sábado, 17 de enero de 2009

Lección 2: El don profético / Edición para Maestros

El sábado enseñaré...
Texto Clave: Números 12:6.

Enseña a tu clase a:

Saber que Dios nos habla por medio de otras personas a quienes llamamos profetas.
Sentir respeto y buena disposición hacia los profetas e identificarse con ellos como seres humanos semejantes a nosotros.
Hacer una consideración cuidadosa de la forma en que los profetas pueden hablarnos a nosotros y a la iglesia.

Bosquejo de la Lección

I. El papel de los profetas (Deut. 18:14-22; 34:10)
A. ¿Por qué Dios designó profetas? ¿Cuál era su función?
B. ¿Cuál es la importancia de la experiencia cara a cara o personal, para el profeta, para Dios y para nosotros?

II. Los profetas son humanos (Juec. 5)
A. ¿Qué nos revela la historia de Débora acerca de la forma en que actuaban los profetas dentro de sus comunidades? ¿Por qué a veces resultaba difícil ser un profeta?
B. ¿Qué nos enseña la diversidad humana de los profetas bíblicos acerca de Dios?
C. ¿Qué errores y debilidades son evidentes en los profetas bíblicos? ¿Qué nos dice esto acerca de la actitud de Dios hacia nosotros? ¿De qué modo los errores y las fallas de los profetas modelan nuestras expectativas acerca de ellos y de sus escritos?

III. La profecía en la iglesia (Hech. 2:16-21; 21:8-14)
A. ¿Qué nos sugiere la presencia frecuente de profetas en el Nuevo Testamento acerca de la forma en que Dios habla a la iglesia?
B. ¿De qué modo respondes a la posibilidad de que Dios pudiera usar a alguien para hablarnos de parte de él? ¿Por qué?

Resumen

A lo largo de toda la historia, Dios usó a personas comunes, en diversas circunstancias, para hablar en nombre de él. Estos profetas han fortalecido, corregido, guiado y animado al pueblo de Dios en su viaje hacia la Tierra Prometida, donde un día hablaremos cara a cara con Dios otra vez.

CICLO DE APRENDIZAJE

PASO 1: ¡Motiva!

Concepto clave para el crecimiento espiritual: Así como los profetas sirvieron como mediadores entre Dios y su pueblo, nosotros, también podemos servir a Dios, no importa cuántas fallas tengamos.

Las perlas son un accidente de la naturaleza. Las ostras detenidas en su crecimiento y de forma irregular son las que con más probabilidad producen perlas. Para que se forme una perla, un elemento irritante debe entrar en el molusco cuando las valvas de la ostra están abiertas para respirar y comer. Este elemento irritante pocas veces es un grano de arena, pero más a menudo es un parásito que perfora la concha, o restos de plantas en descomposición, huevos de moluscos, pequeños cangrejos, trozos de comida sueltos, o aun pececitos. El molusco se protege depositando una capa de nácar que cubre los elementos irritantes en capas. Con el tiempo, esa imperfección llega a ser una perla. (www.fao.org/docrep/field/003/AB726E/AB726F.11.htm).

Es difícil imaginar cómo algo tan defectuoso puede producir algo tan hermoso. Esto debería darnos esperanza cuando nuestras debilidades, imperfecciones y fracasos nos amenazan con abrumarnos. Si Dios puede tomar algo tan atrofiado y con forma tan rara como un molusco y usarlo para crear la perfección de una perla, ¿será menos capaz de darnos belleza y fortaleza a partir de nuestras fallas? “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Cor. 12:9). Por ello, la próxima vez que te asalten dificultades o penurias, o estés abrumado por tus deficiencias espirituales, recuerda: sin el elemento irritante, no habría perlas.
Considera: Ya hemos aprendido que Moisés tenía miedo de hablar frente al Faraón porque sentía que su capacidad de hablar era defectuosa. ¿Qué ayuda le prometió Dios? ¿Cuáles son algunas otras debilidades que otros líderes bíblicos experimentaron y que Dios les ayudó a vencer? ¿De qué modo esto inspira a tu clase con la esperanza de que Dios puede usarlos a pesar de sus fallas y sus debilidades? ¿De qué modo Dios ha transformado deformidades espirituales en “perlas”? ¿De qué forma usó “elementos irritantes” para hacernos más fuertes?

PASO 2: ¡Explora!
Comentario de la Biblia

Solo para los maestros: Consideraremos las vidas de los profetas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento para definir la obra de un profeta.

I. Abraham: Ferviente, aunque con fallas

(Lee con tu clase Gén. 20:7).

La primera vez que se usa en la Biblia la palabra profeta es en Génesis 20. Si consideramos la historia, vemos que toda la familia de Abimelec sufrió una maldición porque este codició la esposa de Abraham. Sara y Abraham habían mentido acerca de ser esposos, mencionando que Sara era la media hermana de Abraham, pero sin mencionar que era su esposa. Esta era una verdad a medias, ¡y nada menos que de los labios de un profeta! Fue suficiente para convencer a Abimelec de que Sara estaba libre para unirse a su harén. Y, cuando la llevó, Dios cerró la matriz de todas las esposas de Abimelec. Lo que es muy interesante en la narración es que, a pesar de la mentira de Abraham, Dios se refiere a este como un profeta y hace depender la restauración de Abimelec de la oración intercesora de Abraham en su favor. Aunque muchos de nosotros hemos caído y tenemos fallas, Dios todavía nos llama para servirlo a pesar de nuestras imperfecciones.

Considera: Dios llamó a Abraham a pesar de sus fallas. ¿Qué esperanza nos da esto de que Dios nos pueda usar a pesar de nuestras faltas? Al mismo tiempo, ¿por qué las fallas de los profetas no nos dan licencia para pecar voluntariamente contra Dios mientras pretendemos servirlo?

II. La intercesión de Moisés: la obra de un profeta

(Lee Éxo. 32:11-13; Núm. 14:13-19; 16:46-50).

Después de la rebelión de Israel contra Dios al hacer el becerro de oro, Dios le dijo a Moisés que iba a destruirlos y crear un nuevo pueblo escogido con sus descendientes. La oración de Moisés impidió la exterminación completa de Israel como nación. En su papel de intercesor, Moisés actuó como un precursor de Cristo. Moisés no excusó el pecado del pueblo; en cambio, intercedió en favor de él, procurando que Dios lo perdonara. Este papel intercesor demuestra algo de la tarea de un profeta.

También aprendemos que, durante el tiempo en que Moisés relató las palabras de Dios al pueblo, su rostro estuvo velado. El velo ante el rostro de Moisés lo hace un tipo de Cristo. Jesús veló su divinidad con humanidad a fin de habitar con nosotros. Moisés, al estar con el velo, representaba cómo Dios debe revelarse a sí mismo a nosotros: sin velo, Dios no podría tener comunión con nosotros sin destruirnos. Pero Dios, velado en la humanidad, podía tener compañerismo libremente con los pecadores a fin de reunir a la humanidad con el Cielo. La gloria reflejada en el rostro de Moisés equivale a las bendiciones que recibirá el pueblo que guarda los mandamientos de Dios gracias a la mediación de Cristo.
Números 16 demuestra, además, que la obra de un profeta está basada en las acciones mediadoras que realizaron Moisés y Aarón al mantener a raya la plaga mortal. 1) Moisés actuó como vocero de Dios (vers. 46). 2) Aarón llevó el incensario del Lugar Santo –que sólo se usaba en el interior del Templo– y lo llevó a donde estaba el pueblo. El incienso simbolizaba la obra intercesora de Jesús y su expiación, que vino del cielo para estar con nosotros. Aarón sirvió como un tipo de Cristo, quien vino a mezclarse con los seres humanos pecadores y se ofreció a sí mismo por nuestros pecados.

Considera: ¿De qué modo los actos de Moisés y de Aarón, en Números 16, arrojan luz adicional sobre la obra de un intercesor? A su vez, ¿qué nos enseña esto acerca de la obra expiatoria de Cristo por nosotros?

III. Profetisas: María y Débora

(Lee Núm. 12:2, 3 y Juec. 4:1-18 con tu clase).

María es la primera mujer del Antiguo Testamento llamada profetisa (ver Éxo. 15:20). Ella seguía a Moisés y Aarón en poder. María reclamaba poseer el don profético, ya que Dios había hablado por medio de ella. Miqueas afirma que Dios libró a Israel de Egipto por medio de Moisés, Aarón y María (Miq. 6:4). Después de la liberación, María dirigió a las mujeres en el Cántico de Moisés junto al Mar Rojo. Es muy posible que ella pudiera ser considerada como organizadora del primer departamento de Ministerios de la Mujer en la iglesia de Dios. Además de comunicar al pueblo los mensajes que Dios le dio, ella pudo haber enseñado y reprobado a la gente durante un ministerio que abarcó noventa años.

Más tarde, durante el tiempo de los jueces, Dios llamó a otra mujer, Débora, para ser profetisa. Débora escuchaba los casos que le traían, bajo un árbol entre Rama y Bet-el. Este tribunal al aire libre permitía que la gente tuviera un acceso más fácil hasta ella, al venir a Débora para recibir justicia. Como profetisa, ella corregía abusos y resolvía disputas. En Jueces 4:8 se nos dice cuánta estima tenía la gente por Débora. Tan grande era su influencia que el gran guerrero Barac, a quien Dios llamó para librar a Israel de sus enemigos, rehusó ir a la batalla si Débora no marchaba junto a él. Su presencia haría claro que esa empresa era la voluntad de Dios. Barac, un guerrero fuerte y valiente, se sometió a ella para recibir conducción profética. Débora, aunque era mujer y no guerrera, no rehusó dirigir a Israel a la batalla. Dios nos mostró, por medio de la historia de ella, que él no se limita al género masculino al llamar a los profetas.

Considera: ¿Qué nos enseñan los ministerios de María y de Débora acerca de la obra de los profetas? ¿Qué nos revela acerca de Dios el hecho de que él eligió a mujeres, así como a hombres, para servir como profetas?

PASO 3: ¡Practica!

Preguntas para reflexionar:

1. ¿Qué peligro existe en concentrarse en las faltas de un profeta como medio para justificar tus propios pecados?
2. ¿Cuál de los profetas te inspira a vivir una vida piadosa? ¿Por qué?

Preguntas de aplicación:

1. La Biblia dice: “Todos pecaron” (Rom. 3:23), pero proporciona una solución que nos permite escapar de “la paga del pecado” (Rom. 6:23), que es la muerte. ¿Cómo entiendes que actúa esta solución? ¿En qué está basada? ¿Cómo puedes aprovechar esta maravillosa provisión?
2. Por causa de sus pecados, Moisés no pudo entrar en la Tierra Prometida. Las consecuencias de tus pecados ¿te desaniman o te acercan a la Fuente de la salvación? Explica.
3. Analiza el impacto que podría tener un espíritu perdonador en la vida de tu iglesia.

PASO 4: ¡Aplica!

1. ¿De qué modo tu iglesia marca una diferencia positiva en la vida de las personas? ¿Cómo podría hacerlo mejor?
2. Todos vieron claramente que Moisés había estado en la presencia de Dios, una vez que descendió del Monte Sinaí. ¿Qué pasa contigo mismo? ¿Qué sucede en tu vida, que revela tu relación con Dios?
3. ¿Qué clase de modelo representas tú? Si no es un modelo bueno, ¿por qué no lo es? ¿Por qué no necesitas ser perfecto para ser todavía un buen modelo?

Lee Hechos 4:12 y pide a la clase que oren en silencio en favor de alguien que tiene alguna necesidad.

Guía de Estudio de la Biblia: El don profético yla iglesia remanente de Dios. Edición de Maestros.
Periodo: Trimestre Enero-Marzo de 2009
Autor: Gerhard Pfandl, nacido en Austria, ha sido director asociado del Instituto de Investigaciones Bíblicas de la Asociación General desde 1999.
Editor: Clifford Goldstein

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