sábado, 17 de enero de 2009

Lección 3: Los dones espirituales y la profecía / Notas de Elena de White

Sábado 10

El Señor Dios del Cielo, que hizo el mundo y creó al ser humano, tiene interés en cada alma y le da a cada uno su obra para que sea un obrero juntamente con él. Hay diversidad de dones y cada ser humano debiera apreciar el capital espiritual y moral con el que ha sido dotado. Nadie debe considerar sus talentos con indiferencia ni quejarse por los pocos que tiene. Cada uno debe poner en acción lo que ha recibido y tratar de hacer lo mejor posible para el Maestro. Un talento bien usado ganará otros talentos y éstos atraerán otros más. Aquel que tiene poco, puede servir a Dios con lo poco que tiene y será considerado a la vista de Dios como un siervo tan fiel como el que tiene muchos talentos y trabaja con ellos. Todos deben comprender su responsabilidad individual de emplear sus talentos para la gloria de Dios y de actuar de acuerdo con sus habilidades. Hay una gran obra que debe ser hecha en el mundo y todos los dones que Dios nos ha concedido deben ser puestos en actividad (1888 Materials, pp. 1439, 1440).

Dones Espirituales.
Domingo 11

Los talentos que Cristo confía a su iglesia representan especialmente las bendiciones y los dones impartidos por el Espíritu Santo. "A éste es dada por el Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo en particular a cada uno como él quiere" (1 Corintios 12:8-11). No se imparten todos los dones a todos los creyentes, pero a cada siervo del Maestro se le promete algún don del Espíritu de acuerdo a la necesidad en la obra de Dios.

En todas las disposiciones del Señor, no hay nada más hermoso que su plan de dar a los hombres y mujeres una diversidad de dones. La iglesia es un jardín, adornado con una variedad de árboles, plantas y flores. Él no espera que el hisopo asuma las proporciones de un cedro, ni que el olivo alcance la altura de la palmera majestuosa. Muchos han recibido solamente una educación religiosa e intelectual limitada, pero Dios tiene una obra para esta clase de personas, si ellas trabajan con humildad, confiando en él.

Un obrero puede ser un orador efectivo; otro, un escritor preparado; hay quien puede tener el don de la oración sincera, diligente y ferviente; o el don del canto; otro, una facultad especial para explicar la Palabra de Dios con claridad. Sin embargo cada don debe convertirse en un poder para Dios, porque él obra junto con sus servidores. A uno le da palabra de sabiduría, a otro conocimiento, a otro fe; pero todos deben trabajar bajo la misma cabeza. La diversidad de dones lleva a una diversidad de operaciones, pero "Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo" (1 Corintios 12:6).

El Señor desea que sus siervos escogidos aprendan a unirse en un esfuerzo armonioso. A alguno puede parecerle que es demasiado el contraste entre sus dones y los de un compañero de tareas como para unirlos en un esfuerzo concertado. Pero cuando recuerden que hay mentes diferentes que deben ser alcanzadas, y que algunos rechazarán la verdad como la presenta un obrero y sólo abrirán sus corazones cuando otro la exponga de manera diferente, entonces se esforzarán por trabajar juntos en unidad. Sus talentos, no importa cuán diversos sean, deben estar bajo el control del mismo Espíritu. En cada palabra y acción, se revelarán bondad y amor; y cuando cada servidor cumpla fielmente con la tarea asignada, quedará contestada la oración de Cristo pidiendo la unidad de sus seguidores, y el mundo conocerá que éstos son sus discípulos (Signs of the Times, marzo 15, 1910; parcialmente en, Recibiréis poder, p. 196).

El Señor no reparte a ningún hombre algún territorio especial en el cual él sólo haya de trabajar. Esto es contrario a su plan. Él se propone que en todo lugar donde se introduzca la verdad, diferentes mentes, diferentes dones sean dedicados a ejercer influencia sobre la obra. Ningún hombre tiene bastante sabiduría para dirigir un interés sin ayudantes, y nadie debe creerse competente para hacerlo. El hecho de que una persona tenga capacidad en una dirección, no es prueba de que su criterio en todos los demás asuntos sea perfecto, y de que no sea necesario que esté unida con la suya la sabiduría de alguna otra mente.

...Dios puso en la iglesia diferentes dones. Estos son preciosos en sus debidos lugares, y todos pueden desempeñar una parte en la obra de preparar un pueblo para la pronta venida de Cristo (Obreros evangélicos, p. 496).

Duración de los Dones Espirituales.
Lunes 12

En tiempos de los apóstoles el derramamiento del Espíritu fue la "lluvia temprana"; glorioso fue el resultado. Pero la "lluvia tardía" será todavía más abundante. ¿Cuál es la promesa para los que viven en estos últimos días?: "Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también os anuncio que os restauraré el doble". "Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía. Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno" (Zacarías 9:12; 10:1).

Cristo dice que la influencia divina del Espíritu estará con sus seguidores hasta el fin. Pero algunos no aprecian esta promesa como deberían; su cumplimiento no se realiza como podría ser. Pueden poseerse erudición, talentos, elocuencia y dotes naturales o adquiridas; pero sin la presencia del Espíritu de Dios ningún corazón será alcanzado, y no se ganará ningún pecador para Cristo. Cuando sus discípulos estén relacionados con él, y cuando estén en posesión de los dones del Espíritu, aún el más pobre e ignorante de entre ellos tendrá poder para impresionar los corazones. Dios los convierte en canales por intermedio del cual actúa la más elevada influencia del universo.

Así como la dotación divina -el poder del Espíritu Santo- le fue dada a los discípulos, hoy también se le otorgará a los que la busquen acertadamente. Sólo este poder es capaz de hacernos sabios para la salvación, a fin de adaptarnos para las cortes celestiales. Cristo desea darnos una bendición que nos santificará. "Estas cosas os he hablado", dice él, "para que mi gozo estén en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido" (S. Juan 15:11). El gozo en el Espíritu Santo imparte salud y vida. Al concedernos su Espíritu, Dios se da a sí mismo: una fuente de influencias divinas, para dar salud y vida el mundo (Recibiréis poder, p. 309).

Cuando el Salvador dijo: "Id, y doctrinad a todos los gentiles", dijo también: "Estas señales seguirán a los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; quitarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán". La promesa es tan abarcante como el mandato. No porque todos los dones hayan de ser impartidos a cada creyente. El Espíritu reparte "particularmente a cada uno como quiere". Pero los dones del Espíritu son prometidos a todo creyente conforme a su necesidad para la obra del Señor. La promesa es tan categórica y fidedigna ahora como en los días de los apóstoles. "Estas señales seguirán a los que creyeren". Tal es el privilegio de los hijos de Dios, y la fe debe echar mano de todo lo que puede tener como apoyo (El Deseado de todas las gentes, pp. 762, 763).

Dones Falsificados.
Martes 13

Al pueblo de Dios se le indica que busque en las Sagradas Escrituras su salvaguardia contra las influencias de los falsos maestros y el poder seductor de los espíritus tenebrosos. Satanás emplea cuantos medios puede para impedir que los hombre conozcan la Biblia, cuyo claro lenguaje revela sus engaños. En ocasión de cada avivamiento de la obra de Dios, el príncipe del mal actúa con mayor energía; en la actualidad está haciendo esfuerzos desesperados preparándose para la lucha final contra Cristo y sus discípulos. El último gran engaño se desplegará pronto ante nosotros. El Anticristo va a efectuar ante nuestra vista obras maravillosas. La falsificación se asemejará tanto a la realidad, que será imposible distinguirlas sin el auxilio de las Santas Escrituras. Ellas son las que deben atestiguar en favor o en contra de toda declaración, de todo milagro.

Quién haga de la operación de milagros la prueba de su fe, encontrará que Satanás puede, mediante una variedad de engaños, realizar maravillas que pasarán por milagros genuinos...

Satanás es un obrero astuto, e introducirá engaños sutiles a fin de oscurecer y confundir la mente y desarraigar las doctrinas de la salvación. Aquellos que no acepten la Palabra de Dios literalmente, caerán en esa trampa.

Los malos ángeles nos siguen en todo momento... Ellos asumen nuevas posiciones y obras maravillosas y milagros ante nuestros ojos...

Algunos estarán tentados a recibir estos prodigios como provenientes de Dios. Habrá enfermos que sanarán delante de nosotros. Se realizarán milagros ante nuestra vista. ¿Estamos preparados para la prueba que nos aguarda cuando se manifiesten más plenamente los milagros mentirosos de Satanás? ¿No serán entrampadas y apresadas muchas almas? Al apartarse de los claros preceptos y mandamientos de Dios, y al prestar oído a las fábulas, la mente de muchos se está preparando para aceptar estos prodigios mentirosos. Todos debemos procurar armarnos ahora para la contienda en la cual pronto deberemos empeñarnos. La fe en la Palabra de Dios, estudiada con oración y puesta en práctica, será nuestro escudo contra el poder de Satanás y nos hará vencedores por la sangre de Cristo (¡Maranata: El Señor viene!, p. 154).

... Cuandoquiera y donquiera obra el Señor dando una bendición genuina, también se revela una falsificación a fin de dejar sin efecto la verdadera obra de Dios. Por lo tanto, necesitamos ser extremadamente cuidadosos y caminar humildemente delante de Dios, a fin de que tengamos el colirio espiritual que nos permita distinguir la operación del Espíritu Santo de Dios de la operación de aquel espíritu que produciría licencia desenfrenada y fanatismo. "Por sus frutos los conoceréis" (S. Mateo 7:20). Los que realmente contemplan a Cristo, serán transformados a su imagen precisamente por el Espíritu del Señor y crecerán hasta la estatura plena de hombres y mujeres en Cristo Jesús. El Espíritu Santo de Dios inspirará a los hombres con amor y pureza, y en sus caracteres se manifestará refinamiento (Mensajes selectos, t. 1, p. 165).

El Don de Profecía.
Miércoles 14

Hay muchos sueños que provienen de las cosas comunes de la vida, con las cuales el Espíritu de Dios no tiene nada que ver. Como hay falsas visiones, hay también falsos sueños, que son inspirados por el espíritu de Satanás. Pero los sueños del Señor están clasificados en la Palabra de Dios con las visiones, y son tan ciertamente los frutos del espíritu de profecía como las visiones. Los tales sueños, teniendo en cuenta a las personas que los tienen, y las circunstancias en las cuales son dados, contienen sus propias pruebas de veracidad (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 274).

Cuando Satanás aparece como ángel de luz es cuando atrapa a las almas en sus redes, engañándolas. Hombres que pretenderán haber sido enseñados por Dios adoptarán teorías engañosas, y en sus enseñanzas adornarán esos errores de manera que los engaños satánicos puedan ser aceptados. Así es como Satanás será introducido como un ángel de luz y tendrá oportunidad de presentar sus fábulas agradables.

Habrá que hacer frente a esos falsos profetas. Tratarán de engañar a muchos induciéndolos a aceptar esas teorías falsas. Muchos pasajes bíblicos serán aplicados erróneamente en forma tal que las teorías engañosas parecerán basadas en las palabras que Dios ha hablado. Se hará uso de verdades preciosas para apoyar y establecer el error. Estos falsos profetas que pretenden ser enseñados por Dios tomarán hermosos pasajes bíblicos, que han sido dados para adornar la verdad, y los utilizarán como un ropaje de justicia para cubrir las teorías falsas y peligrosas. Y hasta algunas personas que en tiempos pasados han sido honradas por Dios se apartarán tan lejos de la verdad que apoyarán teorías engañosas con respecto a muchas fases de la verdad, incluyendo el asunto del Santuario (El evangelismo, p. 264).

En estos días de engaño, cada persona que está afirmada en la verdad tendrá que contender por la fe que una vez fue dada a los santos. Por medio de su obra misteriosa, Satanás introducirá toda clase de error, para engañar, si es posible, hasta a los mismos escogidos, y alejarlos de la verdad. Habrá que hacer frente a la sabiduría humana; a la sabiduría de hombres doctos, quienes, como los fariseos, son maestros de la ley de Dios, pero no la obedecen ellos mismos. Habrá que hacer frente a la ignorancia y la locura humanas que se manifestarán en teorías incoherentes ataviadas con un ropaje nuevo y fantástico; teorías que será más difícil enfrentar porque no hay razón en ellas.

Habrá sueños falsos y visiones espurias, que tendrán una parte de verdad, pero que alejarán de la fe original. El Señor ha dado una regla para detectarlos: "¡A la ley y al testimonios" (Isaías 8:20). Si empequeñecen la ley de Dios, si no prestan atención a su voluntad como ha sido revelada en los testimonios de su Espíritu, son engañadores. Están controlados por el impulso y las impresiones, los cuales creen que provienen del Espíritu Santo, y los consideran más dignos de confianza que la Palabra inspirada. Pretenden que todos los pensamientos y sentimientos constituyen una impresión del Espíritu; y cuando se los hace razonar poniendo las Escrituras como base, declaran que poseen algo más digno de confianza. Pero mientras piensan que son conducidos por el Espíritu de Dios, en realidad están siguiendo fantasías promovidas por Satanás (Mensajes selectos, t. 2, pp. 112, 113).

"Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonios de Jesucristo" (Apocalipsis 12:17). Esta profecía declara con claridad que la iglesia remanente reconocería a Dios y su ley, y tendría el don profético. La obediencia a la ley de Dios y al espíritu de profecía siempre han distinguido a los verdaderos creyentes, especialmente cuando el don se manifiesta en sus propios días. En los días de Jeremías el pueblo no cuestionaba los mensajes de Moisés, Elías o Eliseo, pero rechazó o dejó a un lado el mensaje que Dios enviaba por su actual mensajero, hasta que Dios se vio forzado a permitir su cautiverio.

De la misma manera, en los días de Cristo la gente consideraba como verdadero el mensaje de Jeremías y pensaban que si hubiesen vivido en sus días hubieran aceptado su mensaje. Pero al mismo tiempo rechazaban el mensaje de Cristo de quien los profetas habían escrito.

Cuando se proclamó el mensaje del tercer ángel al mundo, que revelaba a la iglesia la continuidad de la ley de Dios en todo su poder y plenitud, también se restauró inmediatamente el don profético. Este don ha tenido una parte importante en el avance y desarrollo de este mensaje (Loma Linda Messages, p. 33).

Los Dones Espirituales y 1 Corintios 14.
Jueves 15

"Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen" (Hechos 2:3, 4). El Espíritu Santo, asumiendo la forma de lenguas de fuego, descansó sobre los que estaban congregados. Esto era un emblema del don entonces concedido a los discípulos, que los habilitaba para hablar con facilidad idiomas antes desconocidos para ellos. La apariencia de fuego significaba el celo ferviente con que los apóstoles iban a trabajar, y el poder que iba a acompañar su obra.

"Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo" (Hechos 2:5). Durante la dispersión, los judíos habían sido esparcidos por casi todos los lugares del mundo habitado, y en su destierro habían aprendido a hablar varios idiomas. Muchos de esos judíos estaban en esa ocasión en Jerusalén, asistiendo a las festividades religiosas que se celebraban. Toda lengua conocida estaba representada por la multitud allí reunida. Esta diversidad de idiomas hubiera sido un gran obstáculo para la proclamación del evangelio; por lo tanto, Dios suplió de una manera milagrosa la deficiencia de los apóstoles. El Espíritu Santo hizo por ellos lo que los discípulos no hubieran podido llevar a cabo en todo el curso de su vida. Ellos podían ahora proclamar las verdades del evangelio extensamente, pues hablaban con corrección los idiomas de aquellos por quienes trabajaban.

Este don milagroso era una evidencia poderosa para el mundo de que la comisión de ellos llevaba el sello del Cielo. De allí en adelante, el habla de los discípulos fue pura, sencilla y correcta, ya hablaran en su idioma nativo o en idioma extranjero (Recibiréis poder, p. 206).

Un espíritu de fanatismo ha regido cierta clase de observadores del sábado [del este de los Estados Unidos]; han bebido tan sólo pocos sorbos de la fuente de verdad, y no conocen el espíritu del mensaje del tercer ángel. Nada puede hacerse para esta clase hasta que corrija sus opiniones fanáticas...

Algunas de esas personas tienen manifestaciones de lo que llaman dones, y dicen que el Señor las ha colocado en la iglesia. Hablan en una jeringoza incomprensible que llaman lengua desconocida, y que lo es no sólo para el hombre, sino para el Señor y todo el Cielo. Estos dones son fabricados por hombres y mujeres ayudados por el gran engañador. El fanatismo, la falsa agitación, el falso hablar en lenguas y los servicios ruidosos han sido considerados dones que Dios ha colocado en la iglesia. Algunos han sido engañados. El fruto de todo esto no ha sido bueno...

Son muchos los espíritus inquietos que no quieren someterse a la disciplina, el sistema y el orden. Piensan que sus libertades quedarían cercenadas si pusieran a un lado su propio juicio y se sometiesen al de personas de experiencia. La obra de Dios no progresará a menos que decidan someterse al orden y expulsar de las reuniones el espíritu temerario y desordenado del fanatismo. Las impresiones y los sentimientos no son evidencia segura de que una persona es conducida por el Señor. Satanás creará sentimientos e impresiones, si no se sospecha de él. Estas cosas no son una guía segura. Todos deben familiarizarse cabalmente con las evidencias de nuestra fe, y el gran objeto de su estudio debe ser cómo adornar la profesión de fe con frutos dignos de la gloria de Dios... Debe refrenarse un espíritu trivial, temerario y bromista. No es evidencia de los efectos de la gracia de Dios sobre le corazón que las personas hablen y oren con talento en la reunión, y luego, cuando han salido de ella, se entreguen a una conversación y conducta grosera y descuidada (¡Maranta: El Señor viene!, p. 152).

Para Estudiar y Meditar.
Viernes 16

Los hechos de los apóstoles, pp. 29-38.

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