoles 22 de julio

Después de enfatizar la importancia de obedecer los mandamientos (1 Juan 2:3, 4), Juan, en los versículos 7 y 8, presenta la idea de un “mandamiento nuevo”. ¿Qué es este “mandamiento nuevo”? La respuesta se encuentra en Juan 13:34, donde aparece la misma expresión, “mandamiento nuevo”.

Lee Juan 13. ¿Cuál es el contexto que nos ayuda a comprender qué es este “mandamiento nuevo”?

Después de haber mostrado a sus discípulos qué significa servir; específicamente, al rebajarse y realizar la tarea humilde de lavar los pies de alguien, Jesús pronunció su “mandamiento nuevo”. Sus discípulos debían amarse unos a otros así como Jesús los amó.

Una situación similar ocurre en 1 Juan 2:6 al 8. Luego de haber hablado acerca de caminar como Jesús anduvo, Juan señala el mandamiento de Jesús que aparece en Juan 13. Esta conexión literaria con Juan 13:34 y 35 es la que nos ayuda a revelar el significado de 1 Juan 2:7 y 8. El mandamiento del que habla Juan es el mandamiento acerca del amor fraternal.

Pero ¿por qué afirma que no está escribiendo un mandamiento nuevo sino uno antiguo? Es porque el mandamiento del amor al prójimo ya estaba presente en el Antiguo Testamento (Lev. 19:18). Cuando Juan escribió su carta, el “nuevo mandamiento” de Jesús, en Juan 13:34, ya había sido un mandamiento por muchos años.

No obstante, en un sentido, este mandamiento era nuevo porque había sido cumplido continuamente en la vida de Jesús (“en él”, vers. 6) y había de verse en sus seguidores (“y en vosotros”, vers. 8), de una manera que no tenía precedentes por causa de la nueva era inaugurada con la primera venida de Jesús (“las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra”, vers. 8).

Finalmente, el concepto de la Ley de Dios conecta la primera parte de nuestro pasaje (1 Juan 2:3-6) con la segunda (1 Juan 2:7, 8). Los Mandamientos están resumidos en el mandamiento de amarse unos a otros. Andar en la luz y andar como Jesús significa guardar los Mandamientos y amarse unos a otros.

¿Cuándo fue la última vez que “lavaste los pies de alguien”, hablando en forma figurada? Si eso ocurrió hace mucho, ¿qué te dice eso acerca de ti mismo y acerca de cómo te relacionas con otros? ¿Por qué es tan difícil de lograr en nuestras vidas la clase de muerte al yo que conduce a servir a otros?

Amar a Otros (1 Juan 2:9-11).
Jueves 23 de julio
Resume lo que Juan está diciendo en los versículos indicados arriba.

El amor se mencionó brevemente en 1 Juan 2:5. Obviamente ese amor se refiere a nuestro amor hacia Dios, que se manifiesta cuando guardamos sus mandamientos. El amor se trató en forma indirecta en la segunda parte de nuestro pasaje, al hablar del mandamiento nuevo (vers. 6-9). El amor hacia los demás cristianos es, sin embargo, claramente estipulado en la última sección de nuestro párrafo (vers. 9-11). También comienza con la frase: “El que dice” (ver vers. 4, 6, 9).

El versículo 9 hace una afirmación acerca del miembro de iglesia que odia a su hermano. Esta persona está en tinieblas. El versículo 10 muestra el lado positivo; es decir, una persona que ama a su hermano. El versículo 11 vuelve a mencionar el odiar al hermano. Esa persona no solo está en tinieblas, sino también sus ojos han sido cegados.

En su carta, Juan está interesado principalmente en la comunidad cristiana. Esto no significa que niega el hecho de que los cristianos son llamados a amar a sus prójimos y aun a sus enemigos; pero esta no es su preocupación aquí. Él tiene otro problema en manos.

Odiar al hermano es una afirmación fuerte, y puede no gustarnos aplicarla a nosotros y a nuestra conducta. Podemos preferir decir que nos irritan u ofenden; pero las Escrituras a menudo usan el término odiar de maneras que hoy no las usamos con tanta frecuencia. ¿Cómo se usa el término odiar, y cómo ha de entenderse en los siguientes textos? Mat. 6:24; 24:9, 10; Luc. 14:26; Juan 3:20.

En las Escrituras, odiar representa no solo lo que nosotros hoy llamamos odio, sino también la preferencia de una persona sobre otra, o descuidar a alguien. En otras palabras, no hace falta despreciar a alguien para revelar “odio”, según algunos textos bíblicos.

¿Hay alguien a quien odias, y tal vez con buena razón? Si es así, hazte la pregunta: ¿Qué haría Jesús?

Para Estudiar y Meditar.
Viernes 24 de julio

Lee Génesis 39:7 al 12; Daniel 3:8 al 18; y Apocalipsis 13:16 y 14:5.

Andar en la luz, que incluye guardar los Mandamientos, vivir como Jesús y ejercer amor, es especialmente importante al final de la historia del mundo. La Ley de Dios está siendo desafiada, y el tema de la verdadera adoración y la obediencia al Creador será cada vez más importante. En las Escrituras se mencionan ejemplos, personas que permanecieron fieles aun bajo las circunstancias más provocativas: José, los amigos de Daniel, Daniel mismo, y muchos otros. El ejemplo supremo es Jesús. Debemos hacer la decisión de seguir donde él nos guíe, no importa qué ocurra.

“Juan nos dice que el verdadero amor a Dios será revelado mediante la obediencia a todos sus mandamientos. No basta creer la teoría de la verdad, hacer una profesión de fe en Cristo, creer que Jesús no es un impostor y que la religión de la Biblia no es fábula por arte compuesta.[...] Juan no enseñó que la salvación puede ser ganada por la obediencia, sino que la obediencia es el fruto de la fe y del amor” (HAp 464, 465).

Preguntas Para Dialogar:

1. Una cosa es guardar los Diez Mandamientos; otra cosa es amar a otras personas. ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué es más fácil de hacer, y por qué?

2. El filósofo francés Michael Foucault en cierta ocasión diferenció entre dos clases de conocimiento: la clase que cambia a aquel que adquiere ese conocimiento, y la clase de conocimiento que no produce ningún cambio en la persona. ¿Cuáles podrían ser algunos ejemplos de esos dos tipos de conocimiento? Pero, más importante, ¿qué clase de conocimiento es el conocimiento de Dios, y qué clase de cambios debería producir en quienes tienen ese conocimiento?

3. ¿Cómo podemos evitar caer en la trampa de tratar de ganar nuestra salvación por guardar los mandamientos, mientras al mismo tiempo evitamos la trampa de creer que podemos ser salvos aunque desobedezcamos la Ley?

4. ¿Qué pueden hacer ustedes, como clase, para ayudar a su iglesia local a comprender mejor lo que significa manifestar amor? ¿Existe algo así como el amor corporativo? Piensa en cómo sería una iglesia local ideal y perfectamente amante. ¿Cuán bien se ajusta a eso tu iglesia local?


Guía de Estudio de la Biblia: Amadas y llenas de amor: Las Epístolas de Juan / Edición Adultos.
Periodo: Trimestre Julio-Septiembre de 2009
Autor: Ekkehardt Mueller, nacido en Alemania, doctor en Teología y Ministerio. Es uno de los directores asociados del Instituto de Investigaciones Bíblica (Biblical Research Institute) de la Asociación General. Sus especialidades son Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis, hermenéutica y teología aplicada. Es casado y tiene dos hijos adultos.
Editor: Clifford Goldstein

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Lección 4: Andar en la luz: Guardar sus mandamientos / Notas de Elena de White

Sábado 18

La fe genuina es seguida por el amor; un amor que se manifiesta en el hogar, en la sociedad y en todas las relaciones de la vida; un amor que suaviza las dificultades y nos eleva por encima de las desagradables pequeñeces que Satanás coloca en nuestros camino para molestarnos. Y el amor traerá como resultado la obediencia. Todas las pasiones y energías de un creyente convertido serán puestas bajo el control del Señor. Su Espíritu es un poder que transforma a la imagen divina a todo aquel que lo recibe.

Llegar a ser un discípulo de Cristo es negarse a sí mismo y seguir a Jesús a través de los buenos y los malos momentos. Es cerrar la puerta al orgullo, la envidia, la duda, las luchas, el odio y toda otra forma de mal. Es dar la bienvenida en nuestro corazón a Jesús, el manso y humilde corazón, que está llamando a nuestra puerta para ser recibido como nuestro huésped.

"El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo" (1 Juan 2:6). Jesús es el modelo completo y perfecto para los seres humanos, y desea transformarnos a su semejanza en sentimientos, pensamientos y propósitos. Desea cambiarnos el corazón, el alma y la vida. Y aquel que más aprecia el amor de Cristo en el alma reflejará más perfectamente su imagen. A la vista de Dios esa persona será la más noble y las más honorable Pero el que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él (Signs of the Times, septiembre 8, 1890).

“Qué Sabemos” (1 Juan 2:3-5).
Domingo 19

La justicia es la práctica del bien, y es por sus hechos por lo que todos han de ser juzgados. Nuestros caracteres se revelan por lo que hacemos. Las obras muestran si la fe es genuina o no.

No es suficiente que creamos que Jesús no es un impostor, y que la religión de la Biblia no consiste en fábulas arteramente compuestas. Podemos creer que el nombre de Jesús es el único nombre debajo del cielo por el cual el hombre puede ser salvo, y sin embargo, no hacer de él, por la fe, nuestro Salvador personal. No es suficiente creer la teoría de la verdad. No es suficiente profesar fe en Cristo y tener nuestros nombres registrados en el libro de la iglesia. "El que guarda sus mandamientos, está en él, y él en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado". "Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos". Esta es la verdadera evidencia de la conversión. No importa cuál sea nuestra profesión de fe, no nos vale de nada a menos que Cristo se revele en obras de justicia (Palabras de vida del Gran Maestro, p. 254).

De nada vale profesar simplemente ser discípulo. La fe en Cristo que salva al alma no es la que muchos enseñan. "Creed, creed, -dicen- y no tenéis necesitad de guardar la ley". Pero una creencia que no lleva a la obediencia, es presunción. Dice el apóstol Juan: "El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él". Nadie abrigue la idea de que las providencias especiales o las manifestaciones sobrenaturales han de probar la autenticidad de su obra ni de las ideas que proclama. Cuando los hombres dan poca importancia a la Palabra de Dios y ponen sus impresiones, sus sentimientos y sus prácticas por encima de la norma divina, podemos saber que no tienen la luz.

La obediencia es la prueba del discipulado. La observancia de los mandamientos es lo que prueba la sinceridad del amor que profesamos. Cuando la doctrina que aceptamos destruye el pecado en el corazón, limpia el alma de contaminación y produce frutos de santidad, entonces podemos saber que es la verdad de Dios. Cuando en nuestra vida se manifiesta benevolencia, bondad, ternura y simpatía; cuando el gozo de realizar el bien anida en nuestro corazón; cuando ensalzamos a Cristo, y no al yo, entonces podemos saber que nuestra fe es correcta. "Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos" (El discurso maestro de Jesucristo, p. 123).

Guardar los Mandamientos (1 Juan 2:3-5).
Lunes 20

Una profesión de religión no tiene valor a menos que las buenas obras testifiquen de su sinceridad y realidad. Los que son hijos de Dios harán las obras de Dios y alabarán a Aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Los que hacen mucho alarde y no llevan los frutos de la piedad, ponen de manifiesto que no habitan en la Vid verdadera, pues "por sus frutos los conoceréis"; son ramas muertas; no tienen el Espíritu de Cristo y por lo tanto no son de él. Aunque digan: "Señor, Señor, no son aceptados porque no hacen la voluntad del Padre celestial.

Aunque fuimos creados a imagen y semejanza divinas, hemos perdido esa semejanza a nuestro Creador y Redentor debido al pecado, y no estamos en armonía con la voluntad de Dios. Sin embargo, a un costo infinito, el Hijo de Dios nos redimió para que podamos servirle y hacer la voluntad del Cielo. La imagen moral de Dios puede ser restaurada en nuestra naturaleza caída y capacitarla para obedecer los mandatos de Jehová (Review and Herald, febrero 14, 1888).

No ganamos la salvación con nuestra obediencia; porque la salvación es el don gratuito de Dios, que se recibe por la fe. Pero la obediencia es el fruto de la fe. "Sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo, aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido" (1 Juan 3:5, 6). He aquí la verdadera prueba. Si moramos en Cristo, si el amor de Dios mora en nosotros, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestras acciones, tienen que estar en armonía con la voluntad de Dios como se expresa en los preceptos de su santa ley. "Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo" (1 Juan 3:7). Sabemos lo que es justicia por el modelo de la santa ley de Dios, como se expresa en los Diez Mandamientos dados en el Sinaí.

Esa así llamada fe en Cristo, que según se declara exime a los hombres de la obligación de la obediencia a Dios, no es fe sino presunción. "Por gracia sois salvos por medio de la fe". Mas "la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma" (Efesios 2:8; Santiago 2:17). Jesús dijo de sí mismo antes de venir al mundo: "El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón" (Salmo 40:8). Y cuando estaba por ascender a los cielos, dijo otra vez: "Yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor" (S. Juan 15:10). La Escritura dice: "Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos" (1 Juan 2:3) (Reflejemos a Jesús, p. 266).

Esta es la prueba verdadera: ser hacedores de las palabras de Cristo. Y esta es la evidencia del amor que el instrumento humano tiene por Jesús. El que hace la voluntad de Jesús, da al mundo la evidencia práctica del fruto que manifiesta en obediencia, en pureza y en santidad de carácter (Fe y obras, p. 116).

¿Qué Haría Jesús? (1 Juan 2:6-8).
Martes 21

Se ha hecho amplia provisión para todos los que sincera, ferviente y meditativamente se dedican a la tarea de perfeccionar la santidad en el temor de Dios. Fuerza, gracia y gloria han sido provistas por medio de Cristo, para que los ángeles ministradores las lleven a los herederos de la salvación. Nadie es tan miserable, corrompido y vil, que no pueda encontrar en Jesús, que murió por él, fortaleza, pureza y justicia, si quiere abandonar sus pecados, dejar la senda de la iniquidad y volverse con plena decisión del corazón al Dios viviente. Espera para quitarles sus vestiduras, manchadas y contaminadas por el pecado, para revestirlos de las blancas y resplandecientes túnicas de justicia; y los intima a vivir, no a morir. En él pueden florecer. Sus ramas no se secarán ni serán infructíferas. Si moran en él, podrán extraer savia y nutrición de él, e imbuidos de su espíritu, caminar como él anduvo, vencer como él venció, y ser exaltados a su diestra (¡Maranata: El Señor viene!, p. 51).

Cristo vino para hacer la voluntad de su Padre. ¿Estamos siguiendo en sus pasos? Todos los que llevan el nombre de Cristo debieran estar buscando constantemente una relación más íntima con él, para que puedan caminar incluso como él caminó, y hacer las obras de Cristo. Debiéramos apropiarnos de las lecciones de su vida para nuestras vidas. Cristo "se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras" (Tito 2:14). "En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos" (1 Juan 3:16). He aquí la obra de abnegación que debemos abrazar con alegría, en imitación del ejemplo de nuestro Redentor. La vida del cristiano debe ser una vida de conflicto y sacrificio. Debiera seguirse la senda del deber, no la senda de la inclinación y la preferencia (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 591).

Tenemos ante nosotros al más santo y sublime ejemplo. Jesús fue sin tacha, tanto en pensamientos, como en palabra y acción. Todos sus actos fueron perfectos. Nos muestra el camino que él recorrió, y nos dice: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (S. Mateo 16:24).

Cristo reúne en su persona la perfección y santidad de la divinidad y la perfección y santidad de su humanidad sin pecado. Él tuvo que afrontar las mismas tentaciones por las cuales Adán fue reprobado, y las venció porque su humanidad se apoyaba en el poder divino. Los cristianos de hoy se fijan ideales demasiado bajos. Se contentan con una experiencia espiritual muy superficial, y por lo tanto sólo perciben la luz en forma difusa, cuando podrían discernir con tanta más exactitud la maravillosa perfección de la humanidad de Cristo. La vida de Cristo es una manifestación de lo que la humanidad caída podría llegar a ser mediante una comunión más estrecha con la naturaleza divina (La fe por la cual vivo, p. 221).

Nosotros llevamos el nombre de cristianos. Seamos fieles a este nombre. Ser cristiano significa ser semejante a Cristo. Significa seguir a Cristo en la abnegación, llevando en alto su bandera de amor, honrándolo con palabras y actos altruistas. En la vida del verdadero cristiano no hay nada del yo. el yo está muerto. No había egoísmo en la vida que Cristo vivió en esta tierra. Llevando nuestra naturaleza, vivió una vida plenamente entregada al bien de los demás. Los seguidores de Cristo deben ser puros y verdaderos en palabras y acciones. En este mundo, un mundo de iniquidad y de corrupción, los cristianos deben revelar los atributos de Cristo. Todo lo que hagan y digan deberá estar desprovisto de egoísmo (En lugares celestiales, p. 57).

El Mandamiento Nuevo (1 Juan 2:7, 8).
Miércoles 22

En el gran plan de salvación, Jesús desea que los miembros de su familia en esta tierra lleguen a ser obreros juntamente con él para cumplir sus propósitos de amor. Llama a sus seguidores a imitar su vida de abnegación y sacrificio. La influencia de su extraordinaria acción une a la familia celestial con la terrenal en su deseo de cooperar para ganar almas para él. Dios desea que con una mano -la mano de la fe- nos tomemos de su poderoso brazo, mientras que con la otra mano -la del amor- alcancemos a las almas que perecen. Cristo es el camino, la verdad y la vida, y desea que caminemos como él caminó.

Dios llama a todos los que están descansando en Sión a levantarse y actuar. ¿No escucharán la voz del Maestro? Él desea que muchos obreros fieles y consagrados siembren en todas las aguas. Y los que así trabajen se sorprenderán al ver cómo las pruebas se resuelven, cómo se afirma la fe y se renueva el ánimo. En el camino de la obediencia humilde se encuentra el poder y la seguridad; el consuelo y la esperanza. Pero aquellos que no hacen nada para Jesús, finalmente perderán su recompensa, porque las manos débiles no le permitirán asirse del Todopoderoso, ni las rodillas flojas le permitirán mantenerse en pie en el día de la adversidad. Es el obrero fiel el que recibirá la recompensa y oirá las palabras: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor" (S. Mateo 25:23).

Somos hijos de Dios y dependemos los unos de los otros para nuestra felicidad. No podemos ser felices mientras nos encerramos en nuestros propios intereses. Debemos trabajar en este mundo para ganar almas para Cristo. Si bendecimos a otros, nos bendecimos a nosotros mismos, mientras que si perjudicamos a otros nos perjudicamos también a nosotros, porque la influencia de cada acción se refleja en nuestros propios corazones. La ternura y el amor que Cristo reveló en su propia vida debiera ser un ejemplo para nosotros acerca de cómo tratar a nuestros prójimos (Review and Herald, noviembre 3, 1896).

¡Oh, decidamos crucificar al yo e imitar al Señor! Debemos expresar en nuestras vidas su santidad, su paciencia, su ternura, su compasión y su amor. De esa manera comunicaremos sus atributos, y ya no juzgaremos a nadie por lo que vemos o escuchamos. Llevaremos el yugo con Cristo y trataremos de hacer todo el bien que nos sea posible. Puede ser que muchos que se dicen cristianos desprecien nuestro trabajo, nos traten mal y digan falsedades contra nosotros; pero debemos poner nuestros ojos en Cristo y seguirlo, para caminar como él caminó, y tener su mente, para poseer esa fe que obra por amor y purifica el alma.

El que es trasformado a la imagen de Cristo poseerá su gracia y ayudará a fortalecer a cada hermano en la fe. Las palabras duras y amargas, que desaniman a las almas, nunca saldrán de sus labios. "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17). "Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios" (Hebreos 12:12-15). Esta es una obra que debemos realizar con todo fervor. Y todos los que tengan una conexión vital con Dios serán guiados por su consejo, y se unirán a los demás miembros de iglesia para realizar el trabajo para Cristo. Si le abrimos la puerta, Jesús entrará y habitará con nosotros, y mediante su representante, el Espíritu Santo, nos dará la fortaleza que necesitamos (Review and Herald, febrero 23, 1897).

Amar a Otros (1 Juan 2:9-11).
Jueves 23

El mayor peligro de la iglesia de Cristo no es la oposición del mundo. Es el mal acariciado en los corazones de los creyentes lo que produce el más grave desastre, y lo que, seguramente, más retardará el progreso de la causa de Dios. No hay forma más segura para destruir la espiritualidad que abrigar envidia, sospecha, crítica o malicia. Por otro lado, el testimonio más fuerte de que Dios ha enviado a su Hijo al mundo, es la armonía y unión entre hombres de distintos caracteres que forman su iglesia. El privilegio de los seguidores de Cristo es dar ese testimonio. Pero para poder hacerlo, deben colocarse bajo las órdenes de Cristo. Sus caracteres deben conformarse a su carácter, y sus voluntades a la suya.

"Un mandamiento nuevo os doy -dijo Cristo- Que os améis unos a otros; como os he amado, que también os améis los unos a los otros" (S. Juan 13:34). ¡Qué maravillosa declaración! Pero, ¡cuán poco se la practica! Hoy día en la iglesia de Dios, el amor fraternal falta, desgraciadamente. Muchos que profesan amar al Salvador, no se aman unos a otros. Los incrédulos observan para ver si la fe de los profesos cristianos ejerce una influencia santificadora sobre sus vidas; y son prestos para discernir los defectos del carácter y las acciones inconsecuentes. No permitan los cristianos que le sea posible al enemigo señalarlos diciendo: Mirad cómo esas personas, que se hallan bajo la bandera de Cristo, se odian unas a otras. Todos los cristianos son miembros de una familia, hijos del mismo Padre celestial, con la misma esperanza bienaventurada de la inmortalidad. Muy estrecho y tierno debe ser el vínculo que los une.

El amor divino dirige sus más conmovedores llamamientos al corazón cuando nos pide que manifestemos la misma tierna compasión que Cristo mostró. Solamente el hombre que tiene un amor desinteresado por su hermano, ama verdaderamente a Dios. El verdadero cristiano no permitirá voluntariamente que un alma en peligro y necesidad camine desprevenida y desamparada. No podrá mantenerse apartado del que yerra, dejando que se hunda en la tristeza y desánimo, o que caiga en el campo de batalla de Satanás (Los hechos de los apóstoles, pp. 438, 439).


Guía de Estudio de la Biblia: Amadas y llenas de amor: Las Epístolas de Juan / Notas de Elena de White.
Periodo: Trimestre Julio-Septiembre de 2009
Autor: Ekkehardt Mueller, nacido en Alemania, doctor en Teología y Ministerio. Es uno de los directores asociados del Instituto de Investigaciones Bíblica (Biblical Research Institute) de la Asociación General. Sus especialidades son Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis, hermenéutica y teología aplicada. Es casado y tiene dos hijos adultos.
Editor: Clifford Goldstein

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Lección 4: Andar en la luz: Guardar sus mandamientos / Edición para Maestros

El sábado enseñaré...
Texto clave: 1 Juan 2:1-6

Enseña a tu clase a:
Saber que el verdadero conocimiento de Dios resulta en la obediencia.
Sentir el deseo de seguir el ejemplo de Jesús.
Hacer la decisión de responder guardando los mandamientos de Dios.

Bosquejo de la lección:

I. Saber: Verdadero conocimiento

A. ¿Por qué Juan llama un mandamiento "nuevo" a uno que era "viejo"? ¿Cuál es la diferencia entre el amor al prójimo en el Antiguo Testamento y su revelación continua en la vida de Jesús y de sus seguidores?
B. Los adventistas del séptimo día a veces son llamados legalistas: Reflexiona sobre la verdad o el error de esta afirmación a la luz de la declaración de Juan de que debemos obedecer los mandamientos de Dios.
C. ¿De qué modo algunos tratan de convertir el conocimiento en su propio medio de salvación? ¿Por qué no es suficiente el conocimiento para producir la redención?

II. Sentir: Seguir el ejemplo de Jesús

1. El amor y la obediencia son inseparables. Analiza cómo podemos alimentar ambos y mantener un equilibro correcto.
2. El gnosticismo, en la iglesia primitiva, enfatizaba una experiencia mística en vez de una relación con Dios. El posmodernismo enfatiza la experiencia en vez del conocimiento. ¿Por qué los sentimientos y la experiencia no son suficientes?

III. Hacer: El conocimiento en acción

1. Juan llama mentirosos a quienes profesan conocer a Dios pero no guardan sus mandamientos. "Mentiroso" tiene connotaciones negativas fuertes. Determina qué pasos concretos es necesario dar para evitar recibir esta etiqueta.
2. Anima a tus alumnos a presentar razones por las que no siempre seguimos el ejemplo de Jesús. Compartan formas en las que podemos evitar estas trampas.

Resumen: Un verdadero conocimiento de Dios resulta en una relación viviente con Dios y una relación de amor, dentro del marco de los mandamientos de Dios.

Ciclo de aprendizaje

PASO 1: ¡Motiva!

Concepto clave para el crecimiento espiritual: El amor y la obediencia a Dios nos impulsan a extendernos hacia quienes tienen dificultades.

SOLO PARA MAESTROS: ¿DE QUÉ MODO DEFINIMOS QUIÉN ES UN CRISTIANO? ¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS DE UN CRISTIANO GENUINO? CONDUCE A TU CLASE A ENCONTRAR RESPUESTAS BÍBLICAS A ESTAS PREGUNTAS VITALES.

El mundo contiene muchos tipos de cristianos. Entre ellos, están los cristianos de "los panes y los peces", los que ven una ventaja económica en ser cristianos. Además, hay cristianos sociales, aquellos para quienes la iglesia es un club prestigioso al que vale la pena pertenecer. Y, finalmente, hay cristianos ceremoniales, para quienes las formas de la liturgia de la iglesia son necesarias cuando los miembros naces, se casan o fallecen.

Analiza: Tal vez, al leer la "lista" de los grupos cristianos, te encontraste poniendo estas etiquetas a otros, o tal vez a ti mismo. Pero ¿cuál es el concepto de cristiano que aparece en el Nuevo Testamento? (Ver Luc. 9:23).

PASO 2: ¡Explora!

Solo para maestros: JESÚS DIJO Y JUAN LO REGISTRÓ: "ESTA ES LA VIDA ETERNA: QUE TE CONOZCAN A TI, EL ÚNICO DIOS VERDADERO, Y A JESUCRISTO, A QUIEN HAS ENVIADO" (JUAN 17:3). ¿eN QUÉ CONSISTE ESTE CONOCIMIENTO? LA RESPUESTA REVELA UNA DIFERENCIA FUNDAMENTAL ENTRE LA COMPRENSIÓN PAGANA Y LA CRISTIANA DE DIOS. LOS GNÓSTICOS SOSTENÍA QUE UN CONOCIMIENTO RACIONAL ERA SUFICIENTE PARA OBTENER LA ACEPTACIÓN DE DIOS, Y QUE LA CONDUCTA NO TENÍA CONSECUENCIAS. PERO EL APÓSTOL SEÑALA UNA NORMA MÁS ELEVADA. EL CONOCIMIENTO DE DIOS DEBE CONDUCIR A LA OBEDIENCIA A SU LEY, Y AL AMOR A ÉL Y LOS UNOS A LOS OTROS. CONDUCE A TU CLASE A DESCUBRIR LA IMPORTANCIA DE LA OBEDIENCIA Y EL AMOR, AL APRENDER QUIÉN ES DIOS.

Comentario de la Biblia

Panorama general: Alguien puede decir: "Yo conozco a Dios" sin sentir ninguna obligación moral o ética para poner en práctica este conocimiento. Otro puede decir: "Yo no conozco a Dios", pero puede ser una persona de una ética elevada. Los cristianos no tienes estas opciones. Debemos conocer a Dios, pero eso no termina allí. Nuestra creencia debe gobernar nuestra conducta y nuestras relaciones. En esencia, más allá de conocer a Dios intelectualmente, debemos rendirle obediencia, amarlo y amar a nuestro prójimo.

I. Conocer a Dios es rendirle obediencia (1 Juan 2:3-5)

¿Cómo podemos estar seguros de conocer a Dios? La respuesta de Juan es clara: "En esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos" (1 Juan 2:3). Conocer a Dios no es un ejercicio intelectual, ni un ejercicio de lógica o un éxtasis emocional; es la sumisión de la vida, en todas sus dimensiones, a las demandas de Dios. Afirmar que conocemos a Dios pero rehusar obedecer lo hace que seamos mentirosos. "La verdad no está en" esa persona (1 Juan 2:4).

Por medio de la obediencia, se nos pide que permanezcamos en él y caminemos en el sendero por el que caminó Jesús (vers. 6). "La verdadera religión es la imitación de Cristo. Los que son seguidores de Cristo se negarán a sí mismos, tomarán la cruz de Cristo y caminarán en sus pisadas".-"Comentarios de Elena G. de White" (CBA 7:960).

Considera: ¿Cuál es la conexión entre la Ley y el amor? ¿Por qué la vida debe revelar la verdad viviente?

II. Obedecer a Dios es amarlo (1 Juan 2:5, 6)

Si la obediencia es una prueba, el amor es otra. Por el amor que es "perfeccionado" en nosotros, "sabemos que estamos en él" (1 Juan 2:5). "Dios es amor" (1 Juan 4:8); y, por lo tanto, los que dicen que conocen a Dios deben amarlo, permanecer en él y obedecerlo. Dios no está satisfecho con un amor y una obediencia selectivos. Él espera un amor "perfeccionado", es decir, un amor creciente y que madura. Para que nadie deje de comprender lo que esto significa, Juan señala al Modelo, Jesús: "Andar como él anduvo" (1 Juan 2:6).

Considera: El amor y la obediencia cristianos deben ser un reflejo de la manera de andar de Jesús, un andar por el desierto, por Getsemaní, hasta el pie de la cruz, adondequiera Dios nos dirija. ¿Por qué no hay lugar para componendas aquí?

III. Amar a Dios es amarse unos a otros (1 Juan 2:7-11)

Juan no pierde tiempo en teorías y especulaciones acerca de lo que significa amar a Dios. Él ubica el amor en el laboratorio de la vida. La prueba definitiva de amar a Dios es amar a nuestros prójimos. Cualquiera que pretende amar a Dios pero no ama a su prójimo "anda en tinieblas, y no sabe adónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos" (1 Juan 2:11). Ese pensamiento tiene implicaciones serias: Una falta de amor hacia nuestros prójimos nos hace hijos de las tinieblas. Como tales, no tenemos dirección, ni destino, ni visión.

En contraste, los hijos de la luz permanecen en el amor a Dios y el amor a sus prójimos. El apóstol llama a este amor a otros un nuevo mandamiento (1 Juan 2:8); y, no obstante, no es solo nuevo, sino también antiguo (vers. 7). ¿Cómo puede este mandamiento ser antiguo y nuevo al mismo tiempo?

Es antiguo porque siempre ha estado allí. El mandamiento de amar estaba cuando la voz del Verbo eterno llamó a Caín a dar cuentas: "¿Dónde está Abel tu hermano?" (Gén. 4:9). Estaba allí cuando la ley demandaba: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Lev. 19:18). Estaba allí cuando Miqueas tronó: "Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios" (Miq. 6:8).

No obstante, es nuevo porque Jesús lo llevó a nuevas alturas. Jesús señaló que el amor es una prueba del discipulado. Él esperaba que amáramos a nuestros prójimos así como él nos amó (Juan 13:34, 35); y, como muestra la Cruz, él nos amó hasta la muerte. Además, al demandar que amemos a nuestros "prójimos", Jesús introdujo en la historia una nueva definición de la palabra: prójimos no son solo los que están vinculados con nosotros por sangre, o credo o comunidad, sino cualquiera que tiene necesidades. Como en la parábola del buen samaritano, "nuestro prójimo es toda alma que está herida y magullada por el adversario. Nuestro prójimo es todo aquel que pertenece a Dios" (DTG 464).

Esta nueva definición implica el amor sin fronteras. Y a esta comprensión añade otra dimensión: Jesús nos da poder para amarnos unos a otros. Por medio de Jesús, el Dios encarnado, "las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra" (1 Juan 2:8). Jesús, la Luz, nos da poder para caminar en la luz. Cuando andamos en la luz, no podemos odiar a quienes nos rodean. El amor llega a ser el flujo natural del corazón, y el fruto de la obediencia rebalsa la copa del discipulado (Juan 15:8).

Analiza: El amor no reconoce fronteras. ¿Qué clase de fronteras ves a tu alrededor que reprimen el concepto cristiano del amor? (Ver Efe. 2:14).

PASO 3: ¡Practica!

Preguntas para reflexionar:

1. El evangelio introdujo una nueva vara de mediar para las relaciones, el amor: amar a los que no se pueden amar, amar sin reservas. ¿Que hace que tal amor sea posible?

2. Primera de Juan 2:9 al 11 nos acusa: si no amamos a nuestro prójimo, vivimos en las tinieblas, almacenamos odio y somos ciegos. ¿Por qué tales acusaciones son justificables?

Preguntas aplicación:

1. Imagínate a un prójimo que tiene necesidad. Pero él es un poco molesto y no es agradable. ¿Cómo mostrarías amor hacia tal persona? ¿Por qué estás llamado a hacerlo?

2. Lee la epístola de Pablo a Filemón. Repasa cómo Pablo relaciona el amor, la obediencia y el perdón con una situación de la vida real que afectaba a Onésimo, el esclavo fugitivo. Era el deseo de Pablo que Filemón anduviera como Cristo anduvo. ¿Cómo podemos asegurarnos que nosotros hagamos lo mismo?

PASO 4: ¡Aplica!

Solo para maestros: ANIMA A TUS ALUMNOS A REALIZAR LAS SIGUIENTES ACTIVIDADES COMO UNA MANERA DE LOGRAR QUE EL CONOCIMIENTO DE LA CABEZA TAMBIÉN LLEGUE A SER CONOCIMIENTO DE LA MANO Y EL CORAZÓN.

1. Estudio de palabras: La lección de esta semana nos dio dos pruebas del discipulado cristiano y una orden. Las pruebas son la obediencia y el amor. El mandato es amar y obedecer como lo hizo Jesús. Examina el fuerte lenguaje que usa Juan para describir a los que se rehúsan a satisfacer estas pruebas. ¿Qué te revela tu examen de estas palabras acerca de la importancia de la obediencia y el amor en nuestro andar cristiano?

2. Estamos rodeados por necesidades. A menudo, es fácil sentirse impulsado a ayudar a otros en ciertas ocasiones del año más que en otras épocas, especialmente cerca de las fiestas- cuando dar es natural para la mente. Pero ¿qué diremos acerca del resto del año? Dirige una recolección de alimentos en tu iglesia. Anima a los miembros a donar alimentos no perecederos. Recógelos durante las próximas cuatro semanas. Lleva una caja con los elementos donados a un refugio local de tu área, para su distribución a aquellos que los necesitan.
3. Escribe un corto drama basado en el escenario descrito en el Paso 3 entre el miembro de la iglesia y un vecino que tiene necesidad, que es molesto y desagradable. ¿Qué estrategias o vislumbres acerca del enfoque y la efectividad del ministerio a las necesidades de los vecinos desafiantes podemos aprender de esta improvisación o del breve drama anterior?


Guía de Estudio de la Biblia: Amadas y llenas de amor: Las Epístolas de Juan / Edición Maestros.
Periodo: Trimestre Julio-Septiembre de 2009
Autor: Ekkehardt Mueller, nacido en Alemania, doctor en Teología y Ministerio. Es uno de los directores asociados del Instituto de Investigaciones Bíblica (Biblical Research Institute) de la Asociación General. Sus especialidades son Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis, hermenéutica y teología aplicada. Es casado y tiene dos hijos adultos.
Editor: Clifford Goldstein

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