sábado, 8 de agosto de 2009

Lección 7: Vivir como hijos de Dios / Para el 15 de agosto de 2009

Sábado 8 de agosto.

Lee Para el Estudio de esta Semana: Génesis 3:5; Salmo 51:4; Isaías 1:2; Juan 1:12; Hebreos 9:26, 28; 1 Juan 3:1-10.

Para Memorizar: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” (1 Juan 3:1).

UN CONVERSO NUEVO FUE A VISITAR al predicador y le dijo: “No importa cuánto oro, no importa cuánto me esfuerzo, sencillamente parece que no puedo ser fiel a mi Señor. Pienso que estoy perdiendo mi salvación”. El predicador le respondió: “¿Ve usted este perro aquí? Es mi perro. Él está adiestrado para estar en la casa; nunca nos da problemas; es obediente; es una verdadera delicia para mí Allá en la cocina tengo un hijo, un hijo bebé. Él me hace líos, tira su comida por todas partes, ensucia sus ropas, es un revoltijo. Pero ¿quién me heredará? No será mi perro; mi hijo es el heredero. Usted es el heredero de Jesucristo porque él murió por usted”. Somos hijos de Dios y herederos de su Reino, no por medio de nuestra perfección sino por su gracia.

Esta semana consideraremos lo que incluye esta promesa.

Un Vistazo a la Semana: ¿Qué significa ser un “hijo de Dios”? ¿De qué maneras debemos querer ser “semejantes a Dios”? ¿Cómo define Juan el “pecado”? ¿Qué hizo Jesús acerca del pecado en su primera venida? ¿Cómo hemos de entender las palabras de Juan cuando dice que el que es nacido de Dios “no practica el pecado” (1 Juan 3:9)?

Hijos de Dios (1 Juan 3:1).
Domingo 9

Lee 1 Juan 3:1. ¿Qué maravillosa promesa se encuentra aquí? ¿Qué acarrea esta promesa? ¿Qué esperanza debería darnos? Ver también Juan 1:12; 1 Juan 2:29; 3:9.

En 1 Juan 3:1 se señala un nacimiento espiritual; Juan 1:12 enfatiza la fe en Cristo, por la cual llegamos a ser hijos de Dios. En 1 Juan 3:1 se enfatiza que los creyentes ya son hijos de Dios. Dios ha tomado la iniciativa de hacer esto en nuestro favor. El nuevo nacimiento es obra de Dios, no nuestra. No podemos producir nuestro propio nacimiento ni nuestra adopción como hijos de Dios. Además, no necesitamos preocuparnos acerca de nuestro estatus como hijos de Dios mientras mantengamos nuestra relación con él. Esta relación se describe como la de un padre con su hijo; de este modo, es muy estrecha. El padre ideal nos cuida, nos ama y daría su vida por nosotros.

Detente y medita sobre las implicaciones de la promesa de que somos hijos de Dios. Según los últimos cálculos, hay más de cuatrocientos mil millones de galaxias visibles en el universo, cada una de las cuales contiene miles de millones de estrellas. ¿Quién sabe cuántos planetas hay entre esas estrellas y cuántos estarán habitados por vida inteligente? Dado el tamaño del universo en contraste con nuestro planeta, mucho más en contraste con cada uno de nosotros individualmente, ¿cómo no estaremos asombrados de que Dios, que creó todo, nos ame y nos haya hecho sus hijos? ¡Qué perspectiva maravillosa debe darnos esto acerca de lo que significa nuestra vida! Qué esperanza, qué certeza, qué confianza debemos tener para el futuro, independientemente de las circunstancias difíciles que podamos afrontar ahora. Dios, el Creador de todo lo que existe, nos ama, nos cuida y nos llama sus hijos. La Nueva Versión Internacional de la Biblia traduce 1 Juan 3:1 en forma libre, pero capta su significado muy bien, cuando dice que el Padre derramó su gran amor sobre nosotros.

Medita en las implicaciones del concepto de que Dios no sólo existe, sino que nos ama, se interesa por nosotros, y aun murió por nosotros. ¿De qué modo esta realidad debería impactar la forma en que vivimos? ¿Por qué debería impactarla?
Resultados y responsabilidades (1 Juan 3:2, 3).
Lunes 10

Primera de Juan 3:1 es una introducción a los pensamientos desarrollados en el resto del pasaje para esta semana, que se refiere a los resultados de esta relación de padres a hijos, incluyendo las responsabilidades subsecuentes. Como una consecuencia de su relación con Dios, los creyentes viven una vida pura, no bajo el dominio del pecado (vers. 3-10). Sin embargo, primero se enfatiza que lo veremos y seremos como él.

Siendo que sabemos de nuestra condición actual como hijos de Dios, también sabemos que el futuro será todavía más extraordinario, aun cuando todavía no podamos comprenderlo completamente. El saber que veremos al Señor y seremos como él debería llenarnos de gozo y confianza, y no de miedo y aprensión.

¿Cuál es la diferencia entre los deseos de Satanás y los de Eva de ser semejantes a Dios (Gén. 3:5; Isa. 14:14; Eze. 28:2) y la promesa de 1 Juan 3:2 de que seremos como él?

Satanás quería ser como Dios en poder y pudo haber anhelado la adoración de todos los seres creados. Sin embargo, parece que él no estaba interesado en ser como Dios en carácter. Su deseo de ser como Dios en poder no profundizó su relación con Dios, sino que, por el contrario, la interrumpió y la arruinó.

Aunque los cristianos serán como Dios, no desean tomar el lugar de Dios. Quieren ser como él en amar a otros, en un servicio abnegado, en mostrar pureza de pensamiento y justicia de acción. Respetan la diferencia básica entre el Creador y las criaturas, y no quieren eliminarla. Para ellos, el aspecto en juego es el amor, no el poder. Como Jesús nos mostró, ser como Dios es darse a sí mismo totalmente y en forma abnegada para el bien de otros. Jesús vino para mostrarnos cómo es el Padre. “Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” (Juan 14:9).

Piensa en el increíble contraste entre el carácter de Jesús y el carácter de Satanás. Satanás, un ser creado, buscó tener una posición más alta que la que tenía, pero por motivos puramente personales y egoístas, mientras que Jesús –el Creador– eligió despojarse (Fil. 2:7) por el bien de otros. ¿Cuál es tu tendencia natural, ser más como Cristo o más como Satanás? Si es esta última, ¿cómo puedes cambiar?

Una Definición de Pecado (1 Juan 3:4).
Martes 11

Las enseñanzas falsas que confrontó Juan en estas cartas pudieron haber enfatizado la bendición actual de la salvación, pero pudieron haber ignorado la importancia de vivir vidas puras. Los falsos maestros pudieron no haberse preocupado acerca del problema del pecado o sus consecuencias. Por lo tanto, Juan enfatiza que nuestro futuro depende de cómo vivimos ahora. Esto no tiene nada que ver con justificación por obras. Somos salvos solo por la gracia, pero nuestras vidas deben reflejar que somos salvados. Así que Juan, después de haber llamado a los cristianos a purificarse, sigue mostrando lo que esto significa.

¿Qué nos enseñan los siguientes textos acerca de la naturaleza del pecado? Éxo. 9:27; Sal. 36:3; 51:4; Isa. 1:2; Jer. 3:13; Mat. 7:23; Rom. 6:17, 20; 1 Juan 1:8; 3:4; 5:17.

En las Escrituras, el pecado es descrito como errar al blanco, falsedad, violación deliberada de la norma de verdad divina, rebelión, maldad, desobediencia, transgresión, infracción, ilegalidad e injusticia.

En 1 Juan 3:4, el pecado es definido como “ilegalidad” (quebrantar la ley). Más tarde, en 1 Juan 3:11 al 20, Juan relata la historia de Caín, que asesinó a su hermano, un claro ejemplo de “ilegalidad”. Entonces, en los versículos 22 y 24 del mismo capítulo, se refiere a los Mandamientos y a la necesidad de guardarlos.

Además de las implicaciones legales del término, ilegalidad nos recuerda al “hombre de pecado” en 2 Tesalonicenses 2:3, el anticristo por excelencia, y el clímax de su actividad justo antes de la segunda venida de Cristo. Esta ilegalidad es exhibida por los anticristos en 1 Juan, quienes flagrantemente se rebelan contra Dios y se alinean con Satanás. En 1 Juan 3:4, se anima indirectamente a los miembros de la iglesia a renunciar a tal actitud y a todo pecado. Es una de las grandes ironías del mundo cristiano actual que muchos de los mismos predicadores que vociferan contra el pecado continúen pretendiendo que la Ley de Dios ha sido abolida porque ahora estamos bajo la gracia. ¡Qué horrible distorsión de todo lo que es la gracia!

¿Cuál es tu pecado “favorito”? Es decir, ¿a qué pecado consientes continuamente? ¿Cuáles son las formas en que te justificas en tu mente? ¿Cuánto menos grave parece este pecado con cada año que pasa? ¿Cuándo despertarás y te darás cuenta de que, tarde o temprano, a menos que pidas el poder de Dios para vencerlo, ese pecado te destruirá?

La Aparición de Jesús (1 Juan 3:5, 8).
Miércoles 12

¿Qué nos enseñan los siguientes textos acerca de Jesús y de lo que ocurrió en su primera venida? 1 Juan 1:2: 3:5, 8.

Jesús, en su primera venida, apareció en carne humana. Vino para resolver el problema del pecado, y vino para destruir las obras del diablo. Si es así, entonces los creyentes no pueden tener nada que ver con el pecado o con el que originó el pecado, el diablo. Al hacer causa común con el pecado, estamos haciendo causa común con Satanás, y estamos rechazando a Jesús.

De acuerdo con 1 Juan 3:5, Jesús quita los pecados. Esta afirmación parece ser una alusión a Juan 1:29. ¿De qué modo Jesús logró realizar esta tarea? Heb. 9:26, 28; 1 Juan 2:2; 4:10; Apoc. 1:5, 6.

En 1 Juan 3:5, no se nos dice directamente cómo Jesús quitó los pecados. Sin embargo, el contexto de 1 Juan y del Evangelio de Juan aclara muy bien que Jesús lo hizo al morir en la cruz. Mientras Hebreos dice claramente que Jesús quitó los pecados por su sacrificio propio, Apocalipsis nos enseña que Jesús nos liberó de nuestros pecados por su sangre.

Mientras la primera parte de 1 Juan 3:5 puede señalar indirectamente a la cruz, la segunda parte enfatiza la absoluta ausencia de pecado en Jesús, lo que era necesario para que su muerte en la cruz pudiera salvarnos.

Los anticristos de 1 Juan pudieron no haber comprendido plenamente el verdadero valor de la Cruz y de la muerte sustitutiva en nuestro lugar. Cuán necio es esto, pues la muerte de Cristo en nuestro favor, en la cual él sufrió la penalidad por todos nuestros pecados, forma el fundamento del plan de salvación. La muerte de Cristo fue la única forma posible para que los seres humanos se salvaran y tuvieran la promesa de la vida eterna. Dejar de ver esto es no ver el centro de todo el evangelio.

En tus propias luchas con el pecado, la culpa, el temor y la falta de certeza, ¿cómo responde la Cruz a todos estos desafíos que enfrentas? ¿Cómo puedes aprovechar mejor la esperanza y las promesas que tenemos mediante Jesús, no solo del perdón sino también del poder para vencer?

¡Sin Pecado! (1 Juan 3:6, 9).
Jueves 13

¿Cómo se pueden conciliar 1 Juan 3:6, 8 y 9 con 1 Juan 1:6 al 2:1 y 2?

En 1 Juan 3:6 y 9 se encuentran afirmaciones fuertes y que dejan perplejas a las personas, declarando que ninguno peca si vive en Jesús y si ha nacido de Dios. Esto suena muy absoluto. Los cristianos han luchado con estas declaraciones y han tratado de encontrar explicaciones. Después de todo, ¿qué verdadero cristiano no ha luchado con la realidad del pecado en su vida?

Lo que –de cualquier modo– podemos suponer con seguridad es que el apóstol Juan no se contradice a sí mismo. En el capítulo 1 dice que la gente que pretende estar sin pecado se engaña a sí misma. En el capítulo 2 señala nuestra meta, que es no pecar, pero añade que, si lo hacemos, entonces tenemos un abogado ante el Padre, a Jesucristo. Los pasajes que estamos considerando deben ser comprendidos a la luz del análisis previo sobre el tema del pecado: los cristianos se mantienen lejos del pecado; pero, si pecan, confiesan sus malas acciones y aceptan el perdón divino.

Los expositores han planteado diferentes intentos de resolver estos textos difíciles. Mencionaremos brevemente dos:

1. Juan describe el ideal en 1 Juan 3:6, 8 y 9, lo que también menciona en 1 Juan 2:1. La diferencia es que en 1 Juan 3 no agrega ningún calificativo. Una razón puede ser que Juan quiere que a sus oyentes y sus lectores les quede claro el problema del pecado. El pecado no puede ser tomado livianamente. Los seguidores de Cristo no pueden jugar con el pecado.

2. Los verbos pecar y hacer (pecado) se encuentran en tiempo presente, que a menudo señala una acción que continúa. El significado sería que los discípulos de Cristo no pueden pecar continuamente. Pueden caer en pecado aquí o allá, pero se han separado del pecado y no practican una vida de pecado. No están dominados por el pecado. La versión Reina-Valera Revisada de 1960 (al igual que otras versiones) sigue este concepto al traducir practicar el pecado, en los versículos 8 y 9.

No importa qué interpretación se acepte, el capítulo 3 debe entenderse a la luz de los capítulos 1 y 2. Aunque el pecado es real, los cristianos no tienen otra alternativa que eliminar el pecado de sus vidas, no importa el costo.

Bueno, tú eres un pecador. Nadie discutirá esto. La pregunta es: ¿cuánta sangre, sudor y lágrimas gastas en la batalla contra el pecado en tu vida? ¿De qué maneras tu respuesta ayuda a explicar tu estilo de vida?

Para Estudiar y Meditar.
Viernes 14 de agosto

Lee Romanos 8:12 al 17; Filipenses 2:14 al 16.

“Nadie se engañe a sí mismo creyendo que puede volverse santo mientras viole premeditadamente uno de los preceptos divinos. Un pecado cometido deliberadamente acalla la voz atestiguadora del Espíritu y separa al alma de Dios. ‘El pecado es transgresión de la ley’. Y ‘todo aquel que peca [transgrede la ley], no le ha visto, ni le ha conocido’ (1 Juan 3:6). Aunque San Juan habla mucho del amor en sus epístolas, no vacila en poner de manifiesto el verdadero carácter de esa clase de personas que pretenden ser santificadas y seguir transgrediendo la Ley de Dios. [...] Y la aserción de estar sin pecado constituye de por sí una prueba de que el que tal asevera dista mucho de ser santo” (CS 526).

Preguntas Para Dialogar:

1. ¿Qué significa, en términos prácticos, ser “semejantes a Dios”? ¿De qué maneras podemos ser “semejantes a Dios” de un modo positivo, y de un modo negativo? 2. Algunas personas tienen temor de la idea de que son salvados solo por lo que Jesús hizo por nosotros. Dicen ellos: si nuestra salvación descansa en la justicia de Cristo y no en nuestra propia justicia, ¿qué ha de impedirnos continuar pecando? ¿Cómo responderías a esta preocupación? 3. Alguien, en cierta ocasión explicó su comprensión de la Cruz de esta manera: “Yo no uso la Cruz como una excusa por el pecado o algo para taparlo. Lo que la Cruz hace por mí es impedirme que renuncie a Dios cuando peco”. Analiza el razonamiento que hay detrás de este pensamiento. 4. Es virtualmente imposible no ser impactado por lo que sucede en la sociedad y la cultura en la que vives. En tu sociedad específica, ¿qué pecados se consideran realmente malos, que tal vez en otra cultura pueden no ser considerados tan malos, o no malos de ninguna manera? ¿Cuánto debemos permitir que la sociedad influya sobre nuestra comprensión de lo que es el pecado? ¿Qué pecados, que tu sociedad no considera malos, en la Biblia se condenan explícitamente? 5. Todos sabemos las promesas que se nos dan para obtener la victoria sobre el pecado. Al mismo tiempo, ¿bajo qué condiciones, si las hay, debería alguien que está luchando con un pecado, tal vez alguna clase de adicción, buscar ayuda y consejo profesional? ¿Qué le dices a la persona que piensa que los que buscan ayuda profesional están mostrando falta de fe en el poder de Dios?


Guía de Estudio de la Biblia: Amadas y llenas de amor: Las Epístolas de Juan / Edición Adultos.
Periodo: Trimestre Julio-Septiembre de 2009
Autor: Ekkehardt Mueller, nacido en Alemania, doctor en Teología y Ministerio. Es uno de los directores asociados del Instituto de Investigaciones Bíblica (Biblical Research Institute) de la Asociación General. Sus especialidades son Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis, hermenéutica y teología aplicada. Es casado y tiene dos hijos adultos.
Editor: Clifford Goldstein

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