sábado, 17 de enero de 2009

Lección 1: El método celestial de comunicación

Sábado 27 de diciembre.

Lee Para el Estudio de esta Semana: Génesis 18:1-15; 32:30; Éxodo 4:10-17; Salmo 19:1-6; Juan 1:14; 3:16; Colosenses 2:9.

Para Memorizar: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Heb. 1:1, 2).

HAY DOS MANERAS BÁSICAS EN LAS CUALES DIOS se ha revelado a sí mismo a la humanidad: la revelación general y la especial. La revelación general es la revelación de Dios mismo a todas las personas por medio de la naturaleza y la conciencia (ver Sal. 19:1; Rom. 1:20). Las revelaciones de Dios por medio de los profetas, como están registradas en las Escrituras, especialmente su revelación por medio de Jesucristo, son una revelación especial. Por este medio, Dios se apareció a los patriarcas y a los profetas del Antiguo Testamento a fin de hacer conocer su voluntad. Reveló su poder y sus propósitos por medio de la historia de Israel. Entonces, más tarde, envió a su Hijo, quien, vestido de humanidad, reveló al Padre de una manera singular y poderosa.

Esta semana consideraremos ambos tipos de revelación.

Un Vistazo a la Semana: ¿Qué es la revelación general y qué es la revelación especial? ¿Qué puede enseñarnos la naturaleza acerca de Dios? ¿Qué no nos puede enseñar? ¿De qué modo la revelación por medio de Jesucristo difiere de las otras revelaciones de Dios?

En El Principio.
Domingo 28 de diciembre

En el Jardín del Edén, Dios habló con Adán y Eva cara a cara: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día” (Gén. 3:8). Sin embargo, después de ese fatídico día, cuando abiertamente desobedecieron a su Señor, ya no se les permitió gozar de la presencia de Dios (Gén. 3:23, 24), y concluyó su comunión cara a cara con él.

¿Qué nos indican los siguientes textos acerca de los encuentros con Dios cara a cara? Gén. 18:1-15; 32:30; Éxo. 33:11; Juec. 6:22; 13:2, 3.

En el Antiguo Testamento, con frecuencia se identifica al Ángel de Dios o el Ángel del Señor con Dios mismo. Jacob se refiere a Dios y al Ángel de la misma manera (Gén. 48:15, 16); el Ángel del Señor se apareció a Moisés en la zarza ardiente, y no obstante es Dios quien le habla (Éxo. 3:2-6); el Ángel que se le apareció a Gedeón es identificado con Dios (Juec. 6:11-14); y lo mismo es cierto del Ángel del Señor que se les aparece a Manoa y a su esposa (Juec. 13:11-22). Cada vez que Dios se manifestó a los seres humanos en una forma corporal, siempre fue una manifestación similar a la humana.

En Juan 1:18, Juan dice: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”. El Ser divino, por lo tanto, que apareció a las personas en el Antiguo Testamento debió haber sido Jesús, no el Padre. Elena de White nos dice que, “después de la transgresión de Adán, Dios ya no habló directamente con el hombre; la raza humana fue entregada en manos de Cristo, y toda comunicación pasó por medio de él al mundo. Fue Cristo quien pronunció la Ley en el monte Sinaí” (FCE 237, 238).

¿Cuál ha sido tu propia experiencia con respecto a lo que produce el pecado y la rebelión entre tú y Dios? Es decir, cuando haces algo que sabes que está mal, que sabes que es pecado, ¿de qué modo impacta eso en tu relación con Dios? ¿De qué modo sientes una separación de él? ¿De qué manera la culpa te aleja de él, te aleja del deseo de orar y de tener comunión con el Señor? ¿De qué modo esta experiencia te ayuda a entender mejor lo que sucedió en el Edén?

En la Naturaleza.
Lunes 29 de diciembre

¿Qué puede revelar la naturaleza acerca de Dios? Sal. 19:1-6; 33:6-9; Rom. 1:19-23.

La Biblia nos dice que el mundo que Dios creó era perfecto en todo sentido (Gén. 1:31). Pero las Escrituras también revelan que el pecado alteró el mundo natural (Gén. 3:17, 18). Antes de la Caída, solo se encontraban plantas hermosas o útiles sobre la tierra. Dios “nunca creó una espina, un cardo o la cizaña. Esos son obra de Satanás, el resultado de la degeneración” (6 T 186). A pesar de todo, todavía hay una gran belleza en las hojas de colores cambiantes en el otoño, en una puesta de sol, y en un pimpollo de rosa que se abre en una mañana de sol.

Los escritores bíblicos a menudo se refieren a los fenómenos de la naturaleza como una revelación de la majestad y la grandeza de Dios (Sal. 8, 104). ¡Considera el universo! En una noche clara se pueden ver, simplemente con el ojo desnudo, miles de estrellas. Sin embargo, nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene unos doscientos mil millones de estrellas, y eso en solo una galaxia entre varios centenares de miles de millones de galaxias que ahora podemos ver. ¡Quién sabe cuántas más están fuera del alcance de nuestros telescopios!

Las distancias en el universo abruman nuestra mente: Fuera del sol, la estrella más próxima a nuestra tierra, Alfa Centauro, está a 4,28 millones de años luz de distancia (un año luz es la distancia a la que viaja la luz en un año: 9,46 billones de km). Una nave espacial que viajara a 160.000 km por hora necesitaría unos 29.000 años para llegar allá. En contraste, nuestra Vía Láctea ¡tiene un diámetro de 100.000 años luz! La mayor galaxia conocida hasta ahora es Markarian, con un diámetro de 1,3 millones de años luz.
Hechos similares que producen admiración saldrían a la luz si usáramos un microscopio electrónico para estudiar las decenas de miles de genes que cada persona posee. Nuestras mentes finitas sencillamente son incapaces de comprender todas las maravillas del mundo creado.

No obstante, la naturaleza sola no es suficiente para revelar la plenitud del carácter de Dios (Rom. 1:25). Muchas de las preguntas fundamentales acerca de Dios no pueden ser respondidas por medio de un estudio de la naturaleza. Encontraremos difícil ver el amor de Dios reflejado en la forma en que los gatos y las ballenas asesinas juegan con sus presas antes de matarlas. Y, aunque podemos ver el poder y la majestad de Dios en la creación, la naturaleza no siempre nos dice que Dios es “misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Éxo. 34:6).

¿Qué aspectos de la naturaleza te hablan verdaderamente acerca del amor y el poder de Dios? Al mismo tiempo, ¿qué cosas encuentras que te perturban, y por qué? ¿Qué te dicen tus respuestas acerca de cuán limitada es la naturaleza para revelar la plenitud del amor y el carácter de Dios?

Por Medio de Profetas.
Martes 30 de diciembre

Después de la Caída, cuando Dios ya no hablaba directamente con la humanidad, se comunicó con ellas por medio de hombres y mujeres a quienes la Biblia llama videntes, o profetas (1 Sam. 9:9). ¿Qué nos enseñan los siguientes textos acerca de estos profetas? 2 Sam. 23:2; Jer. 1:5; Ose. 4:1; Amós 7:14, 15; Juan 1:1-3.

La palabra profeta (en hebreo, nabí) significa “uno llamado (por Dios)”, o “uno que tiene una vocación (de Dios)”. El profeta es una persona que proclama mensajes divinos. Estos pueden relacionarse con el pasado, el presente o el futuro, y pueden consistir en exhortaciones, instrucciones, consuelo o predicciones.

La palabra castellana profeta viene del griego profetés, una combinación de la preposición pro, “para”, o “en lugar de” o “de parte de”, con el verbo femí, “hablar”. La idea es, entonces, “hablar de parte de”.

Lee Éxodo 4:10 al 17. ¿De qué modo esto nos ayuda a comprender mejor el papel de un profeta?

Aquí Moisés presenta una objeción al llamado de Dios de que fuera a Egipto y confrontara al Faraón, afirmando que él era “tardo en el habla y torpe de lengua” (vers. 10). Aun después de que Dios le recordó a Moisés que él había hecho la boca del hombre y lo capacitaría para hablar ante el Faraón, Moisés todavía tenía objeciones. Entonces, Dios le dijo a Moisés que enviaría a Aarón para que fuera con él. “Él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios” (vers. 16). Como Moisés sería el vocero de Dios, Aarón sería el vocero de Moisés. Así que, un profeta habla en lugar de alguien. El profeta puede hablar a la humanidad de parte de Dios, o viceversa. La tarea principal de un profeta bíblico no era predecir el futuro sino declarar la voluntad divina. A lo largo de toda la historia de Israel, la principal tarea de los profetas fue la de guiar al pueblo de Dios. Específicamente, durante la monarquía, cuando los reyes a menudo hacían “lo malo ante los ojos de Jehová” (2 Rey. 13:2), la institución profética era la guardiana de la teocracia. Los profetas sostenían la ley de Dios y la enseñaban a la gente.


Nota la humildad de Moisés y el sentido de su propia debilidad. ¿Por qué esa es una actitud buena para que cualquiera tenga, no solo para un profeta? ¿Qué peligros enfrentamos si llegamos a tener un alto sentido de nuestra autosuficiencia?

Por Medio de la Palabra.
Miércoles 31 de diciembre

Una de las afirmaciones básicas del cristianismo es que es una religión revelada, y el registro de esta revelación lo encontramos en las Escrituras. Durante los primeros milenios de la existencia humana, Dios se reveló a personas individuales por medio de sueños, visiones o epifanías (apariciones). Desde el tiempo de Moisés (siglo XV a.C.) en adelante, muchas de estas revelaciones fueron escritas. Como resultado, tenemos hoy los 66 libros de la Biblia, que contienen todo el conocimiento necesario para la salvación.
¿Qué nos indican los textos siguientes acerca de la Biblia misma? Mat. 1:22; 2:15, 17; 4:14; Juan 20:30, 31; 2 Tim. 3:16.

Hay varias características importantes de la Biblia que deberían captar nuestra atención. 1) Su unidad: La Biblia, a primera vista, parece ser meramente una colección de libros antiguos. Sin embargo, considerando que fue escrita por aproximadamente cuarenta actores a lo largo de casi mil seiscientos años, su unidad es sorprendente. El plan de salvación es revelado progresivamente desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Hay unidad en su tema: Se promete al Mesías en todo el Antiguo Testamento y se declara, en cada libro del Nuevo Testamento, que él vino en la persona de Jesucristo. Y hay armonía completa en sus enseñanzas: Las doctrinas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento son las mismas. 2) La historia que describe: El Antiguo Testamento incorpora una historia más antigua que la de cualquier pueblo del mundo. William F. Albright, el arqueólogo más grande del siglo XX, escribió: “La tradición nacional hebrea supera a todas las demás, dando un cuadro claro de los orígenes tribales y familiares. En Egipto y en Babilonia, en Asiria y en Fenicia, en Grecia y en Roma, buscamos en vano algo que se pueda comparar con esto. No hay nada como ello en la tradición de los pueblos germánicos. Tampoco en la India o en la China se puede encontrar nada similar”.–The Biblical Period, p. 27. 3) Su supervivencia: La Biblia, comparada con otros escritos antiguos, tiene más evidencia de manuscritos que cualquier otro libro de la literatura clásica, a pesar de los intentos de emperadores romanos para destruirla. Por ejemplo, hay en existencia más de 5.000 manuscritos griegos conocidos del Nuevo Testamento. Le siguen La Ilíada de Homero, de la que sobrevivieron solo 643 manuscritos.

La razón de este fenómeno es el Espíritu Santo, el verdadero autor de la Palabra de Dios, que inspiró a todos los autores humanos. Él cuidó que los historiadores bíblicos presentaran un cuadro exacto, y veló sobre la historia y la conservación de la Biblia.

Por Medio de Cristo.
Jueves 1 de enero

El centro y la sustancia de la revelación de Dios es la persona de Cristo, Dios en carne humana. Cuando se cumplió el tiempo en el plan de Dios, “Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gál. 4:4). Vivió unos 33 años en Palestina, murió sobre una cruz, resucitó de la tumba y ascendió a su Padre.

¿Qué nos enseñan los siguientes textos acerca de cómo la revelación de Dios por medio de Cristo fue diferente a las otras revelaciones presentadas esta semana? Juan 1:14; 3:16; 14:8, 9: Col. 2:9; Heb. 1:1, 2.

La Biblia sobrepasa en mucho la revelación de Dios en la naturaleza; no obstante, ningún registro escrito puede igualarse a la presencia personal del Hijo de Dios. La Biblia es la herramienta de Dios para lograr su propósito en nuestras vidas. Sin embargo, no tiene valor duradero si lo consideramos solamente como un interesante libro de historia. A menos que nos conduzca a Aquel a quien revela, nuestro estudio de la Biblia producirá poco beneficio. La Biblia fue escrita, por sobre todo, para darnos la revelación de Dios presentada al mundo por medio de la vida y la muerte de su Hijo, Jesús.

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (Juan 1:9). ¿Qué contribución nos da este texto para comprender la revelación de Dios en Cristo?

La Nueva Versión Internacional de la Biblia traduce este versículo de la siguiente manera: “Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo”. Esto no significa que cada persona recibirá esta luz, sino que solo si la persona recibe la iluminación, esta tiene que venir de Jesús (Hech. 4:12). La verdadera luz brilla sobre toda la humanidad en el mismo sentido en que Jesús murió por todos, pero no todos serán salvos. Como sigue diciendo Juan, muchos no aceptarán esta luz (Juan 1:10-12).

¿Cuán bien conoces tú mismo a Jesús? Si alguien te dijera: “Cuéntame acerca de Jesús, cómo es y qué puede hacer él por mí”, ¿qué le dirías, y por qué? Prepárate para compartir tu respuesta con la clase el sábado.

Para Estudiar y Meditar.
Viernes 2 de enero.

Lee, en El ministerio de curación, “El verdadero conocimiento de Dios”, pp. 318-333; y el capítulo “Dios en la naturaleza”, en La educación, pp. 99-101.

“Cristo vino para enseñar a los seres humanos lo que Dios desea que conozcan. En los cielos, en la tierra, en las anchurosas aguas del océano vemos la obra de Dios. Todas las cosas creadas testifican acerca de su poder, su sabiduría y su amor. Pero ni de las estrellas, ni del océano ni de las cataratas podemos aprender lo referente a la personalidad de Dios como se revela en Cristo. Dios vio que se necesitaba una revelación más clara que la de la naturaleza para presentarnos su personalidad y su carácter. Envió a su Hijo al mundo para revelar, hasta donde podía soportarlo la vista humana, la naturaleza y los atributos del Dios invisible” (3 JT 263, 264).

“Cristo reveló todo lo que de Dios podían soportar los seres humanos pecaminosos sin ser destruidos. Él es el Maestro divino, el Iluminador. Si Dios hubiese considerado que necesitábamos otras revelaciones que las hechas por Cristo y las que hay en la Palabra escrita, las habría dado” (Ibíd., p. 264).

“La Biblia es un libro maravilloso. Es una historia que abre ante nosotros los siglos pasados. Sin la Biblia quedaríamos solo con conjeturas y fábulas con respecto a lo que sucedió en épocas pasadas. Es una profecía que revela el futuro. Es la Palabra de Dios, que abre ante nosotros el plan de salvación, señalando el camino por el cual podemos escapar de la muerte eterna y recibir la vida eterna” (BE, 1º de octubre de 1892, pár. 5).

Preguntas Para Dialogar:

1. En la clase, compara las respuestas que dieron a la pregunta final de la sección del jueves. ¿Qué podemos aprender los unos de los otros?
2. Si Dios se nos revela por medio de la naturaleza, por lo menos parcialmente, ¿qué nos indica esto acerca de nuestra necesidad de proteger el medio ambiente?
3. ¿Cuáles son otros modos en que Dios se comunica con nosotros? ¿Cómo podemos estar seguros de que Dios es realmente el que nos habla? ¿Qué salvaguardias hay para protegernos de los engaños?
4. Como clase, hagan planes para salir a la naturaleza, para contemplar la revelación de Dios que se encuentra allí. ¿Qué cosas testifican claramente de su poder creativo y su amor? ¿Qué cosas nos plantean preguntas importantes que no pueden contestarse? ¿Por qué la naturaleza, por hermosa que sea, todavía no es suficiente para decirnos todo lo que necesitamos saber?

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