sábado, 17 de enero de 2009

Lección 4: El don profético y la iglesia remanente de Dios. Para el 24 de enero de 2009

Sábado 17 de enero.

Lee Para el Estudio de esta Semana: Apocalipsis 12; 14:1-12.

Para Memorizar: “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apoc. 12:17).

EL TEMA DEL REMANENTE aparece por primera vez con Noé y su familia (Gén. 7:23), y reaparece en la historia de Israel. El apóstol Pablo se refiere a un remanente (Rom. 11:5) que estaba constituido entonces por judíos que habían aceptado a Jesús y quienes más tarde constituyeron el núcleo de la iglesia cristiana. En el libro del Apocalipsis aparece un remanente en las iglesias de Tiatira (Apoc. 2:24) y de Sardis (Apoc. 3:4), y también en el capítulo 12, y este será el tema de nuestro estudio de esta semana.

El remanente fiel de Dios no siempre fue un remanente visible; es decir, desde los primeros días hasta los últimos días, Dios tiene sus fieles en diferentes religiones, que es la razón del llamado: “Salid de ella [Babilonia], pueblo mío” (Apoc. 18:4). No obstante, hay una descripción específica del remanente de Dios en los últimos días.

Un Vistazo a la Semana: ¿Qué representan los símbolos de Apocalipsis 12? ¿Qué eventos históricos pueden observarse como cumplimiento de este capítulo? ¿Cuál es el significado de las frases “testimonio de Jesús” y “el espíritu de la profecía”?

El Bien contra El Mal - Acto 1.
Domingo 18 de enero

Lee Apocalipsis 12:1 al 6. ¿Qué se nos indica aquí?

Apocalipsis 12 presenta el gran conflicto entre Cristo y Satanás en forma de símbolos, y describe su progreso desde el tiempo de Cristo hasta el tiempo del fin. En el versículo 1, Juan ve un espectáculo deslumbrante: una mujer embarazada, “vestida del sol, con la luna debajo de sus pies”, y con una corona de doce estrellas. Él llama a esa aparición “una gran señal”, indicando que la mujer es más que una mera mujer. Ella es un símbolo de la iglesia, es decir, del pueblo fiel de Dios (ver Isa. 54:5, 6; 2 Cor. 11:2). La aparición deslumbrante de la mujer la vincula con Jesús, el Sol de justicia (Mal. 4:2; Apoc. 1:16).

De acuerdo con Apocalipsis 12:6, la mujer huye al desierto por causa del dragón, adonde Dios la cuida durante 1.260 días. ¿De qué está hablando aquí, y qué simbolizan los 1.260 días? Dan. 7:25; Apoc. 12:14; 13:5.

Hasta el siglo XIX, la mayoría de los estudiantes de la profecía usaba el principio de un día por un año, y así comprendían que los 1.260 días se referían al tiempo de persecución de la iglesia durante la Edad Media, un período de 1.260 años.

Y lo hacían con buenas razones. Primero, toda la sección está llena de símbolos que no son tomados literalmente; así que, ¿por qué el elemento de tiempo había de ser tomado en forma literal? Segundo, las diversas frases de tiempo usadas en Daniel y Apocalipsis –“tiempo, y tiempos y medio tiempo” (Dan. 7:25; 12:7; Apoc. 12:14), “cuarenta y dos meses” (Apoc. 11:2; 13:5) y “mil doscientos sesenta días” (Apoc. 11:3; 12:6)– no son la forma natural de expresar tres años y medio literales (ver Luc. 4:25; Sant. 5:17). Por estas razones y otras, los adventistas del séptimo día (en contraste con la mayoría de los otros cristianos hoy) interpretan los 1.260 días como 1.260 años, y los ven como una referencia al período de la supremacía papal desde el siglo VI hasta fines del siglo XVIII.

¿Cuáles son algunos de los símbolos comunes que prevalecen en tus propias sociedad y cultura? ¿Cuál es el propósito de ellos? ¿De qué modo usas símbolos en tu vida diaria?

El Bien contra El Mal - Acto 2.
Lunes 19 de enero

Apocalipsis 12:7 al 12 es un interludio en la historia; se concentra en la caída de Satanás en el cielo y su exilio a la tierra. Por esto, se nos da una vislumbre del origen de la gran controversia que comenzó en otra parte del universo. Los movimientos entre el cielo y la tierra deberían decirnos cuán estrechamente ligados están los eventos en uno que impactan en la otra. Realmente, ¡estamos en medio de una batalla cósmica!

Apocalipsis 12:13 al 17 retoma la historia dejada en el versículo 6, y describe en términos simbólicos la persecución de la iglesia cristiana, primero por el Imperio Romano y más tarde por la Iglesia Romana apóstata. ¿Qué representan aquí los símbolos?

En estos versículos, se envía una inundación contra el pueblo de Dios, un símbolo de los ejércitos perseguidores (Jer. 46:7, 8; 47:2; Dan. 9:26). En contraste, en Apocalipsis 12:16 se describe la tierra como ayudando a la iglesia perseguida. En 1620, los primeros peregrinos, al huir de las persecuciones religiosas en Europa, llegaron a Norteamérica. En este continente, recientemente descubierto, encontraron un lugar seguro donde los ejércitos perseguidores de los poderes europeos no podían alcanzarlos. De este modo, simbólicamente, el Nuevo Mundo tragó a los ejércitos perseguidores.

Apocalipsis 12:17 se está refiriendo al tiempo después del período de 1.260 días (que terminó al final del siglo XVIII). Satanás, al ver que era incapaz de eliminar al pueblo fiel de Dios, se enoja con un grupo específico llamado “el resto de la descendencia de ella”.

Lee cuidadosamente Apocalipsis 12:17. ¿Cuál es la primera marca que identifica a este remanente? ¿De qué modo los siguientes textos nos ayudan a entender lo que significan “los mandamientos de Dios”? Mat. 24:20; Rom. 3:31; Efe. 6:1; Sant. 2:9-11.

¿Cuánto más sencillo podría haberlo hecho Dios? Este remanente del tiempo del fin se distinguirá, en primer lugar, por el hecho de que guarda los mandamientos de Dios, todos ellos, lo que por supuesto incluye el sábado del día séptimo.

¿Cuán firme estás con respecto al llamado que hace Dios de que guardemos sus mandamientos? ¿Cómo podemos estar seguros de que Dios nos manda guardarlos? ¿Cómo respondes a los argumentos que hacen algunos en contra la observancia de los mandamientos, especialmente, el del sábado?

El Testimonio de Jesús.
Martes 20 de enero

La segunda marca para identificar a la iglesia remanente es “el testimonio de Jesucristo” (gr., marturía Iesou). Esta expresión aparece seis veces en el libro del Apocalipsis (Apoc. 1:2, 9; 12:17; 19:10; 20:4).

¿Cuál es el significado de la frase “el testimonio de Jesucristo (o de Jesús) en los siguientes textos? Apoc. 1:2, 9; 19:10; 20:4.

Se han presentado dos explicaciones gramaticales con respecto a su significado. La primera idea interpreta “el testimonio de Jesucristo” como el testimonio que da una persona de Cristo. La segunda idea entiende “el testimonio de Jesús” como la autorrevelación de Jesús, su propio testimonio.

Un estudio de la palabra testimonio en los escritos de Juan indica que cada vez que aparece en la misma construcción gramatical como está en el Apocalipsis, siempre se refiere al testimonio de Jesús mismo (Juan 1:19; 3:11, 32, 33; 5:31). En contraste, en los escritos de Juan, la idea de testificar acerca de alguien se expresa siempre en forma consistente por una construcción gramatical diferente.

En el libro del Apocalipsis, por lo tanto, la expresión “testimonio de Jesús”, o “de Jesucristo”, también debería entenderse como el testimonio de Jesús acerca de sí mismo, y no el testimonio del remanente acerca de él. Esto surge de un estudio de los textos mismos del Apocalipsis. Apocalipsis 1:2 dice que Juan dio testimonio “de la palabra de Dios” y “del testimonio de Jesucristo”. De este modo, “la palabra de Dios” se refiere a lo que dice Dios y es paralela con “el testimonio de Jesucristo”. De este modo, “la palabra de Dios” es sencillamente lo que Jesús dice; es el testimonio que Jesús da acerca de sí mismo.

Lo mismo es cierto en Apocalipsis 1:9. Juan se presenta y expone sus credenciales, y dice que él está en la isla de Patmos por causa de “la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo”. Se ve claramente el paralelismo entre “palabra de Dios” y “el testimonio de Jesucristo”. De este modo, de acuerdo con el principio de “interpretar la Escritura con la Escritura”, cada texto en el libro del Apocalipsis donde aparece la frase “el testimonio de Jesús” siempre se refiere al testimonio que Jesús da de sí mismo.

¿De qué modo se te ha revelado Jesús a ti? ¿Quisieras conocerlo mejor? ¿Cuál es la única manera en que puedes hacerlo?


El Espíritu de Profecía.
Miércoles 21 de enero

Apocalipsis 19:10 dice: “Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”. La frase “espíritu de la profecía” aparece, en todas las Escrituras, solo en este pasaje. ¿Qué significa esto? 1 Cor. 12:8-10, 28; Efe. 4:11.

El paralelo más próximo a la frase “espíritu de la profecía”, en la Biblia, se encuentra en 1 Corintios 12:8 al 10. Allí Pablo se refiere al Espíritu Santo, que da el don de la profecía entre otros dones (jarísmata); y la persona que recibe este don es llamada un profeta.

Ahora, así como en 1 Corintios 12:28, los que tienen el don de la profecía (vers. 10 del mismo capítulo) son llamados profetas; en Apocalipsis 22:8, 9 los que tienen el espíritu de la profecía (Apoc. 19:10) también son llamados “profetas”.

“Yo me postré a sus pies para adorarlo. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Apoc. 19:10).

“Me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. Pero él me dijo: Mira, no lo hagas, porque yo soy consiervo tuyo, de los hermanos los profetas y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios” (Apoc. 22:8, 9).

La situación en ambos pasajes es la misma. Juan cae a los pies del ángel para adorarlo. Las palabras con que responde el ángel son casi idénticas, sin embargo la diferencia es importante. En Apocalipsis 19:10, los hermanos son identificados por la frase “que retienen el testimonio de Jesús”. En Apocalipsis 22:9, los hermanos son llamados sencillamente “profetas”.

Si el principio protestante de interpretar las Escrituras con las Escrituras significa algo, esta comparación debe conducirnos a la conclusión de que “el espíritu de la profecía” en Apocalipsis 19:10 es el don profético, que no se da a los feligreses en general, sino solo a los que han sido llamados por Dios para ser profetas.

Esta no es una interpretación exclusivamente adventista. El erudito luterano Hemann Strathmann dice acerca de “los hermanos que tienen el testimonio de Jesús” en Apocalipsis 19:10: “De acuerdo con el paralelo de 22:9, los hermanos a los que se refiere aquí no son los creyentes en general, sino los profetas. [...] Si tienen la marturía Iesou [el testimonio de Jesús], tienen el espíritu de la profecía, es decir, son profetas”.–Theological Dictionary of the New Testament, t. 4, p. 501.

La Iglesia Remanente.
Jueves 22 de enero

Por nuestro estudio hecho hasta ahora, entendemos que en Apocalipsis 12:17 “el resto de la descendencia de ella” se refiere a la iglesia remanente visible, que puede ser reconocida por dos características específicas: 1) “guardan los mandamientos de Dios” como Dios los dio en el monte Sinaí, incluyendo el mandamiento del sábado; y 2) “tienen el testimonio de Jesucristo”, que es el “espíritu de la profecía”, o el don profético.

El movimiento adventista guardador del sábado, aun desde antes de su organización en 1863, siempre ha reclamado estas señales de identificación para sí mismo. Como adventistas proclamamos los Diez Mandamientos, incluyendo el del sábado; y creemos que, como iglesia, tenemos el testimonio de Jesús; es decir, que Dios se manifestó a sí mismo en la vida y la obra de Elena G. de White.

De este modo, la Iglesia Adventista del Séptimo Día no es solo una iglesia entre muchas. Es una iglesia prevista proféticamente. Dios ha llamado a la existencia a esta iglesia para un propósito muy específico: proclamar los mensajes de los tres ángeles a un mundo moribundo.

Lee Apocalipsis 14:6 al 12. ¿Qué se dice aquí que nos ayuda a comprender algunas de las características del pueblo de Dios del tiempo del fin? ¿Qué elementos entran en juego, y de qué modos estamos justificados en identificarnos allí, como también nuestro llamado, en ese pasaje?

Como Adventistas del Séptimo Día, creemos que somos miembros de la iglesia remanente de Dios. Sin embargo, esta identificación con la iglesia remanente no nos concede una situación exclusiva con Dios. Tú puedes ser parte de este remanente corporativo y, sin embargo, perderte. La salvación no está garantizada por ser miembro de ninguna iglesia. Somos salvados individualmente, no como iglesia. Es un gran privilegio y una gran responsabilidad ser parte de esta iglesia, porque tenemos un llamamiento sagrado; pero ser miembros de esta iglesia no nos garantiza más la salvación de lo que en la antigüedad lo era el ser hebreo (Jer. 8:20).

¿Cuál es tu única garantía de salvación, y cómo puedes tenerla tú mismo?


Para Estudiar y Meditar.
Viernes 23 de enero.

Lee el “Prólogo histórico”, en Primeros escritos, pp. vii-xxx; y, si tienes acceso al libro The Spirit of Prophecy, de Elena G. de White, lee “Introductory: The Spirit of Prophecy”, pp. 7-16.

“Uno de los dones del Espíritu Santo es la profecía. Este don constituye un rasgo que identifica a la iglesia remanente, y se manifestó en el ministerio de Elena G. de White. Por haber sido la mensajera del Señor, sus escritos proveen una fuente de verdad perdurable y autoritativa, que provee para la iglesia consuelo, conducción, instrucción y corrección. Además, hacen claro el hecho de que la Biblia es la regla con la cual se debe probar toda enseñanza y experiencia” (CASD 246).

Un estudio de la idea del remanente en el Antiguo Testamento revela algunas características interesantes. Tal vez la más importante sea que, en toda la Biblia, el remanente era los que vivían con más luz que los demás. Noé tenía la luz acerca del diluvio venidero. Abraham tenía la luz acerca del Dios verdadero. La nación de Israel estaba adorando a Dios en el Santuario, mientras que sus vecinos paganos sacrificaban niños sobre sus altares o se inclinaban frente a estatuas de gatos, bueyes y otros animales. Resumiendo, la idea del remanente tenía más que ver con una revelación de la verdad y del carácter de Dios que con la santidad de quienes tenían ese conocimiento. ¿Cuál es el punto? Como se expresó en la sección del jueves, ser parte del remanente significa que tienes gran luz, y con esa luz vienen responsabilidades importantes. No significa que tienes la salvación automáticamente; ni significa que los que no son parte del remanente están perdidos. Es un hecho desafortunado de la historia sagrada que muchos de los que fueron parte del remante de Dios no solo fracasaron en vivir a la altura de la luz que habían recibido, sino también a menudo se rebelaban en contra de ella.

Preguntas Para Dialogar:

1. ¿Qué mensaje importante se encuentra en Lucas 12:48 para quienes creen que son parte de la iglesia remanente?
2. La pretensión de que somos “la iglesia remanente” puede sonar muy arrogante y exclusivista. Y, no obstante, ¿por qué tiene sentido que Dios tenga un pueblo especial con un mensaje especial en los últimos días de la tierra? ¿O no tiene sentido? Analiza esta idea.
3. Si pertenecer al remanente no garantiza la salvación, ¿qué ventajas hay en ser parte de ella?


Título: El don profético y la iglesia remanente de Dios. Edición de Adultos.
Periodo: Trimestre Enero-Marzo de 2009
Autor: Gerhard Pfandl, nacido en Austria, ha sido director asociado del Instituto de Investigaciones Bíblicas de la Asociación General desde 1999.

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