Sábado 24
La Biblia nos presenta a Dios como su autor, y sin embargo, fue escrita por manos humanas. La diversidad de estilo de sus diferentes libros muestra la individualidad de cada uno de sus escritores. Todas las verdades reveladas son inspiradas por Dios (2 Timoteo 3:16), aunque expresadas en palabras humanas. El Ser supremo e infinito iluminó con su Espíritu la inteligencia y el corazón de sus siervos. Les daba sueños y visiones, y les mostraba símbolos y figuras. Pero lo que captaron la verdad así revelada, revistieron el pensamiento divino con sus palabras.
Los diez mandamientos fueron enunciados por el mismo Dios y escritos con su propia mano. Su redacción es divina y no humana. Pero la Biblia, con sus verdades de origen divino, expresadas en el idioma de los hombres, es una unión de lo divino y lo humano. Esta unión existía en la naturaleza de Cristo, quien era Hijo de Dios e Hijo del hombre. Se puede, pues, decir de la Biblia lo que fue dicho de Cristo: "Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros" (S. Juan 1:14).
Escritos en épocas diferentes y por hombre que diferían notablemente en posición social y económica y en capacidad intelectuales y espirituales, los libros de la Biblia presentan contrastes en su estilo, como también diversidad en la naturaleza de los temas que desarrollan. Sus diversos escritores se valen de expresiones diferentes. A menudo la misma verdad está presentada por uno de ellos de modo más patente que por otro. Ahora bien, como varios de sus autores nos presentan el mismo asunto desde puntos de vista y aspectos diferentes, al lector superficial, descuidado y desprevenido, puede parecerle que hay divergencias o contradicciones, allí donde el lector atento y respetuoso discierne, con mayor penetración, la armonía fundamental (Recibiréis poder, p. 224).
Revelación-Inspiración.
Domingo 25
Los escritores de la Biblia tuvieron que expresar sus ideas en lenguaje humano. Fue escrita por seres humanos. Esos hombres fueron inspirados por el Espíritu Santo. Pero debido a las imperfecciones de comprensión del lenguaje humano, o a la perversidad de la mente humana, sutil para evadir la verdad, muchos leen y comprenden la Biblia sólo para agradarse a sí mismos. No es que la dificultad esté en la Biblia. Los adversarios políticos discuten asuntos de ley en los códigos legales, sin embargo, al aplicar esas leyes adoptan puntos de vista opuestos.
Las Escrituras no fueron dadas a los hombres en una cadena ininterrumpida de declaraciones continuas, sino fragmento tras fragmento a través de generaciones sucesivas, a medida que Dios, en su providencia, vio muchas veces y en diversos lugares la oportunidad adecuada para impresionar a los hombres. Ellos escribieron a medida que fueron impulsados por el Espíritu Santo. Hay "primero el brote, después el capullo, y después el fruto"; "Primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga". Esto es exactamente lo que son para nosotros las declaraciones de la Biblia...
La Biblia no nos es dada en un grandioso lenguaje sobrehumano. Jesús tomó la humanidad para llegar al hombre donde éste está. La Biblia tuvo que ser dada en el lenguaje de los hombres. Todo lo que es humano es imperfecto. Una misma palabra expresa diferentes significados; no hay una palabra para cada idea diferente. La Biblia fue dada con propósitos prácticos.
Las mentes son de diferentes clases. No todos entienden las expresiones y declaraciones de la misma manera. Hay quienes entienden las declaraciones de las Escrituras para que se ajusten a su pensar particular y a su propio caso. Las predisposiciones, los prejuicios y las pasiones influyen mucho para oscurecer la comprensión y confundir la mente aun al leer las palabras de los Escritos Sagrados (Comentario bíblico adventista, t. 7, pp. 956, 957).
El Señor habla a los seres humanos en lenguaje imperfecto, a fin de que puedan comprender sus palabras los sentidos degenerados, la percepción opaca y terrena de seres terrenos. Así se muestra la condescendencia de Dios. Se encuentra con los seres humanos caídos donde están ellos. La Biblia, perfecta como es en su sencillez, no responde a las grandes ideas de Dios; pues las ideas infinitas no pueden ser perfectamente incorporadas en los vehículos finitos del pensamiento. En vez de que las expresiones de la Biblia sean exageradas, como muchos suponen, las expresiones vigorosas se quebrantan ante la magnificencia del pensamiento, aunque el escribiente elija el lenguaje más expresivo para transmitir las verdades de la educación superior. Los seres pecadores sólo pueden soportar mirar una sombra del brillo de la gloria del Cielo (Mensajes selectos, t. 1, pp. 25, 26).
Inspiración Verbal o de Pensamiento.
Lunes 26
La Biblia está escrita por hombres inspirados, pero no es la forma del pensamiento y de la expresión de Dios. Es la forma de la humanidad. Dios no está representado como escritor. Con frecuencia los hombres dicen que cierta expresión no parece de Dios. Pero Dios no se ha puesto a sí mismo a prueba en la Biblia por medio de palabras, de lógica, de retórica. Los escritores de la Biblia eran los escribientes de Dios, no su pluma. Considerad a los diferentes escritores.
No son las palabras de la Biblia las inspiradas, sino los hombres son los que fueron inspirados. La inspiración no obra en las palabras del hombre ni en sus expresiones, sino en el hombre mismo, que está imbuido con pensamientos bajo la influencia del Espíritu Santo. Pero las palabras reciben la impresión de la mente individual. La mente divina es difundida. La mente y voluntad divinas se combinan con la mente y voluntad humanas. De ese modo, las declaraciones del hombre son la palabra de Dios (Mensajes selectos, t. 1, p. 24).
Acerca de nuestra Biblia podríamos preguntar: ¿Por qué se necesita de Mateo, Marcos, Lucas y Juan en los Evangelios, por qué necesitan tratar las mismas cosas los Hechos de los Apóstoles y los diversos autores de las epístolas?
El Señor dio su Palabra justamente en la forma en que quería que viniera. La dio mediante diferentes autores, cada uno con su propia individualidad, aunque trataron el mismo relato. Sus testimonios se reúnen en un Libro y son como los testimonios en una reunión social. No representan las cosas justamente en el mismo estilo. Cada uno tiene su propia experiencia, y esta diversidad amplía y profundiza el conocimiento que es presentado para suplir las necesidades de diversas mentes. Los pensamientos expresados no tienen una uniformidad establecida, como si hubieran sido vertidos en un molde de hierro, haciendo monótono el oírlos. En una uniformidad tal, habría una pérdida de gracia y de belleza peculiar...
El Creador de todas las ideas puede impresionar a diferentes mentes con el mismo pensamiento, pero cada una puede expresarlo de una manera diferente, y sin embargo sin contradicción. El hecho de que existan esas diferencias no debiera dejarnos perplejos o confundidos. Es muy raro que dos personas vean y expresen la verdad de la misma manera. Cada una se ocupa de puntos particulares que su idiosincrasia y educación la capacitan para apreciar. La luz solar que cae sobre diferentes objetos, les da matices diferentes.
Mediante la inspiración de su Espíritu, el Señor dio la verdad a sus apóstoles, para que la expresaran de acuerdo con su mentalidad mediante el Espíritu Santo. Pero la mente no está sujeta, como si hubiera sido forzada dentro de cierto molde (Mensajes selectos, t. 1, pp. 24, 25).
Presentada por diversas personalidades, la verdad [en la Biblia] aparece en sus variados aspectos. Un escritor percibe con más fuerza cierta parte del mensaje; comprende los puntos que armonizan con su experiencia o con sus facultades de percepción y apreciación; otro nota más bien otro aspecto del mismo asunto; y cada cual, bajo la dirección del Espíritu Santo, presenta lo que ha quedado inculcado con más fuerza en su propia mente. De aquí que encontremos en cada cual un aspecto diferente de la verdad, pero perfecta armonía entre todos ellos. Y las verdades así reveladas se unen en perfecto conjunto, adecuado para satisfacer las necesidades de los hombres en todas las circunstancias de la vida.
Dios se ha dignado comunicar la verdad al mundo por medio de instrumentos humanos, y él mismo, por su Santo Espíritu, habilitó a hombres y los hizo capaces de realizar esta obra. Guió la inteligencia de ellos en la elección de lo que debían decir y escribir. El tesoro fue confiado a vasos de barro, pero no por eso deja de ser del Cielo. Aunque llevado a todos los vientos en el vehículo imperfecto del idioma humano, no por eso deja de ser el testimonios de Dios; y el hijo de Dios, obediente y creyente, contempla en ellos la gloria de un poder divino, lleno de gracia y de verdad (Recibiréis poder, p. 226).
Visiones y Fenómenos Físicos.
Martes 27
"Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido. Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios... Y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido" (Daniel 10:15-19). Tan grande era la gloria divina revelada a Daniel que él no la pudo soportar. Entonces el mensajero del Cielo veló la refulgencia de su rostro y apareció al profeta "con semejanza de hijo de hombre". Por medio de su poder divino fortaleció a este hombre de integridad y de fe, para escuchar el mensaje enviado a él de parte de Dios.
Daniel era un siervo devoto del Altísimo. Su larga vida estuvo llena de nobles hechos de servicio por su Maestro. Su pureza de carácter y su inalterable fidelidad son igualadas por su humildad de corazón y su contrición delante de Dios. Repetimos, la vida de Daniel es una ilustración inspirada de verdadera santificación (Reflejemos a Jesús, p. 82).
Puesto que se han hecho frecuentemente preguntas en cuanto al estado en que estoy durante la visión y después de que salgo de ella, diré que cuando el Señor cree oportuno dar una visión, soy llevada a la presencia de Jesús y de los ángeles y estoy completamente perdida en cuanto a las cosas terrenales. No puedo ver más allá de lo que los ángeles me señalan. Mi atención con frecuencia es dirigida a escenas que suceden en la tierra.
A veces soy llevada muy lejos en lo futuro, y se me muestra lo que ha de suceder. Luego otra vez se me muestras cosas que han ocurrido en lo pasado. Después de que salgo de la visión, no recuerdo inmediatamente todo lo que he visto y el asunto no es tan claro delante de mí hasta que escribo. Entonces la escena surge delante de mí como fue presentada en visión y puedo escribir con libertad. A veces las cosas que he visto están ocultas hasta que soy llevada delante de una congregación donde se aplica la visión. Entonces vienen con fuerza a mi mente las cosas que he visto. Dependo tanto del Espíritu del Señor para relatar o escribir una visión como para tenerla. Es imposible que yo recuerde cosas que me han sido mostradas a menos que el Señor las haga surgir delante de mí en el momento que a él le place que yo las relate o escriba (Mensajes selectos, t. 1, p. 41).
La Inspiración y Los Asistentes Literarios.
Miércoles 28
El profeta Jeremías, obedeciendo los mandamientos de Dios, dictó las palabras que el Señor le había dado a Baruc, su escriba, el cual las escribió en un rollo (Jeremías 36:4). Ese mensaje era una reprensión por todos los pecados de Israel y una advertencia de las consecuencias que se seguirían si perseveraban en sus malos caminos. Era un sincero llamamiento para que renunciaran a sus pecados. Después de haberlo escrito, Jeremías, que estaba prisionero, envió a su escriba para que leyera el rollo a todas las personas que había reunido "en la casa de Jehová, el día del ayuno" (Jeremías 36:6). El profeta dijo: "Quizá llegue la oración de ellos a la presencia de Jehová, y se vuelva cada uno de su mal camino; porque grande es el furor y la ira que ha expresado Jehová contra este pueblo" (Jeremías 36:7).
El escriba obedeció al profeta y leyó el rollo ante el pueblo de Judá. Pero su tara no acabó aquí: debía leerlo ante los príncipes, quienes escucharon con gran interés. Sus rostros tenían una expresión de temor mientras preguntaban a Baruc al respecto del misterioso escrito. Prometieron referir al rey todo lo que habían oído sobre él y su pueblo, pero aconsejaron al escriba que se escondiera porque temían que el rey rechazaría el testimonio que Dios había dado por medio de Jeremías y quería matar tanto al profeta como a su escriba (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 176, 177).
Mientras vivió mi esposo, actuó como ayudante y consejero en el envío de los mensajes que me eran dados. Viajábamos mucho. A veces se me daba luz durante la noche, a veces durante el día delante de grandes congregaciones. La instrucción que recibía en visión era fielmente redactada por mí cuando tenía tiempo y vigor para esa obra. Después examinábamos juntos el asunto. Mi esposo corregía los errores gramaticales y eliminaba repeticiones inútiles. Eso era cuidadosamente copiado para las personas a quienes iba dirigido, o para el impresor.
A medida que creció la obra, otros me ayudaron en la preparación del material para su publicación. Después de la muerte de mi esposo, se me unieron fieles ayudantes, los que trabajaron infatigablemente en la obra de copiar los testimonios y preparar artículos para su publicación.
Pero no son verdaderos los informes que han circulado, que se permitía a cualquiera de mis ayudantes añadir material o cambiar el sentido de los mensajes que escribo (Mensajes selectos, t. 1, p. 57).
Me siento profundamente agradecida por la ayuda de la Hna. Marian Davis en la ordenación de mis libros. Reúne materiales de mis diarios, de mis cartas y de los artículos publicados en los periódicos. Aprecio grandemente su fiel servicio. Ha estado conmigo durante 25 años, y constantemente ha ido adquiriendo una capacidad creciente para la obra de clasificar y agrupar mis escritos (Mensajes selectos, t. 3, p. 103).
La Inspiración y El Evangelio de Lucas.
Jueves 29
Lucas, el autor del libro de los Hechos, y Teófilo, a quien está dirigido, habían disfrutado de un grato compañerismo. Teófilo había recibido muchas instrucciones y gran discernimiento espiritual de Lucas. Éste había sido el maestro de Teófilo, y aún sentía la responsabilidad de dirigirlo e instruirlo, de sostenerlo y protegerlo en su obra.
La costumbre de ese tiempo era que el autor enviara su manuscrito a alguien para que lo examinara y criticara. Lucas eligió a Teófilo, como a un hombre en quien tenía confianza, para que hiciera esa importante obra. Primero dirige la atención de Teófilo al registro de la vida de Cristo tal como se presenta en el Evangelio de Lucas, que el mismo autor también había dirigido a Teófilo [se cita Hechos 1:1-5]... Las enseñanzas de Cristo debían ser preservadas en manuscritos y libros (Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 1051).
Al revelarme el Espíritu de Dios las grandes verdades de su Palabra, y las escenas del pasado y de lo por venir, se me mandó que diese a conocer a otros lo que se me había mostrado, y que trazase un bosquejo de la historia de la lucha en las edades pasadas, y especialmente que la presentase de tal modo que derramase luz sobre la lucha futura que se va acercando con tanta rapidez. Con este fin, he tratado de escoger y reunir acontecimientos de la historia de la iglesia en forma que quedara bosquejado el desenvolvimiento de las grandes verdades comprobantes que en diversas épocas han sido dadas al mundo, han excitado la ira de Satanás y la enemistad de la iglesia amiga del mundo, y han sido sostenidas por el testimonios de aquellos que "no amaron sus vidas, exponiéndolas hasta la muerte"...
En algunos casos cuando he encontrado que un historiador había reunido los hechos y presentado en pocas líneas un claro conjunto del asunto, o agrupado los detalles en forma conveniente, he reproducido sus palabras, no tanto para citar a esos escritores como autoridades, sino porque sus palabras resumían adecuadamente el asunto. Y al referir los casos y puntos de vista de quienes siguen adelante con la obra de reforma en nuestro tiempo, me he valido en forma similar de las obras que han publicado (El conflicto de los siglos, pp. 13, 14).
Para Estudiar y Meditar
Viernes 30
Tomo 1 de Mensajes selectos, pp. 17-26.
La Biblia nos presenta a Dios como su autor, y sin embargo, fue escrita por manos humanas. La diversidad de estilo de sus diferentes libros muestra la individualidad de cada uno de sus escritores. Todas las verdades reveladas son inspiradas por Dios (2 Timoteo 3:16), aunque expresadas en palabras humanas. El Ser supremo e infinito iluminó con su Espíritu la inteligencia y el corazón de sus siervos. Les daba sueños y visiones, y les mostraba símbolos y figuras. Pero lo que captaron la verdad así revelada, revistieron el pensamiento divino con sus palabras.
Los diez mandamientos fueron enunciados por el mismo Dios y escritos con su propia mano. Su redacción es divina y no humana. Pero la Biblia, con sus verdades de origen divino, expresadas en el idioma de los hombres, es una unión de lo divino y lo humano. Esta unión existía en la naturaleza de Cristo, quien era Hijo de Dios e Hijo del hombre. Se puede, pues, decir de la Biblia lo que fue dicho de Cristo: "Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros" (S. Juan 1:14).
Escritos en épocas diferentes y por hombre que diferían notablemente en posición social y económica y en capacidad intelectuales y espirituales, los libros de la Biblia presentan contrastes en su estilo, como también diversidad en la naturaleza de los temas que desarrollan. Sus diversos escritores se valen de expresiones diferentes. A menudo la misma verdad está presentada por uno de ellos de modo más patente que por otro. Ahora bien, como varios de sus autores nos presentan el mismo asunto desde puntos de vista y aspectos diferentes, al lector superficial, descuidado y desprevenido, puede parecerle que hay divergencias o contradicciones, allí donde el lector atento y respetuoso discierne, con mayor penetración, la armonía fundamental (Recibiréis poder, p. 224).
Revelación-Inspiración.
Domingo 25
Los escritores de la Biblia tuvieron que expresar sus ideas en lenguaje humano. Fue escrita por seres humanos. Esos hombres fueron inspirados por el Espíritu Santo. Pero debido a las imperfecciones de comprensión del lenguaje humano, o a la perversidad de la mente humana, sutil para evadir la verdad, muchos leen y comprenden la Biblia sólo para agradarse a sí mismos. No es que la dificultad esté en la Biblia. Los adversarios políticos discuten asuntos de ley en los códigos legales, sin embargo, al aplicar esas leyes adoptan puntos de vista opuestos.
Las Escrituras no fueron dadas a los hombres en una cadena ininterrumpida de declaraciones continuas, sino fragmento tras fragmento a través de generaciones sucesivas, a medida que Dios, en su providencia, vio muchas veces y en diversos lugares la oportunidad adecuada para impresionar a los hombres. Ellos escribieron a medida que fueron impulsados por el Espíritu Santo. Hay "primero el brote, después el capullo, y después el fruto"; "Primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga". Esto es exactamente lo que son para nosotros las declaraciones de la Biblia...
La Biblia no nos es dada en un grandioso lenguaje sobrehumano. Jesús tomó la humanidad para llegar al hombre donde éste está. La Biblia tuvo que ser dada en el lenguaje de los hombres. Todo lo que es humano es imperfecto. Una misma palabra expresa diferentes significados; no hay una palabra para cada idea diferente. La Biblia fue dada con propósitos prácticos.
Las mentes son de diferentes clases. No todos entienden las expresiones y declaraciones de la misma manera. Hay quienes entienden las declaraciones de las Escrituras para que se ajusten a su pensar particular y a su propio caso. Las predisposiciones, los prejuicios y las pasiones influyen mucho para oscurecer la comprensión y confundir la mente aun al leer las palabras de los Escritos Sagrados (Comentario bíblico adventista, t. 7, pp. 956, 957).
El Señor habla a los seres humanos en lenguaje imperfecto, a fin de que puedan comprender sus palabras los sentidos degenerados, la percepción opaca y terrena de seres terrenos. Así se muestra la condescendencia de Dios. Se encuentra con los seres humanos caídos donde están ellos. La Biblia, perfecta como es en su sencillez, no responde a las grandes ideas de Dios; pues las ideas infinitas no pueden ser perfectamente incorporadas en los vehículos finitos del pensamiento. En vez de que las expresiones de la Biblia sean exageradas, como muchos suponen, las expresiones vigorosas se quebrantan ante la magnificencia del pensamiento, aunque el escribiente elija el lenguaje más expresivo para transmitir las verdades de la educación superior. Los seres pecadores sólo pueden soportar mirar una sombra del brillo de la gloria del Cielo (Mensajes selectos, t. 1, pp. 25, 26).
Inspiración Verbal o de Pensamiento.
Lunes 26
La Biblia está escrita por hombres inspirados, pero no es la forma del pensamiento y de la expresión de Dios. Es la forma de la humanidad. Dios no está representado como escritor. Con frecuencia los hombres dicen que cierta expresión no parece de Dios. Pero Dios no se ha puesto a sí mismo a prueba en la Biblia por medio de palabras, de lógica, de retórica. Los escritores de la Biblia eran los escribientes de Dios, no su pluma. Considerad a los diferentes escritores.
No son las palabras de la Biblia las inspiradas, sino los hombres son los que fueron inspirados. La inspiración no obra en las palabras del hombre ni en sus expresiones, sino en el hombre mismo, que está imbuido con pensamientos bajo la influencia del Espíritu Santo. Pero las palabras reciben la impresión de la mente individual. La mente divina es difundida. La mente y voluntad divinas se combinan con la mente y voluntad humanas. De ese modo, las declaraciones del hombre son la palabra de Dios (Mensajes selectos, t. 1, p. 24).
Acerca de nuestra Biblia podríamos preguntar: ¿Por qué se necesita de Mateo, Marcos, Lucas y Juan en los Evangelios, por qué necesitan tratar las mismas cosas los Hechos de los Apóstoles y los diversos autores de las epístolas?
El Señor dio su Palabra justamente en la forma en que quería que viniera. La dio mediante diferentes autores, cada uno con su propia individualidad, aunque trataron el mismo relato. Sus testimonios se reúnen en un Libro y son como los testimonios en una reunión social. No representan las cosas justamente en el mismo estilo. Cada uno tiene su propia experiencia, y esta diversidad amplía y profundiza el conocimiento que es presentado para suplir las necesidades de diversas mentes. Los pensamientos expresados no tienen una uniformidad establecida, como si hubieran sido vertidos en un molde de hierro, haciendo monótono el oírlos. En una uniformidad tal, habría una pérdida de gracia y de belleza peculiar...
El Creador de todas las ideas puede impresionar a diferentes mentes con el mismo pensamiento, pero cada una puede expresarlo de una manera diferente, y sin embargo sin contradicción. El hecho de que existan esas diferencias no debiera dejarnos perplejos o confundidos. Es muy raro que dos personas vean y expresen la verdad de la misma manera. Cada una se ocupa de puntos particulares que su idiosincrasia y educación la capacitan para apreciar. La luz solar que cae sobre diferentes objetos, les da matices diferentes.
Mediante la inspiración de su Espíritu, el Señor dio la verdad a sus apóstoles, para que la expresaran de acuerdo con su mentalidad mediante el Espíritu Santo. Pero la mente no está sujeta, como si hubiera sido forzada dentro de cierto molde (Mensajes selectos, t. 1, pp. 24, 25).
Presentada por diversas personalidades, la verdad [en la Biblia] aparece en sus variados aspectos. Un escritor percibe con más fuerza cierta parte del mensaje; comprende los puntos que armonizan con su experiencia o con sus facultades de percepción y apreciación; otro nota más bien otro aspecto del mismo asunto; y cada cual, bajo la dirección del Espíritu Santo, presenta lo que ha quedado inculcado con más fuerza en su propia mente. De aquí que encontremos en cada cual un aspecto diferente de la verdad, pero perfecta armonía entre todos ellos. Y las verdades así reveladas se unen en perfecto conjunto, adecuado para satisfacer las necesidades de los hombres en todas las circunstancias de la vida.
Dios se ha dignado comunicar la verdad al mundo por medio de instrumentos humanos, y él mismo, por su Santo Espíritu, habilitó a hombres y los hizo capaces de realizar esta obra. Guió la inteligencia de ellos en la elección de lo que debían decir y escribir. El tesoro fue confiado a vasos de barro, pero no por eso deja de ser del Cielo. Aunque llevado a todos los vientos en el vehículo imperfecto del idioma humano, no por eso deja de ser el testimonios de Dios; y el hijo de Dios, obediente y creyente, contempla en ellos la gloria de un poder divino, lleno de gracia y de verdad (Recibiréis poder, p. 226).
Visiones y Fenómenos Físicos.
Martes 27
"Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido. Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios... Y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido" (Daniel 10:15-19). Tan grande era la gloria divina revelada a Daniel que él no la pudo soportar. Entonces el mensajero del Cielo veló la refulgencia de su rostro y apareció al profeta "con semejanza de hijo de hombre". Por medio de su poder divino fortaleció a este hombre de integridad y de fe, para escuchar el mensaje enviado a él de parte de Dios.
Daniel era un siervo devoto del Altísimo. Su larga vida estuvo llena de nobles hechos de servicio por su Maestro. Su pureza de carácter y su inalterable fidelidad son igualadas por su humildad de corazón y su contrición delante de Dios. Repetimos, la vida de Daniel es una ilustración inspirada de verdadera santificación (Reflejemos a Jesús, p. 82).
Puesto que se han hecho frecuentemente preguntas en cuanto al estado en que estoy durante la visión y después de que salgo de ella, diré que cuando el Señor cree oportuno dar una visión, soy llevada a la presencia de Jesús y de los ángeles y estoy completamente perdida en cuanto a las cosas terrenales. No puedo ver más allá de lo que los ángeles me señalan. Mi atención con frecuencia es dirigida a escenas que suceden en la tierra.
A veces soy llevada muy lejos en lo futuro, y se me muestra lo que ha de suceder. Luego otra vez se me muestras cosas que han ocurrido en lo pasado. Después de que salgo de la visión, no recuerdo inmediatamente todo lo que he visto y el asunto no es tan claro delante de mí hasta que escribo. Entonces la escena surge delante de mí como fue presentada en visión y puedo escribir con libertad. A veces las cosas que he visto están ocultas hasta que soy llevada delante de una congregación donde se aplica la visión. Entonces vienen con fuerza a mi mente las cosas que he visto. Dependo tanto del Espíritu del Señor para relatar o escribir una visión como para tenerla. Es imposible que yo recuerde cosas que me han sido mostradas a menos que el Señor las haga surgir delante de mí en el momento que a él le place que yo las relate o escriba (Mensajes selectos, t. 1, p. 41).
La Inspiración y Los Asistentes Literarios.
Miércoles 28
El profeta Jeremías, obedeciendo los mandamientos de Dios, dictó las palabras que el Señor le había dado a Baruc, su escriba, el cual las escribió en un rollo (Jeremías 36:4). Ese mensaje era una reprensión por todos los pecados de Israel y una advertencia de las consecuencias que se seguirían si perseveraban en sus malos caminos. Era un sincero llamamiento para que renunciaran a sus pecados. Después de haberlo escrito, Jeremías, que estaba prisionero, envió a su escriba para que leyera el rollo a todas las personas que había reunido "en la casa de Jehová, el día del ayuno" (Jeremías 36:6). El profeta dijo: "Quizá llegue la oración de ellos a la presencia de Jehová, y se vuelva cada uno de su mal camino; porque grande es el furor y la ira que ha expresado Jehová contra este pueblo" (Jeremías 36:7).
El escriba obedeció al profeta y leyó el rollo ante el pueblo de Judá. Pero su tara no acabó aquí: debía leerlo ante los príncipes, quienes escucharon con gran interés. Sus rostros tenían una expresión de temor mientras preguntaban a Baruc al respecto del misterioso escrito. Prometieron referir al rey todo lo que habían oído sobre él y su pueblo, pero aconsejaron al escriba que se escondiera porque temían que el rey rechazaría el testimonio que Dios había dado por medio de Jeremías y quería matar tanto al profeta como a su escriba (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 176, 177).
Mientras vivió mi esposo, actuó como ayudante y consejero en el envío de los mensajes que me eran dados. Viajábamos mucho. A veces se me daba luz durante la noche, a veces durante el día delante de grandes congregaciones. La instrucción que recibía en visión era fielmente redactada por mí cuando tenía tiempo y vigor para esa obra. Después examinábamos juntos el asunto. Mi esposo corregía los errores gramaticales y eliminaba repeticiones inútiles. Eso era cuidadosamente copiado para las personas a quienes iba dirigido, o para el impresor.
A medida que creció la obra, otros me ayudaron en la preparación del material para su publicación. Después de la muerte de mi esposo, se me unieron fieles ayudantes, los que trabajaron infatigablemente en la obra de copiar los testimonios y preparar artículos para su publicación.
Pero no son verdaderos los informes que han circulado, que se permitía a cualquiera de mis ayudantes añadir material o cambiar el sentido de los mensajes que escribo (Mensajes selectos, t. 1, p. 57).
Me siento profundamente agradecida por la ayuda de la Hna. Marian Davis en la ordenación de mis libros. Reúne materiales de mis diarios, de mis cartas y de los artículos publicados en los periódicos. Aprecio grandemente su fiel servicio. Ha estado conmigo durante 25 años, y constantemente ha ido adquiriendo una capacidad creciente para la obra de clasificar y agrupar mis escritos (Mensajes selectos, t. 3, p. 103).
La Inspiración y El Evangelio de Lucas.
Jueves 29
Lucas, el autor del libro de los Hechos, y Teófilo, a quien está dirigido, habían disfrutado de un grato compañerismo. Teófilo había recibido muchas instrucciones y gran discernimiento espiritual de Lucas. Éste había sido el maestro de Teófilo, y aún sentía la responsabilidad de dirigirlo e instruirlo, de sostenerlo y protegerlo en su obra.
La costumbre de ese tiempo era que el autor enviara su manuscrito a alguien para que lo examinara y criticara. Lucas eligió a Teófilo, como a un hombre en quien tenía confianza, para que hiciera esa importante obra. Primero dirige la atención de Teófilo al registro de la vida de Cristo tal como se presenta en el Evangelio de Lucas, que el mismo autor también había dirigido a Teófilo [se cita Hechos 1:1-5]... Las enseñanzas de Cristo debían ser preservadas en manuscritos y libros (Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 1051).
Al revelarme el Espíritu de Dios las grandes verdades de su Palabra, y las escenas del pasado y de lo por venir, se me mandó que diese a conocer a otros lo que se me había mostrado, y que trazase un bosquejo de la historia de la lucha en las edades pasadas, y especialmente que la presentase de tal modo que derramase luz sobre la lucha futura que se va acercando con tanta rapidez. Con este fin, he tratado de escoger y reunir acontecimientos de la historia de la iglesia en forma que quedara bosquejado el desenvolvimiento de las grandes verdades comprobantes que en diversas épocas han sido dadas al mundo, han excitado la ira de Satanás y la enemistad de la iglesia amiga del mundo, y han sido sostenidas por el testimonios de aquellos que "no amaron sus vidas, exponiéndolas hasta la muerte"...
En algunos casos cuando he encontrado que un historiador había reunido los hechos y presentado en pocas líneas un claro conjunto del asunto, o agrupado los detalles en forma conveniente, he reproducido sus palabras, no tanto para citar a esos escritores como autoridades, sino porque sus palabras resumían adecuadamente el asunto. Y al referir los casos y puntos de vista de quienes siguen adelante con la obra de reforma en nuestro tiempo, me he valido en forma similar de las obras que han publicado (El conflicto de los siglos, pp. 13, 14).
Para Estudiar y Meditar
Viernes 30
Tomo 1 de Mensajes selectos, pp. 17-26.
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