El sábado enseñaré...
Texto Clave: 1 Juan 1:1-4.
Enseña a tu clase a:
Saber reconocer que el compañerismo con Jesús resulta en gozo verdadero.
Sentir la experiencia del gozo del compañerismo.
Hacer que los miembros compartan con otros el gozo que transforma vidas.
Bosquejo de la Lección
1. Saber: El compañerismo con Dios
A. En 1 Juan 1:3, Juan se refiere a la humanidad y la divinidad de Jesús. ¿Qué revela esto acerca de Dios? ¿De qué manera esto abre oportunidades para el compañerismo con Dios?
B. En su humanidad, Jesús sufrió y experimentó dolor; no obstante, Juan dice que por medio de él podemos tener la plenitud de gozo. ¿De qué modo definirías este gozo?
C. Juan expresa el gozo del compañerismo con Dios y con los otros creyentes. ¿Qué lugar tiene el compañerismo en la vida individual del cristiano?
2. Sentir: Gozo completo
A. ¿Cuál es la diferencia entre experimentar la alegría y el gozo que provienen del compañerismo con Dios y el gozo y la alegría que vienen de otras fuentes?
B. ¿Qué lugar tiene el compañerismo de los unos con los otros en fomentar el gozo?
3. Hacer: Ser transformados por el gozo
A. Pide al grupo que comente acerca de algunas ocasiones en las que experimentaron el gozo verdadero. ¿Qué podemos aprender de estas experiencias? ¿Cómo podemos aplicar estas lecciones para ayudarnos a compartir el gozo en otras ocasiones?
2. ¿En qué forma puede el grupo de la Escuela Sabática promover el compañerismo? Anima a todos a decidirse a hacer algo para fomentar el compañerismo con Dios y con los de su comunidad la semana próxima.
Resumen
La experiencia personal del gozo y el compañerismo de Juan con Jesús es contagiosa. Él abre nuestros ojos para ver las posibilidades de experimentar hoy el gozo completo.
CICLO DE APRENDIZAJE
PASO 1: ¡Motiva!
Concepto clave: No podemos ser testigos oculares de los eventos de la vida de Cristo, pero eso no significa que no podamos ser testigos presenciales de la realidad de Cristo y de lo que él ha hecho por nosotros.
Solo para los maestros: Recuerda concentrarte en Cristo como el centro, al estudiar la Primera Epístola de Juan con los miembros de tu clase.
Martín Lutero describió 1 Juan como una “epístola notable. Puede elevar los corazones afligidos [...]. Nos presenta a Cristo en una forma muy hermosa y suave” (M. Lutero, The Catholic Epistles, t. 30, p. 219).
Sin duda, hubiera sido muy gratificante para Juan el saber que mil quinientos años más tarde que él escribiera la epístola, esta no había perdido nada de su poder para describir a Cristo a otros. Juan quería que conociéramos por nosotros mismos la vida eterna, el compañerismo y el gozo que podemos tener por medio de Jesús, el mismo Jesús que Juan mismo había escuchado, visto y tocado.
Analiza: ¿De qué modo escuchaste, viste y tocaste a Jesús personalmente?
Si tu vida fuera una tela, ¿qué retrato de Jesús pintaría tu vida ante los demás? ¿Cómo puedes dejar que él haga de ti una obra maestra?
PASO 2: ¡Explora!
Solo para los maestros: Cristo es plenamente Dios y plenamente hombre, y sobre esta verdad se basa todo el plan de salvación y el compañerismo cristiano. Enfatiza, a los miembros de tu clase, que el inicio de la Primera Epístola de Juan no nos deja lugar para malos entendidos en este tema.
Comentario de la Biblia
La herejía más peligrosa que invadió la iglesia durante el tiempo de Juan fue la que negaba la humanidad de Cristo. Los herejes gnósticos alegaban, que siendo que la materia es mala, Dios no podría haber asumido un cuerpo material. Una negación tan flagrante de la encarnación de Jesús pudo haber sonado como algo lógico para los oídos griegos, pero despertó la alarma en el anciano apóstol. Así que, el apóstol comienza su epístola, como inició su Evangelio, con una afirmación de que Cristo Jesús no es una ilusión de la mente ni un accidente de la historia. Él es Dios. Él es Dios, que vino en carne humana. Como testigo ocular del mayor milagro de la historia, Juan escogió afirmar la singularidad del Hijo de Dios.
I. Cristo es Dios (1 Juan 1:1)
Primera de Juan 1 comienza con una afirmación audaz: “Lo que era desde el principio [...] el Verbo de vida”. Las palabras son un eco de Juan 1:1 al 3 y 14, que declaran la divinidad del Verbo y su vida como humano por medio de Jesús de Nazaret. La frase “el principio” no significa que Jesús, el Verbo, tuvo un comienzo. El Verbo “era con Dios” y “era Dios” (Juan 1:1)y, como tal, no puede tener un comienzo en términos de origen en el tiempo. Nunca hubo un tiempo en el que él no fuera (o existiera).
Jesús no es solamente el Verbo, sino también el Verbo [Palabra] de vida. Al ubicar “Verbo” y “Vida” juntos, el apóstol está destacando un punto importante: El Verbo Jesús también es el autor y restaurador de la vida. En él y por medio de él hay vida eterna (Juan 3:16). “En Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva de otra” (DTG 489). Y “el que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Juan 5:12).
Analiza: ¿Por qué la divinidad de Jesús está tan en el centro del plan de redención? Considera: El “Verbo”, en el Evangelio de Juan claramente se refiere a Jesús (Juan 1:14). ¿Por qué puedes estar seguro de que la frase “El Verbo de vida”, en la epístola, también se refiere a Jesús?
II. Cristo es Dios en carne humana (1 Juan 1:2)
El Verbo eterno, la segunda persona de la Deidad, “fue manifestada” (1 Juan 1:2) en carne humana y “habitó entre nosotros” (Juan 1:14). Así que, Jesús no es un mito o solo un gran hombre, sino una manifestación de Dios en carne humana. La humanidad de Cristo es tan real como su divinidad. Esto puede ser un misterio divino, pero nunca una ilusión (1 Tim. 3:16). Sin la venida del Hijo de Dios en la carne y sin su muerte por nuestros pecados, Dios no podría haber salvado a la humanidad del pecado y de la muerte (1 Juan 1:7; 2:2; Juan 3:16; Rom. 6:23; Heb. 2:9). De manera que la Encarnación en todo su proceso, desde Belén hasta el Calvario y la resurrección, es una parte indispensable del plan de redención provisto por Dios (Efe. 1:3-7). Negar la realidad de la encarnación es llegar a ser un vocero de Satanás (1 Juan 4:1-3).
Analiza: ¿Por qué habría sido imposible para Dios salvarnos si Jesús no hubiese venido en carne humana?
III. El Cristo que hemos visto
¿Cómo pudo Juan estar tan seguro de la divinidad y la humanidad de Cristo? La autoridad del apóstol está basada en su experiencia personal como testigo ocular. Juan apela a cuatro aspectos de este testimonio (1 Juan 1:1): Hemos “oído”. Hemos “visto”. Hemos “contemplado”. “Palparon” nuestras manos. El apóstol había escuchado hablar a Jesús, y lo que Jesús habló era la palabra de vida procedente del Padre. El apóstol vio lo que Jesús hizo. Lo que él vio y oyó no era sencillamente humano, sino de aquel que fue enviado por Dios. Vimos su “gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
No solo Juan había oído y visto; él también había contemplado a Jesús. ¿Cuál es la diferencia entre “ver” y “contemplar”? El término griego para “contemplar”, de la palabra theáomai, dice más que ‘oran, “ver”. Theáomai no es el ver común; es una experiencia intensa, involucrada, reflexiva y con meditación, para descubrir el significado íntimo de una cosa o una persona. Después de tal investigación, Juan descubrió que Jesús era el eterno Verbo de vida que estableció la comunión con Dios (vers. 3, 4).
Al acto de oír, ver y experimentar intensamente a Jesús, Juan añade otra referencia poderosa: lo hemos “tocado”. La mención, sin duda, se refiere a lo que dijo el Jesús resucitado: “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad y ved” (Luc. 24:39). El Jesús encarnado es tan real como el Jesús resucitado. La fe cristiana no es un cuento de hadas.
Analiza: A diferencia de Juan, no hemos “contemplado” a Jesús en la carne. Pero, ¿cómo lo vemos, lo tocamos, oímos su voz y lo experimentamos hoy?
PASO 3: ¡Practica!
Solo para los maestros: Toma unos momentos para permitir que los miembros de tu clase comenten entre sí qué principios pudieron descubrir en esta lección y cómo pueden practicar esos principios.
Preguntas para reflexionar:
1. “La hemos visto [su vida], y testificamos”, dice Juan (1 Juan 1:2). Experimentar a Jesús es anterior a proclamarlo. ¿Cómo has experimentado tú a Jesús personalmente? ¿Cómo lo conoces como Dios, como Hombre?
2. Cada uno de nosotros, que vamos a Cristo, tiene un testimonio para compartir. Si fueras a compartirlo con alguien, ¿qué dirías?
Para reflexionar: “Cada día es un peregrinaje, y el peregrinaje mismo es el hogar”, escribió el poeta Matsuo Basho, al comienzo de su obra maestra, un diario de viaje, Oku no Hosomichi, o El angosto camino a una provincia lejana. Las palabras de Basho nos recuerdan, como cristianos, que somos peregrinos o viajeros sobre esta tierra, y que los lugares que llamamos hogar son solo lugares de detención temporarios en el camino a nuestro destino celestial. Para muchos, el viaje espiritual que nos lleva más cerca de Jesús nos hace sentir como si hubiéramos gustado un poco de la belleza del cielo a lo largo del camino. Hace más de trescientos años, también Basho quería gozar de la belleza que estaba más allá de su hogar terrenal. Salió a una peregrinación por su tierra natal, el Japón, con solo una mochila sencilla, sus materiales para escribir y alguna ropa, en un viaje de cinco meses. Mientras viajaba, fue testigo de la belleza del mundo que lo rodeaba, y registró lo que veía y sentía de modo que otros pudieran experimentar esa belleza.
Del mismo modo, Juan quería que sus lectores experimentaran la belleza de lo que él había visto, tocado y oído de Jesús. Las epístolas de Juan también registran un viaje a lo largo de un camino angosto, uno que Jesús pavimentó para nosotros con sangre del Calvario. En este camino, Jesús señaló el camino a una Provincia Lejana que, a diferencia de la de Basho, no es terrenal sino celestial. Juan escribió sus epístolas como una guía para los que siguieran a Jesús.
Considera: Basho alabó vez tras vez los paisajes que veía a la luz de la luna en sus viajes, que inspiraron algunos de los más hermosos poemas haiku que alguna vez se escribieron. Como Basho, también Juan tenía una obsesión: el amor de Cristo. ¿De qué modo presenta Juan ese amor de una manera que nos invita a experimentar su realidad por nosotros mismos?
PASO 4: ¡Crea!
Solo para los maestros: La lección de esta semana conecta a Jesús con la vida eterna, el compañerismo y la plenitud del gozo. Anima a los miembros de la clase a comentar cómo han experimentado ellos este vínculo en sus vidas.
Actividad: No necesitas ser un maestro en haiku, como Basho, para escribir haiku. Haiku es un poema breve de solo tres líneas. La primera línea tiene cinco sílabas, la segunda línea tiene siete, y la tercera, cinco. Trata de escribir tu propio haiku espiritual, que revele algo de tu experiencia con Dios, o de tu aprecio por su amor o por su poder como Creador.
Guía de Estudio de la Biblia: Amadas y llenas de amor: Las Epístolas de Juan / Edición Maestros.
Periodo: Trimestre Julio-Septiembre de 2009
Autor: Ekkehardt Mueller, nacido en Alemania, doctor en Teología y Ministerio. Es uno de los directores asociados del Instituto de Investigaciones Bíblica (Biblical Research Institute) de la Asociación General. Sus especialidades son Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis, hermenéutica y teología aplicada. Es casado y tiene dos hijos adultos.
Editor: Clifford Goldstein
Texto Clave: 1 Juan 1:1-4.
Enseña a tu clase a:
Saber reconocer que el compañerismo con Jesús resulta en gozo verdadero.
Sentir la experiencia del gozo del compañerismo.
Hacer que los miembros compartan con otros el gozo que transforma vidas.
Bosquejo de la Lección
1. Saber: El compañerismo con Dios
A. En 1 Juan 1:3, Juan se refiere a la humanidad y la divinidad de Jesús. ¿Qué revela esto acerca de Dios? ¿De qué manera esto abre oportunidades para el compañerismo con Dios?
B. En su humanidad, Jesús sufrió y experimentó dolor; no obstante, Juan dice que por medio de él podemos tener la plenitud de gozo. ¿De qué modo definirías este gozo?
C. Juan expresa el gozo del compañerismo con Dios y con los otros creyentes. ¿Qué lugar tiene el compañerismo en la vida individual del cristiano?
2. Sentir: Gozo completo
A. ¿Cuál es la diferencia entre experimentar la alegría y el gozo que provienen del compañerismo con Dios y el gozo y la alegría que vienen de otras fuentes?
B. ¿Qué lugar tiene el compañerismo de los unos con los otros en fomentar el gozo?
3. Hacer: Ser transformados por el gozo
A. Pide al grupo que comente acerca de algunas ocasiones en las que experimentaron el gozo verdadero. ¿Qué podemos aprender de estas experiencias? ¿Cómo podemos aplicar estas lecciones para ayudarnos a compartir el gozo en otras ocasiones?
2. ¿En qué forma puede el grupo de la Escuela Sabática promover el compañerismo? Anima a todos a decidirse a hacer algo para fomentar el compañerismo con Dios y con los de su comunidad la semana próxima.
Resumen
La experiencia personal del gozo y el compañerismo de Juan con Jesús es contagiosa. Él abre nuestros ojos para ver las posibilidades de experimentar hoy el gozo completo.
CICLO DE APRENDIZAJE
PASO 1: ¡Motiva!
Concepto clave: No podemos ser testigos oculares de los eventos de la vida de Cristo, pero eso no significa que no podamos ser testigos presenciales de la realidad de Cristo y de lo que él ha hecho por nosotros.
Solo para los maestros: Recuerda concentrarte en Cristo como el centro, al estudiar la Primera Epístola de Juan con los miembros de tu clase.
Martín Lutero describió 1 Juan como una “epístola notable. Puede elevar los corazones afligidos [...]. Nos presenta a Cristo en una forma muy hermosa y suave” (M. Lutero, The Catholic Epistles, t. 30, p. 219).
Sin duda, hubiera sido muy gratificante para Juan el saber que mil quinientos años más tarde que él escribiera la epístola, esta no había perdido nada de su poder para describir a Cristo a otros. Juan quería que conociéramos por nosotros mismos la vida eterna, el compañerismo y el gozo que podemos tener por medio de Jesús, el mismo Jesús que Juan mismo había escuchado, visto y tocado.
Analiza: ¿De qué modo escuchaste, viste y tocaste a Jesús personalmente?
Si tu vida fuera una tela, ¿qué retrato de Jesús pintaría tu vida ante los demás? ¿Cómo puedes dejar que él haga de ti una obra maestra?
PASO 2: ¡Explora!
Solo para los maestros: Cristo es plenamente Dios y plenamente hombre, y sobre esta verdad se basa todo el plan de salvación y el compañerismo cristiano. Enfatiza, a los miembros de tu clase, que el inicio de la Primera Epístola de Juan no nos deja lugar para malos entendidos en este tema.
Comentario de la Biblia
La herejía más peligrosa que invadió la iglesia durante el tiempo de Juan fue la que negaba la humanidad de Cristo. Los herejes gnósticos alegaban, que siendo que la materia es mala, Dios no podría haber asumido un cuerpo material. Una negación tan flagrante de la encarnación de Jesús pudo haber sonado como algo lógico para los oídos griegos, pero despertó la alarma en el anciano apóstol. Así que, el apóstol comienza su epístola, como inició su Evangelio, con una afirmación de que Cristo Jesús no es una ilusión de la mente ni un accidente de la historia. Él es Dios. Él es Dios, que vino en carne humana. Como testigo ocular del mayor milagro de la historia, Juan escogió afirmar la singularidad del Hijo de Dios.
I. Cristo es Dios (1 Juan 1:1)
Primera de Juan 1 comienza con una afirmación audaz: “Lo que era desde el principio [...] el Verbo de vida”. Las palabras son un eco de Juan 1:1 al 3 y 14, que declaran la divinidad del Verbo y su vida como humano por medio de Jesús de Nazaret. La frase “el principio” no significa que Jesús, el Verbo, tuvo un comienzo. El Verbo “era con Dios” y “era Dios” (Juan 1:1)y, como tal, no puede tener un comienzo en términos de origen en el tiempo. Nunca hubo un tiempo en el que él no fuera (o existiera).
Jesús no es solamente el Verbo, sino también el Verbo [Palabra] de vida. Al ubicar “Verbo” y “Vida” juntos, el apóstol está destacando un punto importante: El Verbo Jesús también es el autor y restaurador de la vida. En él y por medio de él hay vida eterna (Juan 3:16). “En Cristo hay vida original, que no proviene ni deriva de otra” (DTG 489). Y “el que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Juan 5:12).
Analiza: ¿Por qué la divinidad de Jesús está tan en el centro del plan de redención? Considera: El “Verbo”, en el Evangelio de Juan claramente se refiere a Jesús (Juan 1:14). ¿Por qué puedes estar seguro de que la frase “El Verbo de vida”, en la epístola, también se refiere a Jesús?
II. Cristo es Dios en carne humana (1 Juan 1:2)
El Verbo eterno, la segunda persona de la Deidad, “fue manifestada” (1 Juan 1:2) en carne humana y “habitó entre nosotros” (Juan 1:14). Así que, Jesús no es un mito o solo un gran hombre, sino una manifestación de Dios en carne humana. La humanidad de Cristo es tan real como su divinidad. Esto puede ser un misterio divino, pero nunca una ilusión (1 Tim. 3:16). Sin la venida del Hijo de Dios en la carne y sin su muerte por nuestros pecados, Dios no podría haber salvado a la humanidad del pecado y de la muerte (1 Juan 1:7; 2:2; Juan 3:16; Rom. 6:23; Heb. 2:9). De manera que la Encarnación en todo su proceso, desde Belén hasta el Calvario y la resurrección, es una parte indispensable del plan de redención provisto por Dios (Efe. 1:3-7). Negar la realidad de la encarnación es llegar a ser un vocero de Satanás (1 Juan 4:1-3).
Analiza: ¿Por qué habría sido imposible para Dios salvarnos si Jesús no hubiese venido en carne humana?
III. El Cristo que hemos visto
¿Cómo pudo Juan estar tan seguro de la divinidad y la humanidad de Cristo? La autoridad del apóstol está basada en su experiencia personal como testigo ocular. Juan apela a cuatro aspectos de este testimonio (1 Juan 1:1): Hemos “oído”. Hemos “visto”. Hemos “contemplado”. “Palparon” nuestras manos. El apóstol había escuchado hablar a Jesús, y lo que Jesús habló era la palabra de vida procedente del Padre. El apóstol vio lo que Jesús hizo. Lo que él vio y oyó no era sencillamente humano, sino de aquel que fue enviado por Dios. Vimos su “gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
No solo Juan había oído y visto; él también había contemplado a Jesús. ¿Cuál es la diferencia entre “ver” y “contemplar”? El término griego para “contemplar”, de la palabra theáomai, dice más que ‘oran, “ver”. Theáomai no es el ver común; es una experiencia intensa, involucrada, reflexiva y con meditación, para descubrir el significado íntimo de una cosa o una persona. Después de tal investigación, Juan descubrió que Jesús era el eterno Verbo de vida que estableció la comunión con Dios (vers. 3, 4).
Al acto de oír, ver y experimentar intensamente a Jesús, Juan añade otra referencia poderosa: lo hemos “tocado”. La mención, sin duda, se refiere a lo que dijo el Jesús resucitado: “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad y ved” (Luc. 24:39). El Jesús encarnado es tan real como el Jesús resucitado. La fe cristiana no es un cuento de hadas.
Analiza: A diferencia de Juan, no hemos “contemplado” a Jesús en la carne. Pero, ¿cómo lo vemos, lo tocamos, oímos su voz y lo experimentamos hoy?
PASO 3: ¡Practica!
Solo para los maestros: Toma unos momentos para permitir que los miembros de tu clase comenten entre sí qué principios pudieron descubrir en esta lección y cómo pueden practicar esos principios.
Preguntas para reflexionar:
1. “La hemos visto [su vida], y testificamos”, dice Juan (1 Juan 1:2). Experimentar a Jesús es anterior a proclamarlo. ¿Cómo has experimentado tú a Jesús personalmente? ¿Cómo lo conoces como Dios, como Hombre?
2. Cada uno de nosotros, que vamos a Cristo, tiene un testimonio para compartir. Si fueras a compartirlo con alguien, ¿qué dirías?
Para reflexionar: “Cada día es un peregrinaje, y el peregrinaje mismo es el hogar”, escribió el poeta Matsuo Basho, al comienzo de su obra maestra, un diario de viaje, Oku no Hosomichi, o El angosto camino a una provincia lejana. Las palabras de Basho nos recuerdan, como cristianos, que somos peregrinos o viajeros sobre esta tierra, y que los lugares que llamamos hogar son solo lugares de detención temporarios en el camino a nuestro destino celestial. Para muchos, el viaje espiritual que nos lleva más cerca de Jesús nos hace sentir como si hubiéramos gustado un poco de la belleza del cielo a lo largo del camino. Hace más de trescientos años, también Basho quería gozar de la belleza que estaba más allá de su hogar terrenal. Salió a una peregrinación por su tierra natal, el Japón, con solo una mochila sencilla, sus materiales para escribir y alguna ropa, en un viaje de cinco meses. Mientras viajaba, fue testigo de la belleza del mundo que lo rodeaba, y registró lo que veía y sentía de modo que otros pudieran experimentar esa belleza.
Del mismo modo, Juan quería que sus lectores experimentaran la belleza de lo que él había visto, tocado y oído de Jesús. Las epístolas de Juan también registran un viaje a lo largo de un camino angosto, uno que Jesús pavimentó para nosotros con sangre del Calvario. En este camino, Jesús señaló el camino a una Provincia Lejana que, a diferencia de la de Basho, no es terrenal sino celestial. Juan escribió sus epístolas como una guía para los que siguieran a Jesús.
Considera: Basho alabó vez tras vez los paisajes que veía a la luz de la luna en sus viajes, que inspiraron algunos de los más hermosos poemas haiku que alguna vez se escribieron. Como Basho, también Juan tenía una obsesión: el amor de Cristo. ¿De qué modo presenta Juan ese amor de una manera que nos invita a experimentar su realidad por nosotros mismos?
PASO 4: ¡Crea!
Solo para los maestros: La lección de esta semana conecta a Jesús con la vida eterna, el compañerismo y la plenitud del gozo. Anima a los miembros de la clase a comentar cómo han experimentado ellos este vínculo en sus vidas.
Actividad: No necesitas ser un maestro en haiku, como Basho, para escribir haiku. Haiku es un poema breve de solo tres líneas. La primera línea tiene cinco sílabas, la segunda línea tiene siete, y la tercera, cinco. Trata de escribir tu propio haiku espiritual, que revele algo de tu experiencia con Dios, o de tu aprecio por su amor o por su poder como Creador.
Guía de Estudio de la Biblia: Amadas y llenas de amor: Las Epístolas de Juan / Edición Maestros.
Periodo: Trimestre Julio-Septiembre de 2009
Autor: Ekkehardt Mueller, nacido en Alemania, doctor en Teología y Ministerio. Es uno de los directores asociados del Instituto de Investigaciones Bíblica (Biblical Research Institute) de la Asociación General. Sus especialidades son Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis, hermenéutica y teología aplicada. Es casado y tiene dos hijos adultos.
Editor: Clifford Goldstein
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