Sábado 1ro.
El corazón en que mora el amor de Cristo manifestará constantemente mayor refinamiento; porque la fuente de la vida es el amor hacia Dios y hacia el hombre. Cristo es el cristianismo. Tal es la gloria a Dios en las alturas, y en el tierra, paz y buena voluntad hacia los hombres. Tal es la ejecución del propósito de Dios.
El verdadero crecimiento cristiano tiende hacia arriba, hacia la plena estatura de hombres y mujeres en Cristo. La verdadera cultura, el verdadero refinamiento de pensamiento y modales, se obtiene mejor aprendiendo lecciones en la escuela de Cristo que por el esfuerzo más laborioso y esmerado de observar formas y reglas fijas, cuando el corazón no está bajo la disciplina del Espíritu de Dios.
El seguidor de Jesús mejorará constantemente sus modales, hábitos, espíritu y trabajo. Esto lo logra fijando los ojos, no en los meros progresos externos y superficiales, sino en Jesús. Se verifica una transformación en la mente, en el espíritu, en el carácter. El cristiano es educado en la escuela de Cristo para anhelar las gracias de su Espíritu con toda mansedumbre y humildad. Se está preparando para asociarse con los ángeles celestiales (Obreros evangélicos, p. 300).
“El Último Tiempo” (1 Juan 2:18).
Domingo 2
Aquellos que abandonen la fe en tiempos de prueba darán falso testimonio y traicionarán a sus hermanos para conseguir su propia seguridad. Revelarán los escondites de los creyentes y pondrán a los lobos rapaces en su búsqueda. Cristo ya nos ha advertido que no debemos sorprendernos de la manera en que actuarán nuestros supuestos amigos y familiares. "Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros" (1 Juan 2:18, 19).
"Muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos" (S. Mateo 24:11). De la misma manera en que se levantaron falsos cristos que engañaron a la gente y llevaron a muchos al desierto, y así como magos y hechiceros que pretendían tener un poder milagroso arrastraron a la gente en pos de sí a las soledades montañosas, de la misma manera se cumplirá esta profecía en los últimos días. Se formarán grupos inspirados por Satanás para engañar y seducir. Será una señal del segundo advenimiento (Review and Herald, diciembre 20, 1898).
Debemos atesorar cuidadosamente las palabras del nuestro Dios no sea que seamos contaminados por las obras engañosas de los que han abandonado la fe. Debemos resistir su espíritu e influencia con la misma arma que nuestro Maestro utilizó cuando fue asaltado por el príncipe de las tinieblas. "Escrito está". Debiéramos aprender a utilizar la Palabra de Dios con toda habilidad. Se ha dado esta exhortación: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad" (2 Timoteo 2:15). Hay que trabajar con diligencia y orar con fervor y fe para hacer frente a los sinuosos errores de los falsos maestros y los seductores; porque "En los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita (2 Timoteo 3:1-5). Estas declaraciones muestras la clase de personas que los siervos de Dios tendrán que enfrentar. Estos "calumniadores" y "aborrecedores de lo bueno" atacarán a los que son fieles a su Dios en medio de esta época depravada. Sin embargo, aquellos que son embajadores del cielo deben manifestar el mismo espíritu que mostró su Maestro; deben seguir trabajando con humildad y amor por la salvación de las almas (Review and Herald, enero 10, 1888).
La Venida de los Anticristos (1 Juan 2:18, 19, 22, 23).
Lunes 3
Toda la sociedad está clasificada en dos grandes clases: los obedientes y los desobedientes. ¿En cual de esas clases seremos hallados?
Los que guardan los mandamientos de Dios, los que viven no sólo de pan sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, componen la iglesia del Dios viviente. Los que prefieren seguir al anticristo son súbditos del gran apóstata. Alineados bajo la bandera de Satanás quebrantan la ley de Dios e inducen a otros a quebrantarla. Se esfuerzan para redactar las leyes de las naciones para que los hombres demuestren su lealtad a los gobernantes terrenales hollando las leyes del reino de Dios.
Satanás distrae las mentes con cuestiones baladíes, de modo que no tengan una visión clara y distinta de los asuntos de gran importancia. El enemigo hace planes para entrampar al mundo (Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 961).
La determinación del anticristo de llevar a cabo la rebelión que comenzó en el cielo continuará actuando en los hijos de desobediencia. Su envidia y odio contra los que obedecen el cuarto mandamiento serán cada vez más intensos. Pero el pueblo de Cristo no debe ocultar su bandera; no debe ignorar los mandamientos de Dios ni practicar el mal con la multitud para disfrutar de tranquilidad...
Mientras mayor sea la influencia del hombre para el bien, bajo el control del Espíritu de Dios, más determinado estará el enemigo para dar rienda suelta a su envidia y sus celos contra él mediante una persecución religiosa; pero todo el cielo está del lado de Cristo y no del anticristo. Dios honrará a los que amen a Dios y estén dispuestos a ser copartícipes de los sufrimientos de Cristo. El anticristo, lo cual incluye a todos los que se ensalzan contra la voluntad y la obra de Dios, experimentarán en el tiempo señalado la ira de Aquel que se dio a sí mismo para que no perecieran sino que tuvieran vida eterna. Dios registrará en el libro de la vida a todos los que perseveren en la obediencia, a todos los que no vendan sus almas por dinero o por el favor de los hombres (Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 961).
El espíritu del anticristo se está desarrollando rápidamente. Pronto llegará el momento en el cual los que siguen su propia naturaleza humana, que manifiesten amor por la supremacía, se hallarán del lado de los vencidos. El Señor ha abatido reyes, y él dirá a todos los que hacen ostentaciones y se apartan de su consejo mientras profesan servirlo: "¿Qué hiciste tú para declarar mi ley, mientras que tú mismo vivías en transgresión?"...
Recuerde todo el que considere que es su privilegio hacer lo que le plazca, que el Señor le permitirá hacer su voluntad, pero pasará por experiencias amargas. Es la verdad, mis hermanos, la que todos necesitamos, la verdad que obra por amor y purifica el alma (Alza tus ojos, p. 291).
Probar los Espíritus (1 Juan 4:1-6).
Martes 4
En estos días peligrosos no debemos aceptar como verdad cualquier cosa que los hombres nos presenten. Cuando falsos maestros que dicen venir de Dios lleguen a nosotros declarando que tienen un mensaje de Dios, corresponde que averigüemos cuidadosamente: ¿cómo sabemos que es verdad? Jesús nos ha dicho que "falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos". Pero no necesitamos ser engañados, pues la Palabra de Dios nos da una prueba por la cual podemos saber lo que es verdad. El profeta dice: "¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido".
Según esta declaración es evidente que nos corresponde ser diligentes estudiantes de la Biblia para que podamos saber qué está de acuerdo con la ley y el testimonio. No hay otra forma en que podamos estar seguros. Jesús dice: "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestido de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis".
En estos días de engaños, cada uno que esté establecido en la verdad tendrá que luchar por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Todo matiz de error será puesto de manifiesto en la obra tenebrosa de Satanás, quien, de ser posible, engañaría a los mismos escogidos y los apartaría de la verdad...
Habrá falsos sueños y falsas visiones que contendrán algo de verdad, pero que descarriarán de la fe original. El Señor ha dado a los hombres una regla para detectar esos engaños: "¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido". Si menosprecian la ley de Dios, si no prestan atención a su voluntad tal como está revelada en los testimonios de su Espíritu, son engañadores. Son dirigidos por impulsos e impresiones que creen que proceden del Espíritu Santo y consideran más dignos de fe que la Palabra inspirada. Pretenden que cada pensamiento y sentimiento es una impresión del Espíritu, y cuando se les demuestra algo por medio de las Escrituras, declaran que tiene algo más digno de ser creído. Pero aunque piensan que son guiados por el Espíritu de Dios, en realidad están siguiendo una imaginación producida por Satanás (Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 963).
El apóstol Juan escribe: "No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad. ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo" (1 Juan 2:21, 22). Están aquellos que dicen tener gran luz; que afirman tener comunicación con los espíritus de los muertos, pero niegan la divinidad de Cristo, y al hacerlo, niegan al Padre a quien Cristo representó en la tierra. "Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre" (vers. 23). Son más y más los que niegan al Padre y al Hijo, pero la Biblia los describe claramente como anticristos. Muchos cuyos nombres están registrados en las iglesias y que dicen poseer gran piedad, si Cristo apareciera en medio de ellos lo rechazarían. Incluso hay profesos ministros del evangelio que enseñan herejías, engañan a muchos y llevan a miles por el camino de la apostasía (The Youth's Instructor, septiembre 27, 1894).
El fiel apóstol Pedro habla de los peligros que enfrentaría la iglesia cristiana en los últimos días y describe en detalle las herejías que estos blasfemos levantarían para arrastrar a las almas detrás de ellos: "Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado" (2 Pedro 2:1, 2).
Aquí el Señor nos da la prueba para confrontar a esta clase de personas: Rehúsan reconocer a Cristo como el Hijo de Dios, y no tienen más reverencia por el Padre eterno que la que tienen por su Hijo Jesucristo. No tienen ni al Padre ni al Hijo, y al igual que su gran dirigente, están en rebelión contra la ley de Dios y desprecian la sangre de Cristo (Signs of the Times, abril 12, 1883).
La Unción (1 Juan 2:20, 21, 27).
Miércoles 5
"Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él" (1 Juan 2:27).
Es el mismo Espíritu el que enseña e ilumina. La más poderosa predicación de la Palabra, la lectura de las Escrituras, no será capaz de transformar el carácter y salvar el alma a menos que el Espíritu obre en los instrumentos humanos y por medio de ellos. Los planes que se tracen no debieran ser de tal carácter que atraigan la atención sobre el yo. La Palabra es un poder, una espada en las manos del agente humano, pero el Espíritu Santo con su poder vital es el elemento eficaz que causa impresión a la mente. "Y serán todos enseñados de Dios". Es Dios quien hace que la luz ilumine el corazón... Es esencial que Dios sea reconocido como la Fuente de toda fortaleza, como el Consolador. La razón por la cual Dios puede hacer tan poco en favor de nosotros es porque nosotros olvidamos que el poder viviente del Espíritu Santo debe combinarse con el instrumento humano.
Con la gran verdad que hemos tenido el privilegio de recibir, debiéramos -y gracias al poder del Espíritu Santo podemos- convertirnos en canales de luz. Entonces podríamos acercarnos al propiciatorio, y al contemplar el arco de la promesa, arrodillarnos allí con corazón contrito, y buscar el reino de los cielos con un fervor espiritual que produciría su propia recompensa. La tomaríamos por fuerza, como lo hizo Jacob. Entonces nuestro mensaje sería poder de Dios para salvación. Nuestras súplicas estarían llenas de fervor, llenas de una comprensión de nuestra gran necesidad; y no seríamos rechazados. La verdad sería expresada mediante la vida y el carácter, y los labios estarían tocados con el carbón ardiente del altar de Dios (Hijos e hijas de Dios, p. 32).
Es el propósito de Dios glorificarse a sí mismo en su pueblo ante el mundo. Anhela hacer de sus hijos canales a través de los cuales pueda derramar su abundante amor y misericordia... Aferrémonos a la ayuda del Señor... contra las poderosas potencias de las tinieblas. Satanás está obrando con intensidad de propósito para esclavizar y destruir las almas. Mantengamos una firme posición contra él. Aquel que esté consagrado enteramente al servicio de Dios será hecho fuerte para la batalla. Será fortalecido con "todo poder". Aquel que siente su debilidad, y lucha con Dios como lo hizo Jacob, diciendo: "No te dejaré, si no me bendices" (Génesis 32:26), avanzará con la refrigerante unción del Espíritu Santo. Lo rodeará la atmósfera del cielo. Andará haciendo bienes. Su influencia será una fuerza positiva en favor de la religión de Cristo (En lugares celestiales, p. 314).
Ahora, como nunca antes, necesitamos comprender la verdadera ciencia de la educación. Si dejamos de entender esto, nunca tendremos un lugar en el reino de Dios. "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (S. Juan 17:3). Si este es el precio del cielo, ¿no conduciremos nuestra educación según este plan? Cristo debe ser todo para nosotros. "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombre; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz" (Isaías 9:6). ¡Qué fundamento para la fe de los creyentes de todas las edades! Cuando Cristo ascendió al cielo lo hizo como nuestro abogado; tenemos un amigo en la corte. Y desde lo alto él envía su representante a toda nación, tribu, lengua y pueblo. El Espíritu Santo da su divina unción a todos los que reciben a Cristo (Christian Educator, agosto 1, 1897).
Permanecer en Él.
Jueves 6
Preguntaréis, tal vez: "¿Cómo permaneceremos en Cristo?" Del mismo modo en que lo recibisteis al principio. "De la manera, pues que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en él". "El justo... vivirá por la fe" (Colosenses 2:6; Hebreos 10:38). Habéis profesado daros a Dios, con el fin de ser enteramente suyos, para servirle y obedecerle, y habéis aceptado a Cristo como vuestro Salvador. No podéis por vosotros mismos expiar vuestros pecados o cambiar vuestro corazón; mas habiéndoos entregado a Dios, creísteis que por causa de Cristo él hizo todo esto por vosotros. Por la fe llegasteis a ser de Cristo, y por la fe tenéis que crecer en él dando y tomando a la vez. Tenéis que darle todo: el corazón, la voluntad, la vida, daros a él para obedecer todos sus requerimientos; y debéis tomar todo: a Cristo, la plenitud de toda bendición, para que habite en vuestro corazón y para que sea vuestra fuerza, vuestra justicia, vuestra eterna ayuda, a fin de que os dé poder para obedecerle.
Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: "Tómame ¡oh Señor! como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo y sea toda mi obra hecha en ti". Este es un asunto diario. Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a él, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te lo indicare su providencia. Sea puesta así tu vida en las manos de Dios y será cada vez mas semejante a la de Cristo.
La vida en Cristo es una vida de reposo. Puede no haber éxtasis de la sensibilidad, pero debe haber una confianza continua y apacible. Vuestra esperanza no está en vosotros; está en Cristo. Vuestra debilidad está unida a su fuerza, vuestra ignorancia a su sabiduría, vuestra fragilidad a su eterno poder. Así que no debéis miraros a vosotros, ni depender de vosotros, mas mirad a Cristo. Pensad en su amor, en su belleza y en la perfección de su carácter. Cristo en su abnegación, Cristo en su humillación, Cristo en su pureza y santidad, Cristo en su incomparable amor: esto es lo que debe contemplar el alma. Amándole, imitándole, dependiendo enteramente de él, es como seréis transformados a su semejanza.
Jesús dice: "Permaneced en mí" Estas palabras dan idea de descanso, estabilidad, confianza. También nos invita: "¡Venid a mí... y os daré descanso!" (S. Mateo 11:28). Las palabras del salmista expresan el mismo pensamiento: "Confía calladamente en Jehová, y espérale con paciencia". E Isaías asegura que "en quietud y confianza será vuestra fortaleza" (Salmo 37:7; Isaías 30:15). Este descanso no se funda en la inactividad. porque en la invitación del Salvador la promesa de descanso está unida con el llamamiento al trabajo: "Tomad mi yugo sobre vosotros, y... hallaréis descanso" (S. Mateo 11:29). El corazón que más plenamente descansa en Cristo es el mas ardiente y activo en el trabajo para él (El camino a Cristo, pp. 69-71).
Para Estudiar y Meditar.
Viernes 7
Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 177-179.
El Misterio de Iniquidad - 31
SIEMPRE ha sido el proyecto de Satanás desviar la mente de la gente de Jesús y volverla a los hombres, desvaneciendo la idea de responsabilidad individual. Fracasó Satanás en su proyecto cuando tentó al Hijo de Dios; pero tuvo más éxito en su esfuerzo con los caídos hombres. Corrompióse el cristianismo. Papas y sacerdotes se arrogaron elevadas posiciones y enseñaron a la gente que a ellos debía acudir para obtener el perdón de sus pecados en vez de dirigirse directamente a Cristo.
La gente quedó del todo engañada. Se le dijo que el papa y los sacerdotes eran los representantes de Cristo, cuando en verdad lo eran de Satanás, y a Satanás adoraban cuantos ante ellos se rendían. La gente pedía la Biblia; pero el clero creyó peligroso que la leyeran los fieles por sí mismos, por temor de que se ilustrasen y descubriesen los pecados de sus instructores. De modo que se enseñó a la gente a recibir las palabras de estos engañadores maestros como si salieran de labios de Dios. Se arrogaban sobre la mente un poder que sólo pertenece a Dios.
Fue odiada la Biblia, y se hicieron esfuerzos para raerla de la tierra. Quedó prohibida su lectura bajo la pena de muerte, y se quemaban cuantos ejemplares se descubrían. Pero Dios tuvo cuidado especial de su Palabra, y la protegió. En diferentes períodos sólo quedaron unos cuantos ejemplares de la Biblia, pero no consintió Dios que se perdiese su Palabra, porque más tarde, en estos últimos días, se había de difundir de tal manera que toda la familia pudiese poseerla.
Ví que cuando había pocos ejemplares de la Biblia, hallaban en ella inestimable tesoro y profundo consuelo los perseguidos discípulos de Jesús. La leían secretamente, y quienes disfrutaban de este excelso beneficio sentían que habían conversado con Dios, con su Hijo Jesús y con sus discípulos. Pero este bendito privilegio les costó a muchos la vida. Si los descubrían, los mandaban al tajo del verdugo, a la hoguera o a lóbregas mazmorras donde los dejaban morir de hambre.
No podía Satanás impedir el plan de salvación. Jesús fue crucificado y resucitó al tercer día. Pero Satanás les dijo a sus ángeles que se aprovecharía en favor suyo de la crucifixión y resurrección. Estaba conforme con que los que profesaban la fe de Jesús diesen por invalidadas después de la muerte de Cristo las leyes que regulaban los sacrificios y ofrendas judaicos, con tal que, yendo más lejos, creyesen que también la ley de los diez mandamientos había cesado.
Muchos cedieron fácilmente a este engaño de Satanás. El cielo entero se indignó al ver pisoteada la sacrosanta ley de Dios. Jesús y las huestes celestiales conocían la índole de la ley de Dios, y sabían que no era posible alterarla ni abrogarla. La miserable situación del hombre después de la caída había causado en el cielo profundísima tristeza, moviendo a Jesús a ofrecerse para morir por los transgresores de la Santa ley de Dios. En caso de haberse podido abrogar la ley, el hombre se hubiese salvado sin necesidad de la muerte de Jesús. Por lo tanto, su muerte no destruyó la ley de su Padre, sino que la magnificó y honró, obligando a todos a la obediencia de sus santos preceptos.
Si la iglesia hubiese permanecido pura y firme, no habría podido Satanás engañarla ni inducirla a que pisotease la ley de Dios. En este descarado plan, Satanás embiste directamente contra las bases del gobierno de Dios en el cielo y en la tierra. Por su rebelión fue expulsado del cielo, y después quiso salvarse pretendiendo que Dios alterase su ley; pero ante la hueste del cielo se le manifestó que la ley de Dios era inalterable. Sabe Satanás que induciendo a otros a quebrantar la ley de Dios los gana para su causa, porque todo transgresor de la ley debe morir.
Resolvió Satanás ir todavía más lejos. Les dijo a sus ángeles que algunos serían tan celosos de la ley de Dios que no se dejarían prender en esa trampa, pues los diez mandamientos eran tan explícitos, que muchos creerían que seguían válidos, y por lo tanto le era preciso corromper tan sólo uno de los mandamientos. Así que indujo a sus representantes en la tierra a intentar cambiar el cuarto, o sea el mandamiento del día de reposo, y alterar así el único de los diez que expone el concepto del verdadero Dios, el Creador de cielos y tierra. Satanás puso ante la mente de sus representantes la gloriosa resurrección de Jesús, diciéndoles que por haber resucitado el primer día de la semana, el Salvador había trasladado el descanso del séptimo al primer día de la semana.
Así se valió Satanás de la resurrección en provecho de sus propósitos, y él y sus ángeles se congratularon de que los errores por ellos preparados cundiesen tan favorablemente entre quienes se llamaban amigos de Cristo. Lo que unos repugnaban con religioso horror, lo admitían otros, y así fueron celosamente admitidos y defendidos diversos errores. La voluntad de Dios, tan claramente revelada en su Palabra, fue encubierta con errores y tradiciones que eran enseñados como mandamientos de Dios. Aunque este engaño que desafía al Cielo se consentirá hasta la segunda venida de Jesús, no ha quedado Dios sin testigos durante todo este tiempo de error y engaño. En medio de las tinieblas y persecuciones contra la iglesia, siempre hubo cristianos que guardaron fielmente todos los mandamientos de Dios.
Guía de Estudio de la Biblia: Amadas y llenas de amor: Las Epístolas de Juan / Notas de Elena de White.
Periodo: Trimestre Julio-Septiembre de 2009
Autor: Ekkehardt Mueller, nacido en Alemania, doctor en Teología y Ministerio. Es uno de los directores asociados del Instituto de Investigaciones Bíblica (Biblical Research Institute) de la Asociación General. Sus especialidades son Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis, hermenéutica y teología aplicada. Es casado y tiene dos hijos adultos.
Editor: Clifford Goldstein
El corazón en que mora el amor de Cristo manifestará constantemente mayor refinamiento; porque la fuente de la vida es el amor hacia Dios y hacia el hombre. Cristo es el cristianismo. Tal es la gloria a Dios en las alturas, y en el tierra, paz y buena voluntad hacia los hombres. Tal es la ejecución del propósito de Dios.
El verdadero crecimiento cristiano tiende hacia arriba, hacia la plena estatura de hombres y mujeres en Cristo. La verdadera cultura, el verdadero refinamiento de pensamiento y modales, se obtiene mejor aprendiendo lecciones en la escuela de Cristo que por el esfuerzo más laborioso y esmerado de observar formas y reglas fijas, cuando el corazón no está bajo la disciplina del Espíritu de Dios.
El seguidor de Jesús mejorará constantemente sus modales, hábitos, espíritu y trabajo. Esto lo logra fijando los ojos, no en los meros progresos externos y superficiales, sino en Jesús. Se verifica una transformación en la mente, en el espíritu, en el carácter. El cristiano es educado en la escuela de Cristo para anhelar las gracias de su Espíritu con toda mansedumbre y humildad. Se está preparando para asociarse con los ángeles celestiales (Obreros evangélicos, p. 300).
“El Último Tiempo” (1 Juan 2:18).
Domingo 2
Aquellos que abandonen la fe en tiempos de prueba darán falso testimonio y traicionarán a sus hermanos para conseguir su propia seguridad. Revelarán los escondites de los creyentes y pondrán a los lobos rapaces en su búsqueda. Cristo ya nos ha advertido que no debemos sorprendernos de la manera en que actuarán nuestros supuestos amigos y familiares. "Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros" (1 Juan 2:18, 19).
"Muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos" (S. Mateo 24:11). De la misma manera en que se levantaron falsos cristos que engañaron a la gente y llevaron a muchos al desierto, y así como magos y hechiceros que pretendían tener un poder milagroso arrastraron a la gente en pos de sí a las soledades montañosas, de la misma manera se cumplirá esta profecía en los últimos días. Se formarán grupos inspirados por Satanás para engañar y seducir. Será una señal del segundo advenimiento (Review and Herald, diciembre 20, 1898).
Debemos atesorar cuidadosamente las palabras del nuestro Dios no sea que seamos contaminados por las obras engañosas de los que han abandonado la fe. Debemos resistir su espíritu e influencia con la misma arma que nuestro Maestro utilizó cuando fue asaltado por el príncipe de las tinieblas. "Escrito está". Debiéramos aprender a utilizar la Palabra de Dios con toda habilidad. Se ha dado esta exhortación: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad" (2 Timoteo 2:15). Hay que trabajar con diligencia y orar con fervor y fe para hacer frente a los sinuosos errores de los falsos maestros y los seductores; porque "En los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita (2 Timoteo 3:1-5). Estas declaraciones muestras la clase de personas que los siervos de Dios tendrán que enfrentar. Estos "calumniadores" y "aborrecedores de lo bueno" atacarán a los que son fieles a su Dios en medio de esta época depravada. Sin embargo, aquellos que son embajadores del cielo deben manifestar el mismo espíritu que mostró su Maestro; deben seguir trabajando con humildad y amor por la salvación de las almas (Review and Herald, enero 10, 1888).
La Venida de los Anticristos (1 Juan 2:18, 19, 22, 23).
Lunes 3
Toda la sociedad está clasificada en dos grandes clases: los obedientes y los desobedientes. ¿En cual de esas clases seremos hallados?
Los que guardan los mandamientos de Dios, los que viven no sólo de pan sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, componen la iglesia del Dios viviente. Los que prefieren seguir al anticristo son súbditos del gran apóstata. Alineados bajo la bandera de Satanás quebrantan la ley de Dios e inducen a otros a quebrantarla. Se esfuerzan para redactar las leyes de las naciones para que los hombres demuestren su lealtad a los gobernantes terrenales hollando las leyes del reino de Dios.
Satanás distrae las mentes con cuestiones baladíes, de modo que no tengan una visión clara y distinta de los asuntos de gran importancia. El enemigo hace planes para entrampar al mundo (Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 961).
La determinación del anticristo de llevar a cabo la rebelión que comenzó en el cielo continuará actuando en los hijos de desobediencia. Su envidia y odio contra los que obedecen el cuarto mandamiento serán cada vez más intensos. Pero el pueblo de Cristo no debe ocultar su bandera; no debe ignorar los mandamientos de Dios ni practicar el mal con la multitud para disfrutar de tranquilidad...
Mientras mayor sea la influencia del hombre para el bien, bajo el control del Espíritu de Dios, más determinado estará el enemigo para dar rienda suelta a su envidia y sus celos contra él mediante una persecución religiosa; pero todo el cielo está del lado de Cristo y no del anticristo. Dios honrará a los que amen a Dios y estén dispuestos a ser copartícipes de los sufrimientos de Cristo. El anticristo, lo cual incluye a todos los que se ensalzan contra la voluntad y la obra de Dios, experimentarán en el tiempo señalado la ira de Aquel que se dio a sí mismo para que no perecieran sino que tuvieran vida eterna. Dios registrará en el libro de la vida a todos los que perseveren en la obediencia, a todos los que no vendan sus almas por dinero o por el favor de los hombres (Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 961).
El espíritu del anticristo se está desarrollando rápidamente. Pronto llegará el momento en el cual los que siguen su propia naturaleza humana, que manifiesten amor por la supremacía, se hallarán del lado de los vencidos. El Señor ha abatido reyes, y él dirá a todos los que hacen ostentaciones y se apartan de su consejo mientras profesan servirlo: "¿Qué hiciste tú para declarar mi ley, mientras que tú mismo vivías en transgresión?"...
Recuerde todo el que considere que es su privilegio hacer lo que le plazca, que el Señor le permitirá hacer su voluntad, pero pasará por experiencias amargas. Es la verdad, mis hermanos, la que todos necesitamos, la verdad que obra por amor y purifica el alma (Alza tus ojos, p. 291).
Probar los Espíritus (1 Juan 4:1-6).
Martes 4
En estos días peligrosos no debemos aceptar como verdad cualquier cosa que los hombres nos presenten. Cuando falsos maestros que dicen venir de Dios lleguen a nosotros declarando que tienen un mensaje de Dios, corresponde que averigüemos cuidadosamente: ¿cómo sabemos que es verdad? Jesús nos ha dicho que "falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos". Pero no necesitamos ser engañados, pues la Palabra de Dios nos da una prueba por la cual podemos saber lo que es verdad. El profeta dice: "¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido".
Según esta declaración es evidente que nos corresponde ser diligentes estudiantes de la Biblia para que podamos saber qué está de acuerdo con la ley y el testimonio. No hay otra forma en que podamos estar seguros. Jesús dice: "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestido de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis".
En estos días de engaños, cada uno que esté establecido en la verdad tendrá que luchar por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Todo matiz de error será puesto de manifiesto en la obra tenebrosa de Satanás, quien, de ser posible, engañaría a los mismos escogidos y los apartaría de la verdad...
Habrá falsos sueños y falsas visiones que contendrán algo de verdad, pero que descarriarán de la fe original. El Señor ha dado a los hombres una regla para detectar esos engaños: "¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido". Si menosprecian la ley de Dios, si no prestan atención a su voluntad tal como está revelada en los testimonios de su Espíritu, son engañadores. Son dirigidos por impulsos e impresiones que creen que proceden del Espíritu Santo y consideran más dignos de fe que la Palabra inspirada. Pretenden que cada pensamiento y sentimiento es una impresión del Espíritu, y cuando se les demuestra algo por medio de las Escrituras, declaran que tiene algo más digno de ser creído. Pero aunque piensan que son guiados por el Espíritu de Dios, en realidad están siguiendo una imaginación producida por Satanás (Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 963).
El apóstol Juan escribe: "No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad. ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo" (1 Juan 2:21, 22). Están aquellos que dicen tener gran luz; que afirman tener comunicación con los espíritus de los muertos, pero niegan la divinidad de Cristo, y al hacerlo, niegan al Padre a quien Cristo representó en la tierra. "Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre" (vers. 23). Son más y más los que niegan al Padre y al Hijo, pero la Biblia los describe claramente como anticristos. Muchos cuyos nombres están registrados en las iglesias y que dicen poseer gran piedad, si Cristo apareciera en medio de ellos lo rechazarían. Incluso hay profesos ministros del evangelio que enseñan herejías, engañan a muchos y llevan a miles por el camino de la apostasía (The Youth's Instructor, septiembre 27, 1894).
El fiel apóstol Pedro habla de los peligros que enfrentaría la iglesia cristiana en los últimos días y describe en detalle las herejías que estos blasfemos levantarían para arrastrar a las almas detrás de ellos: "Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado" (2 Pedro 2:1, 2).
Aquí el Señor nos da la prueba para confrontar a esta clase de personas: Rehúsan reconocer a Cristo como el Hijo de Dios, y no tienen más reverencia por el Padre eterno que la que tienen por su Hijo Jesucristo. No tienen ni al Padre ni al Hijo, y al igual que su gran dirigente, están en rebelión contra la ley de Dios y desprecian la sangre de Cristo (Signs of the Times, abril 12, 1883).
La Unción (1 Juan 2:20, 21, 27).
Miércoles 5
"Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él" (1 Juan 2:27).
Es el mismo Espíritu el que enseña e ilumina. La más poderosa predicación de la Palabra, la lectura de las Escrituras, no será capaz de transformar el carácter y salvar el alma a menos que el Espíritu obre en los instrumentos humanos y por medio de ellos. Los planes que se tracen no debieran ser de tal carácter que atraigan la atención sobre el yo. La Palabra es un poder, una espada en las manos del agente humano, pero el Espíritu Santo con su poder vital es el elemento eficaz que causa impresión a la mente. "Y serán todos enseñados de Dios". Es Dios quien hace que la luz ilumine el corazón... Es esencial que Dios sea reconocido como la Fuente de toda fortaleza, como el Consolador. La razón por la cual Dios puede hacer tan poco en favor de nosotros es porque nosotros olvidamos que el poder viviente del Espíritu Santo debe combinarse con el instrumento humano.
Con la gran verdad que hemos tenido el privilegio de recibir, debiéramos -y gracias al poder del Espíritu Santo podemos- convertirnos en canales de luz. Entonces podríamos acercarnos al propiciatorio, y al contemplar el arco de la promesa, arrodillarnos allí con corazón contrito, y buscar el reino de los cielos con un fervor espiritual que produciría su propia recompensa. La tomaríamos por fuerza, como lo hizo Jacob. Entonces nuestro mensaje sería poder de Dios para salvación. Nuestras súplicas estarían llenas de fervor, llenas de una comprensión de nuestra gran necesidad; y no seríamos rechazados. La verdad sería expresada mediante la vida y el carácter, y los labios estarían tocados con el carbón ardiente del altar de Dios (Hijos e hijas de Dios, p. 32).
Es el propósito de Dios glorificarse a sí mismo en su pueblo ante el mundo. Anhela hacer de sus hijos canales a través de los cuales pueda derramar su abundante amor y misericordia... Aferrémonos a la ayuda del Señor... contra las poderosas potencias de las tinieblas. Satanás está obrando con intensidad de propósito para esclavizar y destruir las almas. Mantengamos una firme posición contra él. Aquel que esté consagrado enteramente al servicio de Dios será hecho fuerte para la batalla. Será fortalecido con "todo poder". Aquel que siente su debilidad, y lucha con Dios como lo hizo Jacob, diciendo: "No te dejaré, si no me bendices" (Génesis 32:26), avanzará con la refrigerante unción del Espíritu Santo. Lo rodeará la atmósfera del cielo. Andará haciendo bienes. Su influencia será una fuerza positiva en favor de la religión de Cristo (En lugares celestiales, p. 314).
Ahora, como nunca antes, necesitamos comprender la verdadera ciencia de la educación. Si dejamos de entender esto, nunca tendremos un lugar en el reino de Dios. "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (S. Juan 17:3). Si este es el precio del cielo, ¿no conduciremos nuestra educación según este plan? Cristo debe ser todo para nosotros. "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombre; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz" (Isaías 9:6). ¡Qué fundamento para la fe de los creyentes de todas las edades! Cuando Cristo ascendió al cielo lo hizo como nuestro abogado; tenemos un amigo en la corte. Y desde lo alto él envía su representante a toda nación, tribu, lengua y pueblo. El Espíritu Santo da su divina unción a todos los que reciben a Cristo (Christian Educator, agosto 1, 1897).
Permanecer en Él.
Jueves 6
Preguntaréis, tal vez: "¿Cómo permaneceremos en Cristo?" Del mismo modo en que lo recibisteis al principio. "De la manera, pues que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en él". "El justo... vivirá por la fe" (Colosenses 2:6; Hebreos 10:38). Habéis profesado daros a Dios, con el fin de ser enteramente suyos, para servirle y obedecerle, y habéis aceptado a Cristo como vuestro Salvador. No podéis por vosotros mismos expiar vuestros pecados o cambiar vuestro corazón; mas habiéndoos entregado a Dios, creísteis que por causa de Cristo él hizo todo esto por vosotros. Por la fe llegasteis a ser de Cristo, y por la fe tenéis que crecer en él dando y tomando a la vez. Tenéis que darle todo: el corazón, la voluntad, la vida, daros a él para obedecer todos sus requerimientos; y debéis tomar todo: a Cristo, la plenitud de toda bendición, para que habite en vuestro corazón y para que sea vuestra fuerza, vuestra justicia, vuestra eterna ayuda, a fin de que os dé poder para obedecerle.
Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: "Tómame ¡oh Señor! como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo y sea toda mi obra hecha en ti". Este es un asunto diario. Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a él, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te lo indicare su providencia. Sea puesta así tu vida en las manos de Dios y será cada vez mas semejante a la de Cristo.
La vida en Cristo es una vida de reposo. Puede no haber éxtasis de la sensibilidad, pero debe haber una confianza continua y apacible. Vuestra esperanza no está en vosotros; está en Cristo. Vuestra debilidad está unida a su fuerza, vuestra ignorancia a su sabiduría, vuestra fragilidad a su eterno poder. Así que no debéis miraros a vosotros, ni depender de vosotros, mas mirad a Cristo. Pensad en su amor, en su belleza y en la perfección de su carácter. Cristo en su abnegación, Cristo en su humillación, Cristo en su pureza y santidad, Cristo en su incomparable amor: esto es lo que debe contemplar el alma. Amándole, imitándole, dependiendo enteramente de él, es como seréis transformados a su semejanza.
Jesús dice: "Permaneced en mí" Estas palabras dan idea de descanso, estabilidad, confianza. También nos invita: "¡Venid a mí... y os daré descanso!" (S. Mateo 11:28). Las palabras del salmista expresan el mismo pensamiento: "Confía calladamente en Jehová, y espérale con paciencia". E Isaías asegura que "en quietud y confianza será vuestra fortaleza" (Salmo 37:7; Isaías 30:15). Este descanso no se funda en la inactividad. porque en la invitación del Salvador la promesa de descanso está unida con el llamamiento al trabajo: "Tomad mi yugo sobre vosotros, y... hallaréis descanso" (S. Mateo 11:29). El corazón que más plenamente descansa en Cristo es el mas ardiente y activo en el trabajo para él (El camino a Cristo, pp. 69-71).
Para Estudiar y Meditar.
Viernes 7
Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 177-179.
El Misterio de Iniquidad - 31
SIEMPRE ha sido el proyecto de Satanás desviar la mente de la gente de Jesús y volverla a los hombres, desvaneciendo la idea de responsabilidad individual. Fracasó Satanás en su proyecto cuando tentó al Hijo de Dios; pero tuvo más éxito en su esfuerzo con los caídos hombres. Corrompióse el cristianismo. Papas y sacerdotes se arrogaron elevadas posiciones y enseñaron a la gente que a ellos debía acudir para obtener el perdón de sus pecados en vez de dirigirse directamente a Cristo.
La gente quedó del todo engañada. Se le dijo que el papa y los sacerdotes eran los representantes de Cristo, cuando en verdad lo eran de Satanás, y a Satanás adoraban cuantos ante ellos se rendían. La gente pedía la Biblia; pero el clero creyó peligroso que la leyeran los fieles por sí mismos, por temor de que se ilustrasen y descubriesen los pecados de sus instructores. De modo que se enseñó a la gente a recibir las palabras de estos engañadores maestros como si salieran de labios de Dios. Se arrogaban sobre la mente un poder que sólo pertenece a Dios.
Fue odiada la Biblia, y se hicieron esfuerzos para raerla de la tierra. Quedó prohibida su lectura bajo la pena de muerte, y se quemaban cuantos ejemplares se descubrían. Pero Dios tuvo cuidado especial de su Palabra, y la protegió. En diferentes períodos sólo quedaron unos cuantos ejemplares de la Biblia, pero no consintió Dios que se perdiese su Palabra, porque más tarde, en estos últimos días, se había de difundir de tal manera que toda la familia pudiese poseerla.
Ví que cuando había pocos ejemplares de la Biblia, hallaban en ella inestimable tesoro y profundo consuelo los perseguidos discípulos de Jesús. La leían secretamente, y quienes disfrutaban de este excelso beneficio sentían que habían conversado con Dios, con su Hijo Jesús y con sus discípulos. Pero este bendito privilegio les costó a muchos la vida. Si los descubrían, los mandaban al tajo del verdugo, a la hoguera o a lóbregas mazmorras donde los dejaban morir de hambre.
No podía Satanás impedir el plan de salvación. Jesús fue crucificado y resucitó al tercer día. Pero Satanás les dijo a sus ángeles que se aprovecharía en favor suyo de la crucifixión y resurrección. Estaba conforme con que los que profesaban la fe de Jesús diesen por invalidadas después de la muerte de Cristo las leyes que regulaban los sacrificios y ofrendas judaicos, con tal que, yendo más lejos, creyesen que también la ley de los diez mandamientos había cesado.
Muchos cedieron fácilmente a este engaño de Satanás. El cielo entero se indignó al ver pisoteada la sacrosanta ley de Dios. Jesús y las huestes celestiales conocían la índole de la ley de Dios, y sabían que no era posible alterarla ni abrogarla. La miserable situación del hombre después de la caída había causado en el cielo profundísima tristeza, moviendo a Jesús a ofrecerse para morir por los transgresores de la Santa ley de Dios. En caso de haberse podido abrogar la ley, el hombre se hubiese salvado sin necesidad de la muerte de Jesús. Por lo tanto, su muerte no destruyó la ley de su Padre, sino que la magnificó y honró, obligando a todos a la obediencia de sus santos preceptos.
Si la iglesia hubiese permanecido pura y firme, no habría podido Satanás engañarla ni inducirla a que pisotease la ley de Dios. En este descarado plan, Satanás embiste directamente contra las bases del gobierno de Dios en el cielo y en la tierra. Por su rebelión fue expulsado del cielo, y después quiso salvarse pretendiendo que Dios alterase su ley; pero ante la hueste del cielo se le manifestó que la ley de Dios era inalterable. Sabe Satanás que induciendo a otros a quebrantar la ley de Dios los gana para su causa, porque todo transgresor de la ley debe morir.
Resolvió Satanás ir todavía más lejos. Les dijo a sus ángeles que algunos serían tan celosos de la ley de Dios que no se dejarían prender en esa trampa, pues los diez mandamientos eran tan explícitos, que muchos creerían que seguían válidos, y por lo tanto le era preciso corromper tan sólo uno de los mandamientos. Así que indujo a sus representantes en la tierra a intentar cambiar el cuarto, o sea el mandamiento del día de reposo, y alterar así el único de los diez que expone el concepto del verdadero Dios, el Creador de cielos y tierra. Satanás puso ante la mente de sus representantes la gloriosa resurrección de Jesús, diciéndoles que por haber resucitado el primer día de la semana, el Salvador había trasladado el descanso del séptimo al primer día de la semana.
Así se valió Satanás de la resurrección en provecho de sus propósitos, y él y sus ángeles se congratularon de que los errores por ellos preparados cundiesen tan favorablemente entre quienes se llamaban amigos de Cristo. Lo que unos repugnaban con religioso horror, lo admitían otros, y así fueron celosamente admitidos y defendidos diversos errores. La voluntad de Dios, tan claramente revelada en su Palabra, fue encubierta con errores y tradiciones que eran enseñados como mandamientos de Dios. Aunque este engaño que desafía al Cielo se consentirá hasta la segunda venida de Jesús, no ha quedado Dios sin testigos durante todo este tiempo de error y engaño. En medio de las tinieblas y persecuciones contra la iglesia, siempre hubo cristianos que guardaron fielmente todos los mandamientos de Dios.
Guía de Estudio de la Biblia: Amadas y llenas de amor: Las Epístolas de Juan / Notas de Elena de White.
Periodo: Trimestre Julio-Septiembre de 2009
Autor: Ekkehardt Mueller, nacido en Alemania, doctor en Teología y Ministerio. Es uno de los directores asociados del Instituto de Investigaciones Bíblica (Biblical Research Institute) de la Asociación General. Sus especialidades son Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis, hermenéutica y teología aplicada. Es casado y tiene dos hijos adultos.
Editor: Clifford Goldstein
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