sábado, 14 de noviembre de 2009

Lección 8: Sacerdotes y levitas / Para el 21 de noviembre de 2009

Sábado 14 de noviembre.

Lee Para el Estudio de esta Semana: Números 9, 18, 19; 1 Pedro 2:9; Apocalipsis 14:6-12.

Para Memorizar: “Y Jehová dijo a Aarón: [...] Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel” (Núm. 18:20).

DESPUÉS DE LA REBELIÓN DE CORÉ y la prueba de las varas, fue necesario enfatizar los papeles específicos de sacerdotes y levitas. Cada uno de ellos tenía funciones asignadas por Dios, y él quería trazar claramente esas funciones. Y, aunque todos estos papeles y funciones hace mucho que llegaron a estar fuera de uso, hay todavía lecciones que podemos obtener de ellos para nosotros hoy.

Nota, por ejemplo, cuán sagradas y solemnes eran estas funciones. De este modo, podríamos aprender para nosotros cómo debemos tomar en serio nuestras responsabilidades sagradas, cualesquiera que sean ellas.

Nota, también, cuán interdependientes entre sí y con la Nación, como un todo, eran esas personas. Ciertamente podemos obtener lecciones de esto hoy para nosotros mismos y para el cuerpo de la iglesia.

Además, presta atención al lugar que tiene la gracia en estos capítulos, especialmente con respecto a los dones dados a estas personas sin ningún mérito de parte de ellas. Se les habían dado cargos solo porque Dios les dio esas posiciones, no por causa de ningún valor que tuvieran ellos en sí mismos o por sí mismos.

¡Qué símbolo magnífico del evangelio!

División de Labores.
Domingo 15 de noviembre

“Ahora, pues, si dieres oído a mi voz, y guardares mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel” (Éxo. 19:5, 6).

¿De qué modo podemos relacionar estas palabras con nosotros mismos, hoy, y como iglesia llamada a dar un mensaje al mundo? ¿Es incondicional este llamado? Ver 1 Ped. 2:9; Apoc. 14:6-12.

En Números 18:1, Dios quería darles a los adoradores la certeza de que ellos no morirían únicamente si se acercaban al Santuario por medio de los sacerdotes especialmente elegidos, que actuarían como mediadores entre ellos y Dios. Los sacerdotes, que eran diferentes del resto de los levitas, eran responsables por ver que ninguna persona no autorizada se acercara al Tabernáculo y, con ello, que lo contaminara. Esto aplacaría los temores de la congregación de que al acercarse al Santuario se arriesgaban a morir.

Lee Números 18:1 al 7. ¿Qué distinciones se hicieron en los papeles dados a estos hombres?

Lo importante de notar aquí es que, aunque toda la Nación debía ser un “reino de sacerdotes”, solo ciertas personas tenían permiso para desempeñar ciertos roles, como se ve en la división hecha entre la familia de Aarón y los levitas. Obviamente, en tiempos del Nuevo Testamento, los papeles hereditarios, tales como se encontraban entre los levitas, claramente se habían abolido; no obstante, encontramos en el Nuevo Testamento roles diferentes en la iglesia (1 Cor. 12:28-31; Efe. 4:11).

¿Cuáles son tus dones, y cómo podrías usarlos mejor para servir a tu iglesia local?

Los Dones del Servicio Divino.
Lunes 16 de noviembre

Cuando leemos las instrucciones de Dios en Números 18:1 al 7, se destacan algunos puntos: Dios es quien asigna a las personas a estos cargos. Tal vez este énfasis se debió a problemas previos, no sólo con Coré y su séquito, sino aun con María y Aarón. No obstante, ahora no habría dudas acerca de por qué estas personas recibieron esos roles. Estaban allí porque Dios los dio, y punto.

Nota, también, la razón por la que Dios quería hacer estas divisiones. Era para que “no venga más la ira sobre los hijos de Israel” (vers. 5). Aquí, otra vez, vemos la misericordia de Dios aun en medio de castigos fuertes. Dios procura salvar a su pueblo, no condenarlo ni destruirlo. Todo el plan de salvación revela el deseo de Dios de redimir a los seres humanos pecadores de la destrucción que, de otro modo, produciría el pecado (Juan 3:16-18).

¿Qué término se usa para describir lo que los levitas eran para el sacerdocio, y lo que el sacerdocio era para la familia de Aarón? ¿Qué lecciones deberíamos obtener de esto?

Cuando piensas en un regalo, te resulta claro que no lo ganaste. Es totalmente gratuito. Este fue un privilegio otorgado a ese pueblo, no porque tuvieran algún mérito sino sencillamente por la gracia y la providencia de Dios. Al fin, Dios necesitaba a alguien que hiciera esta obra, y en su divina sabiduría ellos fueron los elegidos.

Por supuesto, con esta tarea sagrada vinieron responsabilidades sagradas. Los problemas de la vida y la muerte, tanto física como espiritual, estaban involucrados allí, porque el Tabernáculo era la morada de Dios sobre la tierra. El Santuario también era un modelo de lo que Jesús haría aquí sobre la tierra, y de su ministerio en el cielo (Heb. 9). Era como un Calvario en miniatura, que se mostraba en tipos y sombras. El destino de las almas estaba en la balanza. Por eso, Dios asignó gran solemnidad a las funciones dadas a estos hombres.

Piensa acerca de tus talentos naturales. No importa cuánto trabajes para cultivarlos, siguen siendo regalos, algo que Dios te ha dado. ¿Qué estás haciendo con estos dones? ¿Los estás usando para ti mismo o para el bien de otros y el avance de la obra de Dios? ¿Podría ser necesario que hicieras un examen interior serio y algunos cambios?

Sostén del Santuario.
Martes 17 de noviembre

Habiendo distinguido entre los dos grupos de obreros religiosos, Dios luego da instrucciones acerca de su apoyo económico. Aparentemente, sus cargos eran de tiempo completo. Es decir, no estaban para “servir a las mesas” (Hech. 6:2) a fin de sostenerse. El sostén tenía que provenir de otra parte.

Lee Números 18:8 al 20. ¿Qué aspectos te parecen más pertinentes?

Muchos pensamientos interesantes surgen de estos textos. Nota, por ejemplo, cuán estrechamente relacionaba Dios la ofrenda dada a él con lo que se les daba a los sacerdotes. Esto es, aunque las ofrendas y los dones eran hechos a él, él se los daba a los sacerdotes. De este modo, al dar ofrendas a Dios, al mismo tiempo las estaban dando a los sacerdotes. Esto muestra el estrecho vínculo entre Dios y el sacerdocio, que servía como intermediarios entre Dios y el pueblo.

Al mismo tiempo, podemos ver también la humanidad de los sacerdotes. Aunque en esa posición privilegiada, todavía dependían del pueblo al que servían para su sustento. Sin duda, al darle la gente los mejores aceite, vino, granos, etc., el sacerdocio debía recordar constantemente su obligación de servir a esas personas fielmente y no aprovecharse del cargo que se le había dado.

También, redimir a un niño o un animal por medio de dinero era una de las maneras en que Dios enseñó a Israel el concepto de la sustitución. Un día en el futuro, Cristo daría su vida como sustituto por los pecadores (ver 1 Ped. 1:18, 19). La sal que se añadía a todo sacrificio era un símbolo que significaba la permanencia del pacto de Dios con su pueblo (ver Lev. 2:13).

¿Qué clase de responsabilidades sagradas tienes tú? ¿Cuán fiel eres en las tareas que otros te confían? ¿Cómo podrías hacer mejor en el cumplimiento fiel de tus responsabilidades?

El Plan del Diezmo.
Miércoles 18 de noviembre

Aunque la tribu de Leví no tenía tierras, se le dieron 48 ciudades, 13 de las cuales eran para las familias de los sacerdotes (Jos. 21:19, 41). Dios declaró que él era la “parte”, o porción, de ellos (Núm. 18:20).

Además de las porciones de las ofrendas sacrificiales de ellos, ¿qué otro plan diseñó Dios para atender tanto a los sacerdotes como a los levitas? Núm. 18:21-32.

Devolver a Dios un diezmo del ingreso de una persona (Lev. 27:30) era una práctica antigua. Se menciona por primera vez en la Biblia cuando Abraham le dio los diezmos a Melquisedec, el rey-sacerdote de Salem (Gén. 14:18-20; Heb. 7:1, 2). Jacob le prometió a Dios que le daría “el diezmo” de todo lo que ganara en su futuro (Gén. 28:22). Ahora bien, Dios adaptó el uso del diezmo de Israel, dándolo para el sostén de toda la tribu de Leví, incluyendo las familias de los sacerdotes.

Aun los levitas, que eran pagados con el diezmo, también diezmaban, y su diezmo iba a Aarón. Los levitas habían de dar la “mejor parte” de lo que recibían como diezmo. Por eso, no solo ese diezmo estaba destinado al sostén del sacerdocio; también permitía que los levitas se dieran cuenta de su dependencia de Dios y de que todo lo que recibían era de él. Ellos también necesitaban mostrar su gratitud devolviendo el “diezmo del diezmo”. Si la gente siempre necesitaba recordar su dependencia de Dios, ¿cuánto más los levitas?

Lee Números 18:32. ¿Qué aspecto deberíamos notar especialmente con respecto a lo sagrado de su llamamiento?

En este plan divino, todos tenían lugar; cada uno tenía algo que hacer. Los sacerdotes y los levitas tenían sus deberes sagrados que cumplir con respecto al servicio y el ministerio en el Santuario, mientras la gente tenía los suyos con respecto a la devolución de un diezmo fiel. El diezmo era algo pequeño para dar, considerando lo que los levitas y los sacerdotes realizaban en favor de ellos. En un sentido, todos los diferentes grupos dependían de las funciones de cada uno de los demás, y todos dependían de Dios.

La Vaca Roja.
Jueves 19 de noviembre

El sacrificio de una vaca alazana (rojiza) era el rito más extraño del sistema del Santuario (Núm. 19). ¿Qué lecciones podemos obtener de esto?

Esta vaca, o vaquilla, debía ser rojiza, un símbolo de la sangre de Cristo. Tenía que ser sin mancha, y que nunca hubiera sido puesta bajo un yugo, otro símbolo de Cristo: un sacrificio sin mancha, voluntario, para realizar la obra de la expiación.

Esa vaca era degollada fuera del campamento. Cristo sufrió fuera de las puertas de Jerusalén (Heb. 13:12, el Calvario estaba fuera de la ciudad). Esto debía mostrar que Cristo no murió solamente por los hebreos sino por toda la humanidad (Rom. 5:12-20). Él proclama al mundo que vino para ser su Redentor, e invita a todos a aceptar la salvación.

El sacerdote, vestido de ropas blancas, tomaba de la sangre de la víctima, y la salpicaba hacia el Tabernáculo siete veces. De este modo, Cristo, en su propia justicia sin mancha, después de derramar su preciosa sangre, entró en el Santuario celestial para ministrar en favor del pecador. Y allí su sangre actúa en la obra de reconciliar a Dios con la humanidad (ver Heb. 10:21-23).

El cuerpo de la vaca se quemaba hasta ser reducido a cenizas, lo que significaba un sacrificio amplio y total. Una persona no contaminada recogía las cenizas y las guardaba en un lugar limpio, fuera del campamento. Para realizar una ceremonia de purificación, se ponía parte de estas cenizas en un recipiente con agua de un arroyo que corría. Una persona limpia tomaba una vara de cedro con una tela escarlata y un manojo de hisopo, y salpicaba del contenido del recipiente sobre la carpa y la persona. Esta ceremonia se repetía varias veces a fin de ser completa, y se hacía como purificación del pecado.

El agua purificadora, rociada sobre la persona impura, simbolizaba la sangre de Cristo derramada para limpiarnos de las impurezas morales. Las salpicaduras repetidas ilustran la obra completa que debe realizarse en favor del pecador arrepentido. Todo lo que esa persona tenía debía ser consagrado. No solo el alma del pecador debía ser purificada, sino también todos los aspectos de su existencia.

Considera tu vida. ¿Qué cosas todavía necesitan ser sometidas al proceso de purificación? ¿A qué te estás aferrando, y por qué?

Para Estudiar y Meditar.
Viernes 20 de noviembre


“El plan de Dios en el sistema del diezmo es bello en su sencillez y equidad. Todos pueden aceptarlo con fe y valor, porque su origen es divino. En él se combinan la sencillez y la utilidad, y no requiere profundo saber para comprenderlo y ejecutarlo. Todos pueden sentir que les es posible hacer una parte en promover la preciosa obra de salvación. Cada hombre, mujer y joven puede hacerse tesorero del Señor, y puede ser un agente para suplir las demandas hechas a la tesorería [...].

“Este sistema logra grandes objetos. Si todos lo aceptaran, cada uno sería un vigilante y fiel tesorero de Dios; y no habría falta de recursos con que llevar a cabo la gran obra de proclamar el último mensaje de amonestación al mundo” (OE 235).

Preguntas Para Dialogar:

1. ¿Cuáles son algunos de los problemas con respecto al diezmo en la iglesia hoy? ¿Por qué el diezmo es tan importante, no solo para el funcionamiento de la iglesia, sino también para el bienestar espiritual de aquel que diezma?

2. Vuelve a la sección del jueves sobre la vaca rojiza. Medita en lo que nos indica acerca de la muerte y el ministerio de Cristo en nuestro favor. ¿Qué nos sugiere acerca de nuestra necesidad de ser limpiados del pecado? ¿Qué hizo Cristo que nos capacita para obtener victorias sobre el pecado?

3. Piensa en tu hogar. ¿Hay cosas allí que necesitas limpiar, cosas que podrían estar contaminándolo? ¿Libros, DVD, música, revistas, lo que sea? ¿Cuáles son, y por qué deberías eliminarlas?

4. ¿En qué formas puedes ayudar a otros, especialmente a los jóvenes en tu iglesia, a usar para Dios los talentos que Dios les dio? Es decir, ¿cómo podemos ayudar a guiar a las personas que tienen dones en la dirección correcta, a fin de que usen esos dones para el propósito correcto? ¿De qué modo podemos ayudarlas?

Resumen: Por causa de la rebelión y el deseo de Coré de obtener el cargo de sacerdote, Dios instruyó a Moisés (para decirle al pueblo) con respecto a la distinción entre los sacerdotes y los levitas. El sacerdocio era un don de Dios; los levitas eran un don para el sacerdocio. Ambos eran sostenidos por el plan del diezmo. Con las cenizas de la vaquilla roja mezcladas con agua, Dios proveyó un rito especial de purificación, que representaba la gracia de Dios al limpiar a una persona de la mancha del pecado.


Guía de Estudio de la Biblia: Un pueblo en marcha: El libro de Números /
Edición Adultos.

Periodo: Trimestre Octubre-Diciembre de 2009
Autor: Frank B. Holbrook. B.D., M.Th. Teólogo adventista ya desaparecido. De 1981 a 1990, fue director asociado del Instituto de Investigación Bíblica de la Conferencia General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Silver Spring, Maryland. También fue Profesor de Religión de la hoy Southern Adventist University.
Editor: Clifford Goldstein

3 comentarios:

  1. HERMANOS PROCUREMOS SERVIR AL SEÑOR CON LOS DONES QUE EL NOS A DADO AUN SIN MERESERLOS Y RECUERDA QUE POR PEQUEÑO QUE PARESCA TU TRABAJO EN LA IGLESIA, ES PARA EL SEÑOR Y NO PARA GLORIARNOS NOSOTROS MISMOS O PARA DEMOSTRAR LO CAPASES QUE SOMOS DE ALGO, EL SEÑOR NOS LLAMA PARA TRABAJAR EN ARMONIA UNOS CON OTROS, POR EL BIEN DE LAS ALMAS Y PARA GLORIFICAR ASI EL BUEN NOMBRE DE NUESTRO DIOS. EL SEÑOR ESTE CON NOSOTROS, AMEN. M.J.R.A. IGLESIA RUIZ CORTINEZ, VERACRUZ MEXICO.

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  2. El sacerdocio o el pastorado es un don Divino, lastima que se les haya olvidado a muchos de ellos. Se han transformado en meros asalariados.

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  3. Pastores asalariados... en Obreros Evangélicos (p 32) encontré la siguiente cita.

    "Los ministros de Dios deben entrar en íntima comunión con Cristo, y seguir su ejemplo en todas las cosas: en la pureza de la vida, en la abnegación, en la benevolencia, en la diligencia, en la perseverancia. El ganar almas para el reino de Dios debe ser su primera consideración. Con pesar por el pecado y con amor paciente, deben trabajar como trabajó Cristo, en un esfuerzo resuelto e incesante.

    Juan Welch, conocido ministro del Evangelio, sentía tanta preocupación por las almas que a menudo se levantaba de noche para elevar a Dios sus súplicas por la salvación de ellas, En cierta ocasión su esposa le aconsejó que considerase su salud y no se expusiese así. Su respuesta fue: "¡Oh, mujer, debo dar cuenta de tres mil almas, y no sé cómo están!"
    En cierto pueblo de la Nueva Inglaterra se estaba cavando un pozo. Cuando el trabajo estaba casi terminado, la tierra se desmoronó y sepultó a un hombre que quedaba todavía en el fondo. Inmediatamente cundió la alarma, y mecánicos, agricultores, comerciantes, abogados, todos acudieron jadeantes a rescatarlo. Manos voluntarias y ávidas por ayudar trajeron sogas, escaleras, azadas y palas. "¡Salvadlo, oh, salvadlo!" era el clamor general.

    Los hombres trabajaron con energía desesperada, hasta que sus frentes estuvieron bañadas en sudor y sus brazos temblaban por el esfuerzo. Al fin se pudo hacer penetrar un caño, por el cual gritaron al hombre que contestara si vivía todavía. Llegó la respuesta. "Vivo, pero apresuraos. Es algo terrible estar aquí." Con un clamor de alegría, renovaron sus esfuerzos, y por fin llegaron hasta él. La algazara que se elevó entonces parecía llegar hasta los mismos cielos. "¡Salvado! ¡Salvado!" era el clamor que repercutía por toda calle del pueblo.
    ¿Era demostrar demasiado celo e interés, demasiado entusiasmo, para salvar a un hombre? Por supuesto que no; pero ¿qué es la pérdida de la vida temporal en comparación con la pérdida de un alma? Si el peligro de que se pierda una vida despierta en los corazones humanos tan intenso sentimiento, ¿no debiera la pérdida de un alma despertar una solicitud aún más profunda en los hombres que aseveran percatarse del peligro que corren los que están separados de Cristo? ¿No mostrarán los siervos de Dios en cuanto a trabajar por la salvación de las almas un celo tan grande como el que se manifestó por la vida de aquel hombre sepultado en un pozo?"

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